sábado, 31 de marzo de 2012

MALVINAS: LAS QUEREMOS NUESTRAS









Me he preguntado en los últimos días si la historia se hubiese dado de otra manera, si yo seguiría viviendo en Malvinas...
En 1982, poco después de la recuperación de las islas de manos del usurpador británico, el gobierno de la dictadura de Leopoldo Galtieri invitó a los argentinos a anotarse para ir a poblarlas. Y yo que por ese entonces había vuelto a Jujuy, luego de un frustrado casamiento en Buenos Aires, me anoté de inmediato.
No estaba de acuerdo con el Gobierno de facto y más aún porque en el tiempo que estuve en la capital del país, descubrí, gracias a la revista “Humor” los horrores que habían cometido y estaban cometiendo, y los que seguirían aplicando mientras estuvieran en el poder. Pero Malvinas era otra cosa.
Malvinas, para mí estaba fuera de su causa de perpetuidad en el poder. Era una causa de todos. Era un territorio recuperado al que había que poblar de argentinos, porque era la única manera de darle una identidad nacional. De lo contrario iba a seguir siendo un lugar extranjero, donde continuarían usando el Inglés como el idioma oficial y seguirían con sus costumbres británicas.
Tenía muy poca experiencia como periodista, pero me iba a ofrecer para trabajar en algún diario del lugar. De lo contrario, aceptaría cualquier tarea, con tal de hacer patria en un sitio tan frío, tan distante, pero a su vez tan nuestro.
Sin embargo, ningún viaje de civiles para instalarse en las islas pudo concretarse, debido a que los ingleses ganaron la batalla y volvieron desde el 14 de abril de 1982, a quedarse con el territorio argentino.
Han pasado 30 años de aquel sueño trunco de soberanía. La causa Malvinas es una herida abierta que sólo se cerrará cuando las islas vuelvan a ser argentinas.
Es una cuenta pendiente por los héroes olvidados. Por los errores cometidos para recuperarlas ante una fuerza militar insuperable como la británica. Y por la ambición desmedida de los dictadores que sólo pretendían permanecer por varios años en el poder.
No voy a contar la historia de la reconquista de las islas y la posterior pérdida, porque para eso están los que saben. Mi humilde homenaje es recordar lo vivido de manera personal, porque tuve un hermano que estuvo muy cerca de entrar en batalla, ya que estaba cumpliendo con el Servicio Militar Obligatorio.
Por haberle tocado la Fuerza Aérea, Ángel estaba destinado en el Aeropuerto Internacional de Jujuy, que se transformó en un sitio de suma importancia referente a los aviones que venían a colaborar con la lucha desde el exterior.
Esto significa que en casa, más allá de la alegría del principio por la recuperación de Malvinas, había un temor muy grande por la situación de mi hermano. Si bien él era apenas un soldado, con poca experiencia militar, podía tocarle ir a Malvinas, como le tocó a tantos chicos de 18 años, que apenas habían salido de la contención familiar y de pronto se vieron en medio de balas, disparando, matando y cayendo con el cuerpo destrozado.
Mi hermano volvía a casa todos los fines de semana y los lunes debía reportarse en el Aeropuerto. Así era su rutina. Hasta que en plena guerra de Malvinas, mi hermano no regresó un fin de semana porque tanto a él como a sus compañeros, los habían acuartelado.
Todos nos quedamos muy preocupados. Mi mamá más que nadie, porque su hijo preferido podía ser enviado a combate. Pero no existía, al menos hasta ese momento, la intención de un envío de tropas desde Jujuy.
La misión en la que estaban involucrados era muy secreta y para evitar que alguno de los chicos hablase de más en sus casas, se optó por no dejarlos salir. Además, a cada uno se le encomendó una tarea determinada.
Por Jujuy entraron los aviones cedidos por la Fuerza Aérea de Perú, país que tanto colaboró con la Argentina en ese momento tan difícil.
Para relatar lo que realmente sucedió en ese momento, voy a recurrir a lo que escribió mi hermano al respecto y que fue publicado por un medio de Estados Unidos. Esto es sólo una parte de su texto muy interesante:

"...El gobierno del presidente Fernando Belaunde Terry, incondicional aliado de la Argentina, junto a Venezuela, en una de las dos tríadas de poder sudamericano, fue más allá de cualquier declaración altisonante a favor de la causa Malvinas y envió ocho aviones Mirage III franceses, pero la historia se encargó de mantener en secreto por treinta años aquella ayuda, hasta hoy...
El Aeropuerto Internacional de la provincia de Jujuy (Argentina), se encuentra a más de 30 kilómetros de la ciudad capital San Salvador, en una zona húmeda y boscosa, y a escasos mil metros de la ciudad tabacalera de Perico. Para vigilar las instalaciones aeroportuarias, fui destinado como Policía Militar en aquel año 1982, mientras prestaba el Servicio Militar Obligatorio.
Aquella mañana de mayo, el jefe de la región aérea del noroeste argentino, recibió la orden directa del alto mando de la fuerza, para que organice el operativo de recepción: -¡Señor Vicecomodoro, los Mirage tendrán que ser recibidos en el Aeropuerto de Jujuy, porque nuestras brigadas aéreas están demasiado alejadas para ellos! Se sabía que Perú no contaba con hangares adecuados y que toda su flota aérea de combate se encontraba casi a la intemperie. Los aviones viajaron a baja altura para burlar a los satélites norteamericanos, y Bolivia operó como paso obligado para aquellos, ya que Chile era considerado un enemigo y casi se había ido a una guerra por las tres islas del Canal de Beagle, en la Navidad de 1979.
Para colaborar con las tareas de vigilancia del Escuadrón Jujuy de la Policía Aeronáutica, fueron enviados los cercanos escuadrones de Salta y Tucumán, alcanzando con ellos un poco más de 70 soldados, todos entre 19 y 28 años de edad y no de 18 como alguno dice por ahí. Para mantener el secreto de la operación, fuimos acuartelados y se cortó toda comunicación con nuestras familias. Contemporáneamente comenzaron a arribar los equipos de mantenimiento, pertrechos y logística de la Fuerza Aérea Argentina, que se encargarían de adecuar aquellos aviones en mal estado para enviarlos al Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS).
Mientras el conflicto bélico, comenzaba a cobrarse sus primeras víctimas, se produjo el arribo de los aviones peruanos. En una fría madrugada de mayo, el tronar de los motores rompió con el silencio imperante y me imagino que nadie debe haber podido dormir en la cercana Perico. Yo me encontraba de vigilancia con mi fusil FAL, en una solitaria playa de estacionamiento y me maravillaba de escuchar a aquellos bólidos descender uno a uno. Recuerdo que el único personal uniformado que se encontraba en el lugar y que no pertenecía a la Fuerza Aérea, era el jefe de inteligencia del ejército en Jujuy, Coronel J.T.
Durante los siete días que duró todo el procedimiento, primó la camaradería entre todos los actores. Mientras los soldados montábamos guardia, aprovechábamos para enterarnos de los secretos de los aviones de combate y, tanto los suboficiales mecánicos y artilleros, como los pilotos de guerra, nos desasnaban sobre aquellos. Hay muchas anécdotas, pero creo que la más hilarante fue aquella en la cual debido a nuestra poca experiencia en artillar aviones, confundimos los paracaídas de cola de los aviones, resguardados en tubos protectores, con misiles de combate, lo que produjo la burla de nuestros superiores. Tengo el honor de haber conocido a un piloto argentino que luego ofrendó su vida en el conflicto bélico.
….Y así como llegaron un día, los aviones se marcharon con el mismo rugir de sus motores, pero llevando los colores nacionales pintados en sus alas. Todos sabemos el resultado de la guerra, pero creo que este aporte del Perú, debe haber servido mucho a nuestra Fuerza Aérea. Varios meses después de finalizado el conflicto, se nos confió que todos los aviones peruanos habían sido derribados en combate.
Este es mi humilde homenaje a todos los caídos en el conflicto por las Islas Malvinas".

