domingo, 15 de septiembre de 2013

LOS SACERDOTES NO DEBERÍAN CASARSE PORQUE LAS MUJERES SON MUY "HINCHAPELOTAS"





































Cuando Jesús comenzó a manifestarse como el hijo Dios, fue convocando a hombres sencillos, simples pescadores, casados, con familias. Pero para iniciar un nuevo camino, les pidió que dejen todo. Y ese todo comprendía a la esposa, los hijos y la vida que habían llevado hasta ese momento.
Estos hombres eligieron abandonar su hogar y ser solos. Juntos, al lado de Jesús, pero sin una compañía femenina, ni chicos para atender su crecimiento.
El renunciamiento de los que serían los 12 apóstoles fue de alguna manera el comienzo del celibato de los representantes de Dios en la tierra.
En estos días en que comenzó a hablarse de la posibilidad del fin del celibato para los sacerdotes, aunque parezca muy anticuado de mi parte, no estoy de acuerdo.
El celibato es parte del sacrificio que hace una persona para entregar su vida a Dios. A partir de ese momento, su misión es difundir no sólo el Evangelio, sino realizar una tarea de servicio a hombres y mujeres.
Si esa persona tuviera una esposa e hijos por detrás, no podría dedicarse en plenitud al resto de la gente. Estaría cumpliendo horarios, como cualquier hombre, y a la noche, tendría que estar en casa para ocuparse de los problemas de su familia y compartir con ellos lo poco que le queda del día.
Sólo que todo no es tan simple. Los que están casados lo saben. La mujeres, con su ánimo de igualdad y protagonismo, no dejarían en paz a su marido, por más cura que fuera.
Que me disculpen las mujeres, porque yo también lo soy, pero como liberé a todos los hombres de mi presencia hogareña, puedo decir con total sinceridad que no son nada recomendables para un sacerdote.
La mayoría de las mujeres son muy "hinchapelotas" y lo único que conseguirían es complicarles la vida.
Para los que ya fueron "cazados", que Dios los ayude. Mi advertencia es para los curas que ven en la posible liberación del celibato, una solución a sus conflictos de soledad.
Si quieren compañía, adopten un perro o un gato. Sumen más retiros espirituales. Pero una mujer, nunca, se arrepentirán el resto de sus días. Sobre todo si se casan.
En un casamiento por Iglesia, se jura en el altar "estar juntos hasta que la muerte los separe". ¿Qué pasaría si el matrimonio fracasara?. ¿Cómo traicionar un sacerdote esa promesa ante Dios?. Va a tener que cargar con la susodicha hasta que alguno de los dos deje este mundo. ¿Y cómo estar seguro si no va a ser él mismo quien lo haga primero?.
Imaginemos por un momento el hogar de un sacerdote con una esposa "hinchapelotas".
El hombre vuelve agotado luego de escuchar en el confesionario pecados de toda índole, que aturdieron sus orejas, de celebrar misas, de dictar clase, para los que son también docentes, de visitar enfermos y unas cuantas actividades más que le atañen. Y la mujer lo está esperando con los problemas cotidianos.
"Tenemos que ir al colegio porque "tu" hijo se agarró a trompadas con un compañerito".
"No te olvides de ir a pagar las facturas porque yo no tengo tiempo y vos sabes, que si yo no limpio, esta casa es una mugre".
"¿A quién confesaste?. ¿Qué te contaron?. ¿Cómo no me lo vas a contar a mí que soy tu esposa?".
Esto sería para un simple cura. Pero qué pasaría si ese religioso fuese el Papa Francisco.
En principio, casado, nunca hubiera alcanzado el Papado. Pero en tren de usar la imaginación, al llegar a cardenal con una mujer al lado, la veo en mi mente a la señora Bergoglio sacándole en cara por viajar en subte.
"¿A vos te parece viajar en subte?. Sos cardenal. Date el lugar. Que la Iglesia te pague un remís o un taxi, pero no podés andar ni en subte ni en colectivo".
Ni pensar lo que hubiera hecho la señora Bergoglio en el Vaticano.
"¿Cómo se te ocurre vivir en Santa Marta?. ¿En este lugar tan chiquito, tan despojado?. Sos el Papa, te merecés una residencia de lujo".
Y la sigo viendo muy disgustada ante la felicidad de Francisco por su flamante "renoleta".
"¿Una renoleta para moverte en el Vaticano?. Estamos en el país de las Ferrari, lo menos que podés hacer es que te asignen una, acordate que sos el representante de Dios en la tierra, el que mueve los hilos. Yo ni loca te acompaño para andar de Roma en esa catramina".
Si nos vamos al mundo frívolo de la farándula, no sería extraño que empiecen a aparecer las chicas interesadas en llevar al altar a un sacerdote. O al menos las dispuestas a mostrarse en su compañía, para ganarse la simpatía de más gente.
¿Cómo llamarlas?. ¿Tal vez cureras?, para darle una clasificación como a las botineras y las raqueteras.
Sin embargo, estas chicas, no muy cuidadosas de sus gestos y palabras, suelen volcar en la primera de mano. Sobre todo cuando le ofrecen la tapa de una revista y se despachan con declaraciones que "hacen historia".
Ya me la imagino, con la cola parada, con una tanga hilo dental y mirando a cámara, haciéndose la desentendida, mientras un título revela su momento sentimental: "Nos estamos conociendo con el padre Enrique".
Pobre padre Enrique, más vale que salga huyendo antes que sea demasiado tarde.
Aunque le haya puesto una cuota de humor al comentario, mi postura es que el matrimonio no va con los sacerdotes.
Algunos sostienen que la pérdida del celibato evitaría los abusos a menores.
Una falacia. Los que son pervertidos, lo son estando solteros, casados, viudos o separados. Son seres con la mente podrida, que actúan más allá de su estado civil.
Sólo espero que así como la Iglesia no acepta a las mujeres ejerciendo el sacerdocio, tampoco permita las bodas de los curas. Tal vez se pueda tener alguna contemplación con quienes cometieron el inevitable pecado de la carne. Pero que no pase de eso.
Parejas hay millones. Lo que la Iglesia necesita es más hombres y mujeres con dedicación exclusiva a Dios.


