sábado, 31 de marzo de 2012

MALVINAS: LAS QUEREMOS NUESTRAS









Me he preguntado en los últimos días si la historia se hubiese dado de otra manera, si yo seguiría viviendo en Malvinas...
En 1982, poco después de la recuperación de las islas de manos del usurpador británico, el gobierno de la dictadura de Leopoldo Galtieri invitó a los argentinos a anotarse para ir a poblarlas. Y yo que por ese entonces había vuelto a Jujuy, luego de un frustrado casamiento en Buenos Aires, me anoté de inmediato.
No estaba de acuerdo con el Gobierno de facto y más aún porque en el tiempo que estuve en la capital del país, descubrí, gracias a la revista “Humor” los horrores que habían cometido y estaban cometiendo, y los que seguirían aplicando mientras estuvieran en el poder. Pero Malvinas era otra cosa.
Malvinas, para mí estaba fuera de su causa de perpetuidad en el poder. Era una causa de todos. Era un territorio recuperado al que había que poblar de argentinos, porque era la única manera de darle una identidad nacional. De lo contrario iba a seguir siendo un lugar extranjero, donde continuarían usando el Inglés como el idioma oficial y seguirían con sus costumbres británicas.
Tenía muy poca experiencia como periodista, pero me iba a ofrecer para trabajar en algún diario del lugar. De lo contrario, aceptaría cualquier tarea, con tal de hacer patria en un sitio tan frío, tan distante, pero a su vez tan nuestro.
Sin embargo, ningún viaje de civiles para instalarse en las islas pudo concretarse, debido a que los ingleses ganaron la batalla y volvieron desde el 14 de abril de 1982, a quedarse con el territorio argentino.
Han pasado 30 años de aquel sueño trunco de soberanía. La causa Malvinas es una herida abierta que sólo se cerrará cuando las islas vuelvan a ser argentinas.
Es una cuenta pendiente por los héroes olvidados. Por los errores cometidos para recuperarlas ante una fuerza militar insuperable como la británica. Y por la ambición desmedida de los dictadores que sólo pretendían permanecer por varios años en el poder.
No voy a contar la historia de la reconquista de las islas y la posterior pérdida, porque para eso están los que saben. Mi humilde homenaje es recordar lo vivido de manera personal, porque tuve un hermano que estuvo muy cerca de entrar en batalla, ya que estaba cumpliendo con el Servicio Militar Obligatorio.
Por haberle tocado la Fuerza Aérea, Ángel estaba destinado en el Aeropuerto Internacional de Jujuy, que se transformó en un sitio de suma importancia referente a los aviones que venían a colaborar con la lucha desde el exterior.
Esto significa que en casa, más allá de la alegría del principio por la recuperación de Malvinas, había un temor muy grande por la situación de mi hermano. Si bien él era apenas un soldado, con poca experiencia militar, podía tocarle ir a Malvinas, como le tocó a tantos chicos de 18 años, que apenas habían salido de la contención familiar y de pronto se vieron en medio de balas, disparando, matando y cayendo con el cuerpo destrozado.
Mi hermano volvía a casa todos los fines de semana y los lunes debía reportarse en el Aeropuerto. Así era su rutina. Hasta que en plena guerra de Malvinas, mi hermano no regresó un fin de semana porque tanto a él como a sus compañeros, los habían acuartelado.
Todos nos quedamos muy preocupados. Mi mamá más que nadie, porque su hijo preferido podía ser enviado a combate. Pero no existía, al menos hasta ese momento, la intención de un envío de tropas desde Jujuy.
La misión en la que estaban involucrados era muy secreta y para evitar que alguno de los chicos hablase de más en sus casas, se optó por no dejarlos salir. Además, a cada uno se le encomendó una tarea determinada.
Por Jujuy entraron los aviones cedidos por la Fuerza Aérea de Perú, país que tanto colaboró con la Argentina en ese momento tan difícil.
Para relatar lo que realmente sucedió en ese momento, voy a recurrir a lo que escribió mi hermano al respecto y que fue publicado por un medio de Estados Unidos. Esto es sólo una parte de su texto muy interesante:

