viernes, 27 de julio de 2012

LOS OVNIS QUE VI EN ESTOS DÍAS

Siempre creí que los seres humanos no éramos los únicos en el universo. Y a partir del 28 de junio de 2012, que descubrí en el cielo de Buenos Aires, unas luces extrañas que me llamaron la atención y pude registrarlas con mi cámara, lo creo aún más. Hay seres extraterrestres dando vueltas por nuestra galaxia y me atrevo a decir, en son de paz. De lo contrario, con todo su poderío, ya hubieran terminado hace rato con nosotros, los débiles hombres y mujeres. No sólo son 15 videos hasta ahora los que grabé desde ese día. Hay más. Sólo que son éstos los que elegí subir a YouTube, más el de la entrevista que me hicieron en el noticiero "Telenueve", en el cual trabajo, para que explicara mi posible avistaje.
La foto del comienzo no es mía. Es sólo de referencia. En cambio, el video, sí me pertenece y es en el que mejor se puede apreciar la "luz rara", porque lo grabé cuando estaba amaneciendo, a las 7.45, y se tiene la referencia de los edificios y la enorme distancia en la que estaba, a la altura del Río de la Plata. Lo titulé en inglés "UFO in the morning", porque quería mantenerlo más privado, pero recibió numerosas visitas, aunque me imagino que deben haber sido del exterior. Este fue el primer OVNI que grabé. Esa noche, 28 de junio, lo vi entre las 11.00 y la 1.30. No lo podía creer. Porque en otro momento que había visto la luz extraña, cuando iba a buscar la cámara y hasta que volvía al balcón, ya había desaparecido. Era imposible que fuera un avión, porque además de permanecer largo tiempo detenida, cuando se desplazaba lo hacía de manera lateral y era una luz sola que titilaba agrandándose y achicándose. En cambio, si fuera un avión, como son los que veo siempre más o menos a esa altura, tendría que haberse desplazado de modo oblicuo, que es lo que sucede cuando se produce el despegue y el aterrizaje en el Aeroparque Jorge Newbery.Y un avión tiene varias luces a su alrededor. Este video lo grabé entrada la madrugada del día siguiente, una hora y media más tarde que el primero. Me sorprendió el mucho tiempo que se mantuvo detenido en el cielo y cómo poco a poco comenzó a moverse de manera lateral, hasta quedar fuera de mi alcance, detrás de los edificios. Quise ponerle "Platillo volador en la ciudad", pero me equivoqué y le puse "volar" por "volador". Aún así, recibió varias visitas. Ese fin de semana no vi nada en el cielo, pero el lunes estaba tan entusiasmada con comentar lo que me había pasado, que no sólo lo hablé con mis amigos más cercanos del noticiero, sino que decidí mostrarle los videos a Emilio Giménez Zapiola, el director de noticias de Telenueve, un fanático de los OVNIs. Quería tener su opinión. Si era posible creer que había sido testigo de un fenómeno fuera de lo común. Él me dijo: "dejamelos, que por ahí hacemos algo". Yo pensé que se los iba a mostrar a un algún experto en OVNIs, que hubiera sido lo correcto. Sino que me hizo llamar a casa, para decirme a través de Marcelo Antín, el productor ejecutivo de Telenueve de las 19, que fuera yo la entrevistada, contando lo que había visto y de dónde exactamente lo había observado. Al principio no estuve de acuerdo, porque no me gusta la exposición, pero por tratarse de un tema en el que particularmente estaba interesada y que me iba posibilitar el acercamiento de algún conocedor del tema, acepté la entrevista. Cerca de las 16, llegaron el cronista Ricardo Breottini y el camarógrafo Sergio Castro, dos amigos, que me hicieron sentir muy cómoda y cuidaron bastante mi "escenografía" personal, donde muchas cosas están destruidas por las uñas de mis gatos. Lo que no pude evitar que saliera, porque no lo tuve en cuenta, fue el almohadón, al lado de la mesa de la computadora, gastado por las uñas y las largas siestas de mi gato "Cocó".
