domingo, 1 de mayo de 2011

JUAN PABLO II EL PRÓXIMO SANTO





Lejos del Vaticano, donde me hubiese encantado estar presente, viví con mucha emoción la Misa celebrada por el arzobispo de Buenos de Buenos Aires y primado de la Argentina, cardenal Jorge Mario Bergoglio en la Catedral Metropolitana, en conmemoración a la Beatificación del Papa Juan Pablo II.
Siempre sentí por Karol Wojtyla una veneración especial. Su mirada, sus actitudes, su vida consagrada a la benevolencia, me conmovieron poco después de asumir el Pontificado en octubre de 1978 y más aún sus últimos años de vida y hasta su muerte el 2 de abril de 2005, cuanto tenía 84 años de edad.
No tuve la suerte como otros, incluso ex compañeros míos de Canal 9, de estar a su lado, de recibir su bendición exclusiva, cuando visitó la Argentina el 11 de junio de 1982 y el 6 de abril de 1987.
En 1982, cuando vino para poner fin al conflicto por el Canal de Beagle, que a poco estuvo de llevarnos a la guerra con Chile, yo estaba en Jujuy, luego de mi frustrada boda en Buenos Aires, que sólo menciono como referencia.
Pero sí pude estar presente en la Misa del Domingo de Ramos, que en 1987 celebró en el cruce de la Avenida 9 de julio y la Avenida Santa Fe.
En esa época yo vivía en un pequeño departamento en Pacheco de Melo al 1900, en el Barrio de Recoleta y bajé caminando hasta donde iba a celebrarse la Eucaristía. En realidad, mi intención no era quedarme al oficio religioso, porque era muy temprano, sólo quería observar a la gente que llegaba al lugar. Sin embargo, la emoción de todos, unas 750 mil personas, era tan contagiosa que me quedé.
Me ubiqué contra la baranda, en la Avenida 9 de Julio, a una cuadra del enomre palco. Y no me moví de allí en ningún momento, porque quería observar más o menos cerca el paso del Papamóvil. Estaba rodeada de varias chicas de un colegio religioso, que no paraban de reirse entre ellas y comentar de manera airada lo que sucedía a su alrededor. Aunque nunca hablé con ellas, me entretuvieron en la larga espera.
Ese día comprendí que el hombre con atuendo blanco y una sonrisa cautivante, era algo más que el principal representante de Dios en la tierra. Su imagen conmovía hasta las lágrimas.
Cuando pasó saludando frente a mí, comencé a llorar de emoción y no podía parar de hacerlo. Pero no sólo eso, cuando miré a mi alrededor, hasta las chicas que se habían reido y bromeado minutos antes como si estuvieran en una cancha, también habían comenzado a llorar y estaban embelesadas mirando el interior del vehículo transparente
Sólo alguien que tenía destino de Santo podía provocar esa emoción generalizada.
Este domingo 1° de mayo cuando llegué a la Catedral Metropolitana y me encontré en la entrada con una estatua del Papa en tamaño natural, creada por el publicitario Fernando Pugliese "recibiendo a los fieles", volví a revivivir aquella emoción del '87.


No me gustó la falta de respeto de algunas personas, quienes con el ánimo de llevarse una foto original, se pegaban a él como si fuera la gigantografía de alguna estrella del espectáculo y se peleaban entre ellos por ocupar ese lugar.
Creo que fue esa actitud desubicada, la que obligó a los encargados de la organización de la celebración, a adelantar la entrada de la imagen al templo.
Aunque la Misa estaba programada para las 11.30, el emotivo desfile de la réplica del Beato por el pasillo central, se adelantó a las 11.05.
En medio de aplausos y el "Viva el Beato Juan Pablo II", la imagen llevada en andas entre varios representantes de la comunidad polaca, que colocó a varios jóvenes con sus trajes típicos, scouts y misioneros para su reverencia, llegó hasta el Altar, donde fue ubicada unos pasos adelante, a la derecha.



Los que esperaban una homilía del Cardenal Bergoglio, cargada de críticas por la realidad social, se equivocaron. El religioso habló de "no tener miedo", que fue uno de los mensajes que dejó el Santo Padre. Tal vez por eso, los medios del día siguiente no se hicieron eco de sus palabras y menos aún de la Misa central por el Papa en nuestro país.
Me gustaron algunas canciones y oraciones en polaco y el Ave María entonado por un hombre, luego de la Comunión.







Antes de retirarme con estas imágenes de la celebración, me acerqué a un panel donde estaban en exhibición varias fotografías que reflejaban las visitas del Papa polaco a la Argentina.
Con esta filmación, salí feliz de la Catedral y agradecida a Dios de haberme permitido la posibilidad de ofrecerle al Beato, desde muy lejos, mi humilde homenaje. Porque estoy segura que no pasará mucho tiempo en que logre la Santidad. Hay cientos de casos en el mundo, que mencionan que "obró un milagro". Cuando alguno de ellos consiga la debida confirmación, pasaremos a rezarle a San Juan Pablo II. Al menos, ya está la fecha para venerarlo todos los años: el 22 de octubre, en honor al día en que asumió su Pontificio hace casi 33 años.

4 comentarios:

Sergio dijo...

Juan Pablo II siempre tendra en mi a un respetuoso reconocedor de su impronta en la historia.Soy agnostico,lo cual no impide que reconozca la importancia del Cristianismo en el desarrollo humano de las sociedades occidentales.Por eso mismo,su lucha contra el Comunismo...Marxismo.....Socialismo.....o como quieran llamar a la ideologia,en cuyo nombre se perpetraron los genocidios mas grandes de la historia humana(los nazis quedan muy lejos,pese al empeño de la prensa liberal e izquierdista en engañar a la humanidad¡),siempre tendra en el merecido y respetuoso reconocimiento hacia aquel que empeño su capacidad e influencia en debilitar,y en lo posible,derrumbar los regimenes mas hipocritas...criminales....mendaces y producto del resentimiento,que jamas hayan existido.

Yayi Villegas dijo...

Sergio: No había pensado en eso que me decís, pero mi fe en él es mucho más mística. Por el lado de la caridad, de la imagen magnética, de su porte anticipado de Santo. Te agradezco tu comentario. Saludos.

Asoc. FOMENTO FEDERICO LACROZE dijo...

frustada boda? Ni siquiera me lo mencionaste....

Yayi Villegas dijo...

Jorge: Sí, estuve por casarme con un muchacho que había conocido en Jujuy cuando terminé el Secundario. No me acuerdo si te lo conté o nó, tal vez no lo consideré importante. Pero no vale la pena recordarlo. Aunque me dolió, a la larga el tiempo me dió la razón que esa persona no era para mí. Dios puso su mano salvadora. Saludos.