"...El gobierno del presidente Fernando Belaunde Terry, incondicional aliado de la Argentina, junto a Venezuela, en una de las dos tríadas de poder sudamericano, fue más allá de cualquier declaración altisonante a favor de la causa Malvinas y envió ocho aviones Mirage III franceses, pero la historia se encargó de mantener en secreto por treinta años aquella ayuda, hasta hoy...
El Aeropuerto Internacional de la provincia de Jujuy (Argentina), se encuentra a más de 30 kilómetros de la ciudad capital San Salvador, en una zona húmeda y boscosa, y a escasos mil metros de la ciudad tabacalera de Perico. Para vigilar las instalaciones aeroportuarias, fui destinado como Policía Militar en aquel año 1982, mientras prestaba el Servicio Militar Obligatorio.
Aquella mañana de mayo, el jefe de la región aérea del noroeste argentino, recibió la orden directa del alto mando de la fuerza, para que organice el operativo de recepción: -¡Señor Vicecomodoro, los Mirage tendrán que ser recibidos en el Aeropuerto de Jujuy, porque nuestras brigadas aéreas están demasiado alejadas para ellos! Se sabía que Perú no contaba con hangares adecuados y que toda su flota aérea de combate se encontraba casi a la intemperie. Los aviones viajaron a baja altura para burlar a los satélites norteamericanos, y Bolivia operó como paso obligado para aquellos, ya que Chile era considerado un enemigo y casi se había ido a una guerra por las tres islas del Canal de Beagle, en la Navidad de 1979.
Para colaborar con las tareas de vigilancia del Escuadrón Jujuy de la Policía Aeronáutica, fueron enviados los cercanos escuadrones de Salta y Tucumán, alcanzando con ellos un poco más de 70 soldados, todos entre 19 y 28 años de edad y no de 18 como alguno dice por ahí. Para mantener el secreto de la operación, fuimos acuartelados y se cortó toda comunicación con nuestras familias. Contemporáneamente comenzaron a arribar los equipos de mantenimiento, pertrechos y logística de la Fuerza Aérea Argentina, que se encargarían de adecuar aquellos aviones en mal estado para enviarlos al Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS).
Mientras el conflicto bélico, comenzaba a cobrarse sus primeras víctimas, se produjo el arribo de los aviones peruanos. En una fría madrugada de mayo, el tronar de los motores rompió con el silencio imperante y me imagino que nadie debe haber podido dormir en la cercana Perico. Yo me encontraba de vigilancia con mi fusil FAL, en una solitaria playa de estacionamiento y me maravillaba de escuchar a aquellos bólidos descender uno a uno. Recuerdo que el único personal uniformado que se encontraba en el lugar y que no pertenecía a la Fuerza Aérea, era el jefe de inteligencia del ejército en Jujuy, Coronel J.T.
Durante los siete días que duró todo el procedimiento, primó la camaradería entre todos los actores. Mientras los soldados montábamos guardia, aprovechábamos para enterarnos de los secretos de los aviones de combate y, tanto los suboficiales mecánicos y artilleros, como los pilotos de guerra, nos desasnaban sobre aquellos. Hay muchas anécdotas, pero creo que la más hilarante fue aquella en la cual debido a nuestra poca experiencia en artillar aviones, confundimos los paracaídas de cola de los aviones, resguardados en tubos protectores, con misiles de combate, lo que produjo la burla de nuestros superiores. Tengo el honor de haber conocido a un piloto argentino que luego ofrendó su vida en el conflicto bélico.
….Y así como llegaron un día, los aviones se marcharon con el mismo rugir de sus motores, pero llevando los colores nacionales pintados en sus alas. Todos sabemos el resultado de la guerra, pero creo que este aporte del Perú, debe haber servido mucho a nuestra Fuerza Aérea. Varios meses después de finalizado el conflicto, se nos confió que todos los aviones peruanos habían sido derribados en combate.
Este es mi humilde homenaje a todos los caídos en el conflicto por las Islas Malvinas".