Entre lo positivo de aquella locura de un borracho con sed de grandeza, puedo destacar la hermanad que se dio en el país. Nos olvidamos por un momento de las diferencias entre las diferentes ideologías. Nos sentíamos dispuestos a darlo todo por la patria.
Por eso la gente fue tan generosa el día que se hizo en el viejo ATC, "Las 24 horas por Malvinas", que condujeron Pinky y Cacho Fontana. Dinero, alhajas, ropa, comida, frazadas y un montón de donativos destinados a los soldados, todo servía. Pero lamentablemente nunca les llegaron. ¿Dónde quedaron esas cosas?, vaya uno a saber. Porque los chicos en el sur sufrieron el frío y el hambre, como si nadie se hubiera acordado de ellos.
También fue positivo para los músicos argentinos, que se prohibiera la difusión de música cantada en inglés. Esto posibilitó que León Gieco, Raúl Porchetto, Charly García, Luís Alberto Spinetta, Alejandro Lerner, Piero, Miguel Cantilo, Litto Nebbia, Pappo y un montón más, coparan la parada. Y algunos, hasta se dieron el lujo de contar con ironía lo que pasaba en el país oprimido por la Dictadura Militar.
Charly por ejemplo, habló de los "dinosaurios" y de que "no bombardeen Buenos Aires". Y los que entendimos su mensaje solapado, no hicimos más que aplaudir su "travesura".
Lo negativo de la guerra fue la ignorancia y en algunos casos el desprecio, hacia los chicos cuando volvieron de la guerra. Como si ellos también hubieran tenido la culpa de la invasión a las islas. ¿Eran culpables por no contar con el entrenamiento y la preparación adecuados para librar un combate con una potencia militar como la del Reino Unido?. Claro que no.
Fue tanto el sufrimiento de algunos, que los que no perdieron la vida en las islas, se las quitaron ellos mismos. Los suicidios, lamentables, se produjeron en distintos puntos del país. Pero con el tiempo dejaron de ser noticia. Los ex combatientes se convirtieron en "kelpers" argentinos. Tuvieron que pasar varios años para que se volviera a considerar su valentía, su sufrimiento y su entrega por la patria.
Es muy difícil que los ingleses devuelvan las islas. Ellos se aprovechan de las riquezas del mar, como la pesca y el petróleo. Y aunque Argentina gaste papeles en comunicados y palabras en los discursos ante las Naciones Unidas, no van a aceptar ni siquiera dialogar. Se creen los dueños y lo dicen sin inmutarse.
A 30 años de aquella locura que llevó a la muerte a tantos jóvenes, mis respetos a su memoria, mi solidaridad con los heridos, mi homenaje a los héroes y mi repudio al gobierno inglés, con alma de pirata, a pesar del paso de los años.
¡Salud, Malvinas, a pesar de todo, por siempre argentinas!.

