lunes, 16 de abril de 2012

MARIO SAPAG, EXITOSO EN EL TRABAJO, PERO CON UNA VIDA COMPLICADA

En los años 80' Mario Sapag era uno de los cómicos exitosos del momento. En Canal 9, donde Alejandro Romay le dio un lugar de privilegio, su programa "Las mil y una de Sapag" llegó a alcanzar los 40 puntos de ráting.
Todos lo miraban. La gente, porque se divertía con sus imitaciones de César Luís Menotti con varios cigarrillos en cada mano, Raúl Alfonsín con su saludo con las manos unidas a la altura del hombro derecho, Dante Caputo, Jorge Luís Borges, Saúl Ubaldini,  Hugo Guerrero Marthineitz, Carlos Menem, José Sacristán con "Solos en la madrugada", Pilar Franco, Gerardo Sofovich, Roberto Galán, Gandhi, Tita Merello y varios más. Y los famosos, porque se sentían honrados de haber sido elegidos para ser parte de su galería de personajes.
En el verano del 83'/84', en pleno gobierno de Raúl Alfonsín, que había asumido como presidente en diciembre de 1983, la revista "Libre", considerada la vedette de la Editorial Perfil, se mandó una humorada con él que casi le cuesta el puesto a la guardia de seguridad del Complejo de Chapadmalal.
Yo era parte del Operativo Verano de la editorial y fui testigo de lo sucedido.
Sapag no sólo la rompía en la TV, sino también en el teatro en Mar del Plata. La gente llenaba noche a noche la sala para verlo en escena. Y basados en la impunidad que a veces da el éxito, los periodistas de la revista le pidieron al actor que se disfrace de Dante Caputo, para comprobar cuán vulnerable era el control en el acceso a la playa donde se encontraba el presidente Alfonsín de vacaciones.
Buscaron un auto último modelo, oscuro y con vidrios polarizados. Una periodista se hizo pasar por la secretaria y se sentó a su lado en el asiento trasero, y un periodista asumió el rol de chofer.
El verdadero Dante Caputo en ese momento se encontraba en el exterior, en su rol de ministro de Relaciones Exteriores, pero eso no lo sabían los guardias. Por eso, cuando llegó el auto de los periodistas y con Sapag en la piel del personaje, no dudaron y le abrieron la tranquera.
Una vez adentro, los periodistas se dieron a conocer y si bien Sapag logró acercarse a Alfonsín, con quien dialogó algunos minutos, el presidente quedó muy enojado con su personal de seguridad. Esto derivó en el despido de todos. Sin embargo, fue el propio imitador quien intercedió días después para que el presidente revea la medida y no los deje sin trabajo, porque la culpa era suya. Él asumió la culpa, dejando incluso afuera a los periodistas, quienes en realidad eran los principales ideólogos de la broma. Los empleados de seguridad no perdieron su empleo.
En ese tiempo de éxito sostenido, tuve la oportunidad de entrevistar varias veces a Mario Sapag, no sólo para las revistas de la Editorial Perfil, sino también para otras revistas donde trabajé. Aunque no llegué a tener una amistad con él como con otros actores, siempre hubo un respeto mutuo. Además, nunca me negó ninguna entrevista.
Sin embargo, fue para la nota que salió publicada en la revista "La Revista", la cual incluyo en este escrito, que su postura hacia mí se elevó a un grado de "agradecimiento".
Fue una de las notas más difíciles que me tocó hacer. Era la primera vez que lo entrevistaba en su casa, ya que las anteriores fueron en el canal, en el teatro, en un bar y en la playa.
Pero como "La Revista" tenía el estilo de "Hola", las notas tenían una mejor aceptación cuando se realizaban en el hogar del entrevistado y con su familia. Lo sentí como un punto a favor, cuando Mario accedió a que ingresáramos a su casa, un día después que la fotógrafa Marta Oliva tomara imágenes del programa en Canal 9. No me imaginaba ni remotamente con lo que me encontraría adentro.
Con el fotógrafo Miguel Ángel De León llegamos en un "muy mal momento del matrimonio". De entrada, notamos que el ambiente era irrespirable. Mario y Mirta estaban peleados.
Con Miguel Ángel nos pusimos de acuerdo en que él hiciera primero las fotos y al final vendría el reportaje con Sapag. Fue muy complicado conseguir la sonrisa de la esposa, no así de Anahí, la hija menor de Mario y del propio Mario, acostumbrado a poner su mejor rostro para la posteridad. Y más todavía, cuando se le pedía que posaran uno al lado del otro.
Para lo que sucedió, bastante bien salieron las fotos. Nadie se dio cuenta que lo de "hogar dulce hogar" era una absoluta mentira.
Lo más duro fue el instante del reportaje. Me sorprendió que Sapag no perdiera los estribos y comenzara una batalla campal en el living o volaran platos en la cocina. Tal vez esto ocurrió después, pero nunca me enteré.
La hija mayor del actor, Karina, en ese entonces de 20 años, se encontraba estudiando Letras en Estados Unidos y próxima a casarse. Y la sola mención de la chica ausente, fue el detonante para que en cada respuesta a mis preguntas, Mirta le refutara los dichos.
Cuando Mario comenzó a contar por qué se había mudado su hija al exterior, la esposa lo interrumpió para decir que "la culpa es tuya que se haya ido". Nada de lo que expresaba Sapag le parecía bien. Para su esposa era el "peor ser humano y el más falso de todos". Fue  tremendo para mí poder armar el rompecabezas con tantas frases entrecortadas. Pero lo hice. Y esta fue la nota almibarada que salió:

