Por mi condición de periodista, a la Quinta de Olivos había ido varias veces. Y si me remonto más al pasado, la conocí en la década del 70', cuando fui con mi familia a visitar el mausoleo donde estaban los restos de Evita y Juan Domingo Perón. Pero para una celebración, en condición de invitada, ésta a la que voy a referirme, fue la primera y hasta ahora única vez.
En 1.992 tuve la fortuna de ser incluida en la lista de invitados de mi amiga Rebeca Peiró, para la ceremonia y posterior fiesta de Bautismo de su hija en la Quinta Presidencial de Olivos. El padrino de la beba y anfitrión de la reunión fue nada menos que Carlos Saúl Menem.
Sé que la mención del actual senador por La Rioja, me va a ocasionar algunas críticas, por lo devaluada que está hoy su figura. Pero quisiera que cada uno de los que estén dispuestos a tirar la primera piedra, se detengan a pensar si no les gustaría ser invitado a un acto, fiesta o lo que fuera, en la Quinta Presidencial, y tener la posibilidad de dialogar con la persona que dirige el destino del país, aunque no se coincida políticamente con ella.
Si me dicen que "no", les va a salir una nariz larga como la de Pinocho...
Además, estoy hablando del año 1.992, cuando Menem estaba en la cúspide de su carrera política. Por la paridad del dólar 1 a 1, que permitía a los argentinos viajar al exterior y traer de todo por partida doble, a Carlitos esa gente que tuvo la posibilidad de disfrutar de esos paseos de placer y de compras, lo reverenciaba. Lejos del caudillo riojano, de patillas tupidas y figura diminuta, el entonces presidente era visto como "Rubio, alto y de ojos celestes". Aunque no está en mí meterme en el tema político, sé que por tratarse de un hombre muy fuerte en aquel momento, no podré excluir algunos comentarios ajenos a la esencia de mi escrito, que es el Bautismo en la Capilla de la Quinta Presidencial.
Varios de los invitados a ese Bautismo, hoy continúan con su vida, apoyando tal vez a otros políticos o recordando a Menem con cariño. Yo soy apolítica y cada vez que voto, lo hago por la persona que me parece que puede hacer algo por el país, aunque después me equivoque. Es mi postura y me hago cargo.
Pero nadie puede negar ahora que esa vez fue muy importante estar cerca del primer mandatario y los asistentes nos sentimos honrados de estar allí, y salir sonrientes en las fotos.
Al respecto, todas las fotografías que preceden al escrito fueron tomadas por mí y por algún fotógrafo amigo, que con mi cámara, me registró al lado del Presidente.
Como ya pasó tanto tiempo y estoy lejos de los que se puedan enojar, voy a contar entretelones de aquella jornada. Pero antes voy a relatar cómo comenzó la amistad de Rebeca con Menem y de cómo se gestó el padrinazgo de la hija de la hoy editora de la Revista "Caras".
En los últimos meses de 1.988, ya se veía que el verano iba a venir muy cargado con relación a las campañas políticas. 1.989 era un año de elecciones, se iba a elegir a un nuevo presidente y Carlos Menem venía pisando fuerte para triunfar como candidato del Partido Justicialista.
Faltaban pocos días para Navidad. Yo ya había acordado con los directivos de la revista "La Revista" viajar a Jujuy para pasar esa Fiesta con mi familia y estar de regreso antes de Año Nuevo para ir a Mar del Plata a cubrir la Temporada de Verano.
Pero en ese interín, surgió la posibilidad de una entrevista con Carlos Menem en La Rioja. La idea de la nota acordada entre la revista y el entonces candidato a Presidente, era mostrarlo en familia con su hoy ex esposa Zulema Yoma y sus hijos Zulemita y Carlitos, en la celebración de Nochebuena.
Rubén Tizziani y Rolo Andrés, los directores de "La Revista", me preguntaron si podía suspender mi viaje a Jujuy, para viajar yo a La Rioja. Pero como la Navidad para mí es sagrada, y hasta que Dios diga "basta", la quiero compartir con al menos mi mamá, les agradecí que hayan pensado en mí, pero tuve que responderles que no podía. Que ya tenía el pasaje y que mi familia me estaba esperando. Pero eso sí, como habíamos combinado en principio, estaría el 31 de diciembre en Mar del Plata.
No sé si de haber ido, esa nota hubiera cambiado mi vida como se la cambió a Rebeca, a quien decidieron enviar en mi lugar. Pero son las elecciones que hay que hacer en diferentes etapas de nuestra existencia, que a veces salen bien y otras mal.
Por tratarse de una fecha tan especial, mi amiga puso una condición: llevar a su hijo, quien tendría unos 6 años. Y se la aceptaron. El nene también le cayó muy bien a los Menem, y a Rebeca eso le sumó para ganarse la confianza de la familia. Tanto Zulema como Carlos la trataron como a una hija. Rebeca no sólo consiguió una excelente entrevista, sino que fue el comienzo de una amistad, que se volvió valiosísima cuando Menem se convirtió en Presidente de los argentinos.
