lunes, 27 de diciembre de 2010

PLAZA SILVIO SOLDAN ABANDONADA


El 4 de enero de 2007 fue inaugurada en el Barrio Paso de Jama de la ciudad jujeña de Palpalá, la plaza Silvio Soldán y Grandes Valores del Tango.

Un honor para pocos. Pero Silvio lo tiene muy merecido.


La idea de ponerle el nombre a la plaza fue de los vecinos. Sin embargo, el ejecutor fue el intendente del lugar, Alberto Ortíz, quien se encargó de la invitación, pasaje y estadía del afamado locutor, escritor, autor de canciones y actor.




Soldán viajó acompañado por su abogado y amigo Miguel Angel Pierri. Tal vez para que lo cuide de los tramposos.




Como el santiagueño que en base a un autógrafo, le hizo firmar un documento sobre un supuesto préstamo de una importante suma de dinero. Un inolvidable dolor de cabeza para el creador de la frase: "Un corte, una quebrada y en seguida volvemos".



Ante el temor de un nuevo conflicto judicial, Silvio se encargó de aclarar de entrada que el nombre de "Grandes valores del tango" no le pertenece. Que el productor era Osvaldo Gago y que fue una idea de Alejandro Romay".


En Jujuy, en cambio, fue otra fue la historia. Silvio Soldán fue recibido con todos los honores y la gente, lejos de hacerle pasar un mal momento, lo trató como a un rey.


Mi madre que estuvo presente con mi sobrino, me contó que fue un acto muy emotivo y a la vez divertido.


A las palabras de las autoridades y de Silvio, siguió la música de tango. Y se vino la milonga.



Varias de las mujeres presentes, lo invitaron a bailar. Soldán, ni lerdo ni perezoso, aceptó el convite y llovieron los aplausos y ovaciones.



La plaza está a la vera de la ruta 66 que une Jujuy con Salta. Tiene un cartel verde de presentación donde aparece a simple vista el nombre de Soldán y de Grandes Valores del Tango. También un guapo hecho de hierro contra un farol, un bandeononista ejecutando su instrumento y un simulado bar para que la gente lo utilice en las cálidas noches de primavera y verano.


Un lugar muy atractivo. Pero la belleza se encuentra opacada por el olvido que presenta la plaza.



Hay pintadas en la mayoría de los monumentos, entre ellos el más afectado es el supuesto bar y la base de la estatua del bandeononista. Y el pasto se encuentra muy alto y descuidado en varios sectores.

Una lástima que podría remediarse si alguien se lo comentara al intendente. Un hombre, siempre tan preocupado por la Cultura, seguramente le devolverá el brillo a la Plaza Silvio Soldán.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

CINE TESTIGO DE TANTOS BESOS

Volví a pisar el cine Altos Hornos Zapla, testigo de besos del pasado, robados al amparo de la oscuridad, aunque la mayoría de ellos consentidos...

Fue como una escena de la película "Cinema Paradiso", donde se logró recuperar un cine que estaba, todavía no en ruinas, pero sí bastante arruinado.

Me encontré con un edificio renovado en su totalidad. Ahora es el Cine-Teatro Altos Hornos Zapla, luego de la restauración que le llevó algo más de cinco meses.

Desde su fundación en 1962 pasó por varios estados: de gloria, abandono, resurrección y hasta un cierre temporario.

Sucede que al pobre le tocó depender de los poderes de turno, que lo utilizaban de acuerdo a su conveniencia.

Por estar dentro del radio de lo que alguna vez fue la fábrica militar de Altos Hornos Zapla, fue creado en ese ámbito para un lugar de esparcimiento de las autoridades de la fábrica y de sus empleados.

Como todo militar, que le gusta "todo a lo grande", se construyó con dimensiones por demás pretenciosas para lo que era en la década del '60 una localidad tan pequeña. Tenía por ese entonces 1.600 butacas.

En los '80, con el advenimiento de la Democracia, el cine pasó a ser un "lugar creado por los militares", es decir "mala palabra", y se le retiró el subsidio que recibía por su mantenimiento.

Ya ni viejas películas se daban y terminó cerrándose por dos años. En ese interín, Zapla dejó de ser del estado y se privatizó.

A fines de los '90, el cine pasó a la Municipalidad de Palpalá, que comenzó a utilizarlo para actos, espectáculos y funciones de cine. Sin embargo, su aspecto seguía en decadencia.

Hasta que gracias a la intervención fortuita de Néstor Kirchner, en 2006, cuando aún era presidente de la Nación, la posibilidad de refaccionarlo pudo hacerse realidad.

Kirchner había venido a Jujuy y pasó por Palpalá, donde se reunió con el intendente Alberto Ortíz. Pero un súbito deseo de ir al baño del entonces mandatario, fue el comienzo de una nueva historia.

Las oficinas de la Municipalidad están pegadas al cine. Ortíz le indicó el baño. Sin embargo, Kirchner equivocó el camino y entró al escenario. Allí, según lo contó el propio intendente, se quedó sorprendido no sólo por la amplitud del edificio, sino también por el decadencia.


Cuando volvió a la oficina de Ortíz, Kirchner le dijo: "Qué hermoso cine tienen ustedes aquí. Es una lástima que se encuentre en tan malas condiciones. Yo te voy a mandar un subsidio para que lo pongas a nuevo".


Esas promesas que en muchos políticos no quedan más que en promesas, esta vez fueron verdaderas. Si bien es cierto, pasaron algunos años, pero el otorgamiento del subsidio se concretó, incluso ya con Cristina Fernández al frente del Poder Ejecutivo.


Lamentablemente cuando la refacción estuvo lista, ya el ex presidente había dejado de exitir y no pudo ver la obra terminada.


El intendente Ortíz, en agradecimiento por el subsidio que le permitió tener un espacio cultural que ahora es el orgullo de los palpaleños y hasta de la provincia, lo bautizó al Cine Teatro Altos Hornos Zapla con el nombre honorario de "Sala Néstor Kirchner".


El día de la renauguración, el pasado 3 de diciembre, no sólo se realizó un festival folklórico con músicos locales, sino que al día siguiente se presentó la obra: "Borges y Perón", protagonizada por Víctor Laplace y Jean Pierre Noher.


Yo pude observar la belleza del edificio, al asistir a la entrega de premios a los deportistas del año en Palpalá. Y no puedo negar que me produjo una emoción enorme de verlo tan hermoso.

Me enteré que de las 1.600 butacas originales lograron recuperar 1.200 y que está previsto incluirle próximamente otras 100.

Que se cambiaron los telones y toda la instalación eléctrica. También se colocaron nuevos sistemas de iluminación y de proyección de películas, porque los anteriores estaban absolutamente desactualizados. Y se colocó aire acondicionado en toda la sala, incluidos los camarines.

Estos camarines para los artistas, tres en total, que no pude ver, fueron equipados también con ducha y gran comodidad.

Fue inevitable no sentirme atrapada por la belleza del presente, mezclada con los recuerdos del pasado, cuando aún creía en el amor...

Ese cine no sólo fue el sitio para los primeros mimos con la persona que me robó el corazón, sino también casi el testigo del final de una historia, cuando en la década del '90 se produjo un reencuentro inesperado.

Recuerdo que el hall de cine, que no me acuerdo si ya no funcionaba como tal, se había convertido en una especie de bar. Y luego de caminar por el lugar, recordando viejas épocas, fuimos allí a tomar una gaseosa.

Esa había sido mi última imágen del cine. Cuando todo se rompió, mal, para siempre, nunca más quise volver.

Por eso, tal como una película, al recorrer con mi cámara el edificio, me sentí acompañada por la preciosa melodía de Ennio Morricone...

lunes, 6 de diciembre de 2010

ALEJO RIVERA, PROFESIONAL Y AMIGO QUERIDO


Alejo Emilio Rivera, el "chaira" de Olavarría, llegó por mérito propio al Mundial de Sudáfrica.
Porque Alejo es un periodista con todas la letras, que mereció ese viaje y unos cuantos por venir.

Todo se lo ganó sin pisar cabezas, con perseverancia, talento y sobre todo profesionalismo. Algo que a muchos periodistas deportivos, exceptuando a Chiche Ferro, les falta.

No voy a negar que cuando llegó al Noticiero de Canal 9 en 2003 , no me despertó ninguna simpatía. Yo creía que venía con la intención de quedarse con el puesto de mi amigo Chiche. Y eso no lo iba a permitir.

Es más, le dije a Chiche Ferro: "Tené cuidado con ese, porque me parece que es un pac-man dispuesto a comerse todo, empezando por vos".

Me equivoqué de cabo a rabo. No lo digo ahora como una confesión para que él se entere. Yo misma se lo confesé cuando comencé a descubrir que era una buena persona. Un tipazo. Leal con Chiche, por quien siempre mostró admiración, respeto y un gran afecto. Y un ser increíble, compañero, contenedor, para conmigo.

Alejo tiene una particularidad a nivel profesional que admiro enormemente: hace su trabajo de "taquito", como si fuera lo más fácil del mundo. Una cualidad de los talentosos.

Pero detrás de su facilidad de palabra, sus primicias, sus datos anecdóticos, sus estadísticas para acordarse de acontecimientos deportivos de la época que ni siquiera él había nacido, hay un trabajo silencioso, de relojería, muy pensado, cuidadoso, responsable, para ofrecer información fidedigna.


Muchas veces mi amigo tiró primicias. Pero como el noticiero va tan temprano, no todos lo pueden ver. Entonces al mediodía, en los programas deportivos de radio y televisión, la misma información la dan a conocer otros, y ellos quedan injustamente como los dueños de la primicia.

