martes, 20 de diciembre de 2011

"MOIRA" YA NO ESTÁ



"Tu gatito dejó de sufrir". Con estas palabras y entre lágrimas, mi tía me comunicó por teléfono y a 1900 kilómetros de distancia, que Moira había sido sacrificado en el Instituto Pasteur.
Antes de viajar para visitar a mi familia, le toqué la cabecita y le dije: "Chau, Moirita, tal vez esta sea la última vez que te vea..."
Así fue. Su muerte era inevitable. Era inhumano hacerlo permanecer con vida con un cáncer en la boca que lo iba debilitando día a día.
En la última visita al veterinario, hablamos sobre la eutanasia y el precio de la misma. Pero si bien me dijo que más allá del antibiótico que le habían aplicado el 3 de diciembre, con duración de un mes, y un antiséptico que a manera de spray le aplicaba en la boca para anestesiarlo, al menos por un rato, era lo único que se podía hacer por él.
En esa oportunidad, ni siquiera me quiso cobrar la visita. Pero como su política es la de no sacrificar a ningún animal, mientras coma, por eso habían optado por esperar un tiempo más.
Lamentablemente, tuve que dejárselo al cuidado de mi tía en esas condiciones. No hubiese querido que ella, una mujer de 80 años, asumiera la responsabilidad de cuidarlo estando tan enfermo y también decidir la suerte de mi animalito.
Para evitar que el veterinario, vuelva a decir que "aún no es tiempo de sacrificarlo", mi tía no lo llevó a la misma veterinaria, sino que en un taxi lo trasladó al Pasteur.
Allí se dio cuenta de la situación deplorable del gatito. Que no había otra solución que la eutanasia. Ese pelo que en la primera foto aparece brilloso, últimamente se había tornado gomoso, pegadizo y opaco.
Me contó que en los últimos días, ya no podía ni sacar la lengua porque el cáncer estaba haciendo estragos en su boca. Eso significa que apenas podía comer. Porque el tumor estaba al lado de la dentura. Pobrecito. Cómo habrá sufrido y él nunca se quejó.
No soy partidaria de la muerte de una persona, porque Dios es quien decide cuándo nos llega el momento. Pero hay situaciones extremas donde el sufrimiento, me obliga a pensar en excepciones.
Es lo que me sucedió con Moira. Yo sabía que era un enfermo terminal. En mi interior, como me pasó con Bambita que murió sin intervención de un tercero de un cáncer fulminante de páncreas, hubiera querido que con Moira ocurriera lo mismo.
Pero hay que ser realista, era una crueldad extenderle la vida.
Pese a que el tiempo que estuvo conmigo, traté de darle lo mejor, Moira tuvo una vida de mierda. Así, lisa y llánamente.
Cuando Canal 9 se mudó de la calle Gelly en Palermo Chico al edificio que había sido un mercado en la calle Dorrego y Conde, en Colegiales, Moira ya estaba. Por eso desconozco su edad. Sé que era viejito, porque nosotros nos mudamos en 1997.
En ese tiempo, no sabía que era un gato. Yo creía que era una gata, ya que no se le veían los testículos. Por eso le puse Moira. Pero después me enteré que una chica del canal, que como yo le daba de comer, lo había hecho castrar. El nombre ya lo tenía y pense en la Mona Jiménez, que es hombre y le dicen "Mona", y le quedó "Moira", aunque yo también lo llamaba cariñosamente "Moireso".
Lo traje de Canal 9 porque algunos de mis "compañeritos" me amenazaron con matarlo, ya que tenía la costumbre de dormir en la redacción. Me culpaban a mí de esa costumbre del gato y no escuchaban mis explicaciones de que el animal vivía allí, antes que trasladaran la redacción del noticiero a ese sector del canal.
Un buen día, volví a la tarde con la jaula y me lo llevé a casa.
Pero cometí un error. No busqué a otra persona para que lo ingrese al departamento y mis otros gatos, celosos, cuando me vieron entrar, lo odiaron hasta el final de sus días.
Por muchos años vivió escondido, con su comida y sus piedritas para las necesidades propias, y sólo moviéndose en un radio muy pequeño. Si llegaba a intentar moverse de ese lugar, cualquiera de los otros gatos y sobre todo Cocó, venía a atacarlo. Y yo tenía que interponerme para que la cosa no llegara a mayores.
Sin embargo, desde el año pasado decidió liberarse. Salió de atrás de un mueble y comenzó a utilizar un almohadón. Y los demás no lo molestaban tanto. Como si hubieran comprendido que tenían que aceptarlo. Que era uno más de mis "hijos".
Después le compré una camita para felinos, de modo que alternaba entre el almohadón y la camita. Pero lo que más le gustaba a Moira, sobre todo en la época de Primavera y Verano, era estar en la camita, en forma de pantufla gigante, que estaba en el balcón. Seguramente elegía ese sitio, porque él había vivido afuera, en el patio del canal.
Sé que no fue suficiente el amor y la protección que le brindé en estos años. Tampoco los remedios sirvieron para nada. Y lo que más me duele en este momento es que no estuve con él en sus últimas horas de vida. Una caricia de su "mamá postiza" le habría venido bien, antes de recibir la inyección letal.
Lo único que compensa mi tristeza es pensar que en el cielo de los gatos, Moira es ahora libre, sano y feliz. Chau, Moirita, nunca te olvidaré...

2 comentarios:

Sergio dijo...

La vida no es justa ni bella(mal que le pese a Benigni),simplemente es!.Tu infortunado gatito,no la paso bien,y su sufrimiento en los ultimos meses fue atroz.Que tus colegas del canal amenazaran con matarlo en su momento,no sorprende,siempre hay excusas y pedorras razones,pero lo unico cierto e indiscutible,es que de todos los animales del ambito terrestre,el peor,por lejos,es el humano!.Podra ser el mejor,en determinadas circunstancias,dependiendo de su educacion(existen ejemplos historicos de memorables epopeyas humanas en la historia),pero siempre hablaremos de minorias!.La correccion politica es una lacra que obliga a la hipocresia y la mentira,que inevitablemente,en estos casos,nos lleva al humanocentrismo imperante,que siempre impondra al bicho humano por sobre todo,aunque no valga un gramo de estiercol(Bundy,Tchikatilo,Lenin,Stalin,Pol Pot,Dzerzinsky y cientos de millones mas!).Por mi parte,el sufrimiento de una criatura inocente,humana o de otra especie animal,es prioritaria!.Son criaturas modestas,en capacidad y entendimiento,pero unidades organicas capaces de disfrutar,sufrir,apreciar y rechazar igual que un bipedo sin plumas como nosotros!.Ojala mi vieja tenga la razon(y no yo!)y exista la posibilidad de una redencion para aquellas criaturas que no dañaron,maltrataron,ni mintieron!.

Yayi Villegas dijo...

Excelente tu comentario, Sergio. Coincido con vos en que el peor bicho es el ser humano. Los animales nos viven dando ejemplo de solidaridad, de fortaleza y sobre todo de un amor incondicional. Saludos y gracias a la tía por lo que hizo por él y por atender al resto de los michis.