domingo, 28 de abril de 2013

UNA FOTO, UNA HISTORIA...MI HERMANO Y SU HIJO


Esta es una de las fotos más lindas que saqué en mi vida.
Tiene la ternura de un padre dormido al lado de su hijo de pocos meses de vida. Pero tiene la emoción que ese padre es mi hermano Jaño y el bebé es Inti, su primer hijo, además de mi sobrino, mi ahijado.
El marco lo da el color de la frazada rayada y el cuarto de mi hermano, empapelado en esos años con imágenes de músicos de rock, su música preferida.
Recuerdo esa mañana, ya tarde, que Jaño había decidido seguir durmiendo hasta el mediodía, luego de una noche de diversión con sus amigos.
En ese estado de inconsciencia, con mi mamá le colocamos a Inti al lado y lejos de molestarse, le dio un lugar en su estrecha cama. Sólo había que hacer click con la cámara para registrar el momento.
De grandes, nunca más volví a ver una foto donde posaran juntos. Al menos, yo no saqué ninguna.
Pero de no existir otro registro, esta imagen se convirtió en un documento único y muy valioso.
Traer del pasado esa foto de hace más de dos décadas, tiene que ver con una expresión de deseos de mi parte: el reencuentro de padre e hijo.
No fue fácil para mi hermano ser padre adolescente, porque tenía que crecer él y de pronto se encontró que debía ocuparse de otra vida. Una vida tan frágil, en ese entonces, y con la cual iba a estar ligado para siempre.
Con Inti crecieron más o menos juntos, en la medida en que Charo, su madre, se quedaba en Jujuy, porque  ella iba seguido a su país, Bolivia, y lo llevaba con ella.
Pese al nacimiento de Inti y después de Yasí, mi otra sobrina, mi hermano y Charo nunca fueron pareja, y la relación entre ambos se fue endureciendo cada vez con el paso de los años.
Por ese motivo y porque además Jaño tiene un carácter fuerte, que Inti también heredó aunque en menor en medida, el vínculo entre ellos se fue debilitando.
Cuando Inti creció y optó por quedarse un tiempo con mi mamá, los encontronazos con su padre se hicieron  habituales. Y ahora, a varios kilómetros de distancia, ya que mi hermano está en el sur argentino y mi sobrino vive y estudia en Bolivia, cortaron la comunicación.
Una lástima que eso suceda.
Soy partidaria en que nunca hay que cortar el vínculo con los padres, por más que ellos se equivoquen y no estemos de acuerdo con sus puntos de vista y en la manera que nos criaron.
A pesar de las diferencias, ellos serán siempre las personas que nos dieron la vida e hicieron todo lo que estaba a su alcance para darnos una vida mejor.
Como a mi me hace bien estar en contacto con mi mamá y mi papá, me gustaría que la misma sensación la sientan el uno por el otro, Jaño e Inti.
Se merecen una nueva oportunidad para tratarse, para conocerse, para identificarse, para compartir los gustos musicales, futbolísticos y culinarios, y también para discutir frente a frente.
Pero por sobre todo, se merecen otra oportunidad para quererse.
Rezaré para que ese sueño se haga realidad...

lunes, 15 de abril de 2013

UNA FOTO, UNA HISTORIA...ÚLTIMO FESTEJO DE CUMPLEAÑOS...