domingo, 25 de marzo de 2012

HACE 36 AÑOS COMENZÓ UNA HISTORIA NEGRA





El peor de los gobiernos democráticos será siempre mejor que una dictadura...
El 24 de marzo de 1976 comenzó una historia negra en la Argentina, de la cual tardé unos dos o tres años en tomar conciencia.
Yo era una adolescente que no tenía idea ni del llamado "Proceso de Reorganización Nacional", como bautizaron los militares a su genocidio, ni tampoco de la llamada "Guerra Sucia", como se llamó a la guerra en los montes tucumanos y en todos aquellos lugares donde prevalecía el factor sorpresa para matar.
Si bien iba a un colegio donde tenía varias compañeras hijas de militares, nunca hablábamos de eso. El tema político no entraba en nuestras conversaciones.
A mí me caían bien Evita y Perón, pero no Isabelita. Me daba la impresión de ser una mujer muy inútil para un cargo tan enorme como la Presidencia de la Argentina, un ser débil, dominado por un tipo nefasto como lo era López Rega. Pero hasta ahí.
Es más, cuando María Estela Martínez de Perón fue derrocada por los militares, el 24 de marzo de 1976, nosotros como estudiantes, lo vivimos con cierta alegría. No porque estuviéramos contentos por lo sucedido, sino porque no tuvimos clase por tres días.
Con mi familia vivíamos en Centro Forestal, un barrio alejado, en medio de un bosque de eucaliptos, habitado por trabajadores de la fábrica militar Altos Hornos Zapla, con sede en Palpalá. Mi papá era un obrero y le habían asignado un departamento de tres ambientes, planta baja con patio, en un monoblock, donde pasé toda mi infancia y adolescencia, y del cual nunca me olvidaré.
La tranquilidad del lugar contrastaba con las dificultades para viajar hasta la capital provincial. Siempre había que tomar dos micros y por ende, teníamos que salir muy temprano para estar en hora en el colegio.
Yo estaba en cuarto año del Colegio Nuestra Señora del Huerto y mi hermano Ángel estaba en primer año en el Colegio del Salvador, ambos religiosos. Jaño iba todavía a la Primaria y su escuela, para bien de él, le quedaba a un paso de casa.
Como todas las madrugadas, ese miércoles 24 de marzo fuimos con mi hermano a la parada del colectivo que nos llevaba a la Terminal de Palpalá y de ahí debíamos hacer el trasbordo al micro escolar que nos dejaba en cada escuela en la ciudad de Jujuy.
Hasta que de pronto, cuando faltaban pocos minutos para la llegada del colectivo, un hombre que estaba escuchando la radio, comentó en voz alta: "Hubo un golpe de estado".
Todos los que estaban allí se quedaron mudos. Seguramente porque ya habían vivido otros golpes de estado. Nosotros también, pero por la simple ignorancia de no saber qué consecuencias podría tener ese cambio brusco de mando del Poder Ejecutivo.
No era nuestra intención suspender nuestra asistencia a clase. Entonces el mismo hombre de la radio, nos dijo que no vayamos a la escuela porque habían anunciado que "habría asueto hasta el próximo lunes".
Con mi hermano nos miramos y nos preguntamos ¿qué hacemos?, y ¿si no es verdad?. Sin embargo, el hombre seguía insistiendo: "No hay clase, chicos, no vayan, es muy peligroso y además se van a tener que volver de más lejos".
Nos pareció que no podía mentir con un tema tan serio. Le hicimos caso y antes que llegara el colectivo, nos volvimos a casa, donde mi mamá ya había escuchado en la radio la noticia del golpe de estado. Y se había preocupado, al pensar que nosotros habíamos viajado igual.
Hasta que terminé el colegio, todo lo relacionado con el gobierno de facto, no tenía en mí ninguna importancia. No sabía que hubiera "desaparecidos". Es que no teníamos a nadie ligado ni con la guerrilla, ni con los militares, que nos pudiera informar o hacernos entender que se estaba viviendo un momento terrible.
Hubo un hecho que podría haberme obligado a pensar que "algo raro" sucedía. Pero como era muy cercano, no lo tuve en cuenta.
En la casa pegada a la nuestra, llegó a vivir una pareja con dos hijos. El chico, que tenía más o menos la edad de mis hermanos, comenzó a venir todos los días a jugar y a mirar televisión. Y casi siempre se quedaba a tomar la merienda con nosotros.
Su papá había entrado a trabajar en Altos Hornos Zapla, sólo que sus intenciones no eran la de radicarse con su familia y progresar en la medida de lo posible. Todo lo contrario. Su intención era destruir la fábrica militar.
No es exagerado lo que digo. El hombre integraba un grupo de revolucionarios, que no sé a qué partido o signo político respondían. Pero habían planeado hacer explotar Altos Hornos Zapla, sin considerar que el 80 o tal vez el 90 por ciento de los empleados que allí trabajaban eran civiles y entre ellos estaba mi papá.
Su esposa, al parecer desconocía los planes de su pareja. Porque un día, con absoluta ingenuidad, le contó a mi mamá que su marido "se había comprado una carabina". Y hasta le comentó sorprendida: "¿para qué querrá esa carabina?".
Finalmente, el plan no pudo llevarse a cabo, porque fue frustrado por la policía y todos terminaron presos. Vale decir que mi vecino la sacó barata. Podría haber sido otro desaparecido. Sin embargo, estuvo un tiempo preso y después lo dejaron libre, con la única condición que se fuera del país. Lo último que supimos es que se radicó con su familia primero en Chile y luego en México.
Si la explosión se hubiera concretado y me quedaba sin padre por culpa del vecino, a la distancia no sé de qué bando me hubiera puesto. Tal vez en el momento me hubiera inclinado por los capos de la fábrica. Pero como soy una defensora de la no violencia y amante de la Democracia, a la larga iba a comprender que los peores eran los genocidas que destruyeron el país.
Más allá de esa historia de la que mi mamá se encargó de quitarle dramatismo para no asustarnos, los primeros indicios que me hicieron bajar del limbo, me los dio un ex novio. Era un rebelde, de ideas de Izquierda, aunque no participaba en política. Fue él quien primero me dijo que "los militares estaban matando a los que se llevaban detenidos".
Además de hacerme conocer el rock, me hizo escuchar a artistas como Mercedes Sosa. Y a eso siempre se lo agradeceré, porque esa música que estaba prohibida y había que escucharla a escondidas, me abrió la cabeza y la elegí de por vida.
Cuando vine a Buenos Aires a estudiar Periodismo en 1979, terminé de comprender lo que pasaba en la Argentina. No fueron personas allegadas las que me lo contaron, sino que se lo debo a la Revista Humor. Ese grupo de periodistas talentosos que allí escribía, los reportajes a gente interesante, el humor inteligente para eludir la censura, la denuncia constante, todo eso lo asimilé para madurar con la realidad.
Después de haber leído hace muchos años la carta que con una valentía impresionante le escribió al presidente de facto Jorge Rafael Videla y que le costó la desaparición y luego la muerte, es que elijo para esta recordación de siete largos años de Dictadura, a Rodolfo Walsh, como un símbolo de lucha de aquellos años duros. Y los invito a leer su prosa clara, contundente y maravillosa.