Al parecer fui bastante convincente con mi relato, porque al día siguiente, me llamaron al noticiero de un programa sobre OVNIs de la radio Décadas, que va los sábados a las 19. Querían hacerme una entrevista el sábado siguiente. Hasta que llegó el día de la comunicación con la radio, ya había vuelto a tener dos avistajes. Uno de ellos, de día, a las 17.30 y el otro, nuevamente alrededor a la medianoche. Me pusieron en contacto con un experto en OVNIs, que no recuerdo su nombre y como estaba tan nerviosa, me olvidé de preguntárselo. El hombre se interesó por saber la distancia desde donde yo lo veía hasta donde se encontraba. Pero no supe decirle. Sí que estaba sobre el Río de la Plata, detrás de Canal 7 o el Barrio Parque. Él me confirmó que había habido avistajes de OVNIs en ese lugar en los últimos días. Entonces le dije: "menos mal, porque mucha gente allegada a mí, a pesar de las imágenes, ya me estaban creyendo un poco loca". La misma noche que me hicieron la entrevista, pude ver a dos objetos raros en el cielo. Uno más pequeño, que se mantuvo más quieto que el otro, que hizo el mismo desplazamiento horizontal de siempre. Tres noches diferentes volvió a aparecer la extraña luz, siempre detenida por un tiempo y luego desplazándose de manera lateral, hasta perderse detrás de los edificios. Pero quería verla de día... El gusto de ver la luz rara de día se me dio no sólo el 14 de julio, según lo documento en el video al principio de mi escrito, sino también el sábado 21 y el domingo 22. Pero de todos, el que más destaco es el último del domingo, porque eran las 7.55 y el brillo del objeto era impresionante. Y eso, doy fe, avión no era. A esa hora es muy fácil distinguir un avión y un helicóptero. El último video lo grabé el 25 de julio. Allí volvió a observarse a otro objeto más pequeño. Sé que seguiré viéndolos más adelante, porque creo que son seres de otros planetas que están muy cerca de la humanidad. Tal vez, tienen un refugio bajo las aguas del Río de la Plata. Por eso aparecen en esa dirección.
Tal vez por la influencia de la película "E.T.", de Steven Spielberg, y de la serie "Alf", donde los alienígenas eran muy simpáticos y cargados de ternura, es que me encantaría tener un "encuentro cercano del tercer tipo". O al menos ver una nave extraterrestre de una distancia más próxima. Una amiga me preguntó el otro día si no me daría miedo ver en persona a un extraterrestre. Y le respondí que no. Porque después de haber sido apuñalada por uno que se cree humano, para robarme, qué me podrían hacer estos tipos que están adelantados años luz que nosotros. Y que nos deben observar como si fuéramos hormigas.
Sé que este no será mi último escrito sobre mis experiencias celestiales. Pero la próxima vez, escribiré sólo de ocurrir algún hecho extraordinario. Estén atentos, entonces...

sábado, 14 de julio de 2012

ATAHUALPA YUPANQUI, UN CRIOLLO DE CARÁCTER DIFÍCIL

Tuve el privilegio de entrevistar alguna vez a Atahualpa Yupanqui. Hombre difícil don Ata, pero cuánto talento condensado en una sola persona...
Nacido como Héctor Roberto Chavero Haram el 31 de enero de 1908 en la ciudad bonaerense de Pergamino, adoptó el seudónimo de Atahualpa Yupanqui, que en quechua significa "el que viene de tierras lejanas para decir algo". Y vaya que le hizo honor al nombre artístico, al llevar su música y su poesía por toda la Argentina y el mundo.
Proponer en la revista La Revista una entrevista a este señor, que me la aceptaran y que el protagonista también lo hiciera, fue para mí muy reconfortante y a su vez una gran responsabilidad. Personajes como don Ata suelen ser  muy exigentes. Y él no fue la excepción.
Me resultó antipático que dudara de mi profesionalismo. En esa época, estoy hablando de octubre de 1987, no existía la información cibernética como ahora que ponés en Google un nombre y te aparece la historia y características de la persona al instante.
Me pasé varias horas leyendo entrevistas en los principales diarios, además de estudiarme un cuestionario, sujeto a modificaciones, de acuerdo a como se fuera dando el reportaje. Pero eso él no lo sabía. Seguramente le habían tocado varios periodistas ignorantes de su figura y por eso actuaba a la defensiva.