Corría el año 1992, hacía tres que trabajaba en Canal 9, en el entonces noticiero "Nuevediario" y ya me había hecho de nuevos amigos para invitar a mi cumpleaños.
Todos los años, siempre se incorporaba alguien nuevo para disfrutar de ese momento, donde me convertía en el centro de los besos y abrazos, y en la receptora de varios obsequios, que aún conservo, pero que no recuerdo quiénes me los regalaron y cuándo los recibí.
Transcurría el mes de noviembre y me preparaba para cumplir mis 33 años rodeada de afectos.
Las veces anteriores nos juntábamos en casa, en los distintos departamentos donde me fui mudando a lo largo de los años, siempre sentados en la alfombra y sobre almohadones, porque no tenía sillones y pocas sillas. Pero aún con esas carencias y un poco amontonados, ya que vivía en lugares pequeños, siempre la pasábamos de maravillas.
Lo importante era estar juntos para comer, brindar y reírnos un rato.
En esa ocasión decidí hacer la reunión en un restaurante.
Me contacté con un jefe de prensa de varios artistas, que no recuerdo su nombre, para que me recomendara un lugar lindo, con comida rica y donde pudiera lograr algún descuento.
El restaurante actualmente ya no existe. Estaba ubicado frente a la Plaza Vicente López, sobre la calle del mismo nombre, en el barrio de Recoleta. Lo recuerdo muy acogedor, con buena ambientación y un trato excelente por parte de los mozos y el gerente del local.
Marisa Cortez,  mi gran amiga de la época en que trabajé en la Editorial Perfil, fue mi primera invitada.
Con Marisa estuvimos juntas en la redacción, aunque en distintas revistas, y en una temporada de verano, trabajando para la editorial. Y también fuimos vecinas. La contacté con la dueña del departamento en la calle Pacheco de Melo que yo alquilaba. Ella se vino de Adrogué y alquiló justo encima de mi departamento. Esa vecindad, afianzó nuestra amistad. Extraño esos tiempos.
Matu O'Connor fue la mejor jefa de prensa que tuvo Canal 9 en toda su historia y una gran persona, a quien le debo el contacto para la nota en "La Revista" con el productor general de "Nuevediario", Horacio Larrosa, y su hijo Leandro, y que fue mi pasaporte para ingresar al noticiero.
Matu fue acompañada de su hija Antonella.
Liliana Amuchástegui era la encargada de prensa de la agencia de músicos de rock de Daniel Grinbank y con la cual me hice muy amiga en un viaje a Rosario. Sucedió cuando fui a cubrir la vuelta triunfal a su ciudad de origen, de Juan Carlos Baglietto y Fito Paéz, en un concierto multitudinario en el estadio de Rosario Central.
De mi paso por "La Revista" y "Teletotal", ambas revistas de la misma editorial, vinieron Alejandro Veroutis, hoy uno de los jefes de prensa más importantes, entre otras figuras, de Antonio Gasalla, y la "Gallega", Viviana Fernández, de quien la última noticia que tuve fue que se había ido a vivir a España.
También asistió Pablo Grillo, el hijo del recordado jugador Ernesto Grillo, de quien me hice muy amiga, pero a quien lamentablemente le perdí el rastro con el paso de los años. Pablito fue con un amigo, que yo no conocía. Sin embargo, fue bienvenido a la reunión.
Me alegró que viniera Daniel Poplavsky, aunque ya hacía dos años que habíamos dejado de salir. Esa fue la última vez que lo vi. Hará unos dos años, me enteré por su hijo, el conocido abogado de la causa Cromañón, Patricio Poplavsky, que murió de un ataque cardíaco. Era un loco lindo, pero tenía una vida misteriosa.
De mi nueva etapa en Canal 9, no podía faltar la divertida Antonieta Rofrano, la secretaria de Horacio Larrosa, y con quien me llevé de manera excelente desde que comencé a trabajar en el noticiero.
Tampoco podía estar ausente Guillermo Andino, a quien conocía desde chico, cuando le hacía notas a su papá, Ramón Andino, y después a él, cuando tras la muerte de su padre comenzó a destacarse como periodista en Canal 13.
"Guille bonito", como yo le decía, fue un acierto de Alejandro Romay cuando lo contrató para la conducción del noticiero con Mabel Marchesini, con la que formó una dupla muy exitosa.
La cordobesa de Río Cuarto, Mabel, fue otra amorosa que también sumé a mi fiesta. Con ella volví a contactarme en los últimos meses, vía Facebook.
La velada fue muy amena. Logré que gente que no se conocía, congeniara y se sintiera a gusto. Sin embargo, fue al cabo de la comida que decidí que iba a ser el último festejo de mi cumpleaños.
Cuando llegó el momento de la despedida, cada uno se fue a su casa. Algunos, sobre todo los que iban a la zona sur del gran Buenos Aires, compartieron la movilidad. Y el resto, se fue en su vehículo o en taxi.
Nadie me ofreció acercarme a casa. No los culpo, seguramente no se dieron cuenta.
Así fue que de un momento a otro me quedé sola, parada en la puerta del restaurante.
Esa soledad, que me hizo deslizar un par de lágrimas, fue la que me llevó a hacer la promesa de no volver a festejar mi cumpleaños, a no ser que estuviera de novia o casada.
Al año siguiente viví el peor desengaño amoroso de mi vida, que me llevó a cortar de raíz toda posibilidad de volver a enamorarme. Nunca más sufrir por un amor no correspondido. Nunca más nadie.
De esa manera resolví mi vida y no me arrepiento, porque no volví a llorar por ningún hombre. Y aunque muchos no me crean, soy feliz así.
Por ese motivo, eliminé la celebración de mis cumpleaños. Sólo me regalo una semana de vacaciones, en la cual está incluido el día de mi cumpleaños. Mi festejo de ese día es no hacer nada. Me limito a responder los llamados telefónicos de mis familiares más cercanos y de algunos amigos, y los saludos a través de Facebook y Twitter. Y a escribir, la gran pasión de mi vida.
Tal vez algún día vuelva a reunir a mucha gente amiga del pasado y del presente, aunque no sea para festejar un cumpleaños. Lo haría simplemente para un reencuentro.
En la soledad de mi casa, a veces me pregunto, qué pasó con todos esos amigos. Algo malo debo haber hecho para que muchos de ellos me sacaran de sus agendas. Reconozco que uno de esos errores fue meterme tan de cabeza en el noticiero, buscando, indagando, estudiando, para no perder el puesto, que me olvidé del mundo.
Sólo conservé a los familiares cercanos y me hice de nuevos amigos en "Telenueve", que dicho sea de paso sólo veo en el plano laboral. Pero algunos han tenido actitudes maravillosas conmigo.
Cuando el reencuentro se produzca, voy a pedirles disculpas por mis errores. Quisiera darles un abrazo, recordar anécdotas del pasado y dejar abierta la puerta para más y más reuniones.
Eso es de momento una fantasía. Mientras tanto, miro con nostalgia la foto de aquel cumpleaños en 1992...

