domingo, 29 de enero de 2012

"EXCALIBUR", LA NUEVA GENIALIDAD DE PEPITO CIBRIÁN CAMPOY



Después de haber visto 14 veces "Drácula" y otras comedias musicales de Pepito Cibrián Campoy, no me podía perder su nuevo espectáculo: "Excalibur, una leyenda musical".
Pepito tiene un gran mérito, que casi podría ser parte del Libro Guinness de los Records, como la de conservar por más de 20 años la sociedad con el músico Ángel Malher y el genial barítono Juan Rodó. Es que no se concibe una comedia musical en la que falte alguno de los tres.
Ahora es como una familia, porque Damián Malher, hijo de Ángel, es el que dirige de manera brillante la orquesta en vivo. Y en el staff musical aparecen otros miembros de esta familia. Lo mismo sucede por el lado de Pepe, donde su sobrina Candela Cibrián, quien ya hizo de Mina en "Drácula", es ahora la magnífica malvada Morgana.
Como de costumbre, compré la entrada con casi dos meses de anticipación en el Teatro Astral, para tener una buena ubicación. De modo que el sábado 28 de enero, en la función de las 19, ocupé mi asiento 8 en la fila 5.
Me cuesta mucho dejar de lado mi fanatismo por "Drácula". Porque para mí y para miles de personas, es el espectáculo mejor logrado del trío exitoso.Pero en este caso, traté de ir sin demasiadas expectativas, para dejarme sorprender por la novedad.
Tampoco leí sobre el guión, aunque lo único que sabía por haberlo escuchado en un reportaje a Ángel Malher en Radio 10 y otros comentarios radiales, era que se trataba de una historia relacionada con la espada Excalibur, que tenía varios trucos para sorprender al público y que Juan Rodó asumía un rol con mucha comicidad, muy diferente a sus personajes anteriores.
Para ser sincera, sigo eligiendo a "Drácula". Sin embargo, a diferencia con las otras comedias musicales de Cibrián- Malher, a "Excalibur" la volvería a ver.
Me gustó la puesta en escena con una escenografía y vestuario impactantes. Los trucos de magia, como el de la espada volando por sobre el público, la desaparición de Morgana, reducida a una tela que voló por los aires. Y la levitación de Merlín, el personaje de Juan Rodó y de Guenevier, asumido por Luna Pérez Lening.
Me gustó la voz y actuación de Luna Pérez Lening, quien ya me había sorprendido por su papel de Lucy en la última versión de "Drácula". También la voz de Leonel Fransezze, en el rol del Rey Algac, el padre de Arturo. Ambos al final, se llevaron los mayores aplausos, después de Rodó.
Emilio Yapor, protagonista de Arturo, me pareció un lindo chico con una voz aceptable. Pero no más que eso.
También me impactó la música de Ángel Malher, sobre todo el tema central de la obra. Tanto que me dieron ganas de contar pronto con el CD, como el que tengo de "Drácula".
Y dejo para el final al maravilloso Juan Rodó. Este hombre es sin dudas, el máximo exponente masculino de las comedias musicales en la Argentina y me atrevo a decir, en
América Latina.
Los espectáculos de Pepito Cibrián no serían igual sin él. Perderían la atracción que ejerce su voz, que llega directo al corazón. Son contados los intérpretes que consiguen ese efecto en la gente. Juan conmueve y hace que por más maldad que tenga su personaje, igual se lo quiera.
En esta oportunidad, Merlín es un mago que de malo no tiene nada. Al contrario, es el consejero del rey Arturo para recuperar la espada Excalibur y el artífice para que la pareja central vuelva a estar unida. Y no sólo eso, se destaca por su humor. Sí, Juan Rodó juega con un personaje muy divertido, capaz de atraer a chicos y grandes, porque hace chistes, bailotea en el escenario, lo que demuestra su excelente estado físico, y hace gala de unos trucos de magia.
Juan Rodó vuelve a adueñarse de la comedia musical, como lo hizo siempre, y es el más ovacionado, con el público de pie, al cabo de las tres horas de función. Un genio. Un grande, difícil de superar.

