Un sitio donde reflejo los momentos buenos, malos, emotivos y graciosos que me han tocado vivir
sábado, 3 de septiembre de 2011
"SIETE DÍAS", MI ESCUELA DE PERIODISMO
En medio de la incertidumbre por el destino de Candela Rodríguez, la nena de 11 años que había desaparecido en Hurlingham y provocado una conmoción nacional, leí una noticia que me llegó al corazón.
El lunes 29 de agosto el canciller Héctor Timerman publicó en su cuenta de twitter que había "muerto la gran periodista uruguaya María Esther Gilio". Lo más sorprendente es que quien daba a conocer esta información era hijo de Jacobo Timerman, quien hace varios años se negó a publicarle en su diario "La Opinión", un reportaje que María Esther le había realizado a Pablo Neruda. Nada menos.
Pero claro, padre e hijo no pueden coincidir en sus apreciaciones sobre las personas y el talento de ellas.
Agradezco en consecuencia que el canciller tenga tan buen concepto de esta extraordinaria periodista, cultora de un estilo único para las entrevista, que murió a los 83 años en su Montevideo natal, luego de una larga enfermedad.
Yo tengo el orgullo de haber conocido a María Esther Gilio. Fue mi compañera en la redacción de la Revista "Siete Días", allá por los años 1984/1986.
Traer el recuerdo de Gilio por un hecho fortuito, me produjo sin embargo una necesidad de reconocimiento hacia la gente con la que me tocó trabajar en ese momento. Era un auténtico seleccionado de talentos.
Me producía un enorme placer trabajar con ellos, porque día a día se aprendía algo nuevo y lo mejor es que eran muy generosos conmigo. Pese a que hacía seis años que trabajaba como periodista, yo era bastante primitiva. Y al estar a su lado, me convertía en una esponja dispuesta a absorver aunque más no fuera una ínfima parte de lo que sabían mis compañeros.
Mi ingreso a la revista fue tan inesperado como oportuno. En el 84' me habían despedido de la Editorial Perfil y fui a pedir trabajo a la Editorial Atlántida. Pero de entrada el ambiente no me gustó. Yo era bastante rea, con acento jujeño muy marcado, y la reacción no tardó en llegar. Las chicas que trabajaban allí, hablaban en su mayoría con "la papa en la boca" y era obvio que me miraran como a "bicho de otro pozo".
De una de ellas, me quedó en la memoria una pregunta que nunca olvidaré:"¿Alguien de aquí viajó en colectivo alguna vez?, porque yo que vivo en taxi, no tengo ni idea del precio por si acaso tengo que tomar uno..."
Esa "tilinguería" era demasiado para mí. Debía huir urgente de ese lugar, pero claro, tenía que tener un nuevo empleo, para no quedarme sin el pan y sin la torta. La única que me trató con amabilidad y me tendió una mano para que siendo nueva no me sintiera tan incómoda, fue Silvia Martínez Cassina. De ella me llevé un lindo recuerdo. Y me alegro que haya hecho una carrera exitosa en los noticieros de Canal 13.
Dimas Suárez, "El Mico", como le decían todos, había trabajado en la revista "La Semana" y después se fue con un cargo de Secretario de Redacción a "Siete Días". Como me conocía, cuando se enteró que me habían despedido de Perfil, y sin saber que había ingresado a "Gente", me llamó a trabajar en la Editorial Abril.
Apenas había pasado una semana de estar en "Gente". Pero no lo dudé. Les dí las gracias a los jefes y me fuí de inmediato a "Siete Días".
Los periodistas de renombre nacional e internacional, me recibieron muy bien. Era gente muy respetuosa y agradable.
A quien primero rescato de todos es a María Esther Gilio. Sus reportajes eran memorables. Conseguía sacarle al entrevistado lo que ni él mismo estaba dispuesto a desnudar. Y no sólo eso, los redactaba de una manera tan amena, que una se quedaba con las ganas de que fueran más largos, para seguir disfrutándolos.
María Esther no sabía escribir a máquina. En realidad lo hacía con dos dedos y muy lentamente, y la mortificaba. Por eso cuando consiguió una chica que le transcribía sus manuscritos, se sintió muy reconfortada. A nosotros, sus compañeros, no nos parecía mal. Si era maravillosa como periodista, no tenía por qué ser brillante como dactilógrafa.
Varias veces dialogué con ella. Ya sea para consultarle sobre cómo encarar una nota, como para hablar sobre cualquier tema. Tenía mucho mundo. Había vivido en Francia, en el exilio. Y en su larga trayectoria, había entrevistado a personajes increíbles como Gabriel García Márquez, Pablo Neruda, de quien además se había hecho amiga, Jorge Luís Borges, Mario Vargas Llosa, José Saramago, Mario Benedetti, José "Pepe" Mujica, actual presidente de Uruguay, y otras figuras destacadas de la cultura, la política y las artes. Solía aconsejarme sobre mis temores acerca de mi inexperiencia como periodista. Y sobre la vida misma.
También se mostró como una gran anfitriona, cuando a contados periodistas de la redacción, nos invitó a comer a su casa en Defensa y Cochabamba, pleno barrio de San telmo. Fue una velada muy interesante, donde además de comer rico, me encantaron sus anécdotas.
A cargo de la revista estaba en esa época Germán Sopeña. Un tipo muy serio e inteligente, que había comenzado su carrera periodística en la revista "Parabrisas", sobre Automovilismo, en la misma Editorial Abril, y luego se fue a vivir a Francia. Cuando regresó al país, fue nombrado director de "Siete Días".