"Carta Abierta de un escritor a la Junta Militar

1. La censura de prensa, la persecución a intelectuales, el allanamiento de mi casa en el Tigre, el asesinato de amigos queridos y la pérdida de una hija que murió combatiéndolos, son algunos de los hechos que me obligan a esta forma de expresión clandestina después de haber opinado libremente como escritor y periodista durante casi treinta años.
El primer aniversario de esta Junta Militar ha motivado un balance de la acción de gobierno en documentos y discursos oficiales, donde lo que ustedes llaman aciertos son errores, los que reconocen como errores son crímenes y lo que omiten son calamidades.
El 24 de marzo de 1976 derrocaron ustedes a un gobierno del que formaban parte, a cuyo desprestigio contribuyeron como ejecutores de su política represiva, y cuyo término estaba señalado por elecciones convocadas para nueve meses más tarde. En esa perspectiva lo que ustedes liquidaron no fue el mandato transitorio de Isabel Martínez sino la posibilidad de un proceso democrático donde el pueblo remediara males que ustedes continuaron y agravaron.
Ilegítimo en su origen, el gobierno que ustedes ejercen pudo legitimarse en los hechos recuperando el programa en que coincidieron en las elecciones de 1973 el ochenta por ciento de los argentinos y que sigue en pie como expresión objetiva de la voluntad del pueblo, único significado posible de ese "ser nacional" que ustedes invocan tan a menudo.
Invirtiendo ese camino han restaurado ustedes la corriente de ideas e intereses de minorías derrotadas que traban el desarrollo de las fuerzas productivas, explotan al pueblo y disgregan la Nación. Una política semejante sólo puede imponerse transitoriamente prohibiendo los partidos, interviniendo los sindicatos, amordazando la prensa e implantando el terror más profundo que ha conocido la sociedad Argentina.

2. Quince mil desaparecidos, diez mil presos, cuatro mil muertos, decenas de miles de desterrados son la cifra desnuda de ese terror.
Colmadas las cárceles ordinarias, crearon ustedes en las principales guarniciones del país virtuales campos de concentración donde no entra ningún juez, abogado, periodista, observador internacional. El secreto militar de los procedimientos, invocado como necesidad de la investigación, convierte a la mayoría de las detenciones en secuestros que permiten la tortura sin límite y el fusilamiento sin juicio.
Más de siete mil recursos de hábeas corpus han sido contestados negativamente este último año. En otros miles de casos de desaparición el recurso ni siquiera se ha presentado porque se conoce de antemano su inutilidad o porque no se encuentra abogado que ose presentarlo después que los cincuenta o sesenta que lo hacían fueron a su turno secuestrados.
De este modo han despojado ustedes a la tortura de su límite en el tiempo. Como el detenido no existe, no hay posibilidad de presentarlo al juez en diez días según manda un ley que fue respetada aún en las cumbres represivas de anteriores dictaduras.
La falta de límite en el tiempo ha sido complementada con la falta de límite en los métodos, retrocediendo a épocas en que se operó directamente sobre las articulaciones y las vísceras de las víctimas, ahora con auxiliares quirúrgicos y farmacológicos de que no dispusieron los antiguos verdugos. El potro, el torno, el despellejamiento en vida, la sierra de los inquisidores medievales reaparecen en los testimonios junto con la picana y el "submarino", el soplete de las actualizaciones contemporáneas.
Mediante sucesivas concesiones al supuesto de que el fin de exterminar a la guerrilla justifica todos los medios que usan, han llegado ustedes a la tortura absoluta, intemporal, metafísica en la medida que el fin original de obtener información se extravía en las mentes perturbadas que la administran para ceder al impulso de machacar la sustancia humana hasta quebrarla y hacerle perder la dignidad que perdió el verdugo, que ustedes mismos han perdido.

3. La negativa de esa Junta a publicar los nombres de los prisioneros es asimismo la cobertura de una sistemática ejecución de rehenes en lugares descampados y horas de la madrugada con el pretexto de fraguados combates e imaginarias tentativas de fuga.
Extremistas que panfletean el campo, pintan acequias o se amontonan de a diez en vehículos que se incendian son los estereotipos de un libreto que no está hecho para ser creído sino para burlar la reacción internacional ante ejecuciones en regla mientras en lo interno se subraya el carácter de represalias desatadas en los mismos lugares y en fecha inmediata a las acciones guerrilleras.
Setenta fusilados tras la bomba en Seguridad Federal, 55 en respuesta a la voladura del Departamento de Policía de La Plata, 30 por el atentado en el Ministerio de Defensa, 40 en la Masacre del Año Nuevo que siguió a la muerte del coronel Castellanos, 19 tras la explosión que destruyó la comisaría de Ciudadela forman parte de 1.200 ejecuciones en 300 supuestos combates donde el oponente no tuvo heridos y las fuerzas a su mando no tuvieron muertos.
Depositarios de una culpa colectiva abolida en las normas civilizadas de justicia, incapaces de influir en la política que dicta los hechos por los cuales son reprimidos, muchos de esos rehenes son delegados sindicales, intelectuales, familiares de guerrilleros, opositores no armados, simples sospechosos a los que se mata para equilibrar la balanza de las bajas según la doctrina extranjera de "cuenta-cadáveres" que usaron los SS en los países ocupados y los invasores en Vietnam.
El remate de guerrilleros heridos o capturados en combates reales es asimismo una evidencia que surge de los comunicados militares que en un año atribuyeron a la guerrilla 600 muertos y sólo 10 ó 15 heridos, proporción desconocida en los más encarnizados conflictos. Esta impresión es confirmada por un muestreo periodístico de circulación clandestina que revela que entre el 18 de diciembre de 1976 y el 3 de febrero de 1977, en 40 acciones reales, las fuerzas legales tuvieron 23 muertos y 40 heridos, y la guerrilla 63 muertos.
Más de cien procesados han sido igualmente abatidos en tentativas de fuga cuyo relato oficial tampoco está destinado a que alguien lo crea sino a prevenir a la guerrilla y Ios partidos de que aún los presos reconocidos son la reserva estratégica de las represalias de que disponen los Comandantes de Cuerpo según la marcha de los combates, la conveniencia didáctica o el humor del momento.
Así ha ganado sus laureles el general Benjamín Menéndez, jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, antes del 24 de marzo con el asesinato de Marcos Osatinsky, detenido en Córdoba, después con la muerte de Hugo Vaca Narvaja y otros cincuenta prisioneros en variadas aplicaciones de la ley de fuga ejecutadas sin piedad y narradas sin pudor.
El asesinato de Dardo Cabo, detenido en abril de 1975, fusilado el 6 de enero de 1977 con otros siete prisioneros en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército que manda el general Suárez Masson, revela que estos episodios no son desbordes de algunos centuriones alucinados sino la política misma que ustedes planifican en sus estados mayores, discuten en sus reuniones de gabinete, imponen como comandantes en jefe de las 3 Armas y aprueban como miembros de la Junta de Gobierno.