domingo, 22 de enero de 2012

TREZEGUET, CAMPEÓN CON FRANCIA Y LA ESPERANZA DE RIVER





Yo sabía desde hace tiempo que David Trezeguet era hincha de River porque él mismo lo había confesado. Por eso cuando me enteré que vendría a vestir la camiseta blanca con la banda roja, me pareció una excelente noticia.
Poco me importó que tuviera 34 años y que el 15 de octubre llegue a los 35. Porque el talento, el olfato de goleador y la experiencia de haber jugado en el Mónaco de Francia, la Juventus de Italia y en la Selección de Francia que obtuvo el campeonato mundial en 1998, por nombrar los equipos más importantes donde jugó, no desaparecen de un día para el otro.
No hay que olvidarse que en la Selección Francesa, por ejemplo, tuvo de compañeros nada menos que al grandioso Zinedine Zidane y a un gran jugador como Thierry Henry, quien incluso elogió el trabajo del franco-argentino.
Trezeguet demostró que sus dotes como futbolista están intactos, en el partido ante Rácing en Mar del Plata, donde transformó en golazo una de las primeras pelotas que tocó, cuando Matías Almeyda lo puso en la cancha en el segundo tiempo.
Por esa genialidad se ganó el corazón del hincha de River, desde el que confiaba en él, entre los que me incluyo, como el más escéptico.
Sin conocerlo personalmente, desde el 98' tengo un afecto especial por este joven nacido en Ruan, Francia, pero criado en la infancia y adolescencia, en la zona norte del Gran Buenos Aires. Y esto tiene que ver con mi trabajo de periodista.
En esa época, que coincidió con el Mundial de Francia, yo trabajaba en el noticiero también los fines de semana. Mi tarea era la de cubrir los partidos de fútbol del Torneo Apertura y del Clausura, y los entrenamientos de la Selección Argentina, dirigida por Daniel Passarella. Es decir, que era un volver a mis raíces, ya que yo comencé en el Periodismo Deportivo, cuando las mujeres que nos dedicábamos a esto éramos muy pocas.
Era obvio que a mí no me iban a enviar a Francia, por lo que tuve que conformarme con cubrir las notas en las casas de los familiares de los jugadores, en el momento en que se jugaban los partidos o una vez finalizados.Es que algunos padres eran muy cabuleros y no querían extraños, o directamente querían estar solos para putear sin quedar escrachados en la televisión.
Debo decir que a mí eso me encantaba, sobre todo porque además me encargaba de producir las notas.
Salvo en el primer partido que me tocó ir con el camarógrafo José Parejo a la casa de los padres de Marcelo Gallardo en Merlo, para los restantes partidos, mi compañero de ruta fue Alejandro Labrone, un amigo muy querido.
En otros partidos, fuimos a Villa Constitución, Santa Fe, donde estuvimos con los familiares, amigos y vecinos de Abel Balbo y Sergio Berti.
La peor experiencia fue el día que Argentina jugó contra Holanda y se me ocurrió que había que ir a ver el partido en "Champs Elysées", el restaurante de Passarella en el barrio de La Recoleta.
No éramos los únicos. Los canales también enviaron a sus periodistas a ese lugar. Sin embargo, todos nos retiramos apesadumbrados. No porque nos hayan tratado mal, porque nos sirvieron comida, y gratis. Sino porque ese día nos quedamos afuera del Mundial y a los periodistas se nos terminaron las notas con los familiares.
Yo no estaba dispuesta a cortar la serie de notas, que habían salido tan lindas. Y me puse a buscar por teléfono a la familia de David Trezeguet, para ir a ver con ellos el partido final del Mundial entre Francia y Brasil.
Así fue que llamando y llamando, llegué hasta el tío comisario del jugador. El señor, muy amable, se sintió muy agradecido que quisiéramos ver con su familia el partido, y nos dijo que los Trezeguet se iban a juntar en la ciudad bonaerense de Lobos, donde vivía su madre, madre además del padre de David.
Con mi amigo Alejandro Labrone tomamos rumbo a Lobos, al salón de un club del lugar, en el que se habían dado cita los primos, tíos y por supuesto la emocionada y encantadora abuela del futbolista.
Nosotros por Canal 9 y los corresponsales de la zona de Canal l3, fuimos los únicos periodistas que cubrimos el acontecimiento. Ese día, por David, todos nos pusimos la camiseta azul y nos hicimos hinchas del "león francés". Y más todavía porque el rival era Brasil.
Los Trezeguet nos atendieron como si fuéramos parte de su familia y nos hicieron partícipes de su rico y abundante almuerzo, con postres y tortas. Sin embargo, más allá de la comida, cada uno se buscó una silla y se ubicó frente al televisor para ver la gran final, y a la espera de disfrutar del juego de David.
Al principio, todo se desarrollaba con compostura. Los familiares del delantero se sentían intimidados por las cámaras y ni siquiera una mala palabra se escuchaba ante una jugada a favor de los cariocas.
Esto fue mientras el ex de Platense estaba en el banco de los suplentes. Pero cuando ingresó al campo de juego, los Trezeguet se olvidaron de las cámaras y comenzaron a alentarlo como si estuvieran en la tribuna del Saint-Denis.
Los goles de Zinedine Zidane, los dos primeros, y el tercero de Emmanuel Petit, se gritaron como si fueran de Argentina. Me imagino la locura, si David hubiera convertido alguno. Hasta el comisario Trezeguet se desató gritando y saltando. Y se emocionó hasta las lágrimas, cuando al final del partido y tras recibir el plantel francés el trofeo de campeón del mundo, en la vuelta olímpica, David Trezeguet se envolvió en una bandera argentina que le cayó de la tribuna.
Lamentablemente para el comisario, su excesiva alegría le jugó más tarde en contra. Sus superiores en la Policía Federal lo sancionaron, luego de ver sus reacciones de hincha en el noticiero de Canal 9.
Pese a la sanción, el comisario se mostró muy agradecido por la cobertura que hicimos en el informativo. La felicidad que le había dado su sobrino campeón del mundo, dejaba atrás cualquier contratiempo.
Por su familia encantadora que nos trató de maravillas. Por ser un jugador con sangre argentina triunfando en Europa. Por ser un futbolista extraordinario, es que desde ese día le tomé un gran cariño a David. Y ahora que está en River, con mucho para ofrecer y dispuesto a dar todo de sí por el club de sus amores, no puedo más que sentirme reconfortada por lo vivido con la familia Trezeguet aquel 12 de julio de 1998, en Lobos.

