miércoles, 29 de septiembre de 2010

MI CORAZÓN QUEDÓ CON AGUJERITOS

Yo ya no estaba en el Periodismo gráfico cuando Romina Yan comenzó su carrera artística.

Recuerdo en cambio a la Romina nenita, cuando me tocaba ir a hacerle notas a Cris Morena, cuando era una de las figuras de "Mesa de noticias", y Gustavo Yankelevich, entonces marido de la actríz y padre de Romina, era el productor del programa.

Siempre fue para mí una familia muy encantadora, muy amable conmigo, por lo que guardo un muy buen recuerdo ellos.

En ese momento, Tomás era un nenito, que sólo iba al living de la casa, para el momento de las fotos, porque Cris quería salir en las fotos con todos. Y si estaba Gustavo, también lo obligaba a aparecer.

En cambio Romina se quedaba toda la nota y hasta participaba de la entrevista, porque me gustaba preguntarle sobre su futuro, al lado de padres tan vinculados a la televisión. Y Romina, con su timidez, su admirable sencillez y esa mirada verde y dulce, respondía que "todavía no lo tenía decidido, pero que le gustaba lo que hacía su mamá".

Me gustó verla después en "Jugate conmigo" y después en la explosión de "Chiquititas". Porque eso daba la prueba de que había encontrado su camino y que nunca más se iría de él. La chica había demostrado tener talento propio y eso era muy valioso.

Más allá de su labor actoral, Romina demostró ser una chica común, trabajadora y sobre todo una persona extraordinaria.

Nunca se le escuchó hablar mal de nadie. Todas sus palabras en las entrevistas estuvieron dirigidas a su familia. Adoraba a su familia. A sus tres hijos. A su marido Darío. Ese era el tema principal de sus notas. Después venía su trabajo.

Me encantó que eligiera a ese chico. No buscó a un millonario, que podría haberlo encontrado. Seguro que sí. Romina se enamoró de Darío, un técnico de TELEFE, un laburante de la televisión. Y por él se hizo bautizar para ser Católica. Y por él, se casó bajo el rito Católico.

Fue tan linda y a la vez tan simple la Boda por Civil. Ambos con remera blanca y ella con un jardinero. Y ese amor que se notaba que se tenían, y quedaba tan evidencia.

En el mundo artístico, tan plagado de egoísmo, de vanidad, de odios, envidia y puterío (no todos por supuesto), Romina era una compañera solidaria, y una madre y esposa ejemplar.

Tal vez por eso no le hacían tantas notas. Varias de ellas eran obligadas por el éxito resonante de sus programas y en el teatro. Pero para los medios "amarillos", "Romina no vendía".

Claro, no salía con el traste parado y mostrando las tetas, contando "intimidades en la cama". Tampoco había un pasado amoroso para traerlo a colación.

En una de las comunicaciones telefónicas que hizo "Telenueve" con algunos periodistas y artistas, salió Susana Roccasalvo. Y el ejemplo sobre lo que acabo de mencionar, lo dió ella.

Dijo que le había hecho hace poco una nota a Romina, pero "por esas cosas de la realidad", no la había puesto al aire, pero que "la iba a pasar ahora en su programa".

Seguramente si Romina hubiera criticado a algunas de las bailarinas del "Bailando por un sueño", o contado "que se había separado" o "estaba por posar en bolas en una revista", o cualquier otra declaración polémica, esa nota hubiera salido al aire.

Romina no se metía con nadie. Romina era buena. Romina era una chica felíz. Tal vez por eso Dios se la quiso llevar, para llenar de alegría el cielo. Mi Fé en Dios, me hace que piense de esa manera. Pero no puedo evitar que me haya quedado por ella, "el corazón con agujeritos".

martes, 28 de septiembre de 2010

MÁS PREMIOS SIN RETIRAR

Esta es una continuación del texto anterior sobre "los premios que se ganaron y no se retiraron". Porque el premio era la búsqueda de ese objetivo.

Por eso vuelvo a recurrir como ejemplo, a la escena de la bellísima película "Cinema paradiso", la del "Toto" adolescente esperando un año, la decisión de su enamorada en respuesta a su declaración de amor. Y minutos antes de que se venciera el plazo, se retiró en silencio del frente de la casa de la chica.

En lo que respecta a mi vida, me sucedió en varias oportunidades, la de no ir a "buscar el premio". La más clara, cuando estudiaba Periodismo y para ganarme la vida y al no encontrar nada que tuviese que ver con el medio, comencé a trabajar en la venta de cursos de Inglés.

En la Empresa de Estudios Mnemotécnicos, que así se llamaba, para engañarnos que éramos más que unos simples vendedores, nos decían "suscriptores" de los cursos. Una estupidez que reconozco a la distancia.

Cada vez que le vendíamos el curso a alguien, los vendedores nos quedábamos con el dinero de la suscripción. El resto de las cuotas del curso era por lógica para la empresa.

También había categorías. Si llegabas a vender una "equis" cantidad de cursos, que eran muchos pero no recuerdo cuántos, pasabas a integrar la categoría de "Supervisor". Ese puesto te permitía tener gente a tu cargo y cobrar también un plus por las ventas que hacían los subordinados.