martes, 9 de abril de 2013

SOLIDARIDAD CONMOVEDORA EN LA CATEDRAL METROPOLITANA POR LOS INUNDADOS



Estaba en Jujuy cuando vi sorprendida por la televisión la terrible inundación en La Plata.
Me sentí impotente y de alguna manera culpable de no poder estar para dar una mano. Porque aunque mucha gente cree que sólo me ocupo de los animales, no es así. Lo que hago por los humanos, en la mayoría de las veces, me lo reservo.
Esto lo cuento porque es parte de la crónica de un día increíble, por la emoción de la solidaridad y por un cansancio a cuestas luego de casi 22 horas de viaje.
El sábado 6 de abril, cuando bajé del micro cerca del mediodía en Buenos Aires, antes de desarmar el equipaje me fui a un supermercado a comprar pañales, agua mineral, alimentos no perecederos y artículos de limpieza. Después busqué entre mis pertenencias ropa de abrigo, pensando en la cercanía de los días fríos de Otoño e Invierno. Y con todo eso me tomé un taxi con dirección a Plaza de Mayo.
Lo mejor hubiera sido tomar el subte. Pero por el peso que llevaba, no tuve más remedio que optar por el auto de alquiler.
Las colas de vehículos para llegar a la Catedral se extendían hasta la Avenida Alem y Corrientes. Así estuve varios minutos a la espera en el interior del taxi. Hasta que llegué a la altura de la explanada de la Casa Rosada, donde decidí bajarme y caminar en subida hasta el lugar donde se concentraban las donaciones.
Frente a la casa de Dios había un mundo de gente. Los voluntarios se encargaban de recibir, clasificar las donaciones, embalarlas y luego llevarlas a los camiones.
Había grupos de boy-scouts, de la Acción Católica, de la Cruz Roja y sobre todo de Red Solidaria, la organización creada y comandada en persona por Juan Carr.
A ellos se sumaban cientos de voluntarios, los mismos que llegaban con su ayuda y luego se quedaban para colaborar.
Pese a lo que a simple vista parecía un caos, los sitios donde dejar las donaciones estaban identificados por artículo. A la izquierda de la Catedral, contra las rejas, se recibían los alimentos no perecederos y los medicamentos. A la misma altura, pero sobre la calle, se acopiaba la ropa y el calzado. Contra las puertas de la Catedral se amontonaban cientos de colchones. Y sobre las escalinatas, estaban en un lado las botellas y bidones de agua mineral, en otro los artículos de limpieza con gran cantidad de botellas de lavandina y en otro los pañales.
Llegué justo con los aplausos porque uno de los 19 camiones que se cargaron ese día, acababa de completar la carga y partía con destino a La Plata.
Una mujer salió a mi encuentro para indicarme dónde dejar cada una de las donaciones y así en pocos minutos, mis manos quedaron libres para ponerlas al servicio de la descarga de los vehículos que iban pasando.
En medio de ese contagioso espíritu solidario, aproveché para filmar y tomar fotografías.
Un camarógrafo de TN me dijo que "le estaba haciendo competencia". Y yo le aclaré que las imágenes sólo estaban destinadas a mi blog. Nada de competencia. Sólo una broma que quedó entre colegas, tras aclararle que trabajaba en el noticiero de Canal 9.
Después saludé a Juan Carr, quien al verme, me preguntó: "¿Trajiste a los gatos?", porque nos conocemos desde hace varios años y sabe de mi amor por los felinos.
Fue muy emotivo ver a tanta gente, de cualquier edad y hasta discapacitados, brindando su ayuda material y poniendo el hombro por el sólo propósito de sentirse útil.
De los argentinos se podrá decir que somos agrandados, insoportables, gritones, ruidosos, intolerantes y demás calificativos aportados por extranjeros e incluso por nosotros mismos, pero a la hora de ser solidarios, somos los primeros.
Y la prueba está en esta impresionante movida por los inundados.
 Más allá de lo que siente cada uno, supongo que mucho tendrá que ver el Papa Francisco, con su ejemplo de humildad y de servicio hacia los más necesitados.
Cualquiera fueran los motivos, lo cierto es que la generosidad nos hace mejores personas y qué feliz se siente...

