jueves, 28 de octubre de 2010

ADIÓS "BAMBITA"...SIEMPRE TE AMARÉ...

Acabo de enterrar a mi "Bamby". Mi "Bambita". Mi chiquita. Mi gatita adorada. No tengo fotos de ella. Por eso elegí la belleza de esta rosa como un homenaje a su belleza de alma. De alma felina, pero belleza al fin.

Murió el martes 26 de octubre a las 22.50, después de una agonía de tres semanas. Tres duras semanas en las que traté de acompañarla lo más posible, porque desde el primer momento, el veterinario me advirtió de la gravedad de su cuadro.

Aún así, decidí someterla a todos los estudios necesarios, para saber si era posible salvarla. Pero en su deterioro paulatino se notaba que no había posibilidades de salvarse.

Le sacaron varias veces sangre, le hicieron una radiografía y dos ecografías. Y por estos estudios, supe que tenía Diabetes y un tumor en la zona del páncreas, imposible de operar, que fue el que la llevó a la muerte.

Ningún medicamento la mejoró. Ni las pastillas, ni el jarabe, lograron que comiera. "Bambita" fue perdiendo el apetito. Y si bien al principio, tomaba sólo agua, en los últimos días, tuve que suministrársela a la fuerza con una jeringa, para que no se deshidrate más de lo que estaba. De la misma manera, también le daba leche.

Pobrecita. Terminó como una bolsita de huesos y un maullido casi inaudible.

Bamby llegó a mi vida hace diez años. La traje con su hermanito, Cocó, de Canal 9. Eran dos negritos recién nacidos, muy lindos y ávidos de cariño.

Su mamá, una gatita negra como ellos, vivía en el patio del canal, en una época en que los gatos no eran muy bien vistos por algunas autoridades de esa época de la emisora. Y llevarlos a casa, pese a que ya tenía cinco, era la mejor manera de salvarles la vida.

Ese día busqué una caja, los puse allí, mientras continué con mis tareas en el noticiero. Hasta que llegó la hora de salida y nos fuimos en taxi, para empezar una historia de amor, que es también la que me une a todos mis animalitos.

Los dos hermanitos se criaron muy apegados a mí. Yo me convertí en su madre sustituta.

Mientras "Cocó" se hizo un gato grande y robusto, "Bambita" se quedó pequeñita. Era menos de la mitad de chiquita que su hermano. Y aunque a veces se peleaban, se tenían un gran amor entre sí.

Muchas veces dormían juntos y era muy común verlos lamerse mutuamente.

Me causaba mucha gracia cuando "Bambita" elegía un almohadón para dormir, sin imaginarse que "Cocó" también lo pretendía. El gato se acercaba, la despertaba con los lamidos en la cabeza, le pegaba uno o dos sopapos, "Bambita" se iba enojada y el atorrante de su hermano se quedaba con el lugar.

Con el paso de los años, cada vez se hizo más estrecha mi relación con esos animales. Pero voy a referirme específicamente a "Bambita".

Ella comía conmigo. Le encantaba el pollo y el pescado. Yo comía un pedacito y otro era para ella. Y así sucesivamente.

También le gustaba el postre "Danette". Cualquiera, el de chocolate, crema y dulce de leche. Yo le hacía lamer la parte interna de la tapita, y cuando lo terminaba, le ponía el pote cerca, para que le pase su lengüita, hasta dejarlo limpito.

"Bambita" dormía conmigo. Le gustaba colocarse sobre mis rodillas, que para el frío del invierno, era ideal. Además, cuando me ponía a escribir en la computadora, se quedaba dormida en mi regazo.

Su maullido era muy particular. Como si quisiera hablarme. Más todavía cuando la alzaba y en el oído, me maullaba y no paraba de ronronear.

Yo decía de ella que "era muy charleta". Cuando empezaba a maullar, solía hacerle la parodia que entendía lo que me decía.

"¿Así que eso te hizo tu hermano?". Y mi gatita seguía con su maullido, como si me contara más. Y yo le seguía diciendo: "Pero, qué barbaridad, ya lo vamos a retar..."

Toda mi vida tuve gatos. Muchos de ellos murieron. Es más, mi gato favorito, "Pilito", también murió. Y aún hoy, a cinco años, sigo emocionándome cuando lo recuerdo. Pero con "Bambita" se dió algo muy particular.

Hacia mi chiquita yo tengo un agradecimiento de vida, que ya lo mencioné cuando empecé con esta experiencia del "blog propio". Le puse por título "El remedio de "Bamby", porque fue eso lo que ella quiso brindarme en un momento muy duro que atravesé de salud.

Amerita recordarlo. Yo estaba con un terrible ataque de asma. El aire me era cada vez más escaso y ya no sabía cómo ponerme en la cama, a la espera de la ambulancia. Estaba como desvanecida, cuando al sentarme y apoyar la cabeza sobre mi costado izquierdo, ella subió a la cama. Y comenzó a lamerme en la cabeza para que me ponga bien.

Todo eso me lo contó mi tía, que fue mi compañía inseperable en esos instantes, y quien no pudo evitar emocionarse cuando la vió tratando de salvarme.

Por ese gesto, amé cada día más a ese animal. Y mientras lo escribo, no puedo parar de llorar.

Eso explica por qué traté de hacer todo lo posible para salvarla también a ella. Era una deuda que yo tenía. Y lo peor, es que no pude hacerlo.