lunes, 9 de enero de 2012

EL NIÑO JESÚS QUE DECIDIÓ VOLVER A SU CASA


Este Niño Jesús de bellas facciones, tamaño considerable y una obra de arte única en su género, se convirtió desde fines de diciembre de 2011 y la primera semana de enero de 2012 en protagonista de una historia de robo y de misterioso retorno, luego de tres días de ausencia.

El ladrón o ladrona que cargó con la imagen en un descuido de los colaboradores de la Iglesia Santa Rosa de Lima, en el barrio porteño de Balvanera, habrá pensado que podía obtener algún dividendo con su venta. Pero la pronta difusión del caso a través de los medios de comunicación, hizo que le resultara imposible conseguir un comprador.

Esa persona, al no poder venderlo, lo más factible es que se hubiera rebelado destruyéndolo, o al menos dañándolo. Era un sacrilegio al alcance de la mano. Pero no, a su regreso, el Niño Jesús estaba intacto, como si en el lugar donde estuvo, lo hubieran estado venerando. Y si eso fue posible con su sola presencia angelical, vaya, qué milagro, por Dios...

Lo bueno también es que quien lo tuvo reflexionó al punto de no tirarlo en un basural. Lo dejó tal vez a algunos pasos de la Iglesia, para que algún colaborador lo encuentre de inmediato y lo vuelva a colocar en el Pesebre.

Los que no tienen Fe, se habrán quedado con la fría crónica policial, aunque el padre Alberto Sorace, párroco de la iglesia, se negó a explicar cómo se produjo el regreso del hijo de Dios, para cerrar la historia.