"Mario Sapag ha vuelto a la televisión con su programa "Las mil y una...", en su quinto año triunfal. El jeque árabe, Gerardo Sofovich y el personaje de historieta Popeye, son hasta el momento sus nuevas caracterizaciones para esta temporada.
Tan profesional como de costumbre, como cuando se inició en esta carrera hace casi 29 años, el popular imitador está demostrando nuevamente que para asumir el rol de un personaje famoso, con sus voces y sus gestos, hace falta como él mismo lo dice: "amar primero a la persona", porque es la mejor manera de que el público también lo quiera.
Lejos de las máscaras, del maquillaje, de las luces del estudio de televisión, pero en un lugar tan cálido y luminoso como es su casa, Mario Sapag recibió a LA REVISTA, en compañía de su esposa Mirta y de su hija menor, Anahí, de ocho años, para hablar de ese hombre tímido, formal y hogareño, que es en verdad él.
"Soy -dice- una persona común, un padre y un esposo más, y trato de ser lo más normal posible..."
Ahora se siente un poco triste, porque su hija mayor, Karina, de 20 años, está estudiando en Estados Unidos y se casará en junio con un joven norteamericano, hijo de argentinos, llamado Michelle.
-¿Cómo ha sido tu relación con tus hijas?
- Siempre fue muy buena, tanto con Karina, que desde hace un año estudia Letras en la Universidad de Berkeley, en San Francisco, como Anahí, que es la mimosa de la casa. Con respecto a Karina, fue muy difícil para mí aceptar que se fuera, pero ella estaba cansada de ir a una universidad, que pese a ser privada, no le enseñaba todo lo que quería aprender. Escribió a varias universidades en Estados Unidos y casi todas le contestaron, pero optó por la de San Francisco. Ha venido varias veces a visitarnos, incluso este verano estuvo un mes con nosotros en Carlos Paz y después de la boda, vendrá a presentarnos a su marido.
- Debe ser duro para vos, aceptar que tu "nena" se case, ¿verdad?.
- Es cierto, pero ella está enamorada, al igual que el muchacho con el que sale y no tengo más remedio que aceptarlo. Mirta es por supuesto la que más la apoya, porque la entiende como mujer. En definitiva, si es feliz, también lo seremos nosotros.
- ¿Cuánto tiempo llevás de casado con Mirta?
- Vamos a cumplir 24 años de casados. Han sido años difíciles, de mucha lucha, con alegrías, tristezas y un montón de cosas propias de cualquier hogar. Tuve épocas malas, regulares y buenas en mi trabajo, y eso lógicamente repercute en la pareja. Pero con la ayuda de Dios, hemos podido salir adelante y salvado la unión matrimonial.
- Luego de algunos meses de ausencia, has vuelto con "Las mil y una...", ¿de qué modo estás viviendo este retorno a las imitaciones?
- Con mucho entusiasmo, ya que he reincorporado nuevos personajes e inquietudes, pero trabajando de la misma manera. Lo que más ha entrado en la gente, es la imitación que hago de Gerardo Sofovich, porque todos se dan cuenta que lo hago con mucho cariño. Aclaro que no le pedí permiso para hacerlo, como se comentó por ahí, sino que lo llamé para agradecerle los conceptos que vertió sobre mí en "El pueblo quiere saber" y me dijo que le había gustado la imitación. También hago a un jeque árabe, para mostrarme como actor y para que aparezcan chicas lindas; después "El pueblo quiere saber", para poner a los políticos que imito; Popeye; y muchos gags. Empecé con 14 puntos de ráting, a pesar de ser ya el quinto año y de haber tantos programas cómicos. No me puedo quejar.
- ¿Tenés muy en cuenta las opiniones de la gente en la calle?
- Yo escucho todo, pero siempre termino haciendo lo que quiero. Sé que está mal decirlo, pero es mi forma de proceder. Trabajo mucho para hacer creíble y querible un personaje, por eso normalmente tengo la seguridad de que va a gustar.
- ¿Siguen siendo Gandhi y Borges tus imitaciones más queridas?
- A todos los quiero, pero Gandhi y Borges siguen siendo mis preferidos".