4. Entre mil quinientas y tres mil personas han sido masacradas en secreto después que ustedes prohibieron informar sobre hallazgos de cadáveres que en algunos casos han trascendido, sin embargo, por afectar a otros países, por su magnitud genocida o por el espanto provocado entre sus propias fuerzas.
Veinticinco cuerpos mutilados afloraron entre marzo y octubre de 1976 en las costas uruguayas, pequeña parte quizás del cargamento de torturados hasta la muerte en la Escuela de Mecánica de la Armada, fondeados en el Río de la Plata por buques de esa fuerza, incluyendo el chico de 15 años, Floreal Avellaneda, atado de pies y manos, "con lastimaduras en la región anal y fracturas visibles" según su autopsia.
Un verdadero cementerio lacustre descubrió en agosto de 1976 un vecino que buceaba en el Lago San Roque de Córdoba, acudió a la comisaría donde no le recibieron la denuncia y escribió a los diarios que no la publicaron.
Treinta y cuatro cadáveres en Buenos Aires entre el 3 y el 9 de abril de 1976, ocho en San Telmo el 4 de julio, diez en el Río Luján el 9 de octubre, sirven de marco a las masacres del 20 de agosto que apilaron 30 muertos a 15 kilómetros de Campo de Mayo y 17 en Lomas de Zamora.
En esos enunciados se agota la ficción de bandas de derecha, presuntas herederas de las 3 A de López Rega, capaces dc atravesar la mayor guarnición del país en camiones militares, de alfombrar de muertos el Río de la Plata o de arrojar prisioneros al mar desde los transportes de la Primera Brigada Aérea, sin que se enteren el general Videla, el almirante Massera o el brigadier Agosti.
Las 3 A son hoy las 3 Armas, y la Junta que ustedes presiden no es el fiel de la balanza entre "violencias de distintos signos" ni el árbitro justo entre "dos terrorismos", sino la fuente misma del terror que ha perdido el rumbo y sólo puede balbucear el discurso de la muerte.
La misma continuidad histórica liga el asesinato del general Carlos Prats, durante el anterior gobierno, con el secuestro y muerte del general Juan José Torres, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruíz y decenas de asilados en quienes se ha querido asesinar la posibilidad de procesos democráticos en Chile, Boliva y Uruguay.
La segura participación en esos crímenes del Departamento de Asuntos Extranjeros de la Policía Federal, conducido por oficiales becados de la CIA a través de la AID, como los comisarios Juan Gattei y Antonio Gettor, sometidos ellos mismos a la autoridad de Mr. Gardener Hathaway, Station Chief de la CIA en Argentina, es semillero de futuras revelaciones como las que hoy sacuden a la comunidad internacional que no han de agotarse siquiera cuando se esclarezcan el papel de esa agencia y de altos jefes del Ejército, encabezados por el general Menéndez, en la creación de la Logia Libertadores de América, que reemplazó a las 3 A hasta que su papel global fue asumido por esa Junta en nombre de las 3 Armas.
Este cuadro de exterminio no excluye siquiera el arreglo personal de cuentas como el asesinato del capitán Horacio Gándara, quien desde hace una década investigaba los negociados de altos jefes de la Marina, o del periodista de "Prensa Libre" Horacio Novillo apuñalado y calcinado, después que ese diario denunció las conexiones del ministro Martínez de Hoz con monopolios internacionales.
A la luz de estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal".

5. Estos hechos, que sacuden la conciencia del mundo civilizado, no son sin embargo los que mayores sufrimientos han traído al pueblo argentino ni las peores violaciones de los derechos humanos en que ustedes incurren. En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada.
En un año han reducido ustedes el salario real de los trabajadores al 40%, disminuido su participación en el ingreso nacional al 30%, elevado de 6 a 18 horas la jornada de labor que necesita un obrero para pagar la canasta familiar, resucitando así formas de trabajo forzado que no persisten ni en los últimos reductos coloniales. Congelando salarios a culatazos mientras los precios suben en las puntas de las bayonetas, aboliendo toda forma de reclamación colectiva, prohibiendo asambleas y comisiones internas, alargando horarios, elevando la desocupación al récord del 9% prometiendo aumentarla con 300.000 nuevos despidos, han retrotraído las relaciones de producción a los comienzos de la era industrial, y cuando los trabajadores han querido protestar los han calificados de subversivos, secuestrando cuerpos enteros de delegados que en algunos casos aparecieron muertos, y en otros no aparecieron.
Los resultados de esa política han sido fulminantes. En este primer año de gobierno el consumo de alimentos ha disminuido el 40%, el de ropa más del 50%, el de medicinas ha desaparecido prácticamente en las capas populares. Ya hay zonas del Gran Buenos Aires donde la mortalidad infantil supera el 30%, cifra que nos iguala con Rhodesia, Dahomey o las Guayanas; enfermedades como la diarrea estival, las parasitosis y hasta la rabia en que las cifras trepan hacia marcas mundiales o las superan. Como si esas fueran metas deseadas y buscadas, han reducido ustedes el presupuesto de la salud pública a menos de un tercio de los gastos militares, suprimiendo hasta los hospitales gratuitos mientras centenares de médicos, profesionales y técnicos se suman al éxodo provocado por el terror, los bajos sueldos o la "racionalización".
Basta andar unas horas por el Gran Buenos Aires para comprobar la rapidez con que semejante política la convirtió en una villa miseria de diez millones de habitantes. Ciudades a media luz, barrios enteros sin agua porque las industrias monopólicas saquean las napas subterráneas, millares de cuadras convertidas en un solo bache porque ustedes sólo pavimentan los barrios militares y adornan la Plaza de Mayo , el río más grande del mundo contaminado en todas sus playas porque los socios del ministro Martínez de Hoz arrojan en él sus residuos industriales, y la única medida de gobierno que ustedes han tomado es prohibir a la gente que se bañe.
Tampoco en las metas abstractas de la economía, a las que suelen llamar "el país", han sido ustedes más afortunados. Un descenso del producto bruto que orilla el 3%, una deuda exterior que alcanza a 600 dólares por habitante, una inflación anual del 400%, un aumento del circulante que en solo una semana de diciembre llegó al 9%, una baja del 13% en la inversión externa constituyen también marcas mundiales, raro fruto de la fría deliberación y la cruda inepcia.
Mientras todas las funciones creadoras y protectoras del Estado se atrofian hasta disolverse en la pura anemia, una sola crece y se vuelve autónoma. Mil ochocientos millones de dólares que equivalen a la mitad de las exportaciones argentinas presupuestados para Seguridad y Defensa en 1977, cuatro mil nuevas plazas de agentes en la Policía Federal, doce mil en la provincia de Buenos Aires con sueldos que duplican el de un obrero industrial y triplican el de un director de escuela, mientras en secreto se elevan los propios sueldos militares a partir de febrero en un 120%, prueban que no hay congelación ni desocupación en el reino de la tortura y de la muerte, único campo de la actividad argentina donde el producto crece y donde la cotización por guerrillero abatido sube más rápido que el dólar.