Germán murió en un accidente de aviación en Roque Pérez, en abril de 2001, cuando viajaba a la Patagonia, su lugar preferido y al que incluso le dedicó un libro.
El subdirector era Jorge Lafauci, siempre un especialista en Espectáculos. Las notas sobre este tema, generalmente me las pedía él. Salvo cuando me designó para que viajara a Tucumán con Víctor Martínez, quien estaba a cargo del Poder Ejecutivo porque Raúl Alfonsin se encontraba de gira en Europa. La entrevista se la hice en el avión presidencial. Muy lindo recuerdo me quedó de ese viaje y ese reportaje.
Tanto con Sopeña como con Lafauci nunca se dio una relación de amistad. Yo era una simple subordinada, y listo. No sucedía lo mismo con Dimas Suárez, Cristina Ricci y Jorge Palomares, que eran los Secretarios de Redacción y estaban muy cerca de nosotros, los redactores y cronistas.
En la lista del seleccionado de talentosos, pongo en segundo lugar a Homero Alsina Thevenet, uruguayo como María Esther y la persona que más sabía de cine en el Río de la Plata. También como ella vivió en el exilio, pero en Barcelona. Murió en su país en 2005.
Era un erudito en la materia, incluso con varios libros escritos. Daba gusto escucharlo hablar sobre películas, actores y directores. Tenía una memoria prodigiosa. Y en el plano personal, era un hombre muy afable y buen compañero.
Publicó trabajos sobre la historia del cine mudo, las listas negras de Hollywood,la censura en el cine y sobre la vida de Charles Chaplin. También escribió sobre Ingmar Bergman. Un genio, a quien incluso en 2002 le entregaron por su trayectoria un Premio Cóndor de Plata que otorga la Asociación de Cronistas Cinematográficos de la Argentina.
Otro compañero fue Gustavo Sierra, hoy un valioso corresponsal de guerra del diario "Clarín". Fue el único argentino en las guerras de Irak y Afganistán. También estuvo en las postrimerías de CNN en Español. Trabajó como corresponsal para distintos medios en Londres, Nueva York, Los Ángeles y Santiago de Chile. Y otras tareas destacadas. Un lujo por donde se lo mire.
Claro que en esa época no había realizado todos estos trabajos, pero el solo hecho de tener un master en Comunicaciones en la Universidad de Boston, le daba jerarquía a su labor periodística. Gustavo fue la primera persona que conocí que estudiara Computación. Recuerdo que hacía un curso especial en el Centro Cultural Recoleta, creo que era dictado por extranjeros. Estoy hablando del año 1985, un tiempo donde era imposible soñar con tener una computadora para el hogar y menos aún para trasladarla de un lado a otro. Gustavo, sin embargo, ya vislumbraba ese artefacto electrónico como una herramienta ineludible del futuro. No me sorprendió cuando lo descubrí hablando desde el exterior por Radio Mitre, saliendo en "Telenoche" y escribiendo sus crónicas de guerra en "Clarín". Tenía un futuro promisorio que concretó con creces.
Alejandro Saez-Germain fue otro de mis compañeros destacados. Una pluma exquisita, que en medio del tabaco y el alcohol, creaba una prosa admirable. Y era además una persona muy generosa, que ya mencioné en un anterior escrito sobre "Las mujeres de Gardel", donde trabajamos en un informe en tres capítulos sobre El Zorzal Criollo. También, siempre él en el rol de redactor y yo de cronista, escribimos en dos entregas de la revista sobre la vida en los circos. Alejandro, con todo un historial como periodista, tuvo la gentileza de que mi firma apareciera antes que la suya. Y yo era casi una principiante.
En "Siete Días" también conocí a Julio Sierra, un excelente redactor y muy buen tipo. A él lo volví a tener como compañero cuando llegó a la revista "La Revista", donde yo ya estaba.
Julio es también escritor y traductor. Y demostró asimismo que era un notable docente. A su paso por La Revista, Rolo Andrés, director del medio, le pidió que entrenara como periodista a su sobrina Rebeca Peiró. Y vaya que lo logró. Rebeca, por quien siento un gran cariño, es hoy una de las mejores periodistas gráficas de Espectáculos. Sobre todo en su paso por la revista "Gente", donde tuvo por ejemplo, la primicia de la enfermedad de Daniel, el hijo de Mirtha Legrand. Y actualmente es una de las editoras estrellas de la revista "Caras".
No estuve mucho tiempo en "Siete Días". Me despidieron. No recuerdo cuándo, olvidé la fecha, como así también si fue justa o no la indemnización. Simplemente porque fue el único despido que para mí no fue traumático. Era tanto lo que les debía a mis compañeros, no a los jefes, que lo tomé como el final de un curso. Porque salí empapada, que no es lo mismo que contagiada, de su sabiduría. Y sobre todo, con la intención de ser humilde y nunca dejar de aprender. Esa gente, quien de verdad era grande, tenía una sencillez para imitar.
Más allá de que "Siete Días" marcó un antes y un después en mi vida personal, fue en la Gráfica, realmente mi verdadera "Escuela de Periodismo".
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1 comentario:
Gracias a todos los que puntuaron lo que escribí. Pero a mí me gusta que me escriban algo, así tenemos un intercambio de opiniones. Otra vez será...
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