Era un puesto muy codiciado por la mayoría de mis compañeros. A mí en cambio, nunca me interesó ascender en ese trabajo. Sentía que no era lo mío. Porque yo esperaba la oportunidad de ingresar a algún medio gráfico, radial o lo que fuera. La de los cursos era una tarea transitoria para pagarme el alquiler, mis estudios y mis gastos personales. Nada más.

Sin embargo, al estilo de esas carreras absurdas que una juega en la calle tratando de pasar a los que van caminando adelante. De la misma manera, encaré el propósito de llegar a Supervisora.

No me interesaba en absoluto seguir vendiendo cursos, tampoco tener gente a cargo. Pero decidí encarar una carrera en la que perdí plata para "ganar mi libertad". Quería llegar a ser Supervisora, pero sin ninguna intención de ejercerlo. Porque en realidad, mi propósito era irme. Irme con la frente bien alta. La de una triunfadora.

Para conseguir el puesto de Supervisora, que tenía previsto lograr antes de viajar a Jujuy a pasar las Fiestas de Fin de Año con mi familia, les propuse a amigos, familiares y allegados, que se suscriban al curso. No cobrarles el dinero que debía quedarme a mí y que cuando les llegaran los libros y los disco de pasta a sus casas, inventaran cualquier excusa y los rechazaran. Eso se podía hacer y no tenían que pagar nada.

Con esa propuesta poco convencional, porque nadie hace nada para "perder dinero", y como yo era una persona confiable, mucha gente se sumó a mi locura y aceptó suscribirse.

A nadie le cobré. Tampoco me preocupé por saber si habían aceptado el curso cuando lo recibieron. Sólo sé que el día que logré la suscripción para que me den el ascenso, a la mañana siguiente no fuí a trabajar. Es más, como nuestra tarea era en negro, poco importaba si enviaba o nó un telegrama de renuncia. Ni siquiera lo hice de manera verbal. Simplemente no fuí más.

A los pocos días me tomé un avión a Jujuy y me quedé dos meses con mi familia, hasta que decidí volver dispuesta a trabajar en otro lado.

A la empresa de los cursos, la dejé en el pasado. A mi regreso a Buenos Aires, no me importaba conseguir un empleo en Periodismo o como oficinista. Quería terminar la carrera y después sí dedicarme a buscar algo relacionado con mi profesión.

Por un tío que trabajaba en los talleres en Ranelagh, de la entonces empresa de micros "Río de la Plata", empecé a trabajar en la parte administrativa. Las oficinas estaban en la calle Rioja, a media cuadra de la Plaza Miserere, en el barrio porteño de Balvanera, más conocido como Once.

Pero esa es otra historia. Sólo quería hablar del premio que no recibí y del cargo que nunca asumí.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

GANAR UN PREMIO Y NO RECOGERLO

¿Qué tiene que ver la más maravillosa película que ví en mi vida con lo que voy a reflexionar?. Debo decir que muchísimo.

Además de la historia, las actuaciones, la música increíble de Ennio Morricone, "Cinema Paradiso", de Giuseppe Tornatore, me dejó con una escena en especial, un mensaje que yo tenía tácitamente incorporado, pero que al verla terminé por aceptarlo en la realidad.

Me refiero a "Toto", el personaje principal, en su época de adolescente. Se había enamorado de la chica rubia y rica que había llegado al pueblo, y le propuso esperarla todas las noches frente a su casa, sin importarle la lluvia, el frío, el sueño, el cansancio. Nada. Sólo esperar una respuesta a su declaración de amor.

Pero el último día del año, cuando en la casa de la joven todo era festejo, "Toto", sin tener la contestación por sí o por no, se fue. Una manera simple de decir que ya no importaba el resultado, sino el esfuerzo para obtenerlo.

Es cierto que en la película, la chica lo sorprendía después en la sala de proyección y ambos se fundían en un beso interminable. En mí caso, yo me quedo hasta donde "se fue".

Muchas cosas de las que hice y sigo haciendo en mi vida están relacionadas con el renunciamiento sin vuelta atrás.

Todas las madrugadas, cuando voy a trabajar, escucho un programa por Radio 10 que se llama "Antes del amanecer", con la conducción de Mario Mundo, donde proliferan los juegos para mantener despiertos a los oyentes.

Hasta hace algunos meses había un juego que me gustaba mucho, que era el de adivinar una palabra. Mientras tanto, el conductor iba tirando una serie de pistas.

Yo me volvía loca, analizando cada pista, sin lograr acertarla. Y me sentía una burra por eso. "¿Era eso?", me decía después, cuando otros oyentes la descubrían y se ganaban un reloj.

Como en el colectivo no me gusta usar el teléfono, esperaba llegar al canal para enviar en el baño el mensaje de texto con lo que creía era la respuesta correcta. Pero nada. Nunca acertaba.

Hasta que en la madrugada del 8 de julio de este año, las pistas me fueron llevando a una palabra que yo pensé que podía ser. La busqué en el diccionario y coincidía. En realidad, las pistas habían comenzado desde el día anterior, pero tuvo que posponerse la solución hasta el día siguiente, porque nadie lograba adivinarla. Y se fue el programa.