No soy de ir a Misa los domingos a una misma iglesia. Lo manejo de acuerdo a mis tiempos y necesidades. Y este domingo 8 de enero, opté por ir a la ceremonia religiosa de las 12 en Santa Rosa de Lima.

Allí me encontré con un momento tan emotivo, de felicidad de los feligreses por tener al Niñito de nuevo presidiendo el altar, que decidí registrarlo lo más posible con mi cámara, para que todos los que leen mis escritos, también puedan compartirlo.

El padre Alberto llegó al altar por el pasillo central con el Niño Jesús en alto y el aplauso de todos se hizo inevitable. El sacerdote volvió a decir que no importaba en qué circunstancias se produjo la recuperación de la imagen, sino que sólo importaba su regreso. "Estuvo de paseo tres días". Fue la frase del religioso.

El párroco aprovechó para anunciar que la imagen dejará de estar guardada todo el año en un armario, para ser sacada solamente en Navidad y hasta la Fiesta de Reyes. En los próximos días comenzará la construcción de un pequeño altar, en el costado izquierdo del templo, justo debajo de una imagen de Jesús, donde será entronizada de manera definitiva.

Debo reconocer que estuve un cierto tiempo, allá por 2005, resentida con algunos colaboradores de esta iglesia, por un gesto reprochable para conmigo.

Como en esa época yo vivía en el barrio de Monserrat, era más habitual mi presencia en ese templo. Como así también, cada vez que decidía desligarme de la ropa que ya no usaba, o la llevaba a la gente de Cáritas, que tenía una oficina allí, o lo hacía al Moyano.

Ese año me tocó mudarme al departamento donde vivo actualmente. Aproveché como siempre para separar la ropa que no utilizaba, para donarla a los pobres. Todo lo puse en una bolsa de residuos para consorcios, la cerré y la coloqué en el último lugar de una fila india de bolsas similares, donde yo iba poniendo mis pertenencias para la mudanza.

Como estaba pasando un momento muy difícil porque no era una mudanza voluntaria, sino obligada por una vecina del piso de abajo que me hacía la vida imposible, pasó lo que tenía que pasar: en lugar de llevar la bolsa con la ropa para donar, llevé a la iglesia una con mis pertencias. En ella había ropa nueva, recuerdos, adornos, papeles personales y no recuerdo qué más. Pero a simple vista, cualquiera se hubiera dado cuenta que lo que iba allí no era para donar.

En ese entonces, en Santa Rosa de Lima había una especie de buzón, por donde se arrojaban las bolsas con las donaciones y en el lugar donde caían, sólo los delegados de Cáritas tenían acceso.

El día que llevé la bolsa era un domingo a la mañana, aprovechando que tenía que asistir a Misa.

Cuando regresé a casa, me asaltó la duda sobre si había llevado la bolsa correcta y cuando abrí la última de la fila, me quise morir. Era la que contenía la ropa para regalar.

Tuve que esperar hasta la tarde, para el horario de Misa, para ir a reclamar la bolsa que había dejado por error y de paso trasladé la que correspondía.

Como en el caso de la anterior, la arrojé por el buzón, con un cartel donde aclaraba que me había equivocado y que necesitaba recuperar la que me pertenecía.

No conforme con eso, fui a hablar con una de las colaboradoras de la iglesia, para ver si podía retirar la mía. Pero me dijo que tenía que esperar para el día siguiente, a eso de las 9 de la mañana, cuando esté la gente de Cáritas.

Como yo no podía pedir otro día franco en el canal, porque ya los había agotado, le pedí a mi tía si podía ir ella a buscar mi bolsa. Mi tía conoce mi ropa y mis pertenencias, de modo que podía reconocerlas de inmediato.

Pero le mostraron cualquier cosa, no reconoció nada mío y el viaje fue inútil. A eso hay que sumarle el maltrato que recibió por parte de esta gente que teóricamente tendría que tener una actitud más respetuosa y solidaria por el lugar que ocupaban en una entidad seria como Cáritas.

