miércoles, 23 de enero de 2019

NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, LA CLÍNICA QUE MATÓ A MI PAPÁ


Esta es la Clínica Nuestra Señora de Fátima, en Palpalá, Jujuy, donde dejaron morir a mi papá, Pedro Villegas.
Y no me equivoco al decir que "lo dejaron morir", porque es la verdad.
Lo mandaron a la casa, aunque en realidad lo echaron como a un perro, para que se muriera, sin atención, lejos de ellos.
Si bien es cierto mi padre aceptó, con 83 años y un marcapasos, una cirugía de enorme riesgo, porque no soportaba el tratamiento que le ofrecían, que ya lo conocía de otra clínica.
Pero que él se haya jugado a que le sacaran todo el intestino grueso, no justifica lo que hicieron con él.
El jueves 17 de enero a las 19, en una ambulancia de la clínica (¿hay que agredecerles eso?, lo mandaron a la casa, sin suero, sin la sonda, sin el respirador y sin medicamentos para que se muriera allí.
Porque al parecer, ese era el objetivo, que desaparezca, si al fin de cuentas era "un viejo".
Y mi pobre padre se murió en la madrugada del día siguiente a las 2.10.
Pobrecito, partido de dolor.
¿Cómo iba a resistir su corazón dañado?.
No me importa que el dueño de la clínica sea Rubén Rivarola, el presidente del Partido Justicialista de Jujuy, porque en ese caso me podría callar la boca.
Pero aquí no hay banderías políticas.
Aquí dejaron morir una persona y esa persona era mi querido papá.
Sé perfectamente que esto jamás se difundiría en Jujuy porque tiene los medios comprados con publicidad.
Pero no me importa.
Yo no le debo nada.
Sólo le debo mis lágrimas de dolor por haber perdido a la persona que tanto amaba.
Por eso, con mi hermano y la compañera de mi papá, estamos preparando una demanda judicial por mala praxis y abandono de persona.
Y si ningún abogado se anima a litigar contra alguien tan poderoso en Jujuy, que al menos todos se enteren quién es Rivarola y los médicos que atienden en ese lugar.
Cuando estuve allí, se portaron muy amablemente, nos daban un parte médico diario, donde nos explicaban con lujos de detalles todas nuestras inquietudes.
Pero en los últimos días, comenzaron a echarlo, de palabra y de hecho, ya que lo cambiaron a una habitación sin ventilación.
Tenían que darle aire con cartones.
¿Es eso justo?.
¿Es justo que le hayan quitado la medicación?.
¿Es justo que dejaran de higienizarlo?.
¿Es justo que hasta su propio médico de cabecera, cuyo apellido no recuerdo, lo abandonara?.
Claro que no lo es.
Mi repudio absoluto a la Clínica Fátima.
Vergüenza les debería dar el nombre de una santa, cuando dejan morir personas.
Y no creo que mi papá sea el único caso.
Lo que pasa es que no hablé con otros damnificados y además en Jujuy la gente es temerosa de los poderosos.
Pero yo a ellos no les debo nada.
No le temo a Rivarola, a mí ya me mataron de pena, como mataron por abandono a mi papá.
Ojalá, a los que lean esto y conocen la clínica, no tengan que padecer lo mismo.
Los de esa clínica son todos ¡UNA MIERDA Y ASESINOS!!!.