Por ejemplo, él fue el primero en mencionar a Américo Gallego como el posible reemplazante de Angel Cappa. Es cierto, no se concretó porque el "Tolo" no aceptó la propuesta de River. Pero la novedad estuvo en boca de Aleji, cuando el resto seguía hablando de Marcelo Bielsa.
Para viajar a Sudáfrica, Alejo estudió dos años de Inglés intensivo, cuando ni siquiera sabía que lo iban a enviar a él. Se ocupó de tener su pasaporte en orden. Y en cuanto a su labor profesional, estudió con detenimiento a cada uno de los equipos y en particular, a los futbolistas que participaron de la Copa del Mundo.

También fue por su profesionalismo que se ganó un lugar en el Fútbol Para Todos. Alejo es el encargado de presentar las síntesis de los goles, durante los entretiempos de los partidos. Además, siempre está atento para incluir jugadas especiales y ocuparse de las actuaciones de los jugadores que están en el exterior, tipo Lionel Messi. Como así también, darle un espacio a figuras de otros deportes.

Si Alejito estuviera en venta, creo que "lo vendí muy bien", como para pagar por él una suma millonaria, como a los grandes jugadores de fútbol.

Hincha fanático de Rácing de Olavarria, su equipo de la infancia, supo vestir esa camiseta. Y como seguidor, continúa "sufriendo" por la suerte de su club.

Mi amigo llegó a Buenos Aires con los sueños de ser un jugador de fútbol, hasta que se le cruzó en el camino el director técnico Mario Gómez, quien le tiró por el suelo todas sus ilusiones.

Es cierto, eso fue una frustración que nunca olvidará. Sin embargo, el Periodismo Deportivo se agendó a un representante digno y con un futuro ilimitado.

Ahora me voy a referir al Alejo amigo, el de todos los días en el Noticiero de Canal 9. El que siempre llega de buen humor y con una sonrisa, diciéndome: "Yayiiiiitaaaaa". Y dispuesto a tomar mi café.

Además del cafecito, Alejo me pide diariamente a media mañana un chicle. Él me dice que es una cábala, como lo es también la manera como me lo solicita. Me canta un tema de la Mona Jiménez, moviendo las manos como él: "No sé qué pasa en esta ciudad..."

Pasé de conocer al Alejo que me decía que "nunca se había enamorado de nadie", a este que acepta que "el amor llegó a su vida". Y no sólo eso, tengo la dicha de compartir su felicidad, muchas veces sólo expresada con la mirada, de convertirse en poco tiempo en papá. En papá de una nena.

Alejo tiene una memoria increíble para acordarse de los nombres de las personas, incluidos los segundos nombres y apellidos. Cada vez que se refiere a alguien en especial, hace hincapié siempre en el segundo nombre. En mi caso, resalta el apellido de mi mamá: "Scarpetta".

En el poco tiempo que tenemos para conversar durante las horas de trabajo, lo primero que elegimos es el Fútbol. Y en este rubro, también nuestros jugadores en los respectivos equipos del Gran D.T.

Alejo sabe que a mí no me gusta el Boxeo. Por eso, cuando quiere causarme alguna molestia, me anuncia "las próximas grandes peleas del fin de semana". O me habla, como si a mí me interesara, del triunfo de tal o cual boxeador.

Otro de los deportes que a él le gusta y a mí no, es el beisbol.

Coincidimos, además del fútbol, en el básquetbol.

Pero en lo que se refiere a las preferencias musicales, estamos en las antípodas, salvo en alguna que otra excepción.

Alejo es un fanático de "La Mona" Jiménez y yo sin serlo, admiro mucho de la obra musical del cuartetero cordobés. Pero no estamos de acuerdo con otros cantantes tropicales. A él le gusta Leo Mattioli y yo no tengo identificada a ninguna de sus canciones. También admira a Joaquín Sabina. A mí en cambio de Sabina sólo me gustan dos canciones: "Y nos dieron las 10" y la preciosa "Y sin embargo".

Hay algo que Alejo aún no ha sabido aprovechar: su voz. Mi amigo canta muy bien. Ahora casi no hablamos de eso, pero muchas veces cuando lo veía a su colega Tití Fernández cantando en el programa de Marcelo Tinelli, donde incluso resultó ganador, yo le decía que él también intentara por ese lado.

Espero que algún día recapacite. Y así como se preparó para ir a Sudáfrica, se busque un profesor de canto para que lo guíe, y haga lo propio en un rubro que le puede dar grandes satisfacciones.

Nadie lo aplaude por relatar un gol o comentar un partido. Pero sí podría ganarse una ovación si su interpretación llegara al corazón de la gente. Y ahí quisiera estar en la platea, para confirmarle que "yo tenía razón".

No sé si lo dije personalmente. Sin embargo, tengo un agradecimiento infinito hacia mi querido amigo por haberme permitido conocer una red social como Twitter.

Por Twitter me volví más comunicativa. Y lo que considero más importante, fue el trampolín para la creación de este blog, que es mi vía de escape y lo mejor que me pasó en el año.
"Aleji" no podía quedar afuera de un merecedor homenaje en este espacio. Humilde es cierto, pero cargado de toda mi admiración y cariño.



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viernes, 26 de noviembre de 2010

RECETA CASERA PARA EL MAL DE AMORES



No soy tan extremista respecto a los hombres como Paquita la del barrio, pero para la receta sobre la cura del "mal de amores", vale guardarse algunas de las descripciones maliciosas de la cantante mexicana.

Aclaro que lo mío no es brujería, ni mucho menos. Tampoco soy psicóloga como para recurrir a la sabiduría de Freud o sus continuadores en la materia.

Lo mío está hecho en base a experiencias personales.

Resolví como punto de partida que la mejor manera de no llorar nunca más por un hombre, era hacer todo lo contrario de lo que había hecho en mi vida. Es decir, no amarlos más.

La receta no está dirigida a aquellas mujeres que si bien se sacaron a "un clavo" (esto como sinónimo de hombre malparido) de encima, sueñen con encontrar a otro que valga la pena de ser amado.

Si siguen leyendo, les adelanto que van a perder el tiempo...

La receta es para las valientes, jugadas incluso a quedarse solas para siempre.

No crean que es fácil llegar al objetivo. Todo lo contrario. A mi me llevó muchos años de lucha interna y de litros y litros de lágrimas. Pero ahora puedo decir con orgullo y ninguna cuota de arrepentimiento, que lo conseguí.

Como no soy egoista, quiero transferirle mi humilde solución a las sufridas enamoradas, que se aguantan cualquier cosa con tal de tener a un tipo al lado.

De entrada, hay que pensar que los hombres no son necesarios para vivir. En los tiempos que corren, hasta la maternidad se resuelve con inseminación artificial o adoptando un hijo.

Sin embargo, no quiero ahondar demasiado en el tema de los hijos, porque carezco de experiencia. Mi lado maternal se reduce al trato que le doy a mis gatitos. Aún así, sería una idiota, si intentara comparar esa relación que tengo con mis animalitos con la de una mujer y el hijo de su vientre, o el hijo del corazón.

Vuelvo a la receta.

Tras mi última desilusión amorosa, hace varios años, resolví que "nunca más me iba a volver a enamorar".

Se preguntarán cómo puedo manejar algo tan fuera de control como los sentimientos. Actuando con la mayor frialdad posible.

Con el dolor en el alma, opté por correr el mayor riesgo de mi existencia: el de quedarme sola para siempre. Si lo miro del lado malo, diría que perdí por goleada. Pero desde mi gélida mirada, gané el derecho a manejar mi vida con absoluta libertad.

Siempre habrá un lugar, una canción, una foto, para traer a la memoria al hombre o a los hombres, por quien o quienes se sintió "la cosita loca llamada amor". Ese es el momento crucial para aplicar mi receta.

Consiste en darle una vuelta de 360 grados al buen recuerdo, el de los besos, los abrazos, las risas, los bailes, la música, la felicidad. Y pensar lo peor que tenía esa persona.

Esto es, sus enojos, su indiferencia, sus infidelidades, sus mentiras, su falta de elegancia, sus gestos repulsivos, sus vicios asquerosos como el cigarrillo y el alcohol, sus olores más podridos. En suma todo lo feo que describen las canciones de Paquita la del barrio.

Por arte de magia, a los pocos minutos, el romanticismo se diluye como un terrón de azúcar en el café.

Al principio fue difícil lograr ese cambio repentino. Sin embargo, con el tiempo, me resultó lo más natural del mundo.

Esto hace que sea maravilloso mirar el pasado con tanta impunidad. La misma impunidad, que hasta me permitió mantener en la actualidad una buena relación con las personas que fueron importantes en mi vida. Porque no pretendo ni remotamente reeditar el pasado.

Creo que la edad me ayudó a elaborar esta suerte de panfleto justificatorio. Con 51 años encima, "me siento demasiado joven para morir y demasiado vieja para que alguien se enamore de mí".

Al haber renunciado a esa posibilidad de que alguien se enamore de mí, no tengo que vivir pendiente de un posible llamado telefónico o un correo electrónico. Nada. No hay condicionamientos que me aten.

Entiendo que para alguien que sueñe con una nueva oportunidad en el amor, no es recomendable tomar al pie de la letra mi receta. Pero para las que están dispuestas a no dejarse engañar nunca más, es infalible.