 

lunes, 8 de abril de 2013

UNA MULTITUD EN EL SANTUARIO DE LA VIRGEN DE LOS 3 CERRITOS



A tres meses de mi primera visita, volví al Santuario de la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús, más conocida como la Virgen de los 3 Cerritos, en Salta.
Regresé con la ilusión de encontrarme con María Livia Galliano de Obeid, la mujer que fue desde 1990 la testigo de los mensajes de la madre de Jesús, pero otra vez estuvo ausente.
Paciencia. La tercera será la vencida, porque quiero sentir sus manos posadas sobre mi cabeza. Un momento que para muchas personas que lo vivieron, resultó una experiencia inolvidable.
El sábado 30 de marzo, Sábado Santo, fueron numerosos los fieles que se acercaron a orar ante la bellísima imagen de la Virgen de Salta.
 En el lugar se juntó una multitud, más de 10 mil personas que llegaron en autos particulares, en micros y en taxis hasta la entrada del Santuario. Y desde allí caminó los dos o tres kilómetros, o tomó los micros gratuitos para las personas con problemas de movilidad, los cómodos o los que tenían los minutos contados, que era mi caso, ya que quería volver temprano a Jujuy para ir con mi mamá a la Misa de Pascua de Resurrección.
Había una larga cola para los dos micros que iban y venían del Santuario. Y en el Santuario, otra cola muchísimo más larga para entrar a la Capilla donde está la bella imagen de la Virgen.
En ese sitio, donde lo que prima es el silencio, sólo se escuchaban los llantos de bebés, las quejas de los chiquitos por tener que esperar tanto tiempo y algún inoportuno celular.
El resto de la gente se entretenía leyendo la oración a la Virgen y el folleto que las voluntarias entregaban, con la historia de las apariciones. Yo también leí ambas cosas y además tuve tiempo de rezar cinco Rosarios, el último de los cuales lo terminé en el interior de la Capilla.
En el trayecto en zigzag, tomé asimismo fotografías de la muchedumbre, el paisaje y la impresionante cantidad de rosarios que los feligreses dejaron colgados en los árboles.
El primer árbol utilizado fue el que está justo frente a la entrada de la Capilla. Pero tras quedar abarrotado de rosarios, la gente comenzó a colgarlos en los demás árboles.
En esta oportunidad,  volví a ser bendecida. Percibí, sin esperarlo, dos veces el aroma de rosas. Fue en la cola, cuando iba en la mitad del recorrido hacia la Capilla. Y luego, en el interior, cuando me quedé en uno de los asientos rezando.
Esa es la señal que la Virgen María está presente en el lugar. Mi felicidad, aún sin María Livia, fue absoluta.
No más palabras. Todo lo vivido quedó registrado en imágenes...



Al llegar a este punto, con la hermosa imagen de la Inmaculada Madre del Divino Corazón Eucarístico de Jesús en las retinas, vale incluir su oración de consagración:
"Purísima Madre mía, quiero consagrarte mi corazón, mi voluntad, mi vida entera.
Llévame al Corazón de tu Divino Hijo Jesús, para que Él habite en mí. Quiero ser totalmente tuyo, Madre mía. Y a partir de hoy servirte fielmente en lo que me mandes.
Sé dulce compañía de mi vida, no permitas que jamás me separe de Tí, y en la hora de la muerte ven a buscarme para gozar de la eternidad en Tu compañía.
Bendita y Alabada seas por siempre Madre Mía.
Amén"

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