Fui al departamento de Chavero en la calle Benito de Palermo, muy cerca del Hipódromo, sabiendo quién era mi interlocutor. Por eso me dolió cuando me miró y me dijo: "¿Usted sabe quién soy yo?, la veo demasiado joven para conocerme..."
Sin esperar mi respuesta, me dijo que estaba harto de darle a entrevistas a gente "que no tenía la menor idea de mi carrera y se pasaba el rato preguntándome estupideces, y a la espera de que yo le tire una pista para seguir adelante con el reportaje".
Aunque no me consideraba parte de ese grupo, me sentí intimidada y cuestionada por adelantado. A eso hubo que sumarle las fotos, que por costumbre los fotógrafos las tomaban antes de la entrevista.
Yupanqui se negaba a posar y lo que es peor, el lugar era tan pequeño y desordenado, que costaba encontrarle un espacio para que su imagen se luciera.
En el intercambio de preguntas y respuestas me enteré que él vivía con su esposa francesa en Buenos Aires y no en París como siempre se había creído. Pero se pasaba parte del año en el exterior. Esto hacía que el lugar estuviera con las persianas bajas y con olor a encierro, y ¡a caballos!. Lo de caballos era una particularidad de su casa porque aunque en las fotos no se la mostró, en uno de los sillones había una montura. Sí, una montura lista para ser colocada en el lomo de un caballo. Evité preguntarle porque la situación era demasiado tensa y no quería irme sin hacer la nota.
Lo mejor era la biblioteca, con cientos de libros, de autores argentinos y extranjeros. Un pequeño rincón con una vieja máquina de escribir, donde redactaba sus libros y creaba sus canciones. Varias guitarras en sus respectivas fundas, distribuidas por todo el living y un piano.
Cuando leí que tenía registrados unos 1200 temas, me acordé de lo que se contaba en casa cuando era pequeña. La historia la había traído mi abuelo paterno, nacido en Tucumán, donde Atahualpa Yupanqui vivió  mucho tiempo, luego que su familia se radicara cuando él tenía 9 años.
Según lo que había escuchado mi abuelo Pedro, porque nunca lo conoció personalmente, este artista no era muy querido en la zona, sobre todo por los cantores o por hombres que matizaban su trabajo en la caña de azúcar con la creación e interpretación de canciones.
Se decía que don Ata era muy vivo, conocía los entretelones de la música, ya tenía temas grabados y sabía cómo registrarlos. Por eso se comentaba en Tucumán que se aprovechaba de cantores un poco pasados de copas en los fogones y les robaba las melodías de las canciones.
Desde chica siempre tuve como una de mis zambas favoritas a "Luna tucumana". Y me llevé una gran decepción cuando mi abuelo contó que se comentaba que la había robado a un trabajador rural analfabeto.
Pudo haber sido cierto, no lo sé. Lo que sé y el mundo de la música lo sabe, es que Yupanqui realizó una carrera prolífica en el país y en el mundo. Y eso no se roba, se consigue con talento y dedicación.
Cuento esta historia porque más allá de las fronteras de Tucumán, tengo entendido que no se sabía o si se tenía la versión, nadie se había animado a publicarla. Si no es verdad, pido disculpas. Pero como periodista trato en lo posible de que se escuchen todas las campanas. Después, que cada uno saque sus propias conclusiones.
Lo que puede echar por tierra estas versiones que no lo dejaban muy bien parado, son las respuestas que me dio en la entrevista, cuando me habló del homenaje que le hicieron en Tucumán. Nadie le rinde homenaje a un ladrón de canciones. Por lo tanto, me vuelco a que aquella vieja leyenda, fue solo eso, una leyenda de mal gusto, sólo para empañar su figura.