Hasta el último momento, yo soñé con el milagro. Es más, le decía a Dios: "Ya salvaste a los 33 mineros, ahora salvá a mi chiquita".

Y no hubo milagro. Pero igual a Dios lo quiero. Porque por algo sucedió.

Tal vez ahora está en su regazo, en ese cielo en el que creo. Y algún día, tal vez, nos volvamos a encontrar.

"Bamby", mi "Bambita" querida, te digo simplemente: adiós, mi amor...

KIRCHNER, UN VALIENTE, UN GRANDE...

Esta imágen hizo que me despertara una admiración que no tenía por Néstor Kirchner.

Nadie se había atrevido a bajar los cuadros de los presidentes de facto, de los usurpadores del poder, que no tenían derecho a estar allí, al lado de los hombres votados por el pueblo.

Fue una ceremonia sencilla, breve, pero con una contundencia tan fuerte, que era como si enarbolara una espada y les dijera: "Este no es el lugar de ustedes y nunca más van a estar, porque el pueblo no los quiere y no los va a elegir."

Sólo deseo que Cristina, porque ahora es simplemente Cristina, una mujer que perdió a su marido, a su amor de 35 años de matrimonio, tenga la fortaleza para seguir adelante y no dejarse engañar por los oportunistas que nunca faltan.

Falta sólo un año para las próximas elecciones. De modo que los que no estén de acuerdo con ella, tendrán entonces la ocasión de optar por otros candidatos.

Pero en este momento, sólo vale apoyar. Apoyar a la presidenta. Apoyar a la Democracia.

Néstor Kirchner cometió muchos errores. Pero hay hechos importantes que son innegables. Su lucha por los Derechos Humanos. Las jubilaciones para gente que en su vida hubieran soñado con tener un dinero mensual. La intevención en conflictos de Latinoamérica, donde trajo solución. El fútbol para todos. Y numerosas medidas más que lo enaltecen.

Gracias Néstor. La historia te juzgará. El pueblo ahora te llora y te reconoce como un gran militante y un luchador que murió en su ley. Que Dios te tenga en su Santa Gloria.

domingo, 24 de octubre de 2010

LOS 50 DE DIEGO




Y Diego llegó a los 50...


Demasiada vida en apenas cinco décadas. El auténtico Ave Fénix, que vivió, murió y resucitó de sus propias cenizas. Una y mil veces.

Cuánto camino recorrido. Cuántas buenas. Cuántas malas. Cuánta vida vivida al límite. Y el tipo llega indemne, como si no le hubiera pasado nada...



"Nada". Qué palabra más alejada para la vida de Diego Armando Maradona, un polvorín en el fútbol y en su vida personal. Un elegido de y por la pelota. Un elegido de la gente. Un protagonista permanente en todos los ámbitos.



Porque se puede ser bueno con la redonda, pero la idolatría la consiguen pocos. Y Diego es un ídolo. Indiscutible, por donde se lo mire.



Por su magia en las canchas. Por su sensibilidad. Por su entrega. Por su personalidad avasallante. Por su solidaridad. Por su irreverencia. Por ser políticamente incorrecto. Por ser único.

A Diego se lo ama o se lo detesta. Pero eso sí, nunca pasa inadvertido.



No lo conozco. Menos él a mí. Sólo dos veces lo entrevisté. Cuando hace más de 20 años intentaron secuestrar a sus hermanos "Lalo" y "El Turco" y hablé con él en la entrada de su quinta en Moreno. Y la otra fue a las apuradas para la revista "La Revista", en el estacionamiento de Canal 9, cuando salía tras haber participado en "Grandes Valores del tango". Después, algunas declaraciones en las canchas. Pero siempre en el montón, tapada por los demás periodistas.



Sin embargo, me alegro que así sea. La gente que se admira, a veces genera más expectativas, y cuando se la conoce, se pierde el encanto. Yo me quedo con el encanto. Sin desilusiones.



Por eso me pongo del lado de los que lo aman. Ni River me hizo llorar de emoción las veces que lo ví campeón. Sí lo hizo el segundo gol que Maradona le hizo a Inglaterra en el Mundial de México en 1986.



Es inexplicable. ¿Iré ya por las 500 las veces que lo ví?. No lo sé. Tal vez más. Sólo sé que siempre me detengo a observarlo como si fuera la primera y no puedo evitar que se me caigan las lágrimas. ¿Hay algo más lindo que ese gol para los que elegimos el buen fútbol, amamos a la Selección Argentina y admiramos a su autor?. No, no lo hay.


Eso es magia. Eso es poesía. ¿Cómo no se iba a ir del relato Víctor Hugo Morales, para que afloren los sentimientos de un hombre que también lloraba?. Porque es lo que él mismo dice: "fue mi peor relato, porque no describí la jugada". Y eso a la larga, qué importó, si todos nos quedamos con el grito emocionado y la surrealista descripción de "barrilete cósmico".



Nadie más que Maradona podía conseguir que el relator descarrilara por unos segundos. Y hasta los ingleses, en sus propios relatos, se rindieran a semejante maravilla.



En otros tiempos, admiré al "Pelusa" de Argentinos Juniors. Una explosión de talento en bruto. Alguien que estaba destinado al estrellato

Sin embargo, no me gustó en absoluto su pase a Boca. Porque no podía querer a alguien que me iba a hacer sufrir. Y el muy "guacho" lo hizo. Su corazón boquense lo hacía disfrutar como nunca, cuando le ganaba a River. El "10" era una espada certera para destrozar mi corazón "gallina".