Un tiempo después que la nota se publicó, lo encontré a Mario Sapag en el pasillo de Canal 9. Se acercó para agradecerme la nota, porque en ningún momento dejé en evidencia la verdadera relación con su esposa. Aunque la política de la revista era mostrar siempre el lado bueno de los ricos y famosos, yo lo hice más que nada porque Mario me caía bien y no se merecía el desplante de su mujer.
No pasó demasiado tiempo en que me enteré que se habían separado. Era inevitable. En esa pareja, ya no había amor y considero que fue una decisión acertada.
Este sábado 14 de abril, cuando escuché la noticia de la muerte de Mario Sapag, sucedida la noche anterior, a la edad de 76 años, luego de padecer una complicación cardíaca y pulmonar, lo primero que se me vino a la mente fue esa nota en su casa, de cuyos entretelones opté por contar recién en este escrito.
Me dio pena también, que un hombre que tuvo un éxito rutilante en la década del 80', terminara casi olvidado y desconocido para las nuevas generaciones.
Gracias Mario por tu humor y que Dios te tenga en la Gloria.




4 comentarios:

Yayi Villegas dijo...

La falta de comentarios me da la pauta que o soy muy vieja, que fui de las pocas entre mis allegados, que vi los programas de Mario Sapag. O la mayoría lo olvidó, como muchos productores que lo dejaron morir de tristeza, además de lo físico, por no tener trabajo. Así de dura es la vida para algunos famosos que no tuvieron "la suerte" de morirse en pleno auge.

MOCCA dijo...

Un Gran tipo!!!, excelente actor, cómico como pocos y un gran productor de su talento!!!

Boogie El Aceitoso dijo...

Que excelente crónica, además da cuenta del lado B. Creo que Mario no era un actor rutilante, ni rebasaba de carisma, no era Alberto Olmedo, ni un partenaire eficaz como Javier Portales. Pero si recuerdo, por que viví la época del Boom de Sapag que tan bien reseña la nota, que en ese momento justo, que no duró mucho, logro un producto que resulto altamente popular, lo cual no es poca cosa. Las imitaciones eran ante todo muy buenas máscaras en latex, y algún que otro latiguillo de los imitados. Pero cualquier imitador de hoy dia, Martín Bossi, etc etc. son años luz mejores que lo que realizaba Sapag en su momento. Siempre me dio la imagen de buen tipo, laburador, un trabajador del escenario, al que la vida nada le regaló, y la anecdota que aquí cuentan de Chapadmalall de alguna manera ilustra esa bohonomía que llevo a que se hiciera cargo de un evento al que lo llevaron puesto... En fin. Me da profunda pena que él como tantas otras figuras hayan perecido en un lento, inexorable y cruel olvido. No más que alguna viñeta asilada de recuerdo ... De alguna manera uno sabía que ese tiempo de fama de Sapag se sostenía con mucho trabajo, a fuerza de libreto, no se lo notaba espontaneo, y las modas y el mercado televisivo, impiadoso.. al fin lo dejaría tirado como un objeto en desuso. Triste y gracias por la nota, que recién leo seis años después....

Martin dijo...

Yayi villegas,cuando dijiste que amas a la familia, amigos y River ya me caíste bien, exelente nota saludos.