Este es el reportaje que le hice al gran artista y que mis jefes titularon: "Atahualpa Yupanqui: "Ruego que no se me hable de éxito":

"Desde muy joven Atahualpa Yupanqui ha "caminado" el país, adentrándose en las costumbres de su gente. Y lo sigue haciendo, cuando está a punto de cumplir los 80. Porque este criollo, orgulloso de su origen indígena, respetado y elogiado mundialmente, parece no querer detener nunca su veta creativa, a pesar de las 1.200 canciones que ha compuesto, de los poemas y de los ocho libros que lleva publicados, más dos que ya ha entregado a su editor y "Hombres y caminos", que está escribiendo. "Yo quisiera tener salud y claridad de pensamiento para hacerle una canción a cada árbol, a cada piedra de mi país. Pero creo que no me va alcanzar el tiempo..."
Con la misma sencillez y autenticidad que transmite en sus temas, recibe a LA REVISTA en su hogar de Palermo, donde vive hace treinta años, por más que mucha gente crea (por sus constantes viajes al exterior y su matrimonio con una francesa), que su lugar de residencia habitual es París.
Dispuesto a viajar nuevamente, para iniciar una serie de actuaciones en Bilbao, Madrid, Luxemburgo, Hamburgo, Zurich, Munich, Frankfurt y en la Sorbona, en París, donde tocó hace poco en un homenaje a Julio Cortázar. Atahualpa Yupanqui trae sin embargo muy fresco en su corazón el homenaje que recibió recientemente en Tucumán, provincia por la que siente un afecto especial.
"Quiero mucho a mi patria -dice-, pero fundamentalmente a Tucumán, porque se ha portado muy bien conmigo en momentos muy duros de mi vida, en mi juventud, cuando sentía la pobreza y alguna incomprensión. Tucumán me abrió su casa, su puerta, su cocina, su amistad, su cordialidad, su amor. Me ha dado caballos para conocer la montaña, he recorrido mucho, hasta llegar incluso a Bolivia. Cuando me hablaron que querían organizar un homenaje para mí, les dije que no eran ellos a los que les correspondía, sino a mí por todo lo que me dieron. Por ese cariño que les tengo, es que les dediqué 23 zambas, razón por la cual mucha gente me cree tucumano, pero en realidad yo nací en la provincia de Buenos Aires.
- Si tuviera que elegir entre todas esas zambas, ¿cuál preferiría?
- A todas las quiero por igual, como una madre quiere a sus hijos. En tal caso habría que preguntarle a los tucumanos cuál es la que ellos aman más, porque es el pueblo el que elige.
- ¿Lo tomó por sorpresa el hecho de que un tema suyo como "Duerme negrito", grabado por Jairo y la cantante de rock Safo, sea hoy uno de los "hits" en Europa?.
- No, porque "Duerme negrito" se canta hace quince años. Yo lo llevé a Europa en el año 50' y recuerdo que lo cantaba con Edith Piaf, en cuatro conciertos que hicimos juntos. Me parece que en esa época Jairo ni siquiera había nacido, o debía ser muy chiquito. Pero sigo sosteniendo que es al público al que hay que preguntarle sobre el tema. A mí lo que me interesa es que la canción sea auténtica, no que me la hagan famosa porque la disfracen con otro ritmo. A mí no me va a seducir eso, que tal vez ha nacido de una buena intención del músico, o del arreglador musical, o de la empresa que lo ha grabado. Es muy difícil venderle figuritas de marfil a un hombre que ha vivido cazando elefantes en materia de música, de verdad folklórica, de canto popular y no para el disco. De manera que yo ruego que no se me hable de éxito. El "boom" es para las grabadoras o los que viven alrededor de ese clima que no es el mío felizmente, ni lo será jamás. Yo prefiero el silencio y si es posible el olvido, pero ese olvido de la gente que no olvida nunca, como han sido por ejemplo Borges, Walt Whitman, Rubén Darío, García Lorca. Ellos no forman parte del "boom", sino son gente que se tutea con la seriedad de lo posiblemente bello y perdurable que tiene el arte, y es un ejemplo que no debemos olvidar.
- ¿Qué música escucha además del folklore?.
- Me gusta mucho la música popular y también la música sinfónica. Soy un admirador incondicional de Bach. Hace muchísimos años que lo escucho, incluso lo he estudiado y tengo la colección completa de su música religiosa para órgano. Y admiro además a Arturo Rubinstein.
- ¿Cómo es su vida entre Argentina y Francia?.