Al llegar al canal, escuché una pista y después otra, y me sentí segura. No podía haber tanta coincidencia. Mundo dijo que "Kempes la conocía" y después habló de un jugador jujeño que había jugado en el Mundial '78. Ambas pistas llevaban a la palabra "Valencia". Una por el equipo donde jugó Kempes en España y la otra por Daniel Valencia, un amigo, ex jugador de Gimnasia y Esgrima de Jujuy, y en ese momento que jugó el Mundial, volante de Talleres de Córdoba.

Uní la primera parte de las pistas y me dió la palabra "ambivalencia". La escribí y la mandé por mensaje de texto. Allí Mundo dijo que un oyente había acertado, pero le faltaba una letra. Era en plural. Le agregué la "s" y esperé. El conductor dijo que "ya estaba la respuesta". Hasta eso, yo había llegado a la redacción del noticiero. Cuando me llamaran, tenía que responder "Antes del amanecer" para ganarme el reloj. Y me corrí a otra oficina para que mis compañeros no me escucharan. Sonó mi teléfono, dije la frase adecuada, charlé un rato con Mundo, el productor del programa me explicó dónde y cómo retirar el reloj y me sentí la persona más felíz del universo.

Aunque tenía deseos de contar con un nuevo reloj, para mí el objetivo estaba cumplido. Yo quería acertar una palabra. Y lo había logrado. El premio, mi premio, era sólo ese.

Aproveché un día que tenía franco para ir a buscarlo a la radio. Pero me encontré con que no había stock. En los siguientes días, escuché en el programa a otros oyentes, que habían tenido el mismo inconveniente y no quise volver a intentarlo.

Así fue que nunca más volví a buscar el premio. Sé que si voy a ahora, el tiempo debe haber vencido y no tengo ganas de escucharlo de boca del guardia de la radio.

Llevado a la vida personal, sólo voy a dar un ejemplo, pero sin nombre. Aunque los que me conocen, deben imaginarse a quién me refiero.

Una vez me enamoré de una persona famosa y con un talento impresionante, con quien tuve la oportunidad de relacionarme. Un hecho absolutamente mágico para mí. Yo no me sentía a la altura de lo importante que él era. Tampoco se lo dije. Pero era la realidad.

La historia terminó. Pero me propuse superarme profesionalmente, para que algún día, si volvía a mi vida, se encuentre con alguien más preparado. En ese tiempo estudié Inglés, Fotografía, Computación y entré a un mundo diferente y competitivo como es la televisión, donde aprendí y sigo aprendiendo un montón.

Esa persona nunca regresó. Pero lo que yo hice en ese tiempo para ser alguien, es para mí mucho más valioso que su retorno.

Es más, ahora ni siquiera me interesa volver a verlo. Sólo saber que está bien. No quiero ir nunca más en busca del "premio". De "ese premio".

Ya lo tengo. Es mi vida el premio. La persona que soy ahora es el premio. Los afectos que tengo son el premio. Mis ganas de ser cada día mejor persona. Mis sueños. Mis proyectos. Mi blog. Lo que acabo de escribir. Todo eso y más, son el premio. En definitiva, no me falta nada.

domingo, 19 de septiembre de 2010

LA FIESTA QUE AMO
































Amo a la Fiesta Nacional de los Estudiantes de Jujuy porque es parte de mi vida. Crecí con ella. La viví de todas las maneras posibles. El solo hecho de ingresar a la Secundaria, me dió el tácito pasaporte de ser en algún momento parte de ese mundo de flores de papel crepé, alambres, luces y un sinfín de piezas, destinadas a hacer la carroza más linda para representar al colegio.




No hay jujeño que se precie de tal en la "Tacita de Plata", que no haya participado aunque más no fuera en una mínima parte de esta fiesta.




Yo fuí alumna del Colegio Nuestra Señora del Huerto, donde en ese momento, década del '70, éramos todas mujeres y por eso indefectiblemente para tener nuestra carroza, debíamos contar con el aporte de padres, amigos, novios. En una palabra: hombres, para hacer el trabajo pesado. Nosotras, si no nos animábamos al martillo, a las pinzas y a las tenazas, nos quedaba la simple y no menos responsable tarea de confeccionar miles de flores de papel.




En primer año era lo primero que nos enseñaban a hacer. Y las alumnas de los cursos superiores, nos obligaban a aprender, en beneficio de la institución.




Al menos en mi colegio, en el tiempo en que yo estuve, las clases nunca se suspendieron por la carroza. Si bien los profesores nos cedían algunos minutos de su hora para que confeccionáramos flores, nosotras mientras tanto, nos quedábamos sin recreo o íbamos algunas horas a la tarde para colaborar.




La Fiesta que se vive durante una semana en el mes de Septiembre en Jujuy, siempre con el día 21 incluido, comienza a gestarse desde Mayo o Junio, cuando se presentan los proyectos de la alegoría que tendrá la carroza. En Julio ya sabe cuál será el boceto. Y en Agosto, ya se comienza a trabajar.




Ni hablar en Septiembre, donde el tiempo apremia para llegar al primer día del desfile.




Decía anteriormente que me tocó vivirla de todas las maneras posibles, porque estuve en las carrozas desde laburante, hasta desfilar en una de ellas, que no fue precisamene la de mi colegio.