6. Dictada por el Fondo Monetario Internacional según una receta que se aplica indistintamente al Zaire o a Chile, a Uruguay o Indonesia, la política económica de esa Junta sólo reconoce como beneficiarios a la vieja oligarquía ganadera, la nueva oligarquía especuladora y un grupo selecto de monopolios internacionales encabezados por la ITT, la Esso, las automotrices, la U.S.Steel, la Siemens, al que están ligados personalmente el ministro Martínez de Hoz y todos los miembros de su gabinete. Un aumento del 722% en los precios de la producción animal en 1976 define la magnitud de la restauración oligárquica emprendida por Martínez de Hoz en consonancia con el credo de la Sociedad Rural expuesto por su presidente Celedonio Pereda: "Llena de asombro que ciertos grupos pequeños pero activos sigan insistiendo en que los alimentos deben ser baratos".
El espectáculo de una Bolsa de Comercio donde en una semana ha sido posible para algunos ganar sin trabajar el cien y el doscientos por ciento, donde hay empresas que de la noche a la mañana duplicaron su capital sin producir más que antes, la rueda loca de la especulación en dólares, letras, valores ajustables, la usura simple que ya calcula el interés por hora, son hechos bien curiosos bajo un gobierno que venía a acabar con el "festín de los corruptos".
Desnacionalizando bancos se ponen el ahorro y el crédito nacional en manos de la banca extranjera, indemnizando a la ITT y a la Siemens se premia a empresas que estafaron al Estado, devolviendo las bocas de expendio se aumentan las ganancias de la Shell y la Esso, rebajando los aranceles aduaneros se crean empleos en Hong Kong o Singapur y desocupación en la Argentina. Frente al conjunto de esos hechos cabe preguntarse quiénes son los apátridas de los comunicados oficiales, dónde están los mercenarios al servicio de intereses foráneos, cuál es la ideología que amenaza al ser nacional.

Si una propaganda abrumadora, reflejo deforme de hechos malvados no pretendiera que esa Junta procura la paz, que el general Videla defiende los derechos humanos o que el almirante Massera ama la vida, aún cabría pedir a los señores Comandantes en Jefe de las 3 Armas que meditaran sobre el abismo al que conducen al país tras la ilusión de ganar una guerra que, aún si mataran al último guerrillero, no haría más que empezar bajo nuevas formas, porque las causas que hace más de veinte años mueven la resistencia del pueblo argentino no estarán desaparecidas sino agravadas por el recuerdo del estrago causado y la revelación de las atrocidades cometidas.

Estas son las reflexiones que en el primer aniversario de su infausto gobierno he querido hacer llegar a los miembros de esa Junta, sin esperanza de ser escuchado, con la certeza de ser perseguido, pero fiel al compromiso que asumí hace mucho tiempo de dar testimonio en momentos difíciles.
Rodolfo Walsh. - C.I. 2845022
Buenos Aires, 24 de marzo de 1977".

sábado, 17 de marzo de 2012

ENIGMÁTICO 4

No puedo confirmar cuándo comenzó el romance prohibido, pero que existió, existió. Y casi nadie se enteró.
Ellos trabajaron juntos en una película en 1968. Tal vez allí se inició la amistad. Siempre prohibida, porque ellos tenían sus respectivos matrimonios, con hijos.
Aunque también podría haber empezado, cuando volvieron a encontrarse en 1984, para la filmación de la que fue una exitosa película.
Yo supe de esa historia en esa época. Me la contó una importante productora de televisión, de la cual me había hecho amiga, de tanto visitar los distintos canales. Y gracias a sus datos, pude comprobarlo en persona.
Me tocó hacerle un reportaje a Juan Carlos Mareco en Canal 13, cuando él hacía el programa "Cordialmente". Ese día, mientras esperaba que "Pinocho" terminara su tarea para comenzar con la nota, llegaron los amantes para ser entrevistados por él.
No puedo asegurar que hayan llegado en el mismo auto al canal, pero cuando se retiraron, le dije a mi fotógrafo que iba al baño y los seguí de manera sigilosa, y los vi marcharse juntos. Pero eso no fue lo único que me confirmó su relación, sino que en tanto esperaban ser entrevistados por Mareco, ellos charlaban a un costado, mirándose de una manera especial y pese a que no alcanzaba a escuchar de qué hablaban, daban a entender que eran temas muy personales, que iban más allá de unos simples compañeros de trabajo.
De él era esperable "una cana al aire". A pesar de su supuesta seriedad, de aparecer en las revistas siempre con su esposa y sus hijas, hablando maravillas de su vida familiar, el hombre tenía sus "escapadas". Y no sólo con la protagonista de este Enigmático. La más sonada es con una modelo, vedette y actriz, muy linda, con quien fue descubierto en un camarín improvisado en Canal 9. Los técnicos pudieron espiarlos, mientras ella se encontraba arrodillada y agachada, justo donde a él se le había abierto la bragueta...De allí salió el apodo de la chica de "clarinetista", del cual nunca logró desprenderse.
De la señora, ni en ese momento, ni ahora, nadie podría atreverse a relacionarla con las llamadas "rompe hogares". Su imagen de esposa y madre ejemplar, era intocable.
Desconozco si además de la productora de televisión, que los vio varias veces juntos, algunos periodistas se enteraron de este romance. Porque si lo hicieron, o no lo creyeron, o no se animaron a contarlo por respeto a las respectivas familias. Es que en esa época, los periodistas tenían código y se reservaban las historias más escabrosas, que podían dañar a terceros.
Yo tampoco lo publiqué. Me dio pena, sobre todo por el marido de ella, un señor muy talentoso, maestro de maestros, brillante en el mundo del teatro y con problemas de salud.
Seguramente la relación no prosperó con el paso de los años. Tuvieron todo a su favor para blanquearla. Él se separó de la actriz, pero no la eligió a ella, sino que se casó con una mujer mucho más joven. Y la señora quedó viuda y no se le conoció otra pareja.

