lunes, 14 de abril de 2014

MISA DE DOMINGO DE RAMOS EN LA CATEDRAL METROPOLITANA


Este domingo comenzó la Semana Santa con la celebración de la Misa de Ramos.
Elegí ir a la Misa de las 10 en la Catedral Metropolitana, donde una gran cantidad de feligreses colmaron el templo con sus ramos de olivo.
Yo había comprado el ramo el día anterior en un puesto de flores, en San Cristóbal.
Como me pasó a mí en otras oportunidades, que alguna persona generosa me obsequiara un ramito, esta vez fui yo quien le regaló un ramito a una madre y su hija, dos turistas españolas que se mostraron muy agradecidas por mi actitud espontánea, al verlas con las manos vacías.
La ceremonia fue muy emotiva. Al menos yo lo sentí así.
Una imagen de Jesús montado en un asno, que se colocó en el altar, fue la que precedió las palabras del obispo auxiliar, monseñor Enrique Eguía Seguí, quien desde la puerta de la catedral,contó el origen del olivo como símbolo para darle la bienvenida a Cristo en Jerusalén.
Luego que Noé lograra salvarse del diluvio universal con su familia y parejas de animales de cada especie, pasados algunos días, decidió enviar una paloma para saber si la tierra podía volver a habitarse.
Poco tiempo después el animal regresó con un ramito de olivo en el pico. Eso le dio la pauta a Noé que era el momento de bajar a comenzar una nueva vida.
A ese relato le siguió el paso de los sacerdotes bendiciendo los ramos, mientras un coro deleitaba con sus cantos religiosos.
Seguidamente, estos mismos sacerdotes, ingresaron en procesión hasta el altar, para continuar con la celebración de la Misa desde el altar.
Allí comenzó la lectura de la Pasión de Jesús, que cuenta los sufrimientos del hijo de Dios, previos a su muerte en la cruz.
Todos los años me sucede lo mismo: vivo ese relato como si alguien muy cercano a mí fuera víctima de esas torturas y humillaciones.  Será porque a Cristo lo siento como a un ser muy familiar. Y no puedo evitar llorar.
Llegó el tiempo para reflexionar. Para mirarse adentro. Para agradecer y pedir perdón.
Un tiempo para rezar y si es posible hacer una obra de caridad.
Un tiempo para compartir con los seres queridos.
Un tiempo para el silencio y para leer la palabra de Dios.
Cristo nos está esperando. No lo desaprovechemos.
Y el domingo, Felices Pascuas para todos...

1 comentario:

Yayi Villegas dijo...

Como la religión no es para todos, entiendo no haber tenido ningún comentario sobre este tema. Ni en las redes sociales. Pero está todo bien. A todos los que lo leyeron y no opinaron de ningún modo, muchas gracias, igual.