No puedo olvidarme de ese "olvidable" clásico de 1981, cuando perdimos 3 a o y Diego le hizo una joyita a mi admirado Pato Fillol. Porque había que hacerle goles a Fillol. Sólo Diego podía humillarlo de ese modo y con lujo incluido.

Es tan intensa su vida, que de Maradona me quedan pantallazos. Los buenos y los malos.


En 1982 se incorpora a Barcelona. En 1983 resulta brutalmente lesionado por Andoni Goikoetxea, lo que lo obliga a estar varios meses parado. En ese impasse, creo que tuvo su primer contacto con la droga, una perdición para su vida, que le impidió incluso que su carrera se extendiera por más años, como sucedió en cambio con José Luís Calderón.

De haberse cuidado, Diego no hubiera tenido límite.Pero la droga no sólo le "cortó las piernas", sino que le socavó el cerebro en las "caidas" y "recaidas" que lo tuvieron como protagonista.

Aún así, su siguiente desempeño en el Nápoli fue realmente glorioso. Nadie como él le hizo ganar una Copa UEFA y dos scudettos. Y le creó un estilo propio.

Su paso por Italia marcó tanto su vida futbolística como personal. Allí nació Diego Jr. en 1986, su hijo obligado a reconocer por la Justicia. Al año siguiente, pero en Buenos Aires, nació Dalma y en el '89, también en Argentina, vino al mundo Giannina.

Cuando el tema de la droga le fue cerrando puertas al fútbol, con fatídicas suspensiones, en 1991 decidió retornar al país. Y el 24 de abril se produjo uno de los espectáculos más lamentables, y que a mí me dolió muchísimo, como fue la detención por tenencia (y consumo) de estupefacientes, en un departamento que tenía en Caballito. Recuerdo su salida, rodeado de policías y de cámaras, vistiendo un suéter ordinario y con la mirada perdida.


Sin embargo, otra vez como el Ave Fénix, típico de escorpiano, se recompuso y en el '92 llegó a un acuerdo con el Sevilla, donde tenía a Diego Simeone como compañero y a Carlos Bilardo como técnico.

Personalmente, disfruté como nunca de esa transferencia. Enrique Moltoni, compañero en "Nuevediario" y uno de los pocos periodistas amigos de Diego, fue enviado a España para cubrir el retorno del "10". A mí me tocó recibir por satélite todo el material que cubría en forma exclusiva: Diego en familia, con sus compañeros y hasta bailando con Claudia en una disco el tema de Los del Río, "Sevilla tiene un color especial".

En el '86 se produjo la explosión de un enorme Diego en la Selección Argentina. Nos dió todo: magia, emoción, "venganza", si se quiere hacia los ingleses por Malvinas, y más que nada la gloria de levantar la Copa del Mundo.

En el '90 estuvimos a un paso de volver a tener la Copa. Pero ese árbitro insufrible llamado Codesal, nos negó el Campeonato Mundial. ¿Cómo no íbamos a llorar todos con Diego, en el momento de la premiación, cuando las cámaras dirigidas por la televisión italiana, se detenían como una burla en el llanto del jugador argentino?.

En el '93 volvió al país para jugar en Newell's. Hasta que en el '94, se produjo una nueva oportunidad en la Selección, para jugar el Mundial de Estados Unidos. Allí apareció la maldita efedrina, la que "le cortó las piernas". Y volvimos a llorar con él. Pero otra vez de dolor.

En el '94 se puso el buzo de D.T. para una poco felíz actuación en el Mandiyú correntino. Y en el '95, le sucedió lo mismo en Rácing.

Sin embargo, le faltaba una etapa más en Boca, que fue la última como jugador. El 25 de octubre del '97 "colgó los botines" en el fútbol oficial. Justo un 2 a 1 ante nosotros, como para reafirmar que se iba "teniéndonos de hijo".

En ese tiempo, se repitieron los episodios de salud, causados por el consumo de drogas, que sumados a otros excesos, se convirtieron en una bomba para su anatomía.

Diego quiso salir del "veneno" de la droga y se fue a Cuba a buscar la rehabilitación. Pese a estar cerca de su amigo y admirado Fidel Castro, su situación, allá solo con Guillermo Cóppola, sin sus adoradas hijas, resultó muy difícil.

Por eso, la visita de Rodrigo, que fue llevado por el programa "Versus", significó para Diego una inyección de optimismo. Era la primera vez que se veían y allí, el cordobés le cantó en vivo el tema "La mano de Dios". Cómo lloré con ese programa. Rodrigo cantando en un restaurante con músicos cubanos y todos revoleando las servilletas.

Pero por esas cosas del destino, nunca más volvieron a verse, porque Rodrigo murió en un trágico accidente el 24 de junio de 2000. Y Diego, siempre presente para despedir a los grandes, se vino desde Cuba para darle su último adiós.

Así llegó el 10 de noviembre del 2001, donde jugó en la Bombonera, su partido despedida. Aquel en el que lanzó la famosa frase: "Yo me equivoqué y pagué. Pero la pelota no se mancha".

Los años siguientes estuvieron cargados de serios problemas de salud, que lo tuvieron al borde de la muerte. También en el 2003, se divorció de Claudia Villafañe y se peleó con Guillermo Cóppola.

Sin embargo, el "eterno" Maradona volvió a reinventarse a sí mismo.

Hasta se dió el gusto de conducir su propio programa de TV, "La noche del Diez", con el que incluso ganó un Martín Fierro.