Cuando los recuerdos del amor intenten horadar nuestras mentes, también se puede recurrir a las expresiones de dos famosas: "Salí de acá, no te registro", by Moria Casán. Y "Push, push", by Graciela Alfano. Y a vivir la vida con una sonrisa de oreja a oreja. Porque como decían nuestras madres, tías y abuelas: "mejor sola que mal acompañada".

viernes, 19 de noviembre de 2010

MOLTONI Y EL SACO AJENO

Tengo un muy buen recuerdo de Enrique Moltoni, cuando lo tuve como compañero en "Nuevediario".
Siempre fue un hombre serio, respetable, elegante. Por eso la anécdota que tengo para contar de él resulta aún más graciosa.
Un día llegó demasiado tarde para la edición del mediodía del noticiero. Es más, ya había comenzado. Y era sabido que "las llegadas tarde" a Horacio Larrosa, el Director de Noticias, lo ponían de muy mal humor.
Enrique entró apurado al canal, apenas saludó en la redacción y se fue urgente a maquillaje.
Una vez que estuvo maquillado, vino corriendo en camisa a la redacción. Yo estaba sola en la oficina y me preguntó si había dejado allí su saco. Le respondí que no. Y comenzó a preguntarse en voz alta dónde lo había puesto.
Enrique estaba muy nervioso porque se veía venir el reto del jefe. Entonces se fijó en el perchero, por si encontraba alguno que le quedara bien para salir del paso.
Sólo que el único que estaba era el de Gustavo Sammartino, un productor que actualmente está en Radio Mitre.
Todos los que conocen a Sammartino, saben que su contextura es pequeña. Moltoni, en cambio, es alto y con un físico más robusto.
Sin embargo, en su desesperación, Enrique decidió ponerse el saco de Gustavo. Basta recordarlo, para reirme sola mientras lo escribo.
Le quedaba horrible. Demasiado corto y tampoco le alcanzaba para prenderse los botones.
En esa situación, era imposible que pudiera salir al aire.
Pero yo me lo imaginaba ante cámaras, dando las noticias deportivas, con un saco corto e imposible de prender. Y eso me mataba de la risa.
Mientras lo tenía enfrente, tan patético, era tremendo el esfuerzo que debía hacer para no reirme a carcajadas. Porque el pobre Enrique, no se lo merecía. Y de verdad estaba angustiado.
Le dije que así no podía ir al piso. Que fuera a maquillaje, porque seguramente allí había dejado su saco.
Nervioso como estaba, se quitó el de Gustavo y en lugar de colgarlo en el perchero, lo dejó tirado sobre una mesa y se fue a maquillaje.
A los pocos minutos, lo ví en el aire, con su saco puesto. Como era de esperarse, lo había dejado en el perchero de la sala de maquillaje.
Cuando terminó el noticiero, Gustavo volvió a la redacción. Y lo primero que le llamó la atención fue que su saco estaba tirado sobre una mesa.
Yo, que seguía riéndome sin parar, apenas le pude explicar el incidente de Moltoni. Sammartino no se enojó. No era necesario. También él empezó a reirse.
Hace 21 años que estoy en Canal 9 y juro que nunca me reí tanto en la redacción como ese día. Todo gracias al saco "extraviado" de Enrique Moltoni.

martes, 16 de noviembre de 2010

LA LOCA DEL PALO



La chica de la imágen es sólo como referencia para lo sucedido madrugadas atrás con una mujer que ví frente a Canal 9, en la esquina de Dorrego y Cabrera.
Eran cerca de las 3.30 y yo venía de bajar del colectivo en Jorge Newbery y Conde, cuando ví de lejos a una mujer que caminaba apurada desde Dorrego y se detuvo en medio de la calle, frente a un restaurant llamado "El Timón, en ese lugar donde Cabrera pasa a llamarse Conde.
Me llamó la atención lo nerviosa que estaba. Daba la impresión, al menos de lejos, que hablaba sola. También llevaba un palo de un metro de largo en la mano y estaba vestida con un short. Le calculo unos 58 o 60 años.
Yo tenía que pasar más o menos cerca de ella, porque antes de entrar al canal, le doy de comer a un par de gatitos que están en un galpón sobre Dorrego, al lado de una carnicería.
La mujer parecía que esperaba un taxi. Sin embargo, cuando pasó uno, no lo tomó.
Empecé a creer que le "faltaban unos jugadores", cuando tomó el palo e hizo como si hiciera sonar una trompeta.
Ahí me dije: "sonamos, esta me ve y se me viene encima y me pega con el palo".
No sé si no me vió o no me tuvo en cuenta, pero pasé inadvertida.
No sucedió lo mismo con un hombre de entre unos 65 y 70 años, que venía por Dorrego, por la vereda del canal e iba aparentemente hasta la Avenida Niceto Vega.
Cuando lo vió, la mujer se fue hasta donde él iba pasando.
Yo hasta eso, había llegado al frente del galpón y les estaba dando de comer a los gatitos. Pero seguí atenta a lo que sucedía en la esquina.
Comencé a escuchar que discutían. Cada vez más fuerte. Sólo que no entendía lo que se decían. Esto porque soy un poca sorda del oído derecho.
Supongo que la mujer le pidió dinero y el hombre se negó. Es lo que se me ocurre.
Porque lo gracioso fue la reacción de la mujer.
Comenzó a pegarle con el palo y el pobre tipo gritaba: "¡Loca, loca, pará!". Eso sí me llegó a los oídos, porque gritó a toda voz.
La víctima empezó a correr y la mujer lo siguió. Iba detrás de él con el palo en alto.
Fue tan divertido, que sólo le faltaba la música de Benny Hill, para que se pareciera a una escena de película o de serie cómica.
El desafortunado cristiano se tuvo que esconder en un estacionamiento que está frente al Mercado de Pulgas y la mujer siguió con su palo en alto hasta la avenida. Allí la perdí de vista.
Me hubiese encantado haber tenido una cámara para filmarlo. Porque realmente fue desopilante.
Esto me hizo empezar la jornada de trabajo con un sonrisa. Todo gracias a la señora, o mejor dicho a "la loca del palo".

viernes, 12 de noviembre de 2010

QUIERO CREER QUE ES POSIBLE



Sólo por 24 horas quiero creer que mi teléfono no parará de sonar con saludos cargados de afecto.

Que abrazaré fuerte a mi mamá, a mi papá y a mis hermanos, a quienes tengo tan lejos, repartidos en distintos puntos del país.

Sólo por 24 horas quiero tener conmigo a mis gatitos ausentes...Pilito...Bambita...Chichi...que se me fueron delante de mis ojos, sin que yo pudiera hacer nada para salvarlos.

Por unas largas 24 horas quiero sentirme la más querida.

Quiero creer que fuí yo la que elegí vivir sola y no porque no me quedó más remedio, ante la falta de amor de las personas que amé.

Sólo por 24 horas quiero sentir el elogio de gente ligada a la Cultura, sin ningún compromiso conmigo, ni familiar ni de amistad, por lo que escribo en este blog.

Quiero creer que vale la pena el esfuerzo de dormir tan pocas horas por día para buscar y encontrar en varios medios del mundo y del país, noticias interesantes y sobre todo originales para difundir en el noticiero.

Sólo por 24 horas quiero gozar de un aumento saludable de sueldo para que más allá de pagar las cuentas y de ayudar a mi mamá, me alcance para arreglar todos los artefactos que tengo rotos y pueda vivir sin lujos, pero con dignidad.

Quiero que de una editorial de renombre me llamen para anunciarme que esperan con ansiedad la finalización de la novela para poder publicarla, la misma que sólo puedo escribir cuando estoy de vacaciones o tengo algún franco.

Sólo por 24 horas quiero saber que cuento con "una importante" suma de dinero para montar mi fundación dedicada a los animales abandonados: gatos, perros, caballos y todos los que necesiten comida y amor, en igual medida.

Quiero hacer una pequeña, no más, renovación de mi vestuario y calzado, gastados y deteriorados por el uso frecuente.

Sólo por 24 horas quiero verme joven, sin arrugas ni estrías, ni ojeras, ni adiposidades molestas.

Quiero cerrar mis oidos a las palabras cargadas de odio y de venganza, y sólo oir las más bonitas, relacionadas con el amor, la esperanza y la solidaridad.

Sólo por 24 horas quiero sentir un abrazo de oso, ese fuerte, de contención, en silencio, que hace muchos años que no recibo.

Quiero brindar (con agua porque detesto el alcohol) mientras pienso tres deseos ante una vela encendida.

Sólo por 24 horas quiero volver a jugar: al TEG, el Paddle, la Lotería, el Chin chon, el Diccionario, al fútbol, sí, al fútbol, y otros juegos, como lo hice con alegría con familiares y amigos.

Quiero reir y reir con mi gente, recordando momentos agradables e imitándonos mutuamente, como en los viejos tiempos, con mis hermanos y amigos que hace tiempo no veo.

Sólo por 24 horas no quiero usar el inhalador por el asma que ahora tengo por culpa del aire acondicionado de la redacción.

Quiero ver a River, mi querido equipo, que vuelva a jugar bien y gane para salir del pozo. Pero esto no sólo por 24 horas, lo extiendo sobre todo hasta el Superclásico y de allí hasta el final del Torneo Apertura.

Sólo por 24 horas, quiero dejar de lado la nostalgia y evitar llorar por los ausentes.

Quiero estar con los que quiero.

Sólo por 24 horas deseo sentir que soy enteramente felíz.

Nada más que por un día.

¿Por qué quiero todo eso en las 24 horas de un 13 de noviembre?.

Simplemente porque estoy cumpliendo 51 años y a pesar de estar sola y con muchas necesidades de cariño y algunas materiales, aún creo en las utopías.

P/D El video de Silvio de la portada es mi auto-regalo de cumpleaños. Pero sólo por 24 horas.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

EL ASALTO A CANAL 9





Se cumplen 15 años del día que una banda de delincuentes, disfrazados con pelucas, y con armas de fuego y granadas, entraron a robar a Canal 9.

En ese entonces, estábamos todavía en Gelly y Salguero, en el barrio de Palermo, y el dueño era Alejandro Romay.