A la tarde, cuando volví del canal, fui yo. Pero obviamente, los de Cáritas ya no estaban y las mujeres que allí se encontraban, me dijeron que seguramente a mi bolsa la habían enviado a alguna delegación del interior del país. ¿Por qué?, si yo les había dejado un cartel con advertencias, había estado mi tía y lo más importante: ¿no podían darse cuenta que yo no iba a donar papeles personales, recuerdos y adornos para los pobres?. ¿Qué hicieron con eso?. ¿Mi ropa fue para los pobres o debo pensar que alguna de esas personas se quedó con mis prendas?.

Mi angustia iba en aumento. Y así volví todos los días en busca de noticias, pero nunca tuve ninguna respuesta. Hasta que me cansé, lo dí todo por perdido y no fui más.

Mi mamá me decía que pidiera hablar con el párroco, que era el mismo de ahora, y le contara lo sucedido. Incluso me recomendaba que le dijera a las mujeres de la iglesia, que iba a denunciar el hecho a la Policia. Pero yo estaba tan aturdida y con el ánimo por el suelo, agravado luego con la muerte de "Pilito", el más querido de mis gatos, que nunca me animé a ninguna de las dos opciones.

Cuando el año pasado, el padre Alberto fue asaltado, golpeado y amenazado una madrugada dentro de la iglesia, y una vez que se reintegró a sus tareas, estuve a un paso de acercarme. Quería advertirle que no confiara demasiado en sus colaboradores, contarle lo que me había sucedido seis años atrás, porque detrás del robo que él padeció, podía haber algún entregador. Pero lo dejé pasar. Además, a esa altura ya no había posibilidades de recuperar lo perdido.

Por aquel episodio es que dejé de asistir a Misa por mucho tiempo a esa iglesia, hasta que se me fue pasando la bronca y de vez en cuando estoy allí escuchando la palabra de Dios y ofreciendo mis oraciones.

La Misa del domingo 8 de enero con el Niño Jesús como protagonista, terminó de reconciliarme con el lugar.

Las últimas imágenes que registré, fueron las de la gente haciendo cola para besar al Niñito. Fue el padre Alberto, quien una vez finalizada la Misa, el que invitó a los feligreses a esa ceremonia, con la advertencia en tono de broma: "Vengan a besarlo, pero ojo, no se lo lleven..."

Yo también me fui acercando, sin dejar de filmar. Sin embargo, cuando llegué a él decidí apagar la cámara. Era mi momento personal entre el Niño Jesús y yo. Pero eso sí, antes de retirarme le saqué dos fotos. Y después me fui. Feliz y rogándole a Dios que quien lo robó y luego lo devolvió, se haya iluminado como para intentar convertirse en una buena persona...