Después llegó la posibilidad de dirigir a la Selección Nacional. Su Selección. Y todos los que lo queremos estuvimos con él para apoyarlo en la patriada de ganar en Sudáfrica.

Los que lo queremos festejamos los triunfos, nos enternecimos con el Diego padre y abuelo, y "padre postizo" de los jugadores. Pero Alemania, con 4 balazos letales, le quitó (y nos quitó) la ilusíón de volver a ser campeones. Y a Diego volvieron a "cortarle las piernas".

Así llega a los 50, con un sueño frustrado en la Selección. Pero como Ave Fénix que es, estoy segura que va a tener revancha. No ahora, porque hay muchos que se lo van a impedir. Pero Diego va a volver. Diego va a sacar campeón a Argentina. Y ahí tendrá que poner la firma, porque la novela de su vida, habrá llegado a un final felíz.



martes, 19 de octubre de 2010

CHICHE: SHOWMAN Y AMIGO ENTRAÑABLE

Chiche Ferro, o Guillermo Aníbal Ferro, tal cual es su verdadero nombre, llegó al noticiero "Nuevediario" en marzo de 1994, luego de un duro casting, donde quedaron unos pocos.

Buscaban columnistas deportivos para distintos deportes y él fue uno de los elegidos, pese a que no tenía pasado como periodista. Chiche había trabajado en la farmacia de su suegro y después estuvo a cargo de una cancha de padel, en la época en que eran furor en la Argentina.
Sin embargo, su soltura y simpatía, le hicieron ganar un lugar para el proyecto que Alejandro Romay y Horacio Larrosa pretendían para el informativo.

Al principio, eran tantos los elegidos, que yo no terminaba de conocerlos a todos. Además, por mi tarea de estar permanentemente recibiendo vía coaxil material de los corresponsales del interior, me pasaba más el tiempo en el Control Central de Canal 9, que en la redacción del noticiero.
En esa circunstancias, era muy difícil entablar relación con "los nuevos".
Recuerdo sí al Ferro del cásting. Tenía el pelo largo hasta casi la cintura y se hacía una colita. No sé si por propia decisión o a pedido de Larrosa o Romay, pero un buen día se apareció con el pelo corto y nunca más se lo dejó crecer tan largo.
A Chiche empecé a tratarlo por River. Como yo iba a todos los partidos en los que jugaba de local, en una época en que el equipo era imbatible. Estoy hablando de la década del '90, donde ganó varios campeonatos. En ese tiempo, Chiche tenía que ir en su condición de periodista deportivo para la cobertura de los partidos. Y allí charlábamos, en el palco de prensa del Estadio Monumental.

Si bien es cierto, no nos hicimos amigos desde el primer momento, con el paso de los años, nació una amistad, que creo durará hasta que Dios nos diga "basta" a cualquiera de los dos.

Cuando Chiche comenzó a trabajar estaba casado con Edith y tenía una nena chiquita,
Alexia, una criatura preciosa que ví crecer con el tiempo.

Sin embargo, en la cancha pude descubrir el otro lado de mi amigo. El de seductor. Algunas chicas de la tribuna, caían rendidas a sus pies. En el fondo yo sabía que en esas condiciones, el matrimonio de Chiche estaba condenado al fracaso. Aún así, en numerosas ocasiones le dije que hiciera lo posible para remediar la situación. Que intentara por todos los medios salvar la pareja. Hasta que se volvió insostenible y sobrevino el divorcio.

Esta separación conyugal, no impidió que Chiche siguiera siendo un padre cercano y amoroso con Alexia. Y eso se lo valoré siempre. Una muestra más de su don de gente.

Un Chiche "libre" adoptó actitudes de "adolescente". Tal vez porque se casó muy joven y no tuvo demasiado tiempo para disfrutar de su soltería.
Lo cierto es que en esta nueva etapa cambió a un look más juvenil. Y poco faltó para que fijara domicilio en el boliche "Sunset", en el norte del gran Buenos Aires. Sin dudas, su "búnker".

"Chichito Bonito", como yo le decía en una época, siempre fue muy coqueto. Es la única persona que conozco que hace años (no digo cuántos porque me mata) cumple 38 años. Su reloj biológico se detuvo en esa fecha y lo defiende con uñas y dientes. Pedirle a Chiche que diga su verdadera edad, es casi como pedírselo a Mirtha Legrand.

"Chiche y Mirtha, un solo corazón", porque ambos "quemaron" sus cédulas. Y aunque a mí me hace reir su empeño en negar el paso inexorable del tiempo, soy de las primeras en "darle manija" cuando se refiere a su eterna juventud.

Con Chiche tenemos códigos, algo que en estos tiempos se ha perdido. Y ambos lo respetamos. Mi amigo tiene una particularidad que no ví en otras personas: siempre está de buen humor, aunque esté aquejado de los problemas más terribles. Tiene que ser demasiado grave, para que se le note. No exterioriza demasiado su dolor o molestia, y menos aún, como hacen muchos, cargan a terceros con sus propias penas.

Ese creo que es uno de los puntos en los que coincidimos. El lema tácito es: "Los demás no tienen la culpa de lo que nos pasa". Si estamos tristes o con alguna bronca, optamos por el silencio.