No soy la única que cree que fue una entrega.

Ese día, 3 de noviembre de 1995, era la última vez que nos pagaban el sueldo en mano, en una ventanilla que quedaba en uno de los tantos vericuetos que tenía ese edificio.

Al mes siguiente, el pago se iba a hacer vía bancaria. Es decir que para los ladrones, era "un ahora o nunca". Y fue un "ahora".

El copamiento se produjo a pocos segundos de las 8 de la mañana.

Yo hacía apenas cinco minutos que había ido a cobrar y volví a la redacción, que quedaba a unos 20 metros de la entrada de la emisora, sobre el lado izquierdo.

Estábamos en plena producción del noticiero del mediodía, sacando los equipos a la calle para la cobertura de distintas notas.

Todo se desarrollaba de manera normal. No hacía mucho que teníamos a una nueva directora del informativo, Lucía Suárez, y estábamos en ese momento con la productora ejecutiva.

De pronto llegó a la redacción Jorge Carlos, uno de los editores, con el rostro pálido. Como estábamos acostumbrados a su carácter bromista, me llamó la atención, y le pregunté qué le pasaba.

Casi temblándole la voz dijo: "están robando en el canal".

Al principio no le creí, porque no entendía cómo había llegado hasta donde estábamos nosotros, sin que los delincuentes lo detuvieran.

"Sí, es verdad, están robando", volvió a repetirme.

Fuí hasta la puerta de la oficina y espié lo que sucedía en la entrada.

Era cierto. En ese momento, un tipo armado empujaba al personal que iba entrando y lo iba encerrando en la pequeña oficina de Seguridad, previo retiro de los celulares, que en esa época eran enormes y difíciles de ocultar.

Le dije a mis compañeros: "Tiene razón. Están robando".

Mi escritorio quedaba detrás de una pared, por lo que desde la puerta no podían verme. Quise aprovechar esa ventaja para llamar a la policía, antes que los delincuentes entraran a buscarnos.

Lo bueno es que pese a que los delincuentes habían cortado las líneas telefónicas del canal, como nosotros teníamos líneas directas, no nos había afectado.

Yo corrí hasta mi lugar, tomé el teléfono y me escondí debajo del escritorio para llamar a la Policía.

Mientras tanto, la productora ejecutiva, que parecía inmutable, hablaba por teléfono con Lucía Suárez, que estaba en su casa.

Por suerte, cuando marqué, me tocó una mujer policía que no dudó de mis palabras. Le dije: "están robando en Canal 9, mande urgente un patrullero, por favor". La chica me respondió: "ya le enviamos uno". Y corté asustada.

En ese momento, cuando me estaba reincorporando y ya había dejado el teléfono sobre el escritorio, entró uno de los ladrones, apuntándonos con un revólver y pidiéndonos que dejemos todo y salgamos de la oficina.

La productora, con "sangre de pato", le dijo a Lucía Suárez, como si nada: "te tengo que cortar porque nos entraron a robar". Y cortó. Del otro lado de la línea, Lucía no entendía nada.

Sin agredirnos, nos obligaron a entrar en la oficina de Seguridad, que hasta ese momento ya estaba llena de gente. Sobre todo de los empleados que habían entrado a las 8 y eran interceptados en la puerta, cuando iban a marcar la tarjeta de ingreso.

Una vez que sacaron al resto de personal que estaban en las oficinas y los llevaron al cuarto de Seguridad, nos pusieron varias granadas activadas, a punto de estallar, en el piso. Si alguno las tocaba, nos podía hacer volar por los aires.

Antes de ponerme a rezar, le comenté a los que tenía más cerca, que había alcanzado a llamar a la Policía y que en cualquier momento llegarían los efectivos al canal.

En ese interín, los ladrones se alzaron con el dinero de los sueldos, que aún no habían sido pagados. Se calcula que eran unos 600 mil pesos, que en esa época era mucha plata.

En medio de la tensión por estar en condición de rehenes, se produjeron algunas situaciones desopilantes con los empleados de la emisora.

Siempre se dice que en "los canales están todos locos". En esa oportunidad, hasta los propios ladrones deben haber pensado lo mismo.

En esa época, en el 9, había una señora muy mayor, Nieves, que bien podría haber estado en su casa gozando de una jubilación, con sus más de 80 años. Pero como ella era felíz en el canal, Romay le permitía la permanencia y le daba tareas por las cuales no tenía que hacer demasiado esfuerzo. Era la encargada de hacer todas las fotocopias que necesitaban sus compañeros.

Además, Nieves tenía su carácter. No cualquiera podía pasarle por encima.

El día del robo, la viejita se enojó con el ladrón que fue a buscarla a su oficina.

"Tiene que venir conmigo", le dijo el delincuente, mientras le apuntaba con un arma.

Y Nieves, lejos de sentirse amedrentada, le respondió: "¿Y usted quién es?. Yo no voy a ningún lado. De aquí no me muevo".

El hombre, que hay que reconocerle, tenía una gran paciencia, no sabía cómo convencerla que había un asalto en el canal y que ella tenía que seguirlo, para encerrarla con nosotros en el cuarto de Seguridad.

Cuando finalmente logró convencerla, Nieves también pasó a integrar el grupo de los rehenes. Pero no se privó de hacer un comentario, al pasar cerca de las granadas: "¿Y esto qué es?, por qué tiran las cosas en el piso?".

Otro de los protagonistas de esa tragicomedia fue Piero, un asistente de dirección.

El "Tano" era uno de los asistentes de la telenovela "Ricos y famosos", protagonizada por Natalia Oreiro y Diego Ramos, que era la única producción del canal que se grababa en los nuevos estudios de Dorrego al 1.700, donde estamos desde el '97.

El edifico estaba en plena refacción, para transformar en un canal de televisión lo que había sido un mercado de carnes, frutas y verduras.

Todos los empleados que estaban en esa producción, tenían que ir primero por Gelly, marcar la tarjeta y cargar con los libretos para los actores.

Ese día del robo, Piero, encerrado con todos en ese "cuartucho", les gritaba a los delincuentes que "se apuren", porque él estaba llegando tarde para las grabaciones de "Ricos y famosos".

Entre mis rezos por un lado, los silencios de varios compañeros por otro, y también las "locuras" de Nieves y de Piero, escuchamos de pronto varios disparos en la entrada del Pasaje, donde estaba enclavado el canal.

Había llegado la Policía y los estaba esperando a los delincuentes. Uno de ellos, que llevaba una peluca, fue acribillado por los efectivos, y otro resultó detenido.

Sin embargo, el que llevaba la bolsa con el dinero, junto a otros, al escuchar los tiros, cuando estaban por salir, decidieron ir hasta el fondo del canal para intentar escapar por otro lado.

Salieron hasta el patio, subieron al techo y consiguieron huir por el lado de la Avenida Figueroa Alcorta. Pero antes, dejaron varias granadas distribuidas en distintos puntos del edificio.

Cuando la Policía reparó que habían quedado delincuentes dentro del canal, comenzaron a buscarlos. Sin embargo, no pudieron detenerlos y la plata se fue con ellos.

Uno de los policías vino hasta donde estábamos encerrados y nos dijo que "ya había pasado todo", pero que debíamos salir a la calle, porque debía actuar la Brigada de Explosivos, para retirar la totalidad de las granadas que habían quedado activadas en el piso.

Antes pasé por la oficina para retirar mi agenda y alcancé a avisarle a los productores de los noticieros de América, que en ese momento eran amigos, y a los de Canal 7, que "habíamos sido asaltados".

Al rato, la puerta del canal se llenó de periodistas de todos los medios.

Del 9, la productora ejecutiva designó a Cristina Pérez para que hiciera la nota del asalto.

Por ser la persona que había llamado a la Policía, tenía buena parte del protagonismo y fuí la primera en hablar con ella. También el desaparecido periodista de Policiales de Canal 13, Enrique Sdrech, habló conmigo.

Después de haber pasado tanto tiempo del otro lado, mandando a cubrir distintos hechos policiales, era la primera vez que nosotros, los empleados de Canal 9, éramos el centro de la noticia.

Eso fue, hasta que llegó la información desde Córdoba, que había explotado la Fábrica Militar de Río Tercero.

A partir de allí, todos los medios, se abocaron a cubrir esa noticia, que era realmente trágica. Nosotros, a pesar de estar todavía shockeados por el robo, tuvimos que seguir trabajando como si nada hubiera ocurrido.

Como en ese tiempo, yo tenía a cargo todo el trabajo de los corresponsales del Interior, mi tarea fue conseguir lo antes posible, las imágenes del desastre en Río Tercero.

Recién, cuando volví a casa y pude despojarme de la tensión de la jornada, mi desahogo fue tirarme en la cama y no parar de llorar.

Ese había sido mi primer contacto con la delincuencia. Un debut que no fue despedida.
En este tiempo, en que los delincuentes perdieron los códigos. Que golpean, hieren y hasta matan sin motivo, debo reconocer que en el robo a Canal 9, ninguno de los empleados sufrió ningún maltrato. Y salvo a algunos que les quitaron el sueldo y los celulares, al resto, no nos sacaron nada.
Pero era el comienzo de un trato cada vez más cotidiano con la inseguridad, que ahora, con tanta continuidad, nos afecta y nos duele a todos.










jueves, 28 de octubre de 2010

ADIÓS "BAMBITA"...SIEMPRE TE AMARÉ...

Acabo de enterrar a mi "Bamby". Mi "Bambita". Mi chiquita. Mi gatita adorada. No tengo fotos de ella. Por eso elegí la belleza de esta rosa como un homenaje a su belleza de alma. De alma felina, pero belleza al fin.