viernes, 9 de marzo de 2012

LA CARAVANA DE LOS HINCHAS DE SAN LORENZO




Mi papá Pedro, mi hermano Ángel, mi abuelo Pedro, ex novios, amigos, compañeros de trabajo, Edgardo, el hijo de mi padrino Cecilio, un actor como Viggo Mortensen que me cae muy bien por andar con su banderita azulgrana por el mundo, todos son hinchas de San Lorenzo de Almagro.
Será por eso, que pese a mi corazón riverplatense, no pude evitar sentirme conmovida ante la multitudinaria caravana que hicieron a la Plaza de Mayo los hinchas del club de Boedo el 8 de marzo, desde las 17.30.
Una marcha de 110 mil personas para los organizadores y 65 mil para los medios, en apoyo a la restitución histórica del predio de avenida La Plata al 1700, donde estaba el viejo "gasómetro" y donde desde 1985 hay un supermercado Carrefour.
Era la cuarta caravana, pero fue la que más hinchas llevó. Tal vez por un desafío para los que decían que "no iba a ir nadie". Es que a nivel futbolístico las cosas andan tan mal, en la cornisa de volver a caer a la "B", que pensar en la falta de apoyo era inevitable.
Sin embargo, los "cuervos" se mandaron una marcha impresionante que les tapó la boca a los agoreros.
Tuve la fortuna de ser testigo de la movilización de unos 200 micros, cientos de autos, motos, bicicletas y hasta gente de a pie, desde lo alto del edificio donde vivo, sobre la avenida San Juan. Y las pruebas están a la vista, a través de las imágenes que registré y que adornan este relato.
La intención de los hinchas de retornar al lugar del viejo estadio es muy valedera. Además, se han encargado a lo largo de estos años de ir comprando las propiedades vecinas al supermercado. Algo así como "ir rodeando la manzana".
Pese a tanto esfuerzo, los de Carrefour no tienen ninguna intención de irse de allí. Todo lo contrario. Según lo publicado en las últimas horas, tienen pensado invertir unos 350 millones de pesos en el presente año, para levantar un hipermercado con shopping, juegos y no sé cuántas más atracciones. Imposible entonces que levanten vuelo.
Esto mismo que ya se difunde de manera oficial, lo escuché a fines del año pasado en la sucursal Boedo de Carrefour, donde suelo comprar de vez en cuando.
Una cajera lo hablaba con una clienta y como yo estaba en la cola, no pude evitar escucharlo. La empleada le contaba que extrañaba su lugar de trabajo en la sucursal de la avenida La Plata. Todos los empleados habían sido repartidos en las distintas sucursales, mientras continuaran las tareas de construcción de un gigantesco centro comercial y a ella le había tocado allí.
La movida del jueves 8 de marzo fue emotiva, desbordante, se ganó la tapa de la mayoría de los diarios, estuvo en todos los noticieros, pero ¿sirvió para que Carrefour decida irse?. Vaya uno a saber.
Aunque el proyecto presentado en noviembre de 2010 por la Subcomisión del Hincha sigue su curso en la Legislatura Porteña, la batalla es muy difícil. Por eso es admirable la actitud de la gente que dejó su casa, su trabajo, su escuela, para embarcarse en la ruidosa caravana del retorno.
Pero como la esperanza es lo último que se pierde, quien les dice que el sueño algún día se les convierta en realidad...

sábado, 3 de marzo de 2012

"DÍA DE LA RAZA"

"Día de la raza", así es como bautizó esta foto mi amiga Marisa Cortez. Ella rubia, piel blanca leche, difícil de tostar, y yo, morocha, y encima con todo el bendito sol a cuestas.
Mejor definición que esa, imposible.
Nos la sacaron en Mar del Plata en el verano de 1984, en el último Operativo Verano de la Editorial Perfil que compartimos, porque a mediados de ese año, la empresa decidió mi partida involuntaria. Pero por suerte, no cortó la amistad con Marisa.
La foto fue en un restaurante del puerto, donde fuimos una noche invitadas por Francisco "Pancho" Loiácono, que había sido mi jefe en la revista "Casos" y que en ese verano, le habían encomendado la dirección general del operativo de la editorial.
La invitación a comer pescado y otros frutos del mar, incluyó al resto de los compañeros. Salvo los que debían cumplir con la guardia nocturna, que consistía en la recorrida por los teatros, algunos restaurantes elegidos por la farándula y más tarde los boliches, donde siempre era posible descubrir algún romance.
Recuerdo que además de reirnos mucho, disfrutamos de una rica comida, más rica todavía porque no tuvimos que poner ni un centavo.
Lo que más gracia nos causó fue la actitud de Loiácono. Probó todo tipo de pescados y mariscos, una cena como para dos o tres personas, pero en este caso toda para él. Sin embargo, cuando llamó al mozo para pedirle un postre, le preguntó: "¿no tendrá algo dietético, porque estoy a régimen?". Las risas de la mesa resonaron en el resto del restaurante.
Con Marisa afianzamos ese verano una amistad que continúa hasta ahora, pese a que hace muchos años que no nos vemos y sólo estamos comunicadas a través de Facebook. Mi amiga se casó con Pablo, el amor de su vida, a quien conozco, y formó una hermosa familia con cuatro hijos, a quienes lamentablemente sólo conozco por fotos.
Aunque nunca se lo dije, ella fue un sostén muy importante para mí en esos primeros años como periodista en Buenos Aires. Yo estaba lejos de mi familia, luchando por hacerme de un lugar en los medios y soñando con el "príncipe azul" que se enamorara de mí tanto como yo de él.
Fue mi paño de lágrimas en los malos momentos, como así también creo haberle ofrecido mi hombro para llorar en algunos instantes de infelicidad. Debe ser por eso que solía llamarme "Santa Yayi de Humahuaca". Pero lo fundamental es que siempre tratamos de divertimos juntas.
Marisa tenía muchísima más suerte que yo en cuestiones amorosas. Mientras yo lloraba en los rincones por los amores no correspondidos, ella tenía a varios hombres a sus pies. Los caballeros morían por la rubia de ojos celestes, talentosa, bastante extrovertida y que cantaba lindo.
En ese verano en Mar del Plata, en medio del intenso trabajo, nos hicimos del espacio necesario para pasarla bien. Generalmente era en la hora del almuerzo o de la cena, o en ambos. Pero era en la terminal de ómnibus donde montábamos un show por el que llorábamos de risa.
La editorial solía hacer un recambio de periodistas cada 15 o 20 días, o un mes, y a la persona que se iba, nosotras íbamos a despedirla a la terminal. Lo mejor era cuando se trataba de un varón, porque le hacíamos escenas de celos y de abandono, que el pobre se quería matar, o al menos, alejarse cuanto antes de "ese par de locas".
Una vez me tocó a mí ser la receptora de una de esas bromas. En la editorial me habían dado un permiso de menos de una semana para que viniera a Buenos Aires a ver a mi mamá, que había viajado especialmente de Jujuy.
Marisa fue con Felipe, un periodista muy agradable, que solía prenderse en nuestras travesuras, aunque él también había sido víctima una vez que tuvo que volver un par de días a Buenos Aires.
Aquella vez, yo hice el papel de la mujer abandonada. Y encima ¡embarazada!. A los gritos le pedía de rodillas que no se fuera, que tenía un hijo de él en mi vientre. Si bien al principio Felipe se lo bancó, comenzó a sentirse incómodo a partir de las miradas de desprecio de la gente, que dio por cierta la historia. Me imagino que la partida del micro lo salvó de ser linchado, mientras con Marisa nos fuimos de la terminal con dolor de barriga de tanto reirnos.
Felipe se vengó de mí haciéndose el Romeo. Me pedía por favor que "no me fuera". Y la gente observaba el "amor obsesivo" de ese muchacho, a quien teóricamente yo dejaba abandonado.
En el micro me tocó una chica de compañera de asiento, que minutos antes se había despedido con lágrimas en los ojos de su novio, a quien no vería por un tiempo. Al comparar su dolor genuino con mi locura y la de mis amigos, a mí me dio vergüenza nuestra parodia. Entonces cuando el micro partió, quedando mis amigos con llantos a los gritos por una tristeza inexistente, lo primero que me salió fue decirle a la joven: "eso es todo mentira, yo vuelvo en dos días y el chico que llora por mí, no es mi novio ni nada que se le parezca". Y ella se rió. Como los demás, había llegado a creerse la historia.
Marisa vivía en Adrogué y estaba un poco cansada de tener que trasladarse todos los días a la ciudad de Buenos Aires. La situación se volvía además preocupante cuando debía cubrir alguna nota tarde en la noche. También pretendía una independencia de su familia, para vivir su vida en absoluta libertad.
Yo alquilaba por entonces un departamento de un ambiente dividido en el barrio de Recoleta, en la calle Pacheco de Melo, a dos cuadras de Callao. Aunque era una zona de alto poder adquisitivo, el edificio donde vivía, era en su mayoría de inquilinos de clase media, estudiantes y mucha gente del interior del país.
Como la dueña de mi departamento tenía otro en el edificio, justo encima del que yo vivía, le dije que tenía una amiga interesada en alquilarlo. Marisa fue a verla y con su simpatía, logró que se lo alquilara de inmediato.
Con mi amiga nos convertimos en vecinas. Fue muy acertada esa vida por separado, porque nunca nos peleamos por problemas de convivencia. Yo me hubiera sentido muy incómoda tener en la casa a alguien que fumaba y Marisa, a alguien que la obligue a apagar su cigarrillo. Ella tomaba mate y yo no. Salvando esas pequeñas diferencias, nos visitábamos y charlábamos hasta tarde.
La liviandad de las paredes, hacía que se escucharan todos los ruidos generados en el piso superior. Yo sabía cuándo venía el novio a visitarla. Y a veces, cuando los ruidos aumentaban, le golpeaba el techo con una escoba. Sólo para molestarla un poco.
Su mudanza a un departamento en Palermo para estar con su novio, nos alejó un poco, porque ya no podíamos encontrarnos a charlar todos los días.
Pero el alejamiento paulatino se produjo con mis próximas mudanzas. Y más aún cuando en 1989 ingresé al noticiero de Canal 9, donde trabajaba más de 12 horas por día, y los fines de semana, si no tenía que trabajar el sábado, sólo contaba con el domingo para descansar. "Nuevediario" era un infierno de laburo.
Las obligaciones de uno y otro lado nos fueron poniendo distancia, hasta que no nos comunicamos más. Pero el año pasado decidí que era hora de reencontrarme con mi amiga. Busqué su teléfono por internet. Me respondió Pablo, quien de inmediato me dio su celular. Y después siguió el contacto por facebook, tan cibernético e impersonal. Pero contacto al fin.
Vivimos muchas más cosas que las que conté aquí, pero me las guardo para mí.
Sé que nos debemos horas y horas de charla, que espero en algún momento poder concretar. Mientras tanto, te digo a vos, Marisita, loquita linda, que te recuerdo de la mejor manera y sigamos celebrando..."El Día de la Raza".