Yo me doy cuenta a primera vista cuando a Chiche le pasa algo. Y aunque no me lo cuente, lo comprendo de inmediato.
"Preciosito", como también le llamo, tiene un talento increíble para el humor. Él fue el creador de "Las Perlitas del Fútbol", que hace más de 10 años que se emiten en el noticiero "Telenueve". Y que varios programas copiaron después.
"Las Perlitas..." son tan graciosas, que las ven todos. Desde los que lo queremos, los jefes, sus compañeros, la gente en la casa y los propios jugadores, que doy fe, se ríen muchísimo con ellas. Por algo, los picos de ráting se dan cuando están en el aire.
También al resto de las informaciones sobre fútbol o su entorno de "botineras", infidelidades y curiosidades, Chiche le da un toque muy personal y por cierto jocoso.
Mi madre es una fanática de las notas de mi amigo. Suele llorar de risa cuando las ve. Y en varias ocasiones los puse al habla para que ella misma lo felicite por su enorme sentido del humor.
Chiche es más que un periodista deportivo. Es un showman, en todo el sentido de la palabra. Haber estudiado Magia con Adrián Guerra, le abrió un panorama diferente y muy positivo para su carrera. Le permitió idear espectáculos solo o con algunos amigos, y lo que agradezco, siempre me hizo partícipe de ellos.
Es un orgullo para mí que Chiche me sienta su amiga. Que escuche mis recomendaciones. Que me tenga en cuenta para sus acontecimientos importantes.
Lo fuí a ver cuando se presentó en el Teatro La Plaza, con el árbitro e imitador de Rodrigo Bueno, Fabián Quintana. Y después, en otro show que ofreció en el Teatro Chacarerean", en Palermo.
Otra muestra de su amistad fue la de ser con Alejo Rivera, un amigo muy querido de ambos, y el gran camarógrafo Alejandro Pereira Pazos, los únicos invitados del noticiero, al Cumpleaños de 15 de su hija Alexia.
Yo fuí testigo del esfuerzo enorme que hizo Chichito para organizarle una fiesta que comenzó a gestarse al menos unos 5 años antes. Y el resultado, lo reafirmo, fue impresionante.
Otra de las actividades destacadas en su vida profesional fue y es la de relator de "Futsal". Con su amigo Claudio Frino, le dieron un vuelo a este deporte, que ha sido muy meritorio.
Pero hay algo que no puedo dejar pasar, por lo "trucho" y a su vez gracioso, fue la supuesta puesta en escena de una transmisión de un torneo desde China.
Chiche estaba en el noticiero al mediodía y a la tarde "salía" desde China, como si quedara a pocos kilómetros de Buenos Aires. Era muy divertido verlos a mi amigo y a Claudio, con unas credenciales colgadas en el pecho y hablando del "largo viaje que habían hecho para estar ahí".
No sé si ya plantó el árbol. Pero sería lo único que le quedaría pendiente para esta trilogía de vida: un hijo, él tiene a Alexia; y un libro, sí, escribió uno sobre anécdotas del fútbol.
Otra intervención de mi amigo en la televisión, fue la de ser por varias temporadas el locutor en off del programa de fútbol, hecho por mujeres, "Fanáticas". Allí adoptó el papel de crítico de las chicas, a las que siempre terminaba mandando a "lavar los platos".
Aunque al principio no se lo veía en cámara, en el último ciclo, tuvo más pantalla, incluso luciéndose con sus trucos de magia y como moderador en algunos juegos con futbolistas invitados.
Para apoyar su participación como jugador en dos de los torneos internos de Canal 9, me convertí hace algunos años en una fiel seguidora del equipo de fútbol del noticiero. También iba para alentar a mi otro amigo, Alejo.
Normalmente con Chiche no hablamos de temas muy personales. Pero desde que una vez le conté que tuve un romance casi platónico con Raúl Chaparro, un ex jugador de San Lorenzo y de Tigre, que conocí cuando yo tenía 13 años y él jugaba en Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Pese a que esa relación se limitó a una simple espera en la puerta del Colegio del Huerto y el acompañamiento hasta la parada del micro escolar, para Chiche sigue siendo como "el gran romance de mi vida".
Chichito ni sabe quién fue el gran amor de mi vida. Tampoco yo lo sé de él. Nuestra amistad va por otro carril: el de apoyarnos a nivel profesional y el de darnos ánimo cuando hay algún problema que decidimos contarnos.
Es tanto lo que rescato de Chiche Ferro, que me extendería demasiado. En esencia, es un amigo al que quiero de manera entrañable. Un personaje único. Un elegido. Chiche es "más que una cara bonita". Es un ser adorable. Un tipazo.

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domingo, 10 de octubre de 2010

EL RICKY MARTIN NIÑO QUE CONOCÍ








En los años '80, favorecidos por el cambio monetario, Argentina se convirtió en un imán para los artistas extranjeros. En su mayoría, venían de Puerto Rico.




En 1986, se apostó por el grupo "Menudo", que vino a hacer la telenovela "Por siempre amigos", que aquí en Argentina se grabó y se emitió por el entonces Canal 11. Y por supuesto, se vendió al exterior.



Entre esos adolescentes, que eran un "boom" para los chicos de su edad, el más simpático y dulce, al menos para el trato con la Prensa, era Ricky Martín.




Enrique Martín Morales, quien había adoptado el nombre Ricky Martin, tenía 15 años y nadie podía imaginarse la impresionante carrera como cantante, compositor, actor y bailarín, que iba a desarrollar en el futuro.




Gracias a mi amistad con otros elencos de Puerto Rico, conseguí la corresponsalía de una revista de espectáculos de allá. Se trataba de la revista de espectáculos "Vea", a la que le enviaba no sólo las notas sino también las fotos que yo misma tomaba.




