domingo, 18 de agosto de 2013

EL TULA, NO TAN AGRADABLE...SÓLO PINTORESCO

El 13 de agosto fue el tan esperado encuentro entre el Papa Francisco y las Selecciones de Argentina e Italia, en el Vaticano. Un reunión que sirvió para que muchos, dirigentes, allegados y colados, aprovecharan para pedirle una bendición y fotografiarse con su Santidad.
Por eso no era descabellado pensar en la presencia de Carlos Tula, conocido simplemente como "El Tula", acompañado de su inseparable bombo, para darle ruido al acontecimiento.
De acuerdo al testimonio de Carlos Cherquis Bialo, el encargado de prensa de la Selección, el Papa Francisco preguntó por él, porque no fue incluido entre los 50 que ingresaron al encuentro.
"¿Está el Tula?, que pase...", habrían sido las palabras del Sumo Pontífice, según el periodista. Y luego que todos se retiraron, lo hizo pasar para abrazarlo.
Debo decir que esto me "hizo ruido". Me molestó, por un episodio que aún conservo en mi memoria.
Cuando Tula apareció con su bombo hace varios años, me pareció un personaje divertido y muy valiente. Sobre todo porque el tipo se bancó con su golpeteo del parche, ser peronista en la época del Proceso. Y nunca abandonó su imagen de representativo del pueblo justicialista.
A eso se sumó su costado futbolero. Fanático de Rosario Central, fue ídolo en su hinchada. Pero no se quedó sólo con su acompañamiento al equipo rosarino, sino que lo extendió a la Selección Argentina. Y esto lo llevó a viajar por el mundo, en cada campeonato mundial, transformándose en el bombo estrella de la hinchada argentina.
Todos los que querían salir en las fotos o ser filmados, se ponían a su lado, porque aparecían seguro.
Por el lado político, y ya sin Perón, "El Tula" siempre estuvo al lado de los candidatos del Partido Justicialista en las elecciones nacionales.
Así sucedió con Carlos Menem en las elecciones de 1989, donde el riojano resultó elegido presidente el 14 de mayo.
La campaña se hizo fuerte en el verano de ese año, donde Menem, que se había amigado con Zulema Yoma, se instaló en Mar del Plata, para despertar el interés de los futuros votantes.
Yo estaba en esa ciudad, instalada por casi tres meses, trabajando como enviada especial de la revista "La Revista".
Me alojaba en el Hotel Hermitage, donde se centraba toda la movida del verano. No necesitaba caminar demasiados pasos para tener a mano a mis entrevistados, varios de los cuales también se alojaban allí.
Menem y Zulema se alojaron no sólo en el mismo hotel donde yo estaba, sino también en el mismo piso. Su cuarto quedaba a pocos pasos del mío. También tomaron otros cuartos para sus colaboradores. De modo tal que el tercer piso se convirtió en una Unidad Básica.
Cada vez que subía o bajaba del ascensor, me encontraba con el ex presidente, que siempre tenía un chiste para hacer, Zulema, sus respectivos secretarios, políticos, sindicalistas y además, El Tula, que no sé si estaba en el hotel, pero su presencia era constante en el lugar.
Como soy muy respetuosa, saludaba a todos, aunque con los únicos que intercambiaba alguna palabra era con Menem y Zulema. A los demás, sólo saludos, porque no tenía de qué hablar con ellos.
Era raro que el matrimonio riojano no tuviera una radio. No la tenía. Así que cada vez que Menem iba a ser entrevistado en alguna emisora de Mar del Plata, Zulema me enviaba a su secretario para pedir prestada mi radio, para escucharlo.
Todo bien con la gente de Menem, hasta que una noche, tarde, siento que golpean la puerta de mi cuarto. Al principio pensé que era mi fotógrafo, pero él nunca venía a mi cuarto. Sobre todo porque cuando terminaba la tarea, se iba por ahí con alguna chica.
Mientras caminaba hacia la puerta, pensé en Zulema. Pero tenía entendido que a esa hora, su marido no iba a estar en ninguna radio. De modo que la única manera de saber de quién se trataba era abrir.
Cuando lo hice, me encontré con El Tula. Y sin el bombo.
¿Qué hacía ahí?,¿lo había enviado Menem?, ¿tal vez Zulema?. Nada que ver, el tipo estaba por propia iniciativa. Y que nada tenía que ver con la política.
Le pregunté qué quería, mientras ya me estaba sintiendo molesta por su presencia. Entonces, con una mirada libidinosa, me dijo: "¿Me dejás pasar?". Indignada, mi respuesta fue simple: "No". Y le cerré la puerta en la cara.
Un desubicado.
Desde ese día se desvaneció para siempre mi simpatía hacia el personaje pintoresco del bombo. Y aún me dura. De lo contrario, no lo hubiera recordado en este blog...

