viernes, 21 de junio de 2013

TETÉ COUSTAROT, UNA MUJER CON CÓDIGOS





































Me hubiese encantado ser amiga de Teté Coustarot, porque es una de las personas públicas que más admiro.
Pero esa admiración, más que por sus condiciones intelectuales y su brillante desempeño, primero como modelo y luego como conductora de diversos acontecimientos y como periodista de televisión y de radio, mi admiración apunta sobre todo a su persona.
Teté es una mujer con códigos y como tal se convierte en un personaje fuera de lo común. Sobre todo en este medio donde a casi nadie le importa "pisar" cabezas con tal de ubicarse en un plano superior.
Ella es amiga íntima de Susana Giménez, la estrella número uno de la Argentina, y nunca sacó provecho de esa condición. Y eso que es periodista.
Podría haber tenido en cualquiera de sus programas, las primicias sobre la vida y el trabajo de Susana. Pero no. No recuerdo haber escuchado una entrevista que le haya realizado a su amiga. Ni tampoco hacer un comentario sobre su trabajo y menos aún de su vida personal.
Siempre se mantuvo al margen, porque primó por sobre todo la amistad.
Como escucho todos los domingos su programa en Radio 10, "Qué noche Teté", puedo dar fe de ello. Cuando menciona a Susana es para hablar de alguna cena o fiesta donde estuvieron juntas, u otro tipo de salida. Sólo que no se detiene en ella y de lo que hablaron. Nada de nada. Se limita a comentar en líneas generales lo que allí sucedió.
Así lo hizo el año pasado cuando se refirió en la radio al divertido cumpleaños de Marley, donde todos se rieron a más no poder con las ocurrencias del agasajado y de algunos invitados como Elizabeth Vernacci y Humberto Tortonese.
Teté estuvo al lado de la diva en todos sus momentos. Los buenos y los malos. Y de su boca no salió una palabra. Por eso Susana la quiere tanto. Demostró ser una amiga de verdad.
Creo haber entrevistado sólo dos veces a Teté. Ese es por lo menos el registro que guardo en mi archivo.
La primera nota fue para la revista "Tal Cual", de la Editorial Perfil, en septiembre de 1984, cuando la ex modelo había comenzado a trabajar en el noticiero "Testimonios", de Canal 9.
La fuimos a buscar con el fotógrafo a la vieja emisora en la calle Gelly y Salguero, una vez finalizado el noticiero del mediodía.
Recuerdo que Teté le hizo en la puerta una broma a su entonces compañera Fanny Mandelbaun porque su marido la había pasado a buscar en un lujoso Mercedes Benz.
De allí nos fuimos a la zona del Museo de Bellas Artes, en la Avenida del Libertador al 1400, donde fue fotografiada caminando por la vereda del lado derecho, mano al centro de Buenos Aires, y cruzando la avenida. Y luego nos sentamos en uno de los bancos, casi al frente del museo, donde le hice el reportaje que salió publicado.
La nota tenía el propósito de destacar el digno trabajo que estaba realizando en el noticiero, tras su exitoso paso por el mundo de las pasarelas.
Teté había viajado desde su Río Negro natal para estudiar Periodismo en La Plata, pero cuando le faltaba muy poco para recibirse, ganó el concurso de "Miss Siete Días" y eso le abrió las puertas para iniciar una fructífera carrera como modelo.
Sin embargo, su intención de ser periodista no quedó sepultada. Sólo postergada, porque la vocación siguió intacta.
Por su preparación, talento y carisma, pudo consagrarse más tarde en el Periodismo, sin dejar de lado el mundo de la moda, donde siguió y sigue siendo inalterable su presencia, no ya como modelo, pero sí como animadora de los desfiles.
Teté sabía de las críticas de la que era objeto por personas que consideraban que "una modelo no podía ser también periodista". Y esto respondía, entre otros conceptos, en la entrevista que le hice:
"El Periodismo es muy exigente, pero no es cuestión tampoco de encasillar. Lamentablemente hay en la Argentina una costumbre de encasillar todo: que si has sido una cosa, no podés ser otra; y si lo hacés, seguro que lo encarás mal".
La otra nota que guardo de Teté se la hice para la revista "La Revista", allá por 1987.
Había sido invitada por la entonces Unión Soviética a pasar 10 días en Moscú y Leningrado, y me pareció interesante que contara su experiencia en aquel país.
La ex top model nos facilitó varias fotos de su viaje, que fueron las que adornaron la entrevista, junto a las tomadas por el fotógrafo, donde apareció mostrando a las "matrioskas", las tradicionales muñecas superpuestas, un samovar y dos hermosos libros de arte.
Con esas adquisiciones, más el relato de la visita a varios museos y una atenta observación de la gente y su cultura, quedó en claro que Teté tenía una mente abierta, ávida de conocimientos. Una mente de una auténtica periodista.
Lo que me gusta también de Coustarot es su postura positiva. Teté irradia alegría y buena onda. Al menos, es lo que transmite en su programa de Radio 10, en los cinco años que lleva en el aire.
Siempre trata que la persona que tiene enfrente la pase bien y la llena de elogios. Se nota en el trato con sus compañeros de trabajo, Adrián Puente, Daniela Benítez Kauer y sus eficientes productores que demuestran sentir a su vez por ella un gran aprecio y respeto. Lo mismo sucede con sus oyentes. Por cada saludo, devuelve frases cariñosas, que la gente agradece.
No sólo aconseja a las mujeres con las prendas que deberían usar para determinado acontecimiento y de acuerdo al cuerpo de cada una, sino que intenta encontrarle una solución a los problemas hogareños. Las manchas en la ropa, la aniquilación de alimañas y entre otros, las dificultades con zapatos que aprietan a los que sería necesario agrandar. Para este inconveniente, alguien sugirió ponerlos en el freezer y tuvo tanto éxito el resultado, que la sección en el programa pasó a llamarse "zapatos en el freezer".
