sábado, 1 de agosto de 2015

LA COFRADÍA DE LOS BLANQUINEGROS

Esta gatita fue la primera en acercarse a pedirme comida, cuando pasaba de madrugada con rumbo a Canal 9, en la zona aledaña a la Plaza Mafalda, en Colegiales.
Poco después se fue acercando otro gato, después otro y más, cada día.
Actualmente son 13 o 14 los felinos que vienen a mí en busca de comida.
Y todos son bien recibidos.
Por su color blanco, negro o de ambos colores, los bauticé "La Cofradía de los Blanquinegros".
















Todas las madrugadas me sorprenden estos animales.
Cuando voy pasando frente al Mercado de Pulgas y de un predio que está vacío a pasos de Canal 9, los gatitos advierten mi presencia y se van acercando.
Algunos más confianzudos, se dejan acariciar, otros simplemente acompañan mis pasos y a veces no me dejan caminar.
Con mi "Cofradía de Blanquinegros", avanzamos en la penumbra, pero no me da miedo.
Siento que me están protegiendo del peligro. Son mis ángeles de la guarda, convertidos en gatos. Así lo siento y con eso me basta.
Ellos saben que no es en cualquier lugar donde les repartiré la comida.
Tenemos que llegar a la placita.
Ya en ese lugar, los felinos siguen apareciendo. De un auto abandonado frente a Canal 9, sobre la calle Conde, de la plaza Mafalda y más del predio vacío.
Todos con sus colitas levantadas y algunos rozando mis piernas.
Es un espectáculo maravilloso verlos rodearme.
Son momentos de gran felicidad para mí. Ideal para empezar con buen ánimo una jornada de trabajo.
Cuando llego con los gatos al centro de la placita, bajo una mejor iluminación, les vacío la bolsa con hígado y carne, y luego les arrojo el contenido de sobrecitos, de latas con alimento para felinos y hasta latas de atún, además de dejarles granitos.
Desconozco la familiaridad que hay entre ellos, porque sólo los veo en ese momento. Pero es muy gracioso cuando otros gatos, de otro color, también se acercan a comer.
Se ponen en alerta y los miran mal, como diciéndoles: "Váyanse, ustedes no son de los nuestros, no son blanquinegros, no tienen nada que hacer aquí".
A mí no me importan las diferencias que ellos plantean.
Para mí todos tienen la posibilidad de comer.
El otro día los estaba alimentando y de pronto vi que varios de los gatitos se pusieron en alerta.
Me asusté porque pensé que era una persona la que se acercaba.
No, era un gato de otro sector, blanco con una cola marrón, que no era del grupo, pero tenía hambre. Y para evitar una pelea, yo fui a su encuentro y le serví un sobrecito que lo devoró en segundos. Sabía que en otro momento iba a volver a aparecer.
Los animales siempre vuelven a donde les dan de comer.
Si bien al día siguiente no vino, lo hizo dos días después.Y sigue apareciendo de vez en cuando.
Cuando termino el reparto de comida, lentamente me alejo con dirección a Canal 9.
Pero la gatita, la primera que inició la cofradía, no se siente satisfecha y para demostrarles a los otros que es la preferida, se aleja de los demás y me acompaña hasta la calle Conde.
Para agradecerle su fidelidad, abro un último sobrecito, se lo sirvo y entonces me voy a darles de comer a las dos únicas gatitas que quedaron de todos los gatos que alguna vez hubo en Canal 9.

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