Murió el martes 26 de octubre a las 22.50, después de una agonía de tres semanas. Tres duras semanas en las que traté de acompañarla lo más posible, porque desde el primer momento, el veterinario me advirtió de la gravedad de su cuadro.

Aún así, decidí someterla a todos los estudios necesarios, para saber si era posible salvarla. Pero en su deterioro paulatino se notaba que no había posibilidades de salvarse.

Le sacaron varias veces sangre, le hicieron una radiografía y dos ecografías. Y por estos estudios, supe que tenía Diabetes y un tumor en la zona del páncreas, imposible de operar, que fue el que la llevó a la muerte.

Ningún medicamento la mejoró. Ni las pastillas, ni el jarabe, lograron que comiera. "Bambita" fue perdiendo el apetito. Y si bien al principio, tomaba sólo agua, en los últimos días, tuve que suministrársela a la fuerza con una jeringa, para que no se deshidrate más de lo que estaba. De la misma manera, también le daba leche.

Pobrecita. Terminó como una bolsita de huesos y un maullido casi inaudible.

Bamby llegó a mi vida hace diez años. La traje con su hermanito, Cocó, de Canal 9. Eran dos negritos recién nacidos, muy lindos y ávidos de cariño.

Su mamá, una gatita negra como ellos, vivía en el patio del canal, en una época en que los gatos no eran muy bien vistos por algunas autoridades de esa época de la emisora. Y llevarlos a casa, pese a que ya tenía cinco, era la mejor manera de salvarles la vida.

Ese día busqué una caja, los puse allí, mientras continué con mis tareas en el noticiero. Hasta que llegó la hora de salida y nos fuimos en taxi, para empezar una historia de amor, que es también la que me une a todos mis animalitos.

Los dos hermanitos se criaron muy apegados a mí. Yo me convertí en su madre sustituta.

Mientras "Cocó" se hizo un gato grande y robusto, "Bambita" se quedó pequeñita. Era menos de la mitad de chiquita que su hermano. Y aunque a veces se peleaban, se tenían un gran amor entre sí.

Muchas veces dormían juntos y era muy común verlos lamerse mutuamente.

Me causaba mucha gracia cuando "Bambita" elegía un almohadón para dormir, sin imaginarse que "Cocó" también lo pretendía. El gato se acercaba, la despertaba con los lamidos en la cabeza, le pegaba uno o dos sopapos, "Bambita" se iba enojada y el atorrante de su hermano se quedaba con el lugar.

Con el paso de los años, cada vez se hizo más estrecha mi relación con esos animales. Pero voy a referirme específicamente a "Bambita".

Ella comía conmigo. Le encantaba el pollo y el pescado. Yo comía un pedacito y otro era para ella. Y así sucesivamente.

También le gustaba el postre "Danette". Cualquiera, el de chocolate, crema y dulce de leche. Yo le hacía lamer la parte interna de la tapita, y cuando lo terminaba, le ponía el pote cerca, para que le pase su lengüita, hasta dejarlo limpito.

"Bambita" dormía conmigo. Le gustaba colocarse sobre mis rodillas, que para el frío del invierno, era ideal. Además, cuando me ponía a escribir en la computadora, se quedaba dormida en mi regazo.

Su maullido era muy particular. Como si quisiera hablarme. Más todavía cuando la alzaba y en el oído, me maullaba y no paraba de ronronear.

Yo decía de ella que "era muy charleta". Cuando empezaba a maullar, solía hacerle la parodia que entendía lo que me decía.

"¿Así que eso te hizo tu hermano?". Y mi gatita seguía con su maullido, como si me contara más. Y yo le seguía diciendo: "Pero, qué barbaridad, ya lo vamos a retar..."

Toda mi vida tuve gatos. Muchos de ellos murieron. Es más, mi gato favorito, "Pilito", también murió. Y aún hoy, a cinco años, sigo emocionándome cuando lo recuerdo. Pero con "Bambita" se dió algo muy particular.

Hacia mi chiquita yo tengo un agradecimiento de vida, que ya lo mencioné cuando empecé con esta experiencia del "blog propio". Le puse por título "El remedio de "Bamby", porque fue eso lo que ella quiso brindarme en un momento muy duro que atravesé de salud.

Amerita recordarlo. Yo estaba con un terrible ataque de asma. El aire me era cada vez más escaso y ya no sabía cómo ponerme en la cama, a la espera de la ambulancia. Estaba como desvanecida, cuando al sentarme y apoyar la cabeza sobre mi costado izquierdo, ella subió a la cama. Y comenzó a lamerme en la cabeza para que me ponga bien.

Todo eso me lo contó mi tía, que fue mi compañía inseperable en esos instantes, y quien no pudo evitar emocionarse cuando la vió tratando de salvarme.

Por ese gesto, amé cada día más a ese animal. Y mientras lo escribo, no puedo parar de llorar.

Eso explica por qué traté de hacer todo lo posible para salvarla también a ella. Era una deuda que yo tenía. Y lo peor, es que no pude hacerlo.

Hasta el último momento, yo soñé con el milagro. Es más, le decía a Dios: "Ya salvaste a los 33 mineros, ahora salvá a mi chiquita".

Y no hubo milagro. Pero igual a Dios lo quiero. Porque por algo sucedió.

Tal vez ahora está en su regazo, en ese cielo en el que creo. Y algún día, tal vez, nos volvamos a encontrar.

"Bamby", mi "Bambita" querida, te digo simplemente: adiós, mi amor...

KIRCHNER, UN VALIENTE, UN GRANDE...

Esta imágen hizo que me despertara una admiración que no tenía por Néstor Kirchner.

Nadie se había atrevido a bajar los cuadros de los presidentes de facto, de los usurpadores del poder, que no tenían derecho a estar allí, al lado de los hombres votados por el pueblo.

Fue una ceremonia sencilla, breve, pero con una contundencia tan fuerte, que era como si enarbolara una espada y les dijera: "Este no es el lugar de ustedes y nunca más van a estar, porque el pueblo no los quiere y no los va a elegir."

Sólo deseo que Cristina, porque ahora es simplemente Cristina, una mujer que perdió a su marido, a su amor de 35 años de matrimonio, tenga la fortaleza para seguir adelante y no dejarse engañar por los oportunistas que nunca faltan.

Falta sólo un año para las próximas elecciones. De modo que los que no estén de acuerdo con ella, tendrán entonces la ocasión de optar por otros candidatos.

Pero en este momento, sólo vale apoyar. Apoyar a la presidenta. Apoyar a la Democracia.

Néstor Kirchner cometió muchos errores. Pero hay hechos importantes que son innegables. Su lucha por los Derechos Humanos. Las jubilaciones para gente que en su vida hubieran soñado con tener un dinero mensual. La intevención en conflictos de Latinoamérica, donde trajo solución. El fútbol para todos. Y numerosas medidas más que lo enaltecen.

Gracias Néstor. La historia te juzgará. El pueblo ahora te llora y te reconoce como un gran militante y un luchador que murió en su ley. Que Dios te tenga en su Santa Gloria.

domingo, 24 de octubre de 2010

LOS 50 DE DIEGO




Y Diego llegó a los 50...


Demasiada vida en apenas cinco décadas. El auténtico Ave Fénix, que vivió, murió y resucitó de sus propias cenizas. Una y mil veces.

Cuánto camino recorrido. Cuántas buenas. Cuántas malas. Cuánta vida vivida al límite. Y el tipo llega indemne, como si no le hubiera pasado nada...



"Nada". Qué palabra más alejada para la vida de Diego Armando Maradona, un polvorín en el fútbol y en su vida personal. Un elegido de y por la pelota. Un elegido de la gente. Un protagonista permanente en todos los ámbitos.



Porque se puede ser bueno con la redonda, pero la idolatría la consiguen pocos. Y Diego es un ídolo. Indiscutible, por donde se lo mire.



Por su magia en las canchas. Por su sensibilidad. Por su entrega. Por su personalidad avasallante. Por su solidaridad. Por su irreverencia. Por ser políticamente incorrecto. Por ser único.

A Diego se lo ama o se lo detesta. Pero eso sí, nunca pasa inadvertido.



No lo conozco. Menos él a mí. Sólo dos veces lo entrevisté. Cuando hace más de 20 años intentaron secuestrar a sus hermanos "Lalo" y "El Turco" y hablé con él en la entrada de su quinta en Moreno. Y la otra fue a las apuradas para la revista "La Revista", en el estacionamiento de Canal 9, cuando salía tras haber participado en "Grandes Valores del tango". Después, algunas declaraciones en las canchas. Pero siempre en el montón, tapada por los demás periodistas.



Sin embargo, me alegro que así sea. La gente que se admira, a veces genera más expectativas, y cuando se la conoce, se pierde el encanto. Yo me quedo con el encanto. Sin desilusiones.



Por eso me pongo del lado de los que lo aman. Ni River me hizo llorar de emoción las veces que lo ví campeón. Sí lo hizo el segundo gol que Maradona le hizo a Inglaterra en el Mundial de México en 1986.



Es inexplicable. ¿Iré ya por las 500 las veces que lo ví?. No lo sé. Tal vez más. Sólo sé que siempre me detengo a observarlo como si fuera la primera y no puedo evitar que se me caigan las lágrimas. ¿Hay algo más lindo que ese gol para los que elegimos el buen fútbol, amamos a la Selección Argentina y admiramos a su autor?. No, no lo hay.


Eso es magia. Eso es poesía. ¿Cómo no se iba a ir del relato Víctor Hugo Morales, para que afloren los sentimientos de un hombre que también lloraba?. Porque es lo que él mismo dice: "fue mi peor relato, porque no describí la jugada". Y eso a la larga, qué importó, si todos nos quedamos con el grito emocionado y la surrealista descripción de "barrilete cósmico".