En los últimos años como alumna, fuí algunas veces al "canchón" donde se hacía la carroza, para trabajar codo a codo con los carroceros. Incluso, sólo en una o dos ocasiones (porque mi mamá no me dejaba), me quedé a dormir allí.




Como en esa época no había muchas escuelas mixtas, los alumnos de los colegios privados de chicos o las escuelas de Educación Técnica, para tener su reina y sus princesas, iban a buscar las candidatas a mi colegio o a nuestro tradicional rival, el Instituto Santa Bárbara.




Yo estaba lejos de ser una beldad. Pero gracias a que había "gente con problemas de visión", me llamaron para participar de la elección de la reina de la Escuela Técnica de Palpalá, donde dicho sea de paso, asistía el que era mi novio en ese momento.




Aunque no salí ni siquiera princesa segunda, no recuerdo por qué motivo, una de las chicas elegidas decidió no participar de la fiesta. Y como algunos de los chicos de esa escuela me conocían, me pidieron que fuera una de sus representantes.




Yo me veía muy fea para estar ahí arriba de la carroza, tirándole flores a la gente, en la recorrida por la Avenida Córdoba. Pero mi familia, mi novio y mis amigos, me convencieron. Y terminé aceptando el convite.




Una chica me prestó un vestido largo floreado. Una tía hizo lo propio con un chal, que entre paréntesis se me quemó por un incendio en la carroza y tuve que devolverle otro. Y así, de prestado, en todo el sentido de la palabra, desfilé como "una monarca de la Realeza Europea".




Desde entonces, aunque hace mucho tiempo que no estoy presente en la Fiesta, año a año trato de enterarme por mi mamá, cómo es la carroza de la ENET N° 1 de Palpalá y qué premio recibió al término de la celebración.




Cuando comencé a trabajar como periodista, me tocó estar del lado de la entrevistadora de los chicos carroceros, los laburantes que son el alma de la Fiesta. Como así también de las candidatas y las reinas elegidas. Lo hice en 1978, cuando estuve en el Diario "Pregón" y tres años después, en el Diario "El Tribuno".




Por todas esas y muchas más razones es que quiero tanto a esta Fiesta de los Estudiantes.




Y eso va más allá de haber sido la cuna de una posterior y exitosa carrera como modelos de Daniela Cardone y Carolina "Pampita" Ardohaín, ambas elegidas en diferentes años como Reina Nacional de los Estudiantes, por Río Negro y La Pampa, respectivamente.




Más allá de ser una Fiesta institucionalizada en el país y en el mundo.




Tiene que ver con los afectos. Con la tierra de donde una nació. Con el lugar donde se gestaron los sueños de vida.




Y escuchar la música que antecede a este texto, es como trasladarme a mi pasado adolescente. El que no se olvida. El que se lleva en la memoria por siempre y para siempre.




Con una lágrima rodando por mi mejilla, les digo a todos los que entendieron mi mensaje. Simplemente: "Felíz Primavera".

viernes, 17 de septiembre de 2010

EL BORRACHO, EL PENAL Y EL FINAL DEL INVICTO

En la época en que jugaba al fútbol, a los 16 y 17 años, había logrado a fuerza de entrenamiento como arquera, especializarme en atajar penales.
No es que me viera reflejada en el "Pato" Fillol, uno de mis ídolos de entonces, ni mucho menos. Pero había conseguido mantener la valla invicta por mucho tiempo. Evitaba los goles como consecuencia de jugadas y más que nada, atajaba los tiros desde el punto del penal.
Mi hermano Ángel era el que me hacía entrenar durante la semana, para "lucirme" los domingos a la mañana, cuando mi equipo "De arriba" (en realidad no tenía nombre, pero el barrio estaba ubicado en ese lugar en Forestal y así le decíamos), se enfrentaba con el "De abajo" (también este nombre por razones obvias).
Mi equipo, todas chicas por supuesto, lo tenía "de hijo" al del otro barrio.
Ellas sólo contaban con una buena delantera, que avanzaba eludiendo rivales, al estilo del entonces goleador de Boca y a quien por esa razón le decían "La Potente".
Nuestra escuadra, en cambio, además de tener más goleadoras, me tenía a mí en el arco. Lo digo sin falsa modestia. Y ganábamos siempre.
Pero había un borracho, hincha de las "De abajo", que cada vez que iba a los partidos, me ponía muy nerviosa. El tipo te sorprendía, porque una no sabía con qué iba a salir para interrumpir el juego. Era molesto como un moscardón.
Nadie lo frenaba. Al contrario, la mayoría festejaba sus estupideces.
El señor en cuestión era conocido como el "Gaucho Quejo". Le decían así porque en lugar de "queso", decía "quejo".
Una mañana donde no nos salían las cosas. Donde nuestras jugadoras parecían dormidas. Donde los tiros iban para cualquier lado, menos al arco contrario. Donde yo estaba un poco alterada. En síntesis, un día de "merde".
Bueno, ese día, apareció el "Gaucho Quejo", más borracho y molesto que nunca.
El partido iba 0 a 0, sin posibilidades de abrir el marcador para ninguno de los dos equipos. Y de pronto, una de nuestras defensoras, cometió una falta dentro del área y el árbitro cobró penal para ellas.
Yo siempre me sentía segura para atajarlos. Me encantaba volar de palo a palo. Cuando lo recuerdo, me parece increíble que me haya gustado eso de no medir el riesgo de golpearme las caderas. Debo haber estado muy loca por esa época...
Sigo con el penal.
Creo que lo iba a patear "La Potente". No lo tengo claro en la memoria.
La chica puso la pelota y cuando el árbitro estaba a punto de dar la orden de patear, ví que el "Gaucho Quejo" se había metido dentro del campo de juego y estaba bailando una especie de carnavalito.
Las reglas del fútbol son muy claras: "no puede haber ningún extraño en el campo de juego, mientras se esté jugando, porque si esto sucediera, todo debe quedar invalidado".
Yo le grité al árbitro para que lo sacara, porque el borracho no podía estar allí. Y como no me hacía caso, comencé a acercarme, para indicarle lo que sucedía a sus espaldas.
Sin embargo, el señor "del pito", no sólo no escuchó mis reclamos, sino que no tuvo en cuenta que yo me había movido de mi posición bajo los tres palos. Y de buenas a primeras, hizo sonar el silbato.
La jugadora contraria, al verse habilitada, convirtió el gol con el arco vacío.
Yo no lo podía creer. Había dado válido un tanto que no lo era.
Para peor, el "Gaucho Quejo" seguía bailando de manera más desenfrenda, siempre dentro de la cancha, porque estaba contento. Si al fin de cuentas, él era hincha de "las otras".
Lo menos que quería era "ahorcarlo con mis propias manos". También quería hacer lo mismo con el árbitro, un auténtico "soplapitos vendido".
Ese día perdimos 1 a 0 con ese gol absurdo. Nos quedamos sin invicto en los desafíos domingueros. Y lo mismo sucedió con mi valla, que no sabía de goles de penal.
El gaucho asqueroso, mientras tanto, se seguió burlando hasta que nos fuimos de la cancha.
Creo que esa bronca que me agarré, fue uno de los motivos por los que dejé de jugar al fútbol unos meses después. Al menos, dejé de hacerlo en el equipo de mujeres. Pero eso lo contaré en otra oportunidad.