4 comentarios:

Sergio dijo...

Muy divertidos los dialogos imaginarios del hipotetico cura casado!.Al margen de eso,habiendo millones de sacerdotes en todo el mundo,es natural que entre ellos se encuentren pervertidos,no tiene nada de sorprendente,COMO LOS HAY EN OTRAS RELIGIONES QUE LA HIPOCRITA CORPORACION PERIODISTICA NUNCA SE ANIMA A TOCAR....ya sea por su poder economico y mediatico....o para que no les metan un BOMBAZO SAGRADO!.Por lo que el matrimonio no va a subsanar estos hechos,ya que un tipo que disfruta con tener sexo con un niño o niña..NO ES UN TIPO NORMAL....ES UN PERVERTIDO O DEGENERADO...y las mujeres no son su preferencia sexual.Y en cuanto a los "especialistas" practicantes de pseudociencias como psicologia,psicoanalisis y otras zanatas burguesas....que siempre tienen algo que acotar en contra de lo que el sentido comun marca..............mejor nada!!!!!

Yayi Villegas dijo...

Como siempre, gracias Sergio por leer mi blog y por colaborar con tu interesante comentario. Saludos.

Ángel dijo...

Hola hermana! Estuvo muy divertido leer tu artìculo! Mi humilde opiniòn es que la sexualidad es una parte de la vida humana y desecharla por decreto, crea precisamente la posibilidad del acercamiento carnal prohibido, ya sea con niños ò con mujeres de la grey! La libertad que el Papa Francisco està haciendo ingresar a una Iglesia acostumbrada al ocultamiento y a la oscuridad, debe permitir el debate acerca de si es posible mantener esta pràctica, aun en estos tiempos de tanta libertad y, ojo no digo libertinaje, porque eso corre por cuenta del periodismo! Te quiero mucho. Besos.

Yayi Villegas dijo...

Gracias hermanito por tus conceptos. A propósito de lo que decís, viste que el Papa le va a dar cabida a los matrimonios de hecho y a los divorciados. Porque es cierto, hay mucha gente que es buena, solidaria, que ama Dios y sin embargo se siente desplazada por eso. En ese caso, me parece bien que se tenga consideración por ellos. Pero con respecto a los curas, no estoy de acuerdo que se casen. Que tengan sus "cosas" como Lugo, (sin hijos, porque este hombre se fue de bambo),pero que sigan con su tarea evangelizadora. Como dije en mi escrito, las mujeres son "hinchapelotas" y les quitarían tiempo para esas tareas. Besos mil.