Nadie más que Maradona podía conseguir que el relator descarrilara por unos segundos. Y hasta los ingleses, en sus propios relatos, se rindieran a semejante maravilla.



En otros tiempos, admiré al "Pelusa" de Argentinos Juniors. Una explosión de talento en bruto. Alguien que estaba destinado al estrellato

Sin embargo, no me gustó en absoluto su pase a Boca. Porque no podía querer a alguien que me iba a hacer sufrir. Y el muy "guacho" lo hizo. Su corazón boquense lo hacía disfrutar como nunca, cuando le ganaba a River. El "10" era una espada certera para destrozar mi corazón "gallina".


No puedo olvidarme de ese "olvidable" clásico de 1981, cuando perdimos 3 a o y Diego le hizo una joyita a mi admirado Pato Fillol. Porque había que hacerle goles a Fillol. Sólo Diego podía humillarlo de ese modo y con lujo incluido.

Es tan intensa su vida, que de Maradona me quedan pantallazos. Los buenos y los malos.


En 1982 se incorpora a Barcelona. En 1983 resulta brutalmente lesionado por Andoni Goikoetxea, lo que lo obliga a estar varios meses parado. En ese impasse, creo que tuvo su primer contacto con la droga, una perdición para su vida, que le impidió incluso que su carrera se extendiera por más años, como sucedió en cambio con José Luís Calderón.

De haberse cuidado, Diego no hubiera tenido límite.Pero la droga no sólo le "cortó las piernas", sino que le socavó el cerebro en las "caidas" y "recaidas" que lo tuvieron como protagonista.

Aún así, su siguiente desempeño en el Nápoli fue realmente glorioso. Nadie como él le hizo ganar una Copa UEFA y dos scudettos. Y le creó un estilo propio.

Su paso por Italia marcó tanto su vida futbolística como personal. Allí nació Diego Jr. en 1986, su hijo obligado a reconocer por la Justicia. Al año siguiente, pero en Buenos Aires, nació Dalma y en el '89, también en Argentina, vino al mundo Giannina.

Cuando el tema de la droga le fue cerrando puertas al fútbol, con fatídicas suspensiones, en 1991 decidió retornar al país. Y el 24 de abril se produjo uno de los espectáculos más lamentables, y que a mí me dolió muchísimo, como fue la detención por tenencia (y consumo) de estupefacientes, en un departamento que tenía en Caballito. Recuerdo su salida, rodeado de policías y de cámaras, vistiendo un suéter ordinario y con la mirada perdida.


Sin embargo, otra vez como el Ave Fénix, típico de escorpiano, se recompuso y en el '92 llegó a un acuerdo con el Sevilla, donde tenía a Diego Simeone como compañero y a Carlos Bilardo como técnico.

Personalmente, disfruté como nunca de esa transferencia. Enrique Moltoni, compañero en "Nuevediario" y uno de los pocos periodistas amigos de Diego, fue enviado a España para cubrir el retorno del "10". A mí me tocó recibir por satélite todo el material que cubría en forma exclusiva: Diego en familia, con sus compañeros y hasta bailando con Claudia en una disco el tema de Los del Río, "Sevilla tiene un color especial".

En el '86 se produjo la explosión de un enorme Diego en la Selección Argentina. Nos dió todo: magia, emoción, "venganza", si se quiere hacia los ingleses por Malvinas, y más que nada la gloria de levantar la Copa del Mundo.

En el '90 estuvimos a un paso de volver a tener la Copa. Pero ese árbitro insufrible llamado Codesal, nos negó el Campeonato Mundial. ¿Cómo no íbamos a llorar todos con Diego, en el momento de la premiación, cuando las cámaras dirigidas por la televisión italiana, se detenían como una burla en el llanto del jugador argentino?.

En el '93 volvió al país para jugar en Newell's. Hasta que en el '94, se produjo una nueva oportunidad en la Selección, para jugar el Mundial de Estados Unidos. Allí apareció la maldita efedrina, la que "le cortó las piernas". Y volvimos a llorar con él. Pero otra vez de dolor.

En el '94 se puso el buzo de D.T. para una poco felíz actuación en el Mandiyú correntino. Y en el '95, le sucedió lo mismo en Rácing.

Sin embargo, le faltaba una etapa más en Boca, que fue la última como jugador. El 25 de octubre del '97 "colgó los botines" en el fútbol oficial. Justo un 2 a 1 ante nosotros, como para reafirmar que se iba "teniéndonos de hijo".

En ese tiempo, se repitieron los episodios de salud, causados por el consumo de drogas, que sumados a otros excesos, se convirtieron en una bomba para su anatomía.

Diego quiso salir del "veneno" de la droga y se fue a Cuba a buscar la rehabilitación. Pese a estar cerca de su amigo y admirado Fidel Castro, su situación, allá solo con Guillermo Cóppola, sin sus adoradas hijas, resultó muy difícil.

Por eso, la visita de Rodrigo, que fue llevado por el programa "Versus", significó para Diego una inyección de optimismo. Era la primera vez que se veían y allí, el cordobés le cantó en vivo el tema "La mano de Dios". Cómo lloré con ese programa. Rodrigo cantando en un restaurante con músicos cubanos y todos revoleando las servilletas.

Pero por esas cosas del destino, nunca más volvieron a verse, porque Rodrigo murió en un trágico accidente el 24 de junio de 2000. Y Diego, siempre presente para despedir a los grandes, se vino desde Cuba para darle su último adiós.

Así llegó el 10 de noviembre del 2001, donde jugó en la Bombonera, su partido despedida. Aquel en el que lanzó la famosa frase: "Yo me equivoqué y pagué. Pero la pelota no se mancha".

Los años siguientes estuvieron cargados de serios problemas de salud, que lo tuvieron al borde de la muerte. También en el 2003, se divorció de Claudia Villafañe y se peleó con Guillermo Cóppola.

Sin embargo, el "eterno" Maradona volvió a reinventarse a sí mismo.

Hasta se dió el gusto de conducir su propio programa de TV, "La noche del Diez", con el que incluso ganó un Martín Fierro.

Después llegó la posibilidad de dirigir a la Selección Nacional. Su Selección. Y todos los que lo queremos estuvimos con él para apoyarlo en la patriada de ganar en Sudáfrica.

Los que lo queremos festejamos los triunfos, nos enternecimos con el Diego padre y abuelo, y "padre postizo" de los jugadores. Pero Alemania, con 4 balazos letales, le quitó (y nos quitó) la ilusíón de volver a ser campeones. Y a Diego volvieron a "cortarle las piernas".

Así llega a los 50, con un sueño frustrado en la Selección. Pero como Ave Fénix que es, estoy segura que va a tener revancha. No ahora, porque hay muchos que se lo van a impedir. Pero Diego va a volver. Diego va a sacar campeón a Argentina. Y ahí tendrá que poner la firma, porque la novela de su vida, habrá llegado a un final felíz.



martes, 19 de octubre de 2010

CHICHE: SHOWMAN Y AMIGO ENTRAÑABLE

Chiche Ferro, o Guillermo Aníbal Ferro, tal cual es su verdadero nombre, llegó al noticiero "Nuevediario" en marzo de 1994, luego de un duro casting, donde quedaron unos pocos.

Buscaban columnistas deportivos para distintos deportes y él fue uno de los elegidos, pese a que no tenía pasado como periodista. Chiche había trabajado en la farmacia de su suegro y después estuvo a cargo de una cancha de padel, en la época en que eran furor en la Argentina.
Sin embargo, su soltura y simpatía, le hicieron ganar un lugar para el proyecto que Alejandro Romay y Horacio Larrosa pretendían para el informativo.

Al principio, eran tantos los elegidos, que yo no terminaba de conocerlos a todos. Además, por mi tarea de estar permanentemente recibiendo vía coaxil material de los corresponsales del interior, me pasaba más el tiempo en el Control Central de Canal 9, que en la redacción del noticiero.
En esa circunstancias, era muy difícil entablar relación con "los nuevos".
Recuerdo sí al Ferro del cásting. Tenía el pelo largo hasta casi la cintura y se hacía una colita. No sé si por propia decisión o a pedido de Larrosa o Romay, pero un buen día se apareció con el pelo corto y nunca más se lo dejó crecer tan largo.
A Chiche empecé a tratarlo por River. Como yo iba a todos los partidos en los que jugaba de local, en una época en que el equipo era imbatible. Estoy hablando de la década del '90, donde ganó varios campeonatos. En ese tiempo, Chiche tenía que ir en su condición de periodista deportivo para la cobertura de los partidos. Y allí charlábamos, en el palco de prensa del Estadio Monumental.

Si bien es cierto, no nos hicimos amigos desde el primer momento, con el paso de los años, nació una amistad, que creo durará hasta que Dios nos diga "basta" a cualquiera de los dos.

Cuando Chiche comenzó a trabajar estaba casado con Edith y tenía una nena chiquita,
Alexia, una criatura preciosa que ví crecer con el tiempo.

Sin embargo, en la cancha pude descubrir el otro lado de mi amigo. El de seductor. Algunas chicas de la tribuna, caían rendidas a sus pies. En el fondo yo sabía que en esas condiciones, el matrimonio de Chiche estaba condenado al fracaso. Aún así, en numerosas ocasiones le dije que hiciera lo posible para remediar la situación. Que intentara por todos los medios salvar la pareja. Hasta que se volvió insostenible y sobrevino el divorcio.

Esta separación conyugal, no impidió que Chiche siguiera siendo un padre cercano y amoroso con Alexia. Y eso se lo valoré siempre. Una muestra más de su don de gente.