Por ese trabajo, que hacía paralelo al de la revista "La Revista", iba casi todos los días a los estudios donde se grababa "Por siempre amigos". Y mi trato, tanto con los chicos de "Menudo", como con el resto del elenco, ya era casi de amistad.


Voy a contar lo que me quedó de recuerdo de Ricky Martin. Son pequeños detalles que permiten advertir cómo se fue forjando la carrera y la vida personal de una estrella de la música, como lo es en la actualidad.


Tuve la suerte de ganarme la confianza de varios integrantes de "Por siempre amigos". Con las personas que más afinidad tuve fueron Cristina Lemercier, una persona encantadora, Pablo Rago, un chico muy despierto y con futuro, y entre los adolescentes de "Menudo", Ricky Martín, una delicia de ser humano.



Ricky siempre me salía a recibir con los brazos abiertos. Además de lindo, con su "jopo" deslizándosele sobre la frente y su sonrisa compradora, era un chico dispuesto a dar afecto permanentemente.




Yo creo que parte de su dulzura se debía a una necesidad enorme de sentirse querido y protegido. Todos los chicos de "Menudo" estaban en la Argentina acompañados de uno o más familiares. Menos él. Ricky estaba solito. Su mamá viajaba de vez en cuando a visitarlo, pero su presencia no era habitual.


Ricky se refugiaba en Joselo, el coreógrafo del grupo y en sus compañeros adolescentes de la tira. También se lo veía muy cerca de Graciela Pal, que hacía de su mamá, y de Cristina Lemercier. Pero esa amistad tenía un límite, la puerta del piso donde se grababa la tira. A Ricky le esperaba después la soledad. A Ricky le hacía falta el calor de su madre.



Pablo Rago fue un buen amigo de Ricky Martin. Aunque no estuve invitada a la fiesta, pero sí enterada de lo sucedido porque me mostraron las fotos, cuando el más "encantador" de los "Menudo" cumplió años el 24 de diciembre, Pablo puso su casa para la celebración.



De este modo, Ricky Martín, aún lejos de sus seres queridos, recibió el cariño de la gente que lo rodeaba en la telenovela.



Desde esa tira, nunca más lo volví a ver. Pero me gustó saber que su carrera siempre fue en ascenso. También me agradó enterarme de su espíritu generoso, que aún convertido en multimillonario, con todo el egoismo y vanidad que esto acarrea, pudo desarrollar y seguramente seguirá haciéndolo. Ricky es una persona de gran corazón, que ni la fama ni el dinero, pudieron cambiar.



Es un orgullo para mí haber sido, al menos en un corto tiempo, una de las personas que pudo disfrutar del Ricky adolescente, dulce, buen compañero y con muchos sueños por delante. Pero eso sí, sin perder la esencia de un excelente ser humano.



Conocí al "cachorro" de líder, que se sumó con los años a varias causas justas, como la loable de defender a los chicos abusados. Y lo ví de lejos, participar en cuanto festival se hiciera para ayudar a la gente con hambre.


En definitiva, de Ricky, me quedó el mejor de los recuerdos.





jueves, 7 de octubre de 2010

CHAU "PIPI" Y GRACIAS POR TODO







Nunca le dije "Pipi" como sí lo llamaban algunos de mis compañeros. Los de su confianza como Gustavo Siegrist, Enrique Moltoni, José De Zer y varios más. Yo le decía Horacio y nunca llegué a tutearlo. Me merecía el mayor de los respetos.



Cuando mi amigo Alejo Rivera bajó el miércoles 6 de octubre de hacer "Telenueve al Amanecer", me dijo con total liviandad que "Horacio Larrosa" había muerto. Me lo dijo de manera natural y a mí me dejó helada.



Tuvo que mostrarme los mensajes en twitter con las condolencias, para que aceptara que era verdad. Pero como en internet no aparecía ninguna noticia que lo avalara, decidí esperar un par de días para recordarlo en este blog.



Larrosa era de esas personas en el ambiente de la televisión, al que se quería o se odiaba. Sin términos medios. Tenía un poder de decisión tan efectivo, que en un instante te podía elevar a la categoría de estrella, y al poco tiempo tratarte como la peor lacra. Así era Horacio.



Yo no niego que tuve episodios donde su trato hacia mi no fue muy bueno. Pero es tanto mi agradecimiento por haberme convocado a trabajar en la producción de "Nuevediario", cuando yo no tenía experiencia en televisión por venir de la gráfica, que es con lo que en definitiva me quedo.



En la época en que entré a trabajar en Canal 9, en septiembre de 1989, yo no era muy afecta a su noticiero. Sabía que era un éxito con 40 puntos de ráting, pero no lo miraba. No era el estilo de informativo que me gustaba. Prefería a los noticieros de Canal 13.

Esa comunión tan estrecha con la Policía, la Gendarmería y todas las fuerzas militares que tenía "Nuevediario", no eran de mi agrado. Yo era lectora de la revista "Humor" y admiradora de los cantantes de protesta, de la Nueva Trova Cubana y de otra gente en una posición políticamente opuesta a la del informativo de Larrosa.



Además Horacio venía de ser el productor de "60 minutos", un noticiero en el entonces ATC, identificado con los gobiernos de facto y promotor del espíritu triunfalista en la guerra de Malvinas.



