lunes, 2 de enero de 2012

GARDEL, SU CASA EN EL ABASTO Y SINATRA

Tengo por Carlos Gardel un cariño que va más allá de la admiración como artista. Y lo inexplicable es que estoy muy lejos de haberlo conocido personalmente para entender la ternura que me produce su imagen, su manera de hablar y su voz maravillosa.
Sé que si en 1985, al cumplirse 50 años de su muerte, no hubiera participado de una investigación sobre su vida, su carrera, su dinero y sus mujeres para la revista "Siete Días", otro hubiera sido mi interés por el gran Carlitos.
El año pasado se me ocurrió recordar en este blog una de las tres partes en las que se dividió el informe en "Siete Días", el referido a las mujeres de su vida, y la respuesta fue tan positiva, que se convirtió en uno de mis mejores momentos en 2011.
Al director de "Telenueve", Emilio Giménez Zapiola, le mostré mi escrito porque mencionaba a su amigo Alejandro Sáez-Germain, quien redactó los capítulos con los reportajes y datos que yo le suministraba. Y le gustó tanto, que me pidió, a través del director ejecutivo de la edición de las 19 de "Telenueve", Marcelo Antín, que lo adaptara a un informe para el noticiero.
No lo podía creer. Sentí como si tocara el cielo con las manos.
La idea ya la tenía, pero sabía que en el horario de trabajo iba a ser imposible ocuparme de la nota. Por eso dediqué la mayor parte del próximo fin de semana en armar la estructura y elegir los temas de Gardel, para separar la historia de cada una de sus mujeres. Y cuando llegó el día para la edición con Alejandro Martín, el jefe de los editores, ya tenía todo resuelto.
En esa semana, quise agregarle imágenes de la casa del "Zorzal Criollo" en el barrio porteño de Abasto, y además quería contagiarme del espíritu gardeliano, para hacer la nota más emotiva, pero justo fui un martes, que es el único día que está cerrada.
Fue una gran frustración, ya que el tiempo no me dio para intentarlo nuevamente. Sin embargo, al ser tan impresionante el resultado final del informe, sentí que ese agregado no hubiera aportado demasiado.
De todos modos, dejé como una asignatura pendiente visitar el lugar por donde pasó parte de su juventud el gran cantor. Un lugar, que por otra parte había conocido en 1985 para la investigación de "Siete Días", pero no con las reformas actuales, al convertirse la casa en un museo.
La visita al hogar de don Carlos la realicé pocos días antes de viajar a Jujuy de vacaciones, pero como había grabado varios videos y tomado algunas fotos, y ante la dificultad para ingresar a internet en el norte argentino, dejé esta producción para mi retorno a Buenos Aires.
Será una tontería, pero no puedo negar que me produjo una gran emoción trasponer el umbral de la vivienda en la calle Jean Jaurés al 700. Y eso que no tenía nada que ver con la casa semiabandonada, que conocí en 1985 y que seguramente estaba más cerca de la verdadera, allá por la década del 30'.
En esta oportunidad, entré a un edificio cuidado, con muchos cuadros, fotos, esculturas y recortes periodísticos cubiertos por vidrios, y con espacios bien diferenciados.
Con la cámara encendida, fui recorriendo la casa de "estilo chorizo", con sus salas comunicadas una a una por puertas continuadas en línea.
Una de las novedades fue la sala dedicada en exclusividad para rendirle homenaje a Tita Merello, con numerosos recortes, fotos y discos de su época exitosa.
Otra sala es la de los músicos destacados del tango. Y al final de todo, un pequeño anfiteatro, con sillas en fila, donde en un televisor se emiten de manera continuada las películas de Gardel. Yo me enganché con don Carlos, entonando con su voz cautivante el tema "Lejana tierra mía". Pero no me quedé a ver el resto de la película, que sí miraba una pareja de turistas.
Lo que me llamó la atención fue que en la vez anterior, la foto de Gardel con su novia oficial, Isabel Martínez del Valle, ocupaba el centro de la sala principal. A la joven enamorada se la veía desde lejos con su costoso tapado de armiño, regalo del "Zorzal Criollo".
En cambio ahora, la misma foto, aunque de menor tamaño, junto a cartas, otras fotografías, recortes de diarios sobre la tragedia aérea que terminó con la vida de Gardel y sus músicos en Medellín, Colombia, y un perfil de Isabelita, fueron ubicados al costado de la escalera que llevaba a los cuartos del artista y el de su mamá Berta Gardés. Es como si el arquitecto de la reforma o el adaptador de la casa a museo, le hubiera quitado protagonismo al gran amor de Gardel.
Como en el piso superior se ubicaron oficinas, los baños para el público y sólo un pequeño reducto con fotos y muñecos con la imagen del cantor, en el patio central se colocó una enorme fotografía que refleja la que fue la humilde cama donde descansó Gardel.
También se dedicó una salita reducida, que habría sido el lugar donde doña Berta planchaba con su pesada plancha calentada con carbón. Allí hay un vestido y una foto grande de la mujer que le dio la vida a quien se convirtió en leyenda.
A la cocina está vedado del ingreso, pero eso no me impidió hacer un paneo del lugar, que está justo al fondo del patio.