Un Chiche "libre" adoptó actitudes de "adolescente". Tal vez porque se casó muy joven y no tuvo demasiado tiempo para disfrutar de su soltería.
Lo cierto es que en esta nueva etapa cambió a un look más juvenil. Y poco faltó para que fijara domicilio en el boliche "Sunset", en el norte del gran Buenos Aires. Sin dudas, su "búnker".

"Chichito Bonito", como yo le decía en una época, siempre fue muy coqueto. Es la única persona que conozco que hace años (no digo cuántos porque me mata) cumple 38 años. Su reloj biológico se detuvo en esa fecha y lo defiende con uñas y dientes. Pedirle a Chiche que diga su verdadera edad, es casi como pedírselo a Mirtha Legrand.

"Chiche y Mirtha, un solo corazón", porque ambos "quemaron" sus cédulas. Y aunque a mí me hace reir su empeño en negar el paso inexorable del tiempo, soy de las primeras en "darle manija" cuando se refiere a su eterna juventud.

Con Chiche tenemos códigos, algo que en estos tiempos se ha perdido. Y ambos lo respetamos. Mi amigo tiene una particularidad que no ví en otras personas: siempre está de buen humor, aunque esté aquejado de los problemas más terribles. Tiene que ser demasiado grave, para que se le note. No exterioriza demasiado su dolor o molestia, y menos aún, como hacen muchos, cargan a terceros con sus propias penas.

Ese creo que es uno de los puntos en los que coincidimos. El lema tácito es: "Los demás no tienen la culpa de lo que nos pasa". Si estamos tristes o con alguna bronca, optamos por el silencio.

Yo me doy cuenta a primera vista cuando a Chiche le pasa algo. Y aunque no me lo cuente, lo comprendo de inmediato.
"Preciosito", como también le llamo, tiene un talento increíble para el humor. Él fue el creador de "Las Perlitas del Fútbol", que hace más de 10 años que se emiten en el noticiero "Telenueve". Y que varios programas copiaron después.
"Las Perlitas..." son tan graciosas, que las ven todos. Desde los que lo queremos, los jefes, sus compañeros, la gente en la casa y los propios jugadores, que doy fe, se ríen muchísimo con ellas. Por algo, los picos de ráting se dan cuando están en el aire.
También al resto de las informaciones sobre fútbol o su entorno de "botineras", infidelidades y curiosidades, Chiche le da un toque muy personal y por cierto jocoso.
Mi madre es una fanática de las notas de mi amigo. Suele llorar de risa cuando las ve. Y en varias ocasiones los puse al habla para que ella misma lo felicite por su enorme sentido del humor.
Chiche es más que un periodista deportivo. Es un showman, en todo el sentido de la palabra. Haber estudiado Magia con Adrián Guerra, le abrió un panorama diferente y muy positivo para su carrera. Le permitió idear espectáculos solo o con algunos amigos, y lo que agradezco, siempre me hizo partícipe de ellos.
Es un orgullo para mí que Chiche me sienta su amiga. Que escuche mis recomendaciones. Que me tenga en cuenta para sus acontecimientos importantes.
Lo fuí a ver cuando se presentó en el Teatro La Plaza, con el árbitro e imitador de Rodrigo Bueno, Fabián Quintana. Y después, en otro show que ofreció en el Teatro Chacarerean", en Palermo.
Otra muestra de su amistad fue la de ser con Alejo Rivera, un amigo muy querido de ambos, y el gran camarógrafo Alejandro Pereira Pazos, los únicos invitados del noticiero, al Cumpleaños de 15 de su hija Alexia.
Yo fuí testigo del esfuerzo enorme que hizo Chichito para organizarle una fiesta que comenzó a gestarse al menos unos 5 años antes. Y el resultado, lo reafirmo, fue impresionante.
Otra de las actividades destacadas en su vida profesional fue y es la de relator de "Futsal". Con su amigo Claudio Frino, le dieron un vuelo a este deporte, que ha sido muy meritorio.
Pero hay algo que no puedo dejar pasar, por lo "trucho" y a su vez gracioso, fue la supuesta puesta en escena de una transmisión de un torneo desde China.
Chiche estaba en el noticiero al mediodía y a la tarde "salía" desde China, como si quedara a pocos kilómetros de Buenos Aires. Era muy divertido verlos a mi amigo y a Claudio, con unas credenciales colgadas en el pecho y hablando del "largo viaje que habían hecho para estar ahí".
No sé si ya plantó el árbol. Pero sería lo único que le quedaría pendiente para esta trilogía de vida: un hijo, él tiene a Alexia; y un libro, sí, escribió uno sobre anécdotas del fútbol.
Otra intervención de mi amigo en la televisión, fue la de ser por varias temporadas el locutor en off del programa de fútbol, hecho por mujeres, "Fanáticas". Allí adoptó el papel de crítico de las chicas, a las que siempre terminaba mandando a "lavar los platos".
Aunque al principio no se lo veía en cámara, en el último ciclo, tuvo más pantalla, incluso luciéndose con sus trucos de magia y como moderador en algunos juegos con futbolistas invitados.
Para apoyar su participación como jugador en dos de los torneos internos de Canal 9, me convertí hace algunos años en una fiel seguidora del equipo de fútbol del noticiero. También iba para alentar a mi otro amigo, Alejo.
Normalmente con Chiche no hablamos de temas muy personales. Pero desde que una vez le conté que tuve un romance casi platónico con Raúl Chaparro, un ex jugador de San Lorenzo y de Tigre, que conocí cuando yo tenía 13 años y él jugaba en Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Pese a que esa relación se limitó a una simple espera en la puerta del Colegio del Huerto y el acompañamiento hasta la parada del micro escolar, para Chiche sigue siendo como "el gran romance de mi vida".
Chichito ni sabe quién fue el gran amor de mi vida. Tampoco yo lo sé de él. Nuestra amistad va por otro carril: el de apoyarnos a nivel profesional y el de darnos ánimo cuando hay algún problema que decidimos contarnos.
Es tanto lo que rescato de Chiche Ferro, que me extendería demasiado. En esencia, es un amigo al que quiero de manera entrañable. Un personaje único. Un elegido. Chiche es "más que una cara bonita". Es un ser adorable. Un tipazo.

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domingo, 10 de octubre de 2010

EL RICKY MARTIN NIÑO QUE CONOCÍ








En los años '80, favorecidos por el cambio monetario, Argentina se convirtió en un imán para los artistas extranjeros. En su mayoría, venían de Puerto Rico.




En 1986, se apostó por el grupo "Menudo", que vino a hacer la telenovela "Por siempre amigos", que aquí en Argentina se grabó y se emitió por el entonces Canal 11. Y por supuesto, se vendió al exterior.



Entre esos adolescentes, que eran un "boom" para los chicos de su edad, el más simpático y dulce, al menos para el trato con la Prensa, era Ricky Martín.




Enrique Martín Morales, quien había adoptado el nombre Ricky Martin, tenía 15 años y nadie podía imaginarse la impresionante carrera como cantante, compositor, actor y bailarín, que iba a desarrollar en el futuro.




Gracias a mi amistad con otros elencos de Puerto Rico, conseguí la corresponsalía de una revista de espectáculos de allá. Se trataba de la revista de espectáculos "Vea", a la que le enviaba no sólo las notas sino también las fotos que yo misma tomaba.




Por ese trabajo, que hacía paralelo al de la revista "La Revista", iba casi todos los días a los estudios donde se grababa "Por siempre amigos". Y mi trato, tanto con los chicos de "Menudo", como con el resto del elenco, ya era casi de amistad.


Voy a contar lo que me quedó de recuerdo de Ricky Martin. Son pequeños detalles que permiten advertir cómo se fue forjando la carrera y la vida personal de una estrella de la música, como lo es en la actualidad.


Tuve la suerte de ganarme la confianza de varios integrantes de "Por siempre amigos". Con las personas que más afinidad tuve fueron Cristina Lemercier, una persona encantadora, Pablo Rago, un chico muy despierto y con futuro, y entre los adolescentes de "Menudo", Ricky Martín, una delicia de ser humano.



Ricky siempre me salía a recibir con los brazos abiertos. Además de lindo, con su "jopo" deslizándosele sobre la frente y su sonrisa compradora, era un chico dispuesto a dar afecto permanentemente.




Yo creo que parte de su dulzura se debía a una necesidad enorme de sentirse querido y protegido. Todos los chicos de "Menudo" estaban en la Argentina acompañados de uno o más familiares. Menos él. Ricky estaba solito. Su mamá viajaba de vez en cuando a visitarlo, pero su presencia no era habitual.


Ricky se refugiaba en Joselo, el coreógrafo del grupo y en sus compañeros adolescentes de la tira. También se lo veía muy cerca de Graciela Pal, que hacía de su mamá, y de Cristina Lemercier. Pero esa amistad tenía un límite, la puerta del piso donde se grababa la tira. A Ricky le esperaba después la soledad. A Ricky le hacía falta el calor de su madre.



Pablo Rago fue un buen amigo de Ricky Martin. Aunque no estuve invitada a la fiesta, pero sí enterada de lo sucedido porque me mostraron las fotos, cuando el más "encantador" de los "Menudo" cumplió años el 24 de diciembre, Pablo puso su casa para la celebración.



De este modo, Ricky Martín, aún lejos de sus seres queridos, recibió el cariño de la gente que lo rodeaba en la telenovela.



Desde esa tira, nunca más lo volví a ver. Pero me gustó saber que su carrera siempre fue en ascenso. También me agradó enterarme de su espíritu generoso, que aún convertido en multimillonario, con todo el egoismo y vanidad que esto acarrea, pudo desarrollar y seguramente seguirá haciéndolo. Ricky es una persona de gran corazón, que ni la fama ni el dinero, pudieron cambiar.