A Menem yo lo encontré ese verano en Mar del Plata. Él tenía su habitación con Zulema, en el Hotel Hermitage, a pocos pasos de la mía, y nos cruzábamos a cada rato. Es más, creo haberles comentado que la nota en La Rioja, podría haberla hecho yo. Pero no pasó de un comentario. Ellos ya habían elegido a Rebeca. Mi amiga fue desde esa Navidad, la encargada de cubrir todo lo relacionado con los Menem.
Cuando Rebeca quedó embarazada por segunda vez, fue el propio ex Presidente quien se ofreció a ser el padrino, cualquiera fuera el sexo de la criatura. Y fue una nena.
Recuerdo que Rebeca me decía que "desconfiaba que Menem se tomara el tiempo, con tantas obligaciones que tenía, para ser el padrino de mi nena".
Cuando la beba nació, volvió a decirle que "no se la de a nadie como padrino, porque él lo iba a ser". Y la ceremonia tenía que hacerse en la Capilla de la Quinta de Olivos, quedando a su cargo también la fiesta posterior en el quincho del lugar.
Si bien la celebración sufrió varias postergaciones, finalmente se concretó un sábado a las 11 de la mañana.
En esa época, yo hacía tres años que trabajaba en la producción de "Nuevediario".
Cuando Rebeca me llamó para invitarme, me dijo que debía pasarle mis datos personales para el ingreso a la Quinta de Olivos. Lo mismo si llevaba a algún acompañante.
En realidad, yo no tenía con quién ir, pero se me ocurrió que podría ser una buena nota para el noticiero mostrar un lado diferente del Presidente. Es decir, pensé en llevar a uno de los camarógrafos de "Nuevediario" como mi acompañante.
Le comenté el tema a Horacio Larrosa. Pero tal vez no supe explicarme bien, o a Larrosa por ahí no le resultó creíble que yo fuera invitada a un Bautismo en Olivos. No lo sé. Cuando se vencía la fecha para entregar mis datos y el de mi acompañante, volví a mencionárselo, sin embargo no tuve respuesta. Y fui sola.
En el lugar, había varios periodistas invitados, como Hugo Ferrer, Juana Patiño, Luís Pedro Toni, Norberto Dupeso y otros que no conocía, o no recuerdo, que aprovecharon el momento para entrevistar a Menem. Y yo miraba pensando que "Nuevediario" podría haber tenido también esa nota y la de "color" de la fiesta. Lejos entonces de toda obligación, me dediqué a pasarla bien.
Saqué varias fotos para mi colección personal, comí rico y hasta me dí el lujo de bailar un tema con el mismisimo Presidente. En realidad, esto no fue ninguna novedad. Porque la mayoría de las mujeres que estaban en la fiesta, también bailaron con él.
Recuerdo como casi cotizó en bolsa ser parte de ese Bautismo. Varias famosas, artistas, empresarias, millonarias, llegaron a enviarle costosos regalos a la nena de Rebeca para que ésta las invite. Una de ellas fue Liz Fassi Lavalle y también la hija de Amalita Fortabat. Hubo embajadores como los de Suecia, que al parecer no tenían un contacto muy fluido con el Presidente, y en esta celebración, querían estar todo el tiempo con él, y él no sabía cómo sacárselos de encima.
Pese a los "plomos" y "chupamedias", que abundaron, el mandatario argentino pasó al parecer una jornada muy linda. Con Rebeca había acordado que después de la ceremonia religiosa, él iba a estar sólo un rato en la fiesta, porque debía viajar al interior. Pero no sé si fue que le gustaba mucho la madrina de la beba, hermana de Rebeca, o se encontró con gente que lo hizo sentir cómodo, pero el Presidente suspendió todo y se quedó hasta el final de la fiesta.
Lo de la hermana de Rebeca fue muy gracioso. Desde el primer momento, Menem le puso los ojos encima, sin importarle que era casada. Y hasta se lo comentó a Rebeca.
Mi amiga, ni lerda ni perezosa, se lo contó no sólo a su hermana, sino al marido de ésta. Y el marido, un tipo muy divertido, decía: "yo se la entrego, con tal de tener algo a cambio, un cargo, lo que sea...", mientras su mujer no quería saber nada de "irse con el Presidente".
La jornada terminó con una terrible tormenta. Los que fueron en auto, se portaron bastante bien, porque se encargaron de "llevar hasta cierto punto", a los que habíamos quedado de a pie. Norberto Dupeso, quien fue mi compañero en "La Revista", me cargó en su vehículo junto a otras invitadas.
Y así, un tanto mojada, pero muy reconfortada por lo sucedido, culminó mi día de Bautismo en la Quinta Presidencial de Olivos.
1 comentario:
Era obvio que incluir a Menem entre mis escritos no iba a ser muy bien visto. Pero es parte de mi historia lo que conté. ¿Por qué lo iba a dejar afuera si yo la pasé bien ese día?. Es más, si Cristina me invitara a la Quinta de Olivos, también iría encantada. La figura del presidente es lo que vale. En Estados Unidos pasa eso. La gente tiene un enorme respeto por la persona que dirige el país.
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