martes, 9 de abril de 2013

SOLIDARIDAD CONMOVEDORA EN LA CATEDRAL METROPOLITANA POR LOS INUNDADOS



Estaba en Jujuy cuando vi sorprendida por la televisión la terrible inundación en La Plata.
Me sentí impotente y de alguna manera culpable de no poder estar para dar una mano. Porque aunque mucha gente cree que sólo me ocupo de los animales, no es así. Lo que hago por los humanos, en la mayoría de las veces, me lo reservo.
Esto lo cuento porque es parte de la crónica de un día increíble, por la emoción de la solidaridad y por un cansancio a cuestas luego de casi 22 horas de viaje.
El sábado 6 de abril, cuando bajé del micro cerca del mediodía en Buenos Aires, antes de desarmar el equipaje me fui a un supermercado a comprar pañales, agua mineral, alimentos no perecederos y artículos de limpieza. Después busqué entre mis pertenencias ropa de abrigo, pensando en la cercanía de los días fríos de Otoño e Invierno. Y con todo eso me tomé un taxi con dirección a Plaza de Mayo.
Lo mejor hubiera sido tomar el subte. Pero por el peso que llevaba, no tuve más remedio que optar por el auto de alquiler.
Las colas de vehículos para llegar a la Catedral se extendían hasta la Avenida Alem y Corrientes. Así estuve varios minutos a la espera en el interior del taxi. Hasta que llegué a la altura de la explanada de la Casa Rosada, donde decidí bajarme y caminar en subida hasta el lugar donde se concentraban las donaciones.
Frente a la casa de Dios había un mundo de gente. Los voluntarios se encargaban de recibir, clasificar las donaciones, embalarlas y luego llevarlas a los camiones.
Había grupos de boy-scouts, de la Acción Católica, de la Cruz Roja y sobre todo de Red Solidaria, la organización creada y comandada en persona por Juan Carr.
A ellos se sumaban cientos de voluntarios, los mismos que llegaban con su ayuda y luego se quedaban para colaborar.
Pese a lo que a simple vista parecía un caos, los sitios donde dejar las donaciones estaban identificados por artículo. A la izquierda de la Catedral, contra las rejas, se recibían los alimentos no perecederos y los medicamentos. A la misma altura, pero sobre la calle, se acopiaba la ropa y el calzado. Contra las puertas de la Catedral se amontonaban cientos de colchones. Y sobre las escalinatas, estaban en un lado las botellas y bidones de agua mineral, en otro los artículos de limpieza con gran cantidad de botellas de lavandina y en otro los pañales.
Llegué justo con los aplausos porque uno de los 19 camiones que se cargaron ese día, acababa de completar la carga y partía con destino a La Plata.
Una mujer salió a mi encuentro para indicarme dónde dejar cada una de las donaciones y así en pocos minutos, mis manos quedaron libres para ponerlas al servicio de la descarga de los vehículos que iban pasando.
En medio de ese contagioso espíritu solidario, aproveché para filmar y tomar fotografías.
Un camarógrafo de TN me dijo que "le estaba haciendo competencia". Y yo le aclaré que las imágenes sólo estaban destinadas a mi blog. Nada de competencia. Sólo una broma que quedó entre colegas, tras aclararle que trabajaba en el noticiero de Canal 9.
Después saludé a Juan Carr, quien al verme, me preguntó: "¿Trajiste a los gatos?", porque nos conocemos desde hace varios años y sabe de mi amor por los felinos.
Fue muy emotivo ver a tanta gente, de cualquier edad y hasta discapacitados, brindando su ayuda material y poniendo el hombro por el sólo propósito de sentirse útil.
De los argentinos se podrá decir que somos agrandados, insoportables, gritones, ruidosos, intolerantes y demás calificativos aportados por extranjeros e incluso por nosotros mismos, pero a la hora de ser solidarios, somos los primeros.
Y la prueba está en esta impresionante movida por los inundados.
 Más allá de lo que siente cada uno, supongo que mucho tendrá que ver el Papa Francisco, con su ejemplo de humildad y de servicio hacia los más necesitados.
Cualquiera fueran los motivos, lo cierto es que la generosidad nos hace mejores personas y qué feliz se siente...

 

2 comentarios:

Sergio dijo...

Hay casos y casos!.Si esta misma solidaridad,se hubiera expresado de igual forma en Cordoba,la melliza no hubiera muerto!.Todos los dias fallecen personas,cuyos organos podrian ser donados.....pero nada!.Es complicado extrapolar algunas circunstancias,es cierto que esta adolescente necesitaba cierto tipo de donante,por el tamaño del pulmon y otros requisitos,pero durante los 3 años que el caso tomo estado publico,murieron miles de personas que pudieron ser aptos,y de parte de sus familiares....nada!...la realidad,es que una vez muertos,no cuesta nada donar los organos del fallecido......ojala este tipo de solidaridad comienze a ser tambien desarrollada!

Yayi Villegas dijo...

Sergio: La Solidaridad que se puso de manifiesto en esos días tendría que continuar en todos los sentidos. En los que vos decís, de la donación de órganos, como en la baja de la delincuencia, que en los últimos días volvió a sentirse y con muertes. Gracias por leer y ver mi blog. Saludos.