Es un orgullo para mí haber sido, al menos en un corto tiempo, una de las personas que pudo disfrutar del Ricky adolescente, dulce, buen compañero y con muchos sueños por delante. Pero eso sí, sin perder la esencia de un excelente ser humano.



Conocí al "cachorro" de líder, que se sumó con los años a varias causas justas, como la loable de defender a los chicos abusados. Y lo ví de lejos, participar en cuanto festival se hiciera para ayudar a la gente con hambre.


En definitiva, de Ricky, me quedó el mejor de los recuerdos.





jueves, 7 de octubre de 2010

CHAU "PIPI" Y GRACIAS POR TODO







Nunca le dije "Pipi" como sí lo llamaban algunos de mis compañeros. Los de su confianza como Gustavo Siegrist, Enrique Moltoni, José De Zer y varios más. Yo le decía Horacio y nunca llegué a tutearlo. Me merecía el mayor de los respetos.



Cuando mi amigo Alejo Rivera bajó el miércoles 6 de octubre de hacer "Telenueve al Amanecer", me dijo con total liviandad que "Horacio Larrosa" había muerto. Me lo dijo de manera natural y a mí me dejó helada.



Tuvo que mostrarme los mensajes en twitter con las condolencias, para que aceptara que era verdad. Pero como en internet no aparecía ninguna noticia que lo avalara, decidí esperar un par de días para recordarlo en este blog.



Larrosa era de esas personas en el ambiente de la televisión, al que se quería o se odiaba. Sin términos medios. Tenía un poder de decisión tan efectivo, que en un instante te podía elevar a la categoría de estrella, y al poco tiempo tratarte como la peor lacra. Así era Horacio.



Yo no niego que tuve episodios donde su trato hacia mi no fue muy bueno. Pero es tanto mi agradecimiento por haberme convocado a trabajar en la producción de "Nuevediario", cuando yo no tenía experiencia en televisión por venir de la gráfica, que es con lo que en definitiva me quedo.



En la época en que entré a trabajar en Canal 9, en septiembre de 1989, yo no era muy afecta a su noticiero. Sabía que era un éxito con 40 puntos de ráting, pero no lo miraba. No era el estilo de informativo que me gustaba. Prefería a los noticieros de Canal 13.

Esa comunión tan estrecha con la Policía, la Gendarmería y todas las fuerzas militares que tenía "Nuevediario", no eran de mi agrado. Yo era lectora de la revista "Humor" y admiradora de los cantantes de protesta, de la Nueva Trova Cubana y de otra gente en una posición políticamente opuesta a la del informativo de Larrosa.



Además Horacio venía de ser el productor de "60 minutos", un noticiero en el entonces ATC, identificado con los gobiernos de facto y promotor del espíritu triunfalista en la guerra de Malvinas.



Sin embargo, trabajando para la revista "La Revista", mi costumbre de ir muy seguido a Canal 9 a hacerle notas a los artistas, me llevó a observar con más detenimiento el "Fenómeno Nuevediario". Algo ocurría con ese noticiero para que miles de personas lo eligieran todos los días y muchos de ellos, descreidos de las autoridades, recurrieran a él para que les solucione sus problemas barriales, de salud o de cualquier otro tipo.



La entrada del canal de Alejandro Romay, en el barrio de Palermo, con tanta gente en la puerta haciendo cola para plantear sus problemas, se parecía más a la puerta del Ministerio de Desarrollo Social que a una emisora de televisión.



Todo lo que se tocaba en "Nuevediario", se convertía en sensación.



En esa época, el empresario José Scioli era socio de Romay y su hijo Daniel, comenzaba a destacarse en un deporte prácticamente desconocido como la Motonáutica. Pero en "Nuevediario" alcanzó la categoría de Fórmula 1.



Las coberturas de las carreras de Daniel eran tan atractivas que era imposible no hacerse "hincha" de su lancha y festejar todos sus campeonatos como si fueran los triunfos del Seleccionado de Fútbol.



Otro tanto lo ponía el desaparecido periodista "Chicho" Verdi, que en estudio le grababa relatos cargados de emoción, como si él mismo hubiera viajado en la lancha con Scioli.



El hijo de Larrosa, Leandro, que en ese entonces era un adolescente de 16 años, pasó a convertirse en el acompañante de Daniel. Y además en el copiloto de Motonáutica más joven del mundo.



Relacioné padre exitoso en el noticiero con hijo también exitoso en la Motonáutica, y luego de charlarlo con la jefa de prensa de Canal 9, Matu O'Connor, una de las personas más generosas que conocí, surgió la posibilidad de hacer una nota para "La Revista" de padre e hijo juntos.



La nota la hicimos en San Fernando, a bordo de una lancha, con Leandro exhibiendo todos sus trofeos y un Horacio agradable, muy locuaz hablando del noticiero número 1 de la televisión y muy agradecido de ser reconocido por eso por la revista donde yo trabajaba.



Eso sucedió en febrero de 1989. Cuando terminó la entrevista, Larrosa me preguntó si quería trabajar en televisión. Yo que cada vez me sentía más atraída por el medio audiovisual, le dije que sí. Entonces él anotó mi teléfono y me prometió que si se presentaba una vacante, me llamaría.



Descreida de tantas promesas incumplidas, me dije a mí misma: "qué me va a llamar". Pero Larrosa me sorprendió, al demostrarme que era una persona de palabra.



En septiembre de ese año, cuando yo venía dolorida por el despido de la revista y por la reciente muerte de mi abuelo materno, recibí el llamado de la secretaria de Larrosa que me pedía que lo fuera a ver porque "había una vacante".



Larrosa me dijo que de "cronista" no había posibilidades en ese momento, pero tal vez más adelante se podía dar. Me ofreció comenzar al día siguiente como productora periodística. Acepté de inmediato. Al otro día, estaba llenando los papeles en Personal como empleada efectiva y empezando a transitar un mundo nuevo.



Cómo no voy a estarle agradecida a ese hombre que se acaba de ir, si gracias a él aprendí el trabajo de la "cocina" de un noticiero. No de un simple noticiero, sino el más exitoso de todos. Y hace 21 años que estoy en el 9.



Larrosa me enseñó que un periodista lo es "las 24 horas del día los 365 días del año". Y eso lo adopté para siempre.



Me dió la posibilidad de ser el nexo con los corresponsales del interior del país y varias veces sugerí el nombre de gente que se quería sumar. Larrosa sólo me decía: "si vos decís que es bueno, lo tomo". Así se formó un abanico de gente dispuesta a brindar todas las primicias de afuera. Horacio me llamaba "Ministra del Interior", cuando éramos los primeros en emitir algunos incidentes o accidentes que yo conseguía antes que los demás canales.



"El Pipi" creó un estilo en los informativos, el del "teatro de la vida", como él lo calificaba, que después todos los demás canales trataron de imitar. Y aunque algunos lo hicieron después mejor, "Nuevediario" fue único en su género.



Había una marcada exigencia con el personal. Nos obligaba por ejemplo, a tener encendido día y noche, y con el volúmen elevado, un transmisor que estaba ligado a la Central de Policía y que se comunicaba con los patrulleros. "La Lolita", como le llamábamos, nos tenía locos a todos. Hasta llegué a perder la audición del oído derecho, porque una vez que se descompuso, comenzó a emitir un sonido punzante que me taladró el tímpano.


También, debíamos atender todos los llamados de la gente, porque de allí salían las mejores historias para poner en el aire.



A nivel profesional, teníamos la ventaja de ser los primeros en llegar a todos los accidentes, tiroteos, crímenes, secuestros, incendios, robos y esto se repitió cuando sucedieron los atentados a la Embajada de Israel y luego al de la AMIA.


Horacio fue un genio que no recibió en vida el reconocimiento que se merecía.


Por algo lo llamó el mismísimo Silvio Berlusconi para que hiciera un "Nuevediario" en Italia. Larrosa viajó a Milán invitado a su casa. Berlusconi le ofreció una fortuna para que se mudara a Europa. Pero Larrosa, por cuestiones familiares, lo rechazó. Sin embargo, no me olvido el día que volvió y nos contaba emocionado en su oficina lo bien que había sido tratado por el premier italiano.


Él convirtió en personajes a varios periodistas. José De Zer fue uno de ellos, gracias a sus historias de gnomos, extraterrestres y su vínculo estrecho con figuras como Carlos Monzón, quien sólo atendía a José. Corzo Gómez fue otro, con su muletilla de las "manos limpias", que le sirvió incluso para llegar a ser diputado.


Por "Nuevediario" pasaron como columnistas la mayoría de los políticos, que luego estuvieron en lo más alto del poder, como fueron De la Rúa, Grosso, Manrique, Ruckauf y varios más.


Larrosa escribía a mano la rutina del noticiero. A veces, a último momento llegaba una noticia que superaba lo programado, tiraba los papeles y no tenía ningún problema en dedicarle a ese hecho todo el noticiero. Nosotros, como soldados, teníamos que estar atentos y dispuestos siempre a cambiar sobre la marcha y a seguirle su ritmo infernal.


Hay infinidad de cosas que me quedan en el tintero de este creador con mayúsculas de la televisión. Pero quise resumir lo más posible todo lo importante que fue para Canal 9 y lo mucho que marcó mi labor periodística.


También le marcó el camino a varios de mis compañeros, con los que áun comparto el trabajo y aprecio: Daniel Navarro, Claudio Rígoli y Ángel Rey.


Le envío desde aquí un abrazo enorme a la familia de Horacio Larrosa. A Leandro, a quien conocí. Y un agradecimiento a su memoria. Como única vez elijo tutearte y decirte: "Pipi, fuiste un grande, un maestro, mi maestro. Gracias por todo".

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