Sin embargo, trabajando para la revista "La Revista", mi costumbre de ir muy seguido a Canal 9 a hacerle notas a los artistas, me llevó a observar con más detenimiento el "Fenómeno Nuevediario". Algo ocurría con ese noticiero para que miles de personas lo eligieran todos los días y muchos de ellos, descreidos de las autoridades, recurrieran a él para que les solucione sus problemas barriales, de salud o de cualquier otro tipo.



La entrada del canal de Alejandro Romay, en el barrio de Palermo, con tanta gente en la puerta haciendo cola para plantear sus problemas, se parecía más a la puerta del Ministerio de Desarrollo Social que a una emisora de televisión.



Todo lo que se tocaba en "Nuevediario", se convertía en sensación.



En esa época, el empresario José Scioli era socio de Romay y su hijo Daniel, comenzaba a destacarse en un deporte prácticamente desconocido como la Motonáutica. Pero en "Nuevediario" alcanzó la categoría de Fórmula 1.



Las coberturas de las carreras de Daniel eran tan atractivas que era imposible no hacerse "hincha" de su lancha y festejar todos sus campeonatos como si fueran los triunfos del Seleccionado de Fútbol.



Otro tanto lo ponía el desaparecido periodista "Chicho" Verdi, que en estudio le grababa relatos cargados de emoción, como si él mismo hubiera viajado en la lancha con Scioli.



El hijo de Larrosa, Leandro, que en ese entonces era un adolescente de 16 años, pasó a convertirse en el acompañante de Daniel. Y además en el copiloto de Motonáutica más joven del mundo.



Relacioné padre exitoso en el noticiero con hijo también exitoso en la Motonáutica, y luego de charlarlo con la jefa de prensa de Canal 9, Matu O'Connor, una de las personas más generosas que conocí, surgió la posibilidad de hacer una nota para "La Revista" de padre e hijo juntos.



La nota la hicimos en San Fernando, a bordo de una lancha, con Leandro exhibiendo todos sus trofeos y un Horacio agradable, muy locuaz hablando del noticiero número 1 de la televisión y muy agradecido de ser reconocido por eso por la revista donde yo trabajaba.



Eso sucedió en febrero de 1989. Cuando terminó la entrevista, Larrosa me preguntó si quería trabajar en televisión. Yo que cada vez me sentía más atraída por el medio audiovisual, le dije que sí. Entonces él anotó mi teléfono y me prometió que si se presentaba una vacante, me llamaría.



Descreida de tantas promesas incumplidas, me dije a mí misma: "qué me va a llamar". Pero Larrosa me sorprendió, al demostrarme que era una persona de palabra.



En septiembre de ese año, cuando yo venía dolorida por el despido de la revista y por la reciente muerte de mi abuelo materno, recibí el llamado de la secretaria de Larrosa que me pedía que lo fuera a ver porque "había una vacante".



Larrosa me dijo que de "cronista" no había posibilidades en ese momento, pero tal vez más adelante se podía dar. Me ofreció comenzar al día siguiente como productora periodística. Acepté de inmediato. Al otro día, estaba llenando los papeles en Personal como empleada efectiva y empezando a transitar un mundo nuevo.



Cómo no voy a estarle agradecida a ese hombre que se acaba de ir, si gracias a él aprendí el trabajo de la "cocina" de un noticiero. No de un simple noticiero, sino el más exitoso de todos. Y hace 21 años que estoy en el 9.



Larrosa me enseñó que un periodista lo es "las 24 horas del día los 365 días del año". Y eso lo adopté para siempre.



Me dió la posibilidad de ser el nexo con los corresponsales del interior del país y varias veces sugerí el nombre de gente que se quería sumar. Larrosa sólo me decía: "si vos decís que es bueno, lo tomo". Así se formó un abanico de gente dispuesta a brindar todas las primicias de afuera. Horacio me llamaba "Ministra del Interior", cuando éramos los primeros en emitir algunos incidentes o accidentes que yo conseguía antes que los demás canales.



"El Pipi" creó un estilo en los informativos, el del "teatro de la vida", como él lo calificaba, que después todos los demás canales trataron de imitar. Y aunque algunos lo hicieron después mejor, "Nuevediario" fue único en su género.



Había una marcada exigencia con el personal. Nos obligaba por ejemplo, a tener encendido día y noche, y con el volúmen elevado, un transmisor que estaba ligado a la Central de Policía y que se comunicaba con los patrulleros. "La Lolita", como le llamábamos, nos tenía locos a todos. Hasta llegué a perder la audición del oído derecho, porque una vez que se descompuso, comenzó a emitir un sonido punzante que me taladró el tímpano.


También, debíamos atender todos los llamados de la gente, porque de allí salían las mejores historias para poner en el aire.



A nivel profesional, teníamos la ventaja de ser los primeros en llegar a todos los accidentes, tiroteos, crímenes, secuestros, incendios, robos y esto se repitió cuando sucedieron los atentados a la Embajada de Israel y luego al de la AMIA.


Horacio fue un genio que no recibió en vida el reconocimiento que se merecía.


Por algo lo llamó el mismísimo Silvio Berlusconi para que hiciera un "Nuevediario" en Italia. Larrosa viajó a Milán invitado a su casa. Berlusconi le ofreció una fortuna para que se mudara a Europa. Pero Larrosa, por cuestiones familiares, lo rechazó. Sin embargo, no me olvido el día que volvió y nos contaba emocionado en su oficina lo bien que había sido tratado por el premier italiano.