- Yo vivo en Buenos Aires y tengo una casa de campo en Cerro Colorado, pero voy periódicamente a Francia, donde suelo estar dos meses. Además, no estoy en París continuamente, ya que voy también a Alemania, a Granada, a Sevilla, a Rotterdam, Bélgica y mucho a Madrid, donde estuve una vez un año.
- ¿De qué manera combate usted la nostalgia cuando está lejos de su patria?.
- Yo llevo la patria tan dentro de mí, que ya no tengo nostalgia. Pero por ahí estando en Amsterdam o Helsinki, donde por el idioma no entiendo lo que dice la gente, tomo la guitarra y toco dos o tres zambas y se me acaba enseguida la nostalgia. Y después salgo a la calle orgulloso de ser criollo".

Al final, cuando terminó la entrevista, don Ata, mezquino de sonrisas, pero con notable respeto, me reconoció mi preocupación por saber con quién estaba hablando. Y aunque por ahí la nota no fue una genialidad, me sentí satisfecha con mi trabajo. Además, había dialogado con un representante fundamental de la música argentina, al que seguramente nunca más iba a ver. Y así fue.

domingo, 8 de julio de 2012

"MIRA", LA MÁS BELLA, OTRA "HIJA" QUE PARTIÓ...

"Mira" se me fue de repente. Menos de una semana duró su enfermedad, o al menos los síntomas visibles. Tanto que no me dio tiempo de llevarla al veterinario. Y eso me hace sentir en deuda con ella. Aunque estimo, como en el caso de "Bamby", otra de mis gatitas que se fue en dos semanas, que debe haber padecido un cáncer de páncreas.
"Mira" era tan blanca, tan suave, tan hermosa y tan cariñosa. Me va a costar aceptar que ya no está. Sobre todo cuando me siento a escribir en la computadora, porque ella venía a dormir en mi falda. Y no me importaba que me dejara sus pelos blancos y largos en mi ropa.
También voy a extrañar la entrada a casa, donde siempre encabezaba "el comité de bienvenida". Se acercaba para que le hiciera un mimo y después volvía al lugar donde estaba durmiendo.
Tuve a "Mira" casi 15 años, desde que mi tía me la trajo para evitar que sus hermanos la embarazaran cuando crecieran. Y más que nada fue una especie de venganza por haberle entregado a su mamá embarazada. Sin embargo, eso yo no lo sabía cuando traje a "Luli" de Canal 9.
Cuando en 1997 el canal se mudó de Pasaje Gelly y Salguero, en Palermo, a Dorrego y Conde, en Colegiales, decidí salvar a "Luli". Era tan bella como su hija, incluso con una carita más bonita. Me había encariñado con ella. Le llevaba todos los días de comer y me daba pena dejarla a la deriva.
Nunca supe de dónde vino "Luli", como la bauticé apenas la vi. Mi tía decía que seguramente había sido de un "ricachón" de la zona, que la tiró por haber quedado preñada. Es posible.
Lo cierto es que un buen día apareció en el patio del canal y no sólo yo comencé a alimentarla. Varias actrices también le traían comida. Y lógicamente, ante tanta atención, nunca más se movió de allí. Su raza era Angora Turca, por eso tenía ese pelaje tan suave, largo y de un blanco nieve, que "Mira" heredó, aunque no puedo dar fe si el padre también tenía el mismo pedigree.
Apenas se produjo la mudanza del canal, fui con una jaula a buscarla. Sólo que no esperaba una reacción tan adversa en casa.
Por ese entonces ya tenía a "Pilito", hijo único y celoso. Cuando aparecí con "Luli", se puso furioso conmigo. No sólo le gruñía a ella, sino también a mí. Se negaba a comer y se pasaba la mayor parte del tiempo debajo de la cama.
Ante esta situación insostenible, le pregunté a mi tía si quería recibirla. Ella no tenía ningún gato. Sólo un perro, "Chispa", un animal buenísimo. Al principio se negó, pero cuando vio lo hermosa que era, aceptó llevársela. "Pilito" volvió a comer y a mostrarse cariñoso conmigo como siempre. Sin embargo, mi tía se encontró con  una sorpresa desagradable: la gata estaba preñada.