Coustarot disfruta de leer el horóscopo y más cuando lo que anuncia a cada signo encierra buenos augurios. Hace un tiempo trajo de un viaje a España, un libro donde se describen las características de cada persona, de acuerdo al día que nació. El libro marcó tendencia en el programa. Cada vez es más la gente que llama para que la conductora le lea su horóscopo personal .
Nunca escuché a Teté hablar mal de nadie. Sólo una vez, un comentario que hizo sobre algo que le había sucedido y que no necesitaba demasiado análisis para darle la razón.
Contó que había ido a un supermercado a hacerle las compras a su madre que estaba enferma. Estaba apurada porque tenía una reunión importante y no quería llegar tarde.
Pero cuando estaba en la cola para pagar, una mujer se le puso por delante con la excusa que "estaba embarazada", aunque esa no fuera la cola para las personas en ese estado.
Teté le preguntó "si se sentía mal por el apuro de ser atendida". La mujer le respondió que "no". Entonces la ex modelo le pidió que respete la cola, que "estar embarazada no es estar enferma" y lógicamente la mujer se enojó con ella.
Después de ese relato, nunca más escuché a Teté hacer un comentario crítico hacia nadie.
Por algo la Virgen María la eligió para un hecho milagroso en la radio.
Teté es muy devota de la Virgen del Rosario de San Nicolás. Suele hablar siempre de sus visitas al Santuario y le dedica mucho tiempo a los diálogos con personas que tienen la misma devoción.
Un domingo del año pasado, la periodista entrevistó a Carolina Prat por un tema social en el que participaba. Pero como la esposa de Guillermo Andino también es una devota de la Virgen de San Nicolás, la conversación viró para ese lado.
Teté le pidió a Carolina que contara cómo había comenzado su devoción a la Virgen María, para que los oyentes lo supieran.
Cuando estaba relatando su experiencia, se escucharon unas campanas de fondo, que tanto a algunos oyentes (yo escuché la última campanada) como a Teté les llamaron la atención. La conductora se lo comentó a Carolina, como si fuera algo natural en una casa pegada a una Iglesia. Sólo que la joven, que no había escuchado las campanas, de inmediato aclaró que no tenía ninguna Iglesia cercana.
Además, eran cerca de las 23. ¿Qué Iglesia puede hacer sonar sus campanas a esa hora?. Ninguna. No hay misas a esa hora. Salvo que esas campanas actúen como un "cucú", que hace que suenen cada hora. Pero el horario no coincidía y en la actualidad, ese modo de indicar la hora ya no se usa porque los vecinos se quejan de inmediato por "ruidos molestos".
Para los que tenemos fe, esa noche hubo un milagro.
Ese acontecimiento tan fuerte y emotivo, hizo que aumentara mi admiración hacia esta encantadora profesional de Radio 10.
En lo único que no estoy de acuerdo con ella es su fanatismo por Boca. Esto se debe a que soy fanática de River. En su voz, aunque no lo diga e intente ser diplomática, se advierte su alegría cuando mi equipo cae derrotado.
Fuimos compañeras en el noticiero "Telenueve", en la época en que Canal 9 pertenecía a Daniel Hadad. Sólo por un tiempo, ya que ella se fue del programa.
Sin embargo, no nos veíamos nunca. Porque yo trabajo para las ediciones del "Amanecer" y la "Primera", del mediodía. Y Teté conducía con Claudio Rígoli la edición de las 19.
Una vez que fue al mediodía a ver al director del noticiero, Emilio Giménez Zapiola, me acerqué a saludarla. Le dije que le había hecho algunas notas cuando trabajaba en gráfica, pero aunque me dijo que algo se acordaba, no lo creo posible. Es una utopía pensar que con tanta gente que habrá conocido en su vida, se acuerde de alguien que vio en pocas ocasiones y no demasiado tiempo. Pero fue una actitud muy atenta de su parte.
Sostengo sin temor a equivocarme que Teté debería contar con su propio blog. Porque yo que he tenido una vida bastante monótona, siempre cuento con uno o más temas para explayarme cada semana. En tres años, ya publiqué alrededor de 160 artículos.
Me imagino Coustarot, que cada día de su vida es una experiencia distinta, sería un compendio muy interesante de historias, anécdotas, reflexiones, dignas de leerse con suma atención.
Son numerosos y variados los personajes y personalidades que entrevistó y sigue entrevistando. De cada uno se podría contar algo más. Es que siempre hay un lado "B" para reflejar. El que no puede incluirse en la nota convencional, pero que suele ser lo más "jugoso" de la persona.
Tal vez no lo hace por lo mismo que destaco en este escrito. Porque tiene códigos.
En la mayoría de las redacciones de gráfica donde trabajé, la imagen que los hombres tenían de Teté Coustarot era la de una "mujer gélida". Le decían: "la gélida".
Tampoco la querían demasiado porque no era protagonista de ningún escándalo y no hablaba de sus "amistades famosas". Por no ser mediática, le daban "poca vida en los medios".
Quisiera saber dónde están ahora aquellos agoreros. Aún con su estilo reservado, pero sobre todo por su simpatía, su belleza, su talento, cultura y carisma para la conducción, Teté se impuso y les tapó la boca a todos.
Yo me quedo con su calidez, su estado de ánimo alegre y contagioso, su respeto en el trato, su devoción a la Virgen María y su postura inalterable: la de tener códigos. Con eso me basta y sobra para admirar a la señora periodista Teté Coustarot.