Él convirtió en personajes a varios periodistas. José De Zer fue uno de ellos, gracias a sus historias de gnomos, extraterrestres y su vínculo estrecho con figuras como Carlos Monzón, quien sólo atendía a José. Corzo Gómez fue otro, con su muletilla de las "manos limpias", que le sirvió incluso para llegar a ser diputado.


Por "Nuevediario" pasaron como columnistas la mayoría de los políticos, que luego estuvieron en lo más alto del poder, como fueron De la Rúa, Grosso, Manrique, Ruckauf y varios más.


Larrosa escribía a mano la rutina del noticiero. A veces, a último momento llegaba una noticia que superaba lo programado, tiraba los papeles y no tenía ningún problema en dedicarle a ese hecho todo el noticiero. Nosotros, como soldados, teníamos que estar atentos y dispuestos siempre a cambiar sobre la marcha y a seguirle su ritmo infernal.


Hay infinidad de cosas que me quedan en el tintero de este creador con mayúsculas de la televisión. Pero quise resumir lo más posible todo lo importante que fue para Canal 9 y lo mucho que marcó mi labor periodística.


También le marcó el camino a varios de mis compañeros, con los que áun comparto el trabajo y aprecio: Daniel Navarro, Claudio Rígoli y Ángel Rey.


Le envío desde aquí un abrazo enorme a la familia de Horacio Larrosa. A Leandro, a quien conocí. Y un agradecimiento a su memoria. Como única vez elijo tutearte y decirte: "Pipi, fuiste un grande, un maestro, mi maestro. Gracias por todo".

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domingo, 3 de octubre de 2010

EL BESO DE JULIO IGLESIAS








En el verano del '83, me tocó ser parte del Operativo Verano de la Editorial Perfil, en Mar del Plata.
Fue una experiencia tan divertida como extenuante. Pero como era joven y con muchas ganas de crecer profesionalmente, me dispuse a hacer una tarea lo más digna posible.
Como en verano, todos los artistas, argentinos y extranjeros, van a actuar a "La Felíz", ese año, la presentación de Julio Iglesias fue una de las atracciones para los turistas.
Para nosotros, los periodistas, no era un artista más. Era "El Artista" y había que hacer una cobertura absoluta de todas sus actividades. No solamente de su actuación.
Con su fama de "Don Juan", que él mismo se encargó de fomentar, teníamos que estar atentos para saber a qué modelito o actríz del momento se "iba a llevar a la cama". De más está decir que su seguimiento se convirtió en un "asunto de vida o muerte".
No sé si como premio o castigo, la tarea de seguirlo de día, me tocó a mí.
Por su amistad con el "Muñeco" Mateyko, la clave era él para saber cuáles serían las actividades del ex arquero del Real Madrid.
Julio Iglesias se había comprado unos atrás una estancia en General Madariaga, cerca de Pinamar, pero sólo la conocía por fotos. Nunca había estado allí.
El nombre original era "La Felicidad", pero él la bautizó "Momentos", en homenaje a uno de sus discos.
El lugar estaba en refacción, porque quería darle un estilo propio, mezcla de español y argentino. Y con un quincho amplio, para recibir a los amigos y agasajarlos con asado.
Julio quiso aprovechar su estadía en Mar del Plata, para visitar su "casita". Lo hizo en compañía de Mateyko y un grupo de amigos. En manada, todos los periodistas los seguimos en caravana hasta el lugar.
Yo estaba empecinada en hacerle un reportaje y el señor Iglesias estaba empecinado en no dármelo.
Cada vez que tenía oportunidad de estar más o menos cerca, porque los guardaespaldas me lo impidían, le decia: "Julio, ¿puedo hablar con vos un ratito?. No quiero incomodarte, pero podría ser...?". Nada. El artista sonreía y para el fotógrafo ponía su perfil "bueno". Sólo eso.
Ese día fuimos testigos del asado que Julio, Mateyko, modelitos "dispuestas a todo" y otros allegados, degustaron en el quincho de "Momentos". Aunque debo reconocer que los periodistas también probamos el asado. Pero de lejos.
Más que interesada en comer, yo lo que quería es que Julio dijera algo, así nos podíamos volver a Mar del Plata. Pero Julio no demostraba ningún interés en acceder a los pedidos de los periodistas. Menos a mí, la más insistente.
No nos quedaba más remedio que intentar ganarle por cansancio.
Esperamos que terminara de comer, que recorriera por primera vez el interior de su estancia, que paseara por el parque, que jugara con los perros que había allí, que conversara con los caseros. Todo eso esperamos, a una distancia prudencial, porque los guardaespaldas nos tenían cercados.
Yo seguía solicitándole la nota, incluso a través de Mateyko.
Hasta que en un momento, al caer la tarde, para mi sorpresa, se vino hasta donde estaba yo. Sin decirme ni una palabra, me tomó el rostro y me estampó un beso en la boca. Un beso de novela.
Me quedé descolocada. Fue la "mejor" manera que eligió para que no lo "jodiera más". Lo logró. Porque yo quedé tan sorprendida, que me dí por vencida.
Mi fotógrafo se quería matar. Cuando Julio se acercó a mí, él estaba distraido y no alcanzó a sacar "la foto del beso". No era el comienzo de un romance, ni mucho menos, pero de tener esa imágen, mis jefes seguramente le hubieran dado una gran utilidad.
Todos esperando fotografiarlo dándole el beso a alguna famosa y el "travieso" de Julio, me lo dió a mí. Qué "sacrificada" fue mi vida como cronista de espectáculos...