De ese embarazo nacieron tres gatos y una gata. Y fuera cual fuere la actitud de "Pilito", decidió darme la gata. Como fue la tía quien la llevó, esta vez mi gato no se enojó conmigo, y aunque de mala gana, terminó aceptando que debía compartir el hogar con quien sería para siempre "Mira".
Hasta que mi tía la llevó a castrar, mi chiquita tuvo muy mal humor, incluso conmigo. Pero después de la castración, se volvió sumamente mimosa. Aún así, con el resto de los gatos nunca llegó a ser muy sociable. Mantuvo su rivalidad con "Pilito" hasta que éste murió. Y el enfrentamiento siguió con "Cocó". Se disputaban mi preferencia, pero yo los quería por igual y para apaciguar los ánimos, los acariciaba a la vez.
"Mira" tenía una particularidad que lamentablemente nunca pude fotografiar o filmar, porque lo hacía cuando me acercaba y era pararse en dos patitas y mover hacia adelante las patitas delanteras, para reclamar un mimo. Y nunca se quedaba con las ganas.
Parecía que supiera que era muy linda y que su cola tenía una belleza inigualable. Verla caminar en consecuencia, era como asistir a un desfile de alta costura. Y más se lucía, cuando le decía: "Qué linda, qué cola, ella es la modelo con la mejor cola del mundo".
Su maullido era apenas audible. Pero con sólo mirarla, ella comenzaba a maullar. Siempre en procura de una caricia.
Desde hace tiempo la adopté como cábala, antes de salir de casa, ya sea a trabajar o hacer cualquier otra actividad fuera del hogar. Le hacía un mimo a cada uno de mis mininos y a ella siempre la dejaba última. Porque quería quedarme con su blancura, su pureza en mi mano, para enfrentar la calle. Después tocaba las imágenes de Cristo que tengo y entonces sí, salía al mundo.
Desde que ya no la tengo, me costó retomar la cábala, porque me quedaron dos gatos negros, "Cocó" y "Milly", y una blanca con negro, "Alish". Así que resolví tocarle la parte blanca a "Alish". Y no dejar nunca la despedida a las imágenes religiosas.
Fue todo tan fulminante, que el miércoles 4 de julio cuando volví del canal, la encontré en una especie de coma. Estaba contra la puerta de entrada y cuando la empujé un poquito para ingresar, emitió un maullido fuerte y raro para ella, que sin embargo ya había escuchado lamentablemente en otros gatitos que se me murieron. Y su cuerpito siempre tibio, estaba helado. Allí comprendí que por más que la llevara al veterinario, iba a ser inútil. Le quedaban pocas horas de vida.
La coloqué sobre un felpudo y la llevé cerca de mi cama, donde le coloqué la estufa para darle calor. Dormí muy mal esa tarde, pensando que en cualquier momento se iba a producir el final. Pasó la noche sin novedades, hasta que me tuve que ir al canal en la madrugada.
La abracé llorando, intuyendo que no me esperaría. Y así fue. Cuando el jueves volví a casa, su cuerpito estaba rígido. Seguramente murió esa madrugada, apenas me fui. Mi chiquita bonita se había ido y yo no podía parar de llorar. Así, entre lágrimas, la llamé a mi mamá para contárselo, porque necesitaba una palabra de aliento de algún lado. Lo mismo hice con mi tía, quien también se emocionó, porque casualmente uno de los hermanitos de "Mira", que ya no está, había sido su gatito preferido.
Mucha gente entendió y respetó mi dolor, y me manifestó su apoyo para recomponerme. Ya sea de manera personal como por Facebook y Twitter. Y estoy muy agradecida por eso.
El viernes fue el momento del último adiós. Le agregué una bolsa más a las que ya tenía para cubrirla y un poco en subte y otro tanto en taxi, la llevé al Instituto Pasteur para hacerla cremar.
Con cada dato que le daba al veterinario que me atendió, sentía que me desgarraba por dentro. Salí de esa sala y me quedé un rato llorando en el patio. Cuando logré recuperarme, pegué la vuelta. Opté por quedarme con la imagen en mi mente de una "Mira" viva, radiante, mimosa y la más bella del mundo...