lunes, 2 de enero de 2012

GARDEL, SU CASA EN EL ABASTO Y SINATRA

Tengo por Carlos Gardel un cariño que va más allá de la admiración como artista. Y lo inexplicable es que estoy muy lejos de haberlo conocido personalmente para entender la ternura que me produce su imagen, su manera de hablar y su voz maravillosa.
Sé que si en 1985, al cumplirse 50 años de su muerte, no hubiera participado de una investigación sobre su vida, su carrera, su dinero y sus mujeres para la revista "Siete Días", otro hubiera sido mi interés por el gran Carlitos.
El año pasado se me ocurrió recordar en este blog una de las tres partes en las que se dividió el informe en "Siete Días", el referido a las mujeres de su vida, y la respuesta fue tan positiva, que se convirtió en uno de mis mejores momentos en 2011.
Al director de "Telenueve", Emilio Giménez Zapiola, le mostré mi escrito porque mencionaba a su amigo Alejandro Sáez-Germain, quien redactó los capítulos con los reportajes y datos que yo le suministraba. Y le gustó tanto, que me pidió, a través del director ejecutivo de la edición de las 19 de "Telenueve", Marcelo Antín, que lo adaptara a un informe para el noticiero.
No lo podía creer. Sentí como si tocara el cielo con las manos.
La idea ya la tenía, pero sabía que en el horario de trabajo iba a ser imposible ocuparme de la nota. Por eso dediqué la mayor parte del próximo fin de semana en armar la estructura y elegir los temas de Gardel, para separar la historia de cada una de sus mujeres. Y cuando llegó el día para la edición con Alejandro Martín, el jefe de los editores, ya tenía todo resuelto.
En esa semana, quise agregarle imágenes de la casa del "Zorzal Criollo" en el barrio porteño de Abasto, y además quería contagiarme del espíritu gardeliano, para hacer la nota más emotiva, pero justo fui un martes, que es el único día que está cerrada.
Fue una gran frustración, ya que el tiempo no me dio para intentarlo nuevamente. Sin embargo, al ser tan impresionante el resultado final del informe, sentí que ese agregado no hubiera aportado demasiado.
De todos modos, dejé como una asignatura pendiente visitar el lugar por donde pasó parte de su juventud el gran cantor. Un lugar, que por otra parte había conocido en 1985 para la investigación de "Siete Días", pero no con las reformas actuales, al convertirse la casa en un museo.
La visita al hogar de don Carlos la realicé pocos días antes de viajar a Jujuy de vacaciones, pero como había grabado varios videos y tomado algunas fotos, y ante la dificultad para ingresar a internet en el norte argentino, dejé esta producción para mi retorno a Buenos Aires.
Será una tontería, pero no puedo negar que me produjo una gran emoción trasponer el umbral de la vivienda en la calle Jean Jaurés al 700. Y eso que no tenía nada que ver con la casa semiabandonada, que conocí en 1985 y que seguramente estaba más cerca de la verdadera, allá por la década del 30'.
En esta oportunidad, entré a un edificio cuidado, con muchos cuadros, fotos, esculturas y recortes periodísticos cubiertos por vidrios, y con espacios bien diferenciados.
Con la cámara encendida, fui recorriendo la casa de "estilo chorizo", con sus salas comunicadas una a una por puertas continuadas en línea.
Una de las novedades fue la sala dedicada en exclusividad para rendirle homenaje a Tita Merello, con numerosos recortes, fotos y discos de su época exitosa.
Otra sala es la de los músicos destacados del tango. Y al final de todo, un pequeño anfiteatro, con sillas en fila, donde en un televisor se emiten de manera continuada las películas de Gardel. Yo me enganché con don Carlos, entonando con su voz cautivante el tema "Lejana tierra mía". Pero no me quedé a ver el resto de la película, que sí miraba una pareja de turistas.
Lo que me llamó la atención fue que en la vez anterior, la foto de Gardel con su novia oficial, Isabel Martínez del Valle, ocupaba el centro de la sala principal. A la joven enamorada se la veía desde lejos con su costoso tapado de armiño, regalo del "Zorzal Criollo".
En cambio ahora, la misma foto, aunque de menor tamaño, junto a cartas, otras fotografías, recortes de diarios sobre la tragedia aérea que terminó con la vida de Gardel y sus músicos en Medellín, Colombia, y un perfil de Isabelita, fueron ubicados al costado de la escalera que llevaba a los cuartos del artista y el de su mamá Berta Gardés. Es como si el arquitecto de la reforma o el adaptador de la casa a museo, le hubiera quitado protagonismo al gran amor de Gardel.
Como en el piso superior se ubicaron oficinas, los baños para el público y sólo un pequeño reducto con fotos y muñecos con la imagen del cantor, en el patio central se colocó una enorme fotografía que refleja la que fue la humilde cama donde descansó Gardel.
También se dedicó una salita reducida, que habría sido el lugar donde doña Berta planchaba con su pesada plancha calentada con carbón. Allí hay un vestido y una foto grande de la mujer que le dio la vida a quien se convirtió en leyenda.
A la cocina está vedado del ingreso, pero eso no me impidió hacer un paneo del lugar, que está justo al fondo del patio.

