Gracias a esta carta para el Correo de Lectores que envié a "Humor", que en esa prestigiosa revista decidieron publicarme como nota, volví a Buenos Aires a fines de 1982.
Yo estaba desde el año anterior en Jujuy, luego de una boda frustrada en Capital, pero en mi retorno a la casa familiar no me sentía a gusto. No por mi familia, que sin mencionar nunca mi fracaso amoroso, me dieron su afecto y contención. Tenía que ver con el plano profesional.
Quise empezar una nueva vida como periodista en el diario "El Tribuno de Jujuy". Sin embargo, me echaron de allí.
Sentía que el Periodismo era mi vocación, pero no estaba segura si yo estaba capacitada para ejercerlo.
Hasta que una mañana de domingo que iba a Misa, me encontré en el trayecto a pie con tres tipos orinando en la calle.
El rechazo que me produjo decidí revertirlo en un relato irónico. Como era una fanática de la revista "Humor", porque me enseñó a ver la realidad del país y a conocer el costado oscuro de la Dictadura Militar, la elegí para enviarle mi relato.
Enorme fue mi sorpresa cuando a los pocos días recibí un telegrama firmado por Aquiles Fabregat, jefe de redacción de la revista, en la que me decía que les había gustado lo que escribí y que en los próximos números iba a salir publicada.
Ese fue el día más felíz de ese año.
Con ansiedad esperé verla en el Correo de Lectores. Pero no, fue mucho más. Me dieron una página con el título que yo le puse: "No me orinen la provincia" y hasta le agregaron un elogio:
"Yayi Villegas, una despierta periodista de Jujuy, nos ha hecho llegar esta sabrosa crónica de sus pagos. La publicamos para que los provincianos vean que no somos tan localistas como dicen por ahí. Y fundamentalmente, la publicamos porque es graciosa".
Ese fue el espaldarazo para volver a Buenos Aires y jugarme la vida por mis sueños. Le escribí a Adolfo, un ex compañero del Círculo de la Prensa, quien me pasó el nombre de un contacto para buscar trabajo.
Por un profesor que habíamos tenido y que él se había vuelto amigo, llegué a la Editorial Perfil y aunque tuve despidos y altibajos, en este y otros trabajos, nunca más hice otra cosa que ser periodista.
La nota en "Humor" causó mucha polémica porque muchos no la entendieron y me tildaron de "racista". Justo a mí, que soy una defensora de las causas de los indígenas. Mi intención había sido la simple crítica a los cochinos que orinan en la calle a la luz del día, faltándole el respeto a la gente. Sólo eso.
Aquí transcribo la nota:
"Por sus bellezas naturales, Jujuy es uno de los lugares más visitados de la república.
La entrada a San Salvador, la capital, es a simple vista como todas las capitales de provincia. Con doble mano, iluminada, carteles indicadores verdes. Pero luego de pasar por el Estadio de Gimnasia y Esgrima y tomar la avenida El Éxodo, se inicia el show.
Tal vez el turista, embobado por el paisaje cerril, no baje su vista a la altura de un cuerpo humano y en consecuencia, no repare en alguna actitud extraña de la gente. Eso sí que no se lo perdono. Porque si mira en todas direcciones, se encontrará con uno o varios tipos orinando como en su casa.
A los interesados en la materia, les comunico que no solamente al costado de la avenida El Éxodo abunda esta especie, porque los ejemplares están distribuidos en toda la provincia. Vaciando sus vejigas para el regocijo de los amantes de este espectáculo. En las canchitas de barrio, donde un excusado brilla por su ausencia, los minutos de descanso ofrecen un panorama perfecto de los diversos tamaños de órganos viriles. Tanto los jugadores como el público, tienen la posibilidad de hermanarse en una causa común, sin distinción de razas y credos.
En cambio, en los estadios oficiales, aunque haya baños públicos, algunos hombres prefieren los muros, sobre todo aquellos artistas en potencia que son capaces de hacer en segundos, un muy buen dibujo al estilo Fati. Mientras tanto, hay otros que prefieren entretenerse en el entretiempo del partido, compitiendo en los siguientes juegos: "Quien lanza el chorro más alto", "Quien moja a más personas", "Quien dibuja primero una mujer", "Quien lo tiene más largo", "Quien más grueso", en fin, son tan variados y remunerativos, ya que también se aceptan apuestas, que muy pronto formarán parte del comentario de los periodistas deportivos locales. La posibilidad está en estudio.
La exhibición constante tiene la gran ventaja de que el hecho de decirle "boludo" a alguien está fundamentado en una comprobación previa. Por eso aquí no es tan común expresar ese insulto así porque sí.
Me referí primero a los potreros y estadios, ya que allí se encuentran en mayor número; pero los hay en las esquinas, al costado de la ruta, frente a las tapias de las casas, a las ruedas de un vehículo pesado, a los árboles, a los postes de alumbrado, en los mercados, etc, etc, etc. Están donde los llama la naturaleza.
A fin de que los hombres no me acusen de feminista, debo reconocer que en Jujuy también las mujeres tienen su historia. Ojo, no todas. Mis agachadas siempre las hago en los baños; caso contrario, en sitios apartados de las miradas. Las señoras o señoritas a las cuales deschavaré, son las que usan unas polleras amplias de terciopelo de vivos colores, cuya especie también es conocida en Buenos Aires, a través de la venta de limones, perejil y especias.
Aunque su accionar, sin el uso del novedoso "Pisnú", sea menos frecuente, éste se lleva a cabo en fiestas criollas, kermeses, festivales al aire libre, donde las mujeres deben permanecer mucho tiempo sentadas, controlando sus puestos de venta, los cuales, para hacer más fácil el desplazamiento, poseen rueditas, de manera tal de evacuar tranquilamente mientras se prepara un choripán, sin que el comprador lo note. Luego, como si nada, se corren a un costado con el kiosco, dejando a veces algo más que un simple charco. Es obvia la ausencia de la prenda íntima correspondiente.
Conste que lo que digo es totalmente cierto, incluso fue sufrido en carne propia por un par de amigos, porteños ellos, que visitaron Jujuy en calidad de mochileros. Habiendo armado su carpa en un lugar equis de la quebrada, muy cerca de un grupo de estas paisanas, comenzaron a sentir de pronto dentro del triangular recinto, un olor como a materia fecal. Caca, era. Una de ellas, al levantarse, los había galardonado con un precioso obsequio de bienvenida, muy bien rociado. Tuvieron que desarmar la carpa y armarla lo más lejos posible.
Ahora los dejo, porque tengo que tomar una foto. "Por favor, levántelo un poquito, para que parezca una fuente y sonría, gracias".
A los pocos días de llegar a Buenos Aires, ya para instalarme, fuí a la redacción de "Humor" para agradecerles en persona lo mucho que les debía por haberme inyectado de manera indirecta el optimismo que necesitaba. También me llevé una sorpresa, no sólo por el buen trato que tuve, sino que me pagaron la nota. Nunca lo hubiera esperado, porque para mí había sido una simple carta de lectores.
4 comentarios:
Hace pocos dias mi vieja recordaba aquella anecdota!.Que barbaro!....como progresamos desde entonces!....gracias a estos 27 años de formidable,progresista y adulta democracia,no solo mejoro la salud...la seguridad....la pobreza....la educacion...etc,sino que ya se homogeneizaron las saludables y ecologicas costumbres nativas,aqui en capital ese espectaculo que a vos te indigno hace tres decadas hoy lo podemos apreciar y disfrutar constantemente en cualquier rincon(y no tanto