viernes, 7 de junio de 2013

DOS FOTOS, UNA HISTORIA...TENTADA DE RISA CON LA BANDERA


Las fotos son de 1972, de mi último año en la Escuela Primaria "El Brete", de Centro Forestal, en Palpalá, Jujuy, cuando tenía el honor de ser la portadora de la Bandera Argentina.
Como era costumbre, el acto se hizo en el cine del lugar. Un cine enorme donde además de pasar películas y de ser el escenario de diversos espectáculos, se utilizaba para todos los acontecimientos escolares.
Yo adoraba ese sitio. Para ver las dos películas programadas para los sábados, usábamos un abono familiar que se tramitaba gracias al trabajo de mi papá en la fábrica Altos Hornos Zapla.
 Como el cine quedaba apenas a una cuadra de casa, aunque éramos chicos, podíamos ir solos los tres hermanos. Otras veces, concurríamos con mamá y otras lo hacía yo sola.
Todo dependía de las películas. Generalmente iba a todas las funciones, salvo cuando pasaban las películas de chinos, las de artes marciales, protagonizadas en su mayoría por Bruce Lee. No me gustaban para nada y nunca cambié de opinión al respecto.
Ese acto fue el de fin de curso, cuando le entregué la bandera a la escolta segunda, de 6° sexto, que es Gladys Mayo, la chica que estaba a mi izquierda y sonreía para la cámara. La otra chica es Blanca Terán, primera escolta y mi compañera de grado.
Ese día recibí el certificado de séptimo grado, el que me posibilitó inscribirme en el Colegio Nuestra Señora del Huerto, de la ciudad de Jujuy, para continuar con el Secundario.
Si bien en esos actos lo que debía primar era la seriedad, sobre todo si tenía que estar expuesta a la gente, no pude evitar tentarme de risa. Fue cuando subí al escenario con las escoltas.
Todos mis compañeros estaban ubicados en la primera fila, para recibir también ellos el certificado de séptimo grado.
Yo venía muy seria con la bandera, que era bastante pesada. Pero al apoyarla en mi hombro e inclinar el mástil hacia atrás, mientras pisaba con cuidado cada uno de los peldaños, le pegué con la punta en la frente a Elba Nieva, una de mis compañeras.
La chica pegó un grito y yo desconocía el motivo.
Lo supe recién cuando me ubiqué al costado izquierdo del escenario.
En ese momento, Elba se tocaba la frente. De todos modos, se sonreía, lo que significaba que lo había tomado como un accidente y no estaba enojada conmigo. El resto de mis compañeros, en tanto, se reía a carcajadas, pese a que las maestras trataban de hacerlos callar.
Por eso no pude evitar la mueca que se reflejó en la foto, donde la risa se advertía flor de labios. Pero como había que permanecer inmutable, durante el tiempo que duró el acto, tuve que hacer un gran esfuerzo para no soltar yo también la carcajada.
En algunos momentos, cuando pensaba que ya no iba a soportar, me escondía detrás de la bandera para disimular la risa. Mis compañeras de bandera, que habían advertido lo que sucedía, también estaban tentadas de reírse.
Así que para no hacer las tres un papelón, tratábamos de no mirarnos entre nosotras.
Yo también evitaba mirar a Elba, a quien ya le había empezado a salir un chichón rojo, y a mis compañeros, que supongo, deseaban hacerme reír a toda costa.