domingo, 4 de agosto de 2013

EL PAPA FRANCISCO Y LOS PERIODISTAS DE "TELENUEVE"



Tal vez por el contacto diario con la realidad: asesinatos, robos, traiciones, torturas, venganzas, atentados, los periodistas terminan siendo incrédulos.
Son pocos los que abrazan una religión. Dios no es tenido en cuenta ni para pedirle, ni para agradecerle. Simplemente porque Dios no existe para muchos de ellos. Otros, mientras tanto, se alejaron de él por no estar conformes con la hipocresía de algunos sacerdotes.
Sin embargo, al aparecer un hombre. Un ser sencillo, de palabras justas, que consiguió perforar el corazón hasta de los más duros, como lo hizo el cardenal Jorge Bergoglio, cierto cambio produjo en la gente de prensa.
Es reconfortante haber sido testigo de las voces quebradas de los periodistas. No sólo los que estuvieron en el Vaticano, cuando fue consagrado como el nuevo jefe máximo de la Iglesia Católica, sino también los que cubrieron la actividad, ya como Papa Francisco, en la Jornada Mundial de la Juventud, en Río de Janeiro. Por eso, con la emoción aún latente por los gestos y las palabras claras y entradoras del Sumo Pontífice en Brasil, es que se me ocurrió pedirle a algunos de mis compañeros periodistas, una reflexión sobre lo que les dejó el argentino que hoy preside la Iglesia Católica.
Aunque fue el último con el que hablé, opté por poner primero el testimonio de Daniel Navarro. Nadie como él para contar la impresión que le causó Francisco, habiendo sido el enviado especial de Telenueve en Río de Janeiro.
Daniel le puso garra a su relato y en cierto momento una emoción cercana al llanto, para describir el paso del Santo Padre en el papamóvil, ante una multitud enfervorizada.
Al resto de mis amigos y compañeros, los ubiqué de acuerdo al orden alfabético de sus nombres: Alejo Rivera, Ana Stollavagli, Paula D'Ambrosio, Esteban Mirol, Jorge Pizarro, Luís Grimaldi y Noralís Romanos. A todos, les agradezco su colaboración. Como así también pido disculpas por no haber agregado más opiniones. En primer lugar por la falta de tiempo que hay en el noticiero y otra porque no quería demorar demasiado tiempo esta publicación.





































Yo particularmente me quedé con varias imágenes del Papa Francisco en Río de Janeiro.
La primera y principal, la de Nathan de Brito, el nene de 9 años que se abrazó al Papa y al decirle" "Santidad, quiero ser sacerdote de Cristo, un representante de Cristo", Francisco, muy conmovido, le respondió: "Voy a rezar por vos, pero te pido que reces por mí. A partir de hoy, tu vocación se concretó". Para la mayor parte del mundo, fue lo más emotivo de la visita papal a Brasil.
Cada una de las actividades de Francisco, las seguí con los ojos humedecidos. Es que era imposible no emocionarse cuando el Papa hacía detener el papamóvil para besar a los bebés y no paraba de saludar y bendecir a cada una de las personas que aplaudían, filmaban y fotografiaban su paso.
A pesar de ser la cabeza de la Iglesia Católica en el planeta, Bergoglio siempre dejó al descubierto su origen argentino. Desde aceptar un mate de la gente, hasta de alegrarse de ver el agitar de las banderas argentinas y  de las de su querido San Lorenzo de Almagro.
Me llenó de amor el video del momento previo a levantar vuelo el helicóptero que trasladó a Francisco al aeropuerto. Desde la ventanilla, mientras la gente lo despedía con expresiones cargadas de afecto, el Papa la bendijo y dibujó en el aire un corazón, haciendo entender lo feliz y agradecido que retornaba al Vaticano.
Y ya en Italia, lo primero que hizo fue ir a la Basílica de Santa María La Mayor, en Roma, donde se acercó al altar de la Virgen María, para ofrecerle una pelota de playa, verde y amarilla,  con el nombre grabado de la Jornada Mundial de la Juventud y una camiseta de la Selección de Brasil.
Fue una manera simple y elocuente de darle gracias a la madre de Dios por su acompañamiento permanente en su tarea evangelizadora.
Su primer viaje como Papa había resultado más de lo esperado: consiguió sumar más almas al Catolicismo y un compromiso de los feligreses, especialmente los jóvenes, de "hacer lío", de "salir a la calle a predicar" y de hacer el bien sin mirar a quién.