Entre lo positivo de aquella locura de un borracho con sed de grandeza, puedo destacar la hermanad que se dio en el país. Nos olvidamos por un momento de las diferencias entre las diferentes ideologías. Nos sentíamos dispuestos a darlo todo por la patria.
Por eso la gente fue tan generosa el día que se hizo en el viejo ATC, "Las 24 horas por Malvinas", que condujeron Pinky y Cacho Fontana. Dinero, alhajas, ropa, comida, frazadas y un montón de donativos destinados a los soldados, todo servía. Pero lamentablemente nunca les llegaron. ¿Dónde quedaron esas cosas?, vaya uno a saber. Porque los chicos en el sur sufrieron el frío y el hambre, como si nadie se hubiera acordado de ellos.
También fue positivo para los músicos argentinos, que se prohibiera la difusión de música cantada en inglés. Esto posibilitó que León Gieco, Raúl Porchetto, Charly García, Luís Alberto Spinetta, Alejandro Lerner, Piero, Miguel Cantilo, Litto Nebbia, Pappo y un montón más, coparan la parada. Y algunos, hasta se dieron el lujo de contar con ironía lo que pasaba en el país oprimido por la Dictadura Militar.
Charly por ejemplo, habló de los "dinosaurios" y de que "no bombardeen Buenos Aires". Y los que entendimos su mensaje solapado, no hicimos más que aplaudir su "travesura".
Lo negativo de la guerra fue la ignorancia y en algunos casos el desprecio, hacia los chicos cuando volvieron de la guerra. Como si ellos también hubieran tenido la culpa de la invasión a las islas. ¿Eran culpables por no contar con el entrenamiento y la preparación adecuados para librar un combate con una potencia militar como la del Reino Unido?. Claro que no.
Fue tanto el sufrimiento de algunos, que los que no perdieron la vida en las islas, se las quitaron ellos mismos. Los suicidios, lamentables, se produjeron en distintos puntos del país. Pero con el tiempo dejaron de ser noticia. Los ex combatientes se convirtieron en "kelpers" argentinos. Tuvieron que pasar varios años para que se volviera a considerar su valentía, su sufrimiento y su entrega por la patria.
Es muy difícil que los ingleses devuelvan las islas. Ellos se aprovechan de las riquezas del mar, como la pesca y el petróleo. Y aunque Argentina gaste papeles en comunicados y palabras en los discursos ante las Naciones Unidas, no van a aceptar ni siquiera dialogar. Se creen los dueños y lo dicen sin inmutarse.
A 30 años de aquella locura que llevó a la muerte a tantos jóvenes, mis respetos a su memoria, mi solidaridad con los heridos, mi homenaje a los héroes y mi repudio al gobierno inglés, con alma de pirata, a pesar del paso de los años.
¡Salud, Malvinas, a pesar de todo, por siempre argentinas!.

2 comentarios:

Sergio dijo...

Me emociono,sinceramente,el relato del aporte Peruano,en aviones,al conflicto.Ya lo conocia,lo belico,siempre me atrajo,como aficionado a la historia que soy.Pero que el relator sea mi primo,le da una cercania particularmente conmovedora.Pocos...muy pocos,merecen el honor de ser recordados por siempre....en especial,los que murieron con la dignidad que las lacras que hoy dia quieren utilizar Malvinas para provecho politico.....nunca tendran!

Yayi Villegas dijo...

Sergio: ¿Viste qué importante fue el aporte de tu primo en la gesta de Malvinas?. Lástima que al tema siempre se lo utilizó para beneficio de los gobiernos de turno. Pero el orgullo va por dentro. Gracias por leer mi escrito.