domingo, 12 de septiembre de 2010

EL CUÑADO DE ANDREA

Este señor que sonríe para la foto es Enrique Torres, el cuñado de Andrea Del Boca.
Aclaro que lo que tengo para contar de este señor, un prolífico y exitoso autor de telenovelas, no es precisamente elogiar su calidad autoral, que no niego que la tiene. Sino los cruces que tuve con él, cuando yo trabajaba en medios gráficos y él también lo hacía.
Torres fue una suerte de "karma" en mi vida.
No sé si calificarlo como un mérito de él o una terrible mala suerte mía. Lo cierto es que me echó de dos trabajos, donde tuve la odiosa fortuna de tenerlo como jefe.
La primera vez fue en la Editorial Perfil.
Cuando entré a esa editorial, comencé a trabajar en la revista "Casos", que dirigía en ese entonces "Pancho" Loiácono y que trataba casos policiales y se cubrían también notas del Espectáculo.
Con "Pancho" fue todo bien. Era muy exigente, pero no sólo se podía aprender Periodismo con él, sino que era por sobre todo una buena persona.
Hasta que un día la revista cerró y a los periodistas nos distribuyeron entre las distintas revistas de la editorial. A mí me tocó "Tal Cual", donde estaba el señor Torres como jefe.
En ese lugar me encontré con dos contras. Una era un par de compañeros, que se la pasaban burlándose de mí todo el tiempo. Y la otra era Torres.
En realidad, con este hombre, mientras duró mi estadía allí, nunca tuve ningún inconveniente. Me pedía una nota y yo la hacía. Yo proponía alguna y si era de su agrado, me la encomendaba.
Nunca crucé una palabra con él, que no tuviera que ver con el trabajo.
Sin embargo, cuando Jorge Fontevecchia, el dueño de la editorial, decidió reducir el personal y le pidió a cada jefe que le diera una lista para "tirar a la calle", Torres me incluyó a mí.
Desconozco cuáles habrán sido las razones que le expuso a su superior para despedirme. Pero hablando un tiempo después con una chica, que sí tenía diálogo con él, le contó que a mí me había echado "Porque no me tragaba". Simplemente por eso. Es decir, no tenía que ver con mi desempeño profesional.
Mi despido y el de otro compañero de la Editorial, dió lugar a algunas movilizaciones en procura de las reincorporaciones. Pero éstas nunca se produjeron. Las marchas sólo sirvieron para que mi angustia se extendiera de manera innecesaria. Estaba visto que en la Editorial no querían una vuelta atrás. Y así sucedió.
En ese momento, me pagaron la indemnización y gracias al asesoramiento de un abogado laboral, le inicié a Perfil un juicio por "daños y perjuicios", que finalmente gané.
La mala imágen que me nació de Enrique Torres, además de descubrir cuál había sido el verdadero motivo del despido, fue acercarse a hablarme. Lo hizo, cuando me vió llorando, luego de enterarme que me había quedado sin trabajo.
"Te juro que yo no tuve nada que ver con esta decisión". Me dijo en un tono acongojado.
"Sí, está bien", le respondí. Pero algo me decía, tal vez mi "sexto sentido", que estaba mintiendo.
Después de esa experiencia, fuí a la Revista "Gente", donde llegué a estar sólo una semana. No me sentía cómoda. Era demasiada marcada la diferencia social. Y yo no pasaba de ser "una negrita jujeña".
Por suerte, Dimas Suárez, que estaba en la Revista "Siete Días" y antes había estado en Perfil y me conocía, me llamó para trabajar en la Editorial Abril.
Fuí volando. Trabajar en "Siete Dias" era para mí como "tocar el cielo con las manos". Y vaya que lo fue.
No voy a extenderme demasiado, pero sólo quiero decir que ese lugar fue para mí una "Escuela de Periodismo". Tuve compañeros extraordinarios. Talentosísimos y muy buenas personas, con las que aprendí muchísimo.
Cuando se terminó la historia con "Siete Días", un día "Pichi" Fernández, quien había sido Jefe de Fotografía en Perfil y estaba en un proyecto nuevo, la revista "La Revista", me preguntó si me interesaba y lógicamente dije que sí.
Por ese entonces, no había una redacción. El director, Rubén Tizziani, quien había tenido un accidente y estaba enyesado y en cama, daba las directivas desde allí. Yo iba a verlo, proponía las notas y si eran de su agrado, iba a hacerlas.
Después tuvimos Redacción. Primero en un edificio en Humberto Primo y Bernardo de Irigoyen y después, nos mudamos a Barracas, donde estaba el depósito de esta y otras revistas y fascículos que se traían de España.
Un día contrataron a un nuevo director, de quien no recuerdo su nombre, pero sí que era muy amigo de Torres.
Con este tipo, yo no había tenido ningún inconviente. Mi tarea con su llegada no había variado. Lo peor estaba por venir.
Una mañana que llego a la revista y el director me vió pasar, me llamó a su despacho. Yo no había visto hasta ese momento con quién estaba.
El hombre me dijo: "Quiero presentarte a tu nuevo jefe". Entonces miré a su acompañante. Era Enrique Torres.
El susto se reflejó en mi rostro. Y el director, al ver mi actitud, señaló: "Bueno, no será para tanto, no te va a hacer nada, espero que se lleven bien..."
Torres pidió hablarme aparte y volvió a decirme la vieja mentira: "Yo no tuve que ver con tu despido de Perfil". Y agregó: "Aquí será diferente. Espero que tengamos un muy buen trato. Me hablaron muy bien de vos".
Al principio, la relación laboral fue normal. Hasta que poco a poco comenzó a mostrar sus uñas. Un trabajo psicológico que después le debe haber servido para algunos de sus personajes en las telenovelas.
Como él era amigo de un amigo mío, que seguía en Perfil y actualmente es el subdirector de la Revista "Caras", lo había llamado para que trabajara como redactor encubierto, ya que podía traerle problemas en su trabajo.
La maniobra del señor Torres fue lograr que me enemistara con Héctor Maugeri. Y lo consiguió.
El cuñado de Andrea me pedía que le llevara una lista de notas para hacer. Yo se las llevaba y por más que no fueran malas, me decía: "Esto es una cagada, proponé otra cosa..." Y yo me tenía que conformar con refritar notas del extranjero.
Pero lo peor es que las mismas notas que "eran una cagada", él se las pedía que las hiciera Maugeri.
Cuando yo se lo dije a mi amigo, éste en lugar de hacer primar la amistad de varios años que teníamos, me salió con que: "Aquí no somos amigos, estamos compitiendo". Ese fue el fin de la amistad.
Poco tiempo después, me llegó el telegrama de despido. El señor Torres lo había vuelto a hacer. Volvió a despedirme como en Perfil.
Muchas veces, cuando entré a Canal 9, temí encontrarme con él como un nuevo jefe. Ese miedo me duró varios años.
Por eso, siempre me alegró que le fuera bien como autor de telenovelas, ya que no iba a estar obligado a volver al Periodismo. Porque, seguro, iba a venir a "echarme a mí".
La buena noticia es que se radicó en Estados Unidos, donde tengo entendido que le va muy bien. Ojalá que siga así. No quisiera volver a cruzármelo en mi vida.
Para cerrar este relato, no me queda otra que recurrir a Serrat, cuando cantaba aquello de : "...Entre ese tipo y yo, hay algo personal..."