Lo que busqué y no pude encontrar en ese mundo gardeliano, fue ni siquiera un indicio del supuesto encuentro que tuvo un Frank Sinatra, joven, de 18 años, talentoso, pero perdido por sus malas compañías con integrantes de la mafia italiana en Estados Unidos, y un Gardel con nombre propio y prestigio, que ocupaba un lugar de privilegio en una radio de Nueva York.
Esta historia me la contó primero mi hermano Jaño, que desconozco de dónde la sacó. Pero no conforme con ello, yo misma la encontré relatada en internet por un historiador del tango, quien asegura que la recibió del periodista peruano Mario González.
Gardel actuaba todos los días a las 21, en un programa de la WEAF-NBC, donde era presentado como "el barítono".
Una fría noche de enero de 1934 llegó a la radio a ver y escuchar el programa, Francesco Albertino Sinatra Agravantes, hijo de una genovesa y un siciliano, que vivía en el barrio de Hoboken, en Nueva Jersey. El adolescente delgado y de unos impresionantes ojos azules, tenía sin embargo una conducta reprochable, ya que vivía peleándose con todos, con amigos de dudoso pasado y una enorme inestabilidad laboral.
Fue su novia de entonces, Nancy Barbato, con quien se casó después, la que le insistió para que fuera a ver a Gardel.
El joven Sinatra quedó muy cautivado con la actuación del "Morocho del Abasto" y se acercó a felicitarlo. Pero le costó dirigirle la palabra, no sólo para felicitarlo, sino también para confiarle que a él también le gustaba la música y soñaba con ser cantante.
Entonces fue su novia quien le dijo a Gardel que el joven Sinatra cantaba muy bien, sólo que las malas juntas, no le permitían prepararse y hacer un intento para tener la oportunidad de ser escuchado por algún productor o el representante de una compañía discográfica.
Fue ahí, según el relato del peruano González, que "El Zorzal" le puso una mano en el hombro y le dijo, entre italiano y español: "Mira ragazzino, cuando yo tenía tu edad, andaba allá en Buenos Aires como vos andás ahora en Nueva York. Pasaba todo el día en compañía no muy recomendable cerca del mercado de Abasto, con "squenunes" como los que vos frecuentás. Especialmente con unos malandrinos genoveses, los Fratelli Traverso, cuyo padre tenía una fonda llamada O´Rondeman, que era una guarida de la Mano Negra , la Camorra y tutti cuanti. Logicamente cada dos por tres me portaban en galera. No te voy a decir que ahora soy un santo, pero el cantar no solo me dio fama y fortuna, también me apartó de ese ambiente donde solo me esperaba pudrirme en la carcel o morir violentamente".
Sinatra, que lo escuchaba con atención, le preguntó: "Mister Gardel, ¿usted que me aconseja que haga?". Y Gardel le respondió: "Por lo pronto ragazzino, aprovechá que estás aquí en la radio y anotate en un concurso de cantantes que creo que se llama "Major Bowes Amateur Hour". Hacelo ragazzino que con probar nada se pierde".
El joven Frank se anotó y se presentó acompañado de un trío, amigos del barrio, y ganó el concurso, y esto le dio pie para una gira organizada por el programa.
Según González, cuando Sinatra vino en 1981, contratado por Palito Ortega para actuar en el Luna Park, pidió ir a conocer el barrio de Gardel. Y lo habría hecho, disfrazado, para que nadie lo reconozca, acompañado por el entonces agregado cultural de la Embajada de Estados Unidos.
Sin embargo, cuando se lo consulté a Nora Lafón, quien fue la jefa de prensa del espectáculo, me dijo que eso era imposible, porque Sinatra, durante las horas que estuvo en Buenos Aires, nunca salió del hotel, salvo para la prueba de sonido y luego para el concierto.
Mi hermano tenía otra versión, que podría ser más cercana a la verdad, siempre y cuando la historia haya sido cierta. Y es que "La Voz" vino a Buenos Aires muchos años antes de 1981, que lo hizo de incógnito y también, con el único propósito de conocer el Abasto y agradecerle al espíritu de Gardel, aquel consejo que le hizo dar un vuelco a su vida, tan rotundo que se convirtió en una celebridad mundial.
González asegura que ese día de reconocimiento al "Morocho", Sinatra, en pleno barrio del Abasto, miró al cielo y dijo: "Thanks for helping me to live, Mister Gardel".
Por la admiración profunda que siento por ambos, deseo con todo mi corazón que esta historia, tan increíble como conmovedora, sea verdad. Sólo eso.