Lo que busqué y no pude encontrar en ese mundo gardeliano, fue ni siquiera un indicio del supuesto encuentro que tuvo un Frank Sinatra, joven, de 18 años, talentoso, pero perdido por sus malas compañías con integrantes de la mafia italiana en Estados Unidos, y un Gardel con nombre propio y prestigio, que ocupaba un lugar de privilegio en una radio de Nueva York.
Esta historia me la contó primero mi hermano Jaño, que desconozco de dónde la sacó. Pero no conforme con ello, yo misma la encontré relatada en internet por un historiador del tango, quien asegura que la recibió del periodista peruano Mario González.
Gardel actuaba todos los días a las 21, en un programa de la WEAF-NBC, donde era presentado como "el barítono".
Una fría noche de enero de 1934 llegó a la radio a ver y escuchar el programa, Francesco Albertino Sinatra Agravantes, hijo de una genovesa y un siciliano, que vivía en el barrio de Hoboken, en Nueva Jersey. El adolescente delgado y de unos impresionantes ojos azules, tenía sin embargo una conducta reprochable, ya que vivía peleándose con todos, con amigos de dudoso pasado y una enorme inestabilidad laboral.
Fue su novia de entonces, Nancy Barbato, con quien se casó después, la que le insistió para que fuera a ver a Gardel.
El joven Sinatra quedó muy cautivado con la actuación del "Morocho del Abasto" y se acercó a felicitarlo. Pero le costó dirigirle la palabra, no sólo para felicitarlo, sino también para confiarle que a él también le gustaba la música y soñaba con ser cantante.
Entonces fue su novia quien le dijo a Gardel que el joven Sinatra cantaba muy bien, sólo que las malas juntas, no le permitían prepararse y hacer un intento para tener la oportunidad de ser escuchado por algún productor o el representante de una compañía discográfica.
Fue ahí, según el relato del peruano González, que "El Zorzal" le puso una mano en el hombro y le dijo, entre italiano y español: "Mira ragazzino, cuando yo tenía tu edad, andaba allá en Buenos Aires como vos andás ahora en Nueva York. Pasaba todo el día en compañía no muy recomendable cerca del mercado de Abasto, con "squenunes" como los que vos frecuentás. Especialmente con unos malandrinos genoveses, los Fratelli Traverso, cuyo padre tenía una fonda llamada O´Rondeman, que era una guarida de la Mano Negra , la Camorra y tutti cuanti. Logicamente cada dos por tres me portaban en galera. No te voy a decir que ahora soy un santo, pero el cantar no solo me dio fama y fortuna, también me apartó de ese ambiente donde solo me esperaba pudrirme en la carcel o morir violentamente".
Sinatra, que lo escuchaba con atención, le preguntó: "Mister Gardel, ¿usted que me aconseja que haga?". Y Gardel le respondió: "Por lo pronto ragazzino, aprovechá que estás aquí en la radio y anotate en un concurso de cantantes que creo que se llama "Major Bowes Amateur Hour". Hacelo ragazzino que con probar nada se pierde".
El joven Frank se anotó y se presentó acompañado de un trío, amigos del barrio, y ganó el concurso, y esto le dio pie para una gira organizada por el programa.
Según González, cuando Sinatra vino en 1981, contratado por Palito Ortega para actuar en el Luna Park, pidió ir a conocer el barrio de Gardel. Y lo habría hecho, disfrazado, para que nadie lo reconozca, acompañado por el entonces agregado cultural de la Embajada de Estados Unidos.
Sin embargo, cuando se lo consulté a Nora Lafón, quien fue la jefa de prensa del espectáculo, me dijo que eso era imposible, porque Sinatra, durante las horas que estuvo en Buenos Aires, nunca salió del hotel, salvo para la prueba de sonido y luego para el concierto.
Mi hermano tenía otra versión, que podría ser más cercana a la verdad, siempre y cuando la historia haya sido cierta. Y es que "La Voz" vino a Buenos Aires muchos años antes de 1981, que lo hizo de incógnito y también, con el único propósito de conocer el Abasto y agradecerle al espíritu de Gardel, aquel consejo que le hizo dar un vuelco a su vida, tan rotundo que se convirtió en una celebridad mundial.
González asegura que ese día de reconocimiento al "Morocho", Sinatra, en pleno barrio del Abasto, miró al cielo y dijo: "Thanks for helping me to live, Mister Gardel".
Por la admiración profunda que siento por ambos, deseo con todo mi corazón que esta historia, tan increíble como conmovedora, sea verdad. Sólo eso.

4 comentarios:

Yayi Villegas dijo...

Por ser figuras tan determinantes en la música de aquí y de allá, pensé que iba a tener alguna devolución. Pero voy a volcarme a que la gente está de vacaciones y no tiene ganas de leer nada. Y menos aún mi blog. Otra vez será...

Sergio dijo...

Gardel....UN GROSSO!....nada que agregar,siendo yo cero tanguero,no puedo mas que inclinar el bocho ante su voz,temple y estilo.De Sinatra solo puedo agregar mi apreciacion.....siempre personal,obvio,me parece que hubo otras voces superiores,en realidad,nunca me impresiono.....ahora......la anecdota......ES UN TIPICO-AUTENTICO-TELURICO:BOLAZO ARGENTO!

Sergio dijo...

Una acotacion a lo que mencione antes......si alguien merece ser llamado"LA VOZ",convengamos que ROY ORBISON esta bien delante del old man blue eyes!

Yayi Villegas dijo...

Sergio, no coincido con vos. Cuando puedas, escuchá con atención la voz de Sinatra y vas a ver que es increíble. Como si no se esforzara. Y Gardel, inigualable. La historia es muy buena, pero a mí también me despierta dudas...Saludos.