viernes, 10 de septiembre de 2010

NUEVA IMAGEN



NO SOY CONTRADICTORIA. ESTO ES UNA EVOLUCIÓN...
CUANDO DECIDÍ CREAR ESTE BLOG, PUSE A MI TOCAYA, LA LEONA "YAYI" DEL ZOOLÓGICO DE BATÁN, EN LUGAR DE MI VERDADERO ROSTRO PARA QUE ME IDENTIFIQUE.
NO ME SENTÍA EN CONDICIONES DE MOSTRARME. ESTABA EN UNA ETAPA DE CAMBIO, EN LA QUE MI CARA NO CONTABA. SÓLO MIS PENSAMIENTOS PARA LLEVARLOS AL PAPEL, O EN ESTE CASO AL BLOG.
ADEMÁS, ME SENTÍA PELEADA CON EL ESPEJO Y POR ENDE CON LAS FOTOGRAFÍAS. EN TODAS LAS QUE TENÍA ME VEÍA "VIEJA, FEA Y ABURRIDA".
PERO ESTA FOTO QUE ENCONTRÉ Y ELIGÍ TAMBIÉN PARA MI CUENTA DE TWITTER, ME PARECIÓ PERFECTA. JUSTO PARA ESTE MOMENTO.
SERÁ PORQUE MI ESPÍRITU SE ENCUENTRA RENOVADO, LEJOS DEL ABURRIMIENTO Y MUCHO MÁS ALLÁ DE LA IMÁGEN.
VENGO DE SUPERAR UN MOMENTO MUY DIFICÍL, DE INSEGURIDAD, Y ME MERECÍA FESTEJARLO.
NO ESPERO CRÍTICAS NI ELOGIOS. NO ESPERO NADA.
ME VEO BIEN Y PUNTO.
ES ALGO ASÍ COMO LA PARODIA DE LA REINA DE "BLANCANIEVES", QUE PREGUNTABA: "ESPEJITO, ESPEJITO, ¿HAY ALGUIEN MÁS LINDA QUE YO?". Y ANTES DE QUE ALGUIEN LE RESPONDIERA LA VERDAD: QUE "SÍ HABÍA", LA MUY "TURRA", LO DABA VUELTAS Y SE DECÍA A SÍ MISMA: "NO, NO HAY OTRA MÁS LINDA".
NO ES QUE YO ME CREA LO DEL ESPEJITO, PERO ME VEO COMO SI QUISIERA LLEVARME EL MUNDO POR DELANTE. Y NO ESTÁ NADA MAL ESO...
EL MENSAJE TIENE MÁS QUE VER CON LA INTENCIÓN QUE CON LA PROPIA REALIDAD.
EN SÍNTESIS, ME SIENTO FELIZ. GRACIAS A DIOS.

domingo, 5 de septiembre de 2010

CITA A CIEGAS CON EL HIJO DE ERNESTO GRILLO


EN 1990 SALIÓ EN LA REVISTA "EL GRÁFICO" UNA ENTREVISTA A ERNESTO GRILLO, EL AUTOR DE UN INCREÍBLE GOL QUE LE CONVIRTIÓ A LOS INGLESES EN MAYO DE 1953.
EN LA NOTA APARECÍA JUNTO A SU HIJO PABLO, QUIEN EN ESE ENTONCES JUGABA EN LA RESERVA DE BOCA.
EL EJEMPLAR LE HABÍA LLEGADO A HORACIO LARROSA, MI JEFE EN EL NOTICIERO "NUEVEDIARIO".
NO SÉ POR QUÉ MOTIVO, ME LLAMÓ A SU OFICINA Y MIENTRAS ÉL HABLABA CON OTROS PERIODISTAS, YO ME PUSE A HOJEAR LA REVISTA Y DESCUBRÍ LA
LA NOTA.
EL CHICO ME PARECIÓ MUY ATRACTIVO Y SE LO COMENTÉ A LARROSA.
"QUÉ BUENO ESTÁ EL HIJO DE GRILLO. LÁSTIMA ESA CAMISETA DE BOCA".
MI JEFE SE RIÓ PORQUE SABÍA DE MI FANATISMO POR RIVER, ME MIRÓ Y ME DIJO:
"¿TE GUSTA?. CONSEGUÍ ESA NOTA. PADRE E HIJO JUNTOS. LA QUIERO YA PARA EL NOTICIERO".
POR SUERTE, NO ME LLEVÓ TIEMPO UBICAR EL TELEFÓNO, PORQUE GRILLO FIGURABA EN GUÍA.
HABLÉ CON DON ERNESTO, UNA PERSONA MUY RESPETUOSA, QUE ME AGRADECIÓ QUE LO LLAMARA. Y ACEPTÓ LA NOTA DE INMEDIATO.
HACIA LA ZONA SUR DEL GRAN BUENOS AIRES, PARTIÓ UN EQUIPO INTEGRADO POR CRONISTA, QUE NO RECUERDO QUIÉN ERA, ERNESTO ABÁLSAMO, EL CAMARÓGRAFO (UN FANÁTICO "BOSTERO")Y EL AYUDANTE DE CÁMARA, DE QUIEN TAMPOCO ME ACUERDO.
ABÁLSAMO, QUE HABÍA SIDO TESTIGO DE MI GESTO DE ADMIRACIÓN POR GRILLO JR., DECIDIÓ POR PROPIA VOLUNTAD, ASUMIR EL ROL DE "CELESTINA".
"LA PRODUCTORA ESTÁ MUERTA CON VOS", ME CONTÓ DESPUÉS QUE LE DIJO A PABLO.
COMO TODO HOMBRE, CURIOSO, QUISO SABER CÓMO ERA YO. Y ABÁLSAMO, LE DIJO QUE YO "ESTABA RE-FUERTE". UNA MENTIRA TOTAL. SIN EMBARGO, AL PARECER, EL CHICO LE CREYÓ.
EL CAMARÓGRAFO LE SUGIRIÓ QUE ME LLAMARA POR TELÉFONO AL NOTICIERO.
ESE DÍA, LA NOTA, QUE HABÍA QUEDADO MUY LINDA, SALIÓ AL AIRE. Y CON LA EXCUSA DE AGRADECERME, LLAMÓ PABLITO A LA REDACCIÓN.
A ESA ALTURA, YO YA ESTABA ARREPENTIDA DE HABERLO ELOGIADO. SOBRE TODO PORQUE ABÁLSAMO HABÍA EXAGERADO CON RESPECTO A MI FIGURA. ADEMÁS, EL CAMAROGRÁFO NO LE HABÍA MENCIONADO NADA ACERCA DE MI EDAD.
YO TENÍA 30 AÑOS Y PABLO APENAS 20. EN MI CASO, NUNCA HABÍA SALIDO CON ALGUIEN MENOR QUE YO.
PABLO ME INVITÓ AL CINE, EN EL PATIO BULLRICH, UN SHOPPING QUE QUEDABA CERCA DE DONDE BOCA CONCENTRABA EN ESA ÉPOCA. Y DONDE ÉL SOLÍA IR CON SUS COMPAÑEROS.
YO ME PREGUNTABA: "¿QUÉ HAGO?. ¿VOY O NO VOY?. ¿Y SI INVENTO CUALQUIER EXCUSA Y LE DIGO QUE NO?".
LA VERDAD, NO SABÍA QUÉ HACER. HASTA QUE LLEGUÉ A LA CONCLUSIÓN DE QUE SI NO LE GUSTABA, NO IBA A PASAR NADA. SI AL FIN DE CUENTAS NO HABÍA NINGÚN VÍNCULO COMO PARA SUFRIR UNA DESILUSIÓN.
DE MODO, QUE ACEPTÉ LA CITA A CIEGAS CON EL HIJO DEL CRACK.
CUANDO NOS ENCONTRAMOS, NOS MIRAMOS Y NOS DIMOS CUENTA QUE NO NOS GUSTÁBAMOS.
NI ÉL ERA LO QUE YO ESPERABA Y YO MENOS PARA ÉL.
YO LO VEÍA MUY PETISO Y ME PARECÍA MÁS NENE DE LO QUE ERA. Y YO LE DEBE HABER PARECIDO UNA "VIEJA VERDE Y FEA".
LA SITUACIÓN SE VOLVIÓ MUY INCÓMODA. NO SABÍAMOS SI SALIR CORRIENDO CADA UNO POR SU LADO COMO EL "CORRECAMINOS" O "AGUANTAR" UN POQUITO MÁS, ANTES DE EMPRENDER UNA HUIDA MUCHO MÁS DIPLOMÁTICA.
COMO HABÍA UNA PELÍCULA PROMETIDA, FUIMOS A VERLA. NO SÉ CUÁL ERA, PORQUE ME SENTÍ INCÓMODA DURANTE TODA LA PROYECCIÓN.
Y CUANDO TERMINÓ, PABLO ME INVITÓ A TOMAR ALGO EN EL SHOPPING. FUE LO MEJOR QUE NOS PASÓ. ALLÍ COMENZAMOS A CHARLAR Y NOS DIMOS CUENTA QUE PODÍAMOS SER GRANDES AMIGOS.
DESDE ESE MOMENTO, COMENZÓ UNA AMISTAD QUE DURÓ VARIOS AÑOS, HASTA QUE DESDE QUE SE CASÓ, LE PERDÍ EL RASTRO.
HABLÁBAMOS SIEMPRE POR TELÉFONO. INCLUSO, CUANDO ERA YO LA QUE LO LLAMABA, A VECES CONVERSABA CON DON ERNESTO Y CON SU MAMÁ, DOS PERSONAS MUY ENCANTADORAS A LAS QUE NUNCA CONOCÍ PERSONALMENTE.
PABLO FUE ALGUNAS VECES A SALUDARME AL CANAL, CUANDO TODAVÍA ESTABA EN EL EDIFICIO DE LA CALLE GELLY, EN PALERMO. Y TAMBIÉN ESTUVO EN VARIOS DE MIS CUMPLEAÑOS, CUANDO LOS FESTEJABA. PORQUE DESPUÉS DEJÉ DE HACERLO.
NUNCA NOS OLVIDAMOS DE NUESTRA FRACASADA "CITA A CIEGAS". Y FUE SIEMPRE UN MOTIVO PARA REIRNOS A CARCAJADAS.
LAMENTABLEMENTE NO LE FUE BIEN EN EL FÚTBOL Y TUVO QUE CONFORMARSE CON LLEGAR SÓLO A LA RESERVA DE BOCA.
DESPUÉS SE DEDICÓ A ENTRENAR CHICOS EN UNA ESCUELITA DE FÚTBOL, QUE INAUGURÓ EN LA ZONA DE AVELLANEDA, CUANDO TODAVÍA VIVÍA SU PAPÁ.
ME QUEDÓ EL MEJOR RECUERDO DE PABLO. UN CHICO ENCANTADOR, HUMILDE, EDUCADO Y CON BUENOS SENTIMIENTOS. ALGO DIFÍCIL DE ENCONTRAR EN EL MUNDO DEL FÚTBOL ACTUAL, DONDE LOS EGÓLATRAS SON MONEDA CORRIENTE.