martes, 19 de octubre de 2010

CHICHE: SHOWMAN Y AMIGO ENTRAÑABLE

Chiche Ferro, o Guillermo Aníbal Ferro, tal cual es su verdadero nombre, llegó al noticiero "Nuevediario" en marzo de 1994, luego de un duro casting, donde quedaron unos pocos.

Buscaban columnistas deportivos para distintos deportes y él fue uno de los elegidos, pese a que no tenía pasado como periodista. Chiche había trabajado en la farmacia de su suegro y después estuvo a cargo de una cancha de padel, en la época en que eran furor en la Argentina.
Sin embargo, su soltura y simpatía, le hicieron ganar un lugar para el proyecto que Alejandro Romay y Horacio Larrosa pretendían para el informativo.

Al principio, eran tantos los elegidos, que yo no terminaba de conocerlos a todos. Además, por mi tarea de estar permanentemente recibiendo vía coaxil material de los corresponsales del interior, me pasaba más el tiempo en el Control Central de Canal 9, que en la redacción del noticiero.
En esa circunstancias, era muy difícil entablar relación con "los nuevos".
Recuerdo sí al Ferro del cásting. Tenía el pelo largo hasta casi la cintura y se hacía una colita. No sé si por propia decisión o a pedido de Larrosa o Romay, pero un buen día se apareció con el pelo corto y nunca más se lo dejó crecer tan largo.
A Chiche empecé a tratarlo por River. Como yo iba a todos los partidos en los que jugaba de local, en una época en que el equipo era imbatible. Estoy hablando de la década del '90, donde ganó varios campeonatos. En ese tiempo, Chiche tenía que ir en su condición de periodista deportivo para la cobertura de los partidos. Y allí charlábamos, en el palco de prensa del Estadio Monumental.

Si bien es cierto, no nos hicimos amigos desde el primer momento, con el paso de los años, nació una amistad, que creo durará hasta que Dios nos diga "basta" a cualquiera de los dos.

Cuando Chiche comenzó a trabajar estaba casado con Edith y tenía una nena chiquita,
Alexia, una criatura preciosa que ví crecer con el tiempo.

Sin embargo, en la cancha pude descubrir el otro lado de mi amigo. El de seductor. Algunas chicas de la tribuna, caían rendidas a sus pies. En el fondo yo sabía que en esas condiciones, el matrimonio de Chiche estaba condenado al fracaso. Aún así, en numerosas ocasiones le dije que hiciera lo posible para remediar la situación. Que intentara por todos los medios salvar la pareja. Hasta que se volvió insostenible y sobrevino el divorcio.

Esta separación conyugal, no impidió que Chiche siguiera siendo un padre cercano y amoroso con Alexia. Y eso se lo valoré siempre. Una muestra más de su don de gente.

Un Chiche "libre" adoptó actitudes de "adolescente". Tal vez porque se casó muy joven y no tuvo demasiado tiempo para disfrutar de su soltería.
Lo cierto es que en esta nueva etapa cambió a un look más juvenil. Y poco faltó para que fijara domicilio en el boliche "Sunset", en el norte del gran Buenos Aires. Sin dudas, su "búnker".

"Chichito Bonito", como yo le decía en una época, siempre fue muy coqueto. Es la única persona que conozco que hace años (no digo cuántos porque me mata) cumple 38 años. Su reloj biológico se detuvo en esa fecha y lo defiende con uñas y dientes. Pedirle a Chiche que diga su verdadera edad, es casi como pedírselo a Mirtha Legrand.

"Chiche y Mirtha, un solo corazón", porque ambos "quemaron" sus cédulas. Y aunque a mí me hace reir su empeño en negar el paso inexorable del tiempo, soy de las primeras en "darle manija" cuando se refiere a su eterna juventud.

Con Chiche tenemos códigos, algo que en estos tiempos se ha perdido. Y ambos lo respetamos. Mi amigo tiene una particularidad que no ví en otras personas: siempre está de buen humor, aunque esté aquejado de los problemas más terribles. Tiene que ser demasiado grave, para que se le note. No exterioriza demasiado su dolor o molestia, y menos aún, como hacen muchos, cargan a terceros con sus propias penas.

Ese creo que es uno de los puntos en los que coincidimos. El lema tácito es: "Los demás no tienen la culpa de lo que nos pasa". Si estamos tristes o con alguna bronca, optamos por el silencio.

Yo me doy cuenta a primera vista cuando a Chiche le pasa algo. Y aunque no me lo cuente, lo comprendo de inmediato.
"Preciosito", como también le llamo, tiene un talento increíble para el humor. Él fue el creador de "Las Perlitas del Fútbol", que hace más de 10 años que se emiten en el noticiero "Telenueve". Y que varios programas copiaron después.
"Las Perlitas..." son tan graciosas, que las ven todos. Desde los que lo queremos, los jefes, sus compañeros, la gente en la casa y los propios jugadores, que doy fe, se ríen muchísimo con ellas. Por algo, los picos de ráting se dan cuando están en el aire.
También al resto de las informaciones sobre fútbol o su entorno de "botineras", infidelidades y curiosidades, Chiche le da un toque muy personal y por cierto jocoso.
Mi madre es una fanática de las notas de mi amigo. Suele llorar de risa cuando las ve. Y en varias ocasiones los puse al habla para que ella misma lo felicite por su enorme sentido del humor.
Chiche es más que un periodista deportivo. Es un showman, en todo el sentido de la palabra. Haber estudiado Magia con Adrián Guerra, le abrió un panorama diferente y muy positivo para su carrera. Le permitió idear espectáculos solo o con algunos amigos, y lo que agradezco, siempre me hizo partícipe de ellos.
Es un orgullo para mí que Chiche me sienta su amiga. Que escuche mis recomendaciones. Que me tenga en cuenta para sus acontecimientos importantes.
Lo fuí a ver cuando se presentó en el Teatro La Plaza, con el árbitro e imitador de Rodrigo Bueno, Fabián Quintana. Y después, en otro show que ofreció en el Teatro Chacarerean", en Palermo.
Otra muestra de su amistad fue la de ser con Alejo Rivera, un amigo muy querido de ambos, y el gran camarógrafo Alejandro Pereira Pazos, los únicos invitados del noticiero, al Cumpleaños de 15 de su hija Alexia.
Yo fuí testigo del esfuerzo enorme que hizo Chichito para organizarle una fiesta que comenzó a gestarse al menos unos 5 años antes. Y el resultado, lo reafirmo, fue impresionante.
Otra de las actividades destacadas en su vida profesional fue y es la de relator de "Futsal". Con su amigo Claudio Frino, le dieron un vuelo a este deporte, que ha sido muy meritorio.
Pero hay algo que no puedo dejar pasar, por lo "trucho" y a su vez gracioso, fue la supuesta puesta en escena de una transmisión de un torneo desde China.
Chiche estaba en el noticiero al mediodía y a la tarde "salía" desde China, como si quedara a pocos kilómetros de Buenos Aires. Era muy divertido verlos a mi amigo y a Claudio, con unas credenciales colgadas en el pecho y hablando del "largo viaje que habían hecho para estar ahí".
No sé si ya plantó el árbol. Pero sería lo único que le quedaría pendiente para esta trilogía de vida: un hijo, él tiene a Alexia; y un libro, sí, escribió uno sobre anécdotas del fútbol.
Otra intervención de mi amigo en la televisión, fue la de ser por varias temporadas el locutor en off del programa de fútbol, hecho por mujeres, "Fanáticas". Allí adoptó el papel de crítico de las chicas, a las que siempre terminaba mandando a "lavar los platos".
Aunque al principio no se lo veía en cámara, en el último ciclo, tuvo más pantalla, incluso luciéndose con sus trucos de magia y como moderador en algunos juegos con futbolistas invitados.
Para apoyar su participación como jugador en dos de los torneos internos de Canal 9, me convertí hace algunos años en una fiel seguidora del equipo de fútbol del noticiero. También iba para alentar a mi otro amigo, Alejo.
Normalmente con Chiche no hablamos de temas muy personales. Pero desde que una vez le conté que tuve un romance casi platónico con Raúl Chaparro, un ex jugador de San Lorenzo y de Tigre, que conocí cuando yo tenía 13 años y él jugaba en Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Pese a que esa relación se limitó a una simple espera en la puerta del Colegio del Huerto y el acompañamiento hasta la parada del micro escolar, para Chiche sigue siendo como "el gran romance de mi vida".
Chichito ni sabe quién fue el gran amor de mi vida. Tampoco yo lo sé de él. Nuestra amistad va por otro carril: el de apoyarnos a nivel profesional y el de darnos ánimo cuando hay algún problema que decidimos contarnos.
Es tanto lo que rescato de Chiche Ferro, que me extendería demasiado. En esencia, es un amigo al que quiero de manera entrañable. Un personaje único. Un elegido. Chiche es "más que una cara bonita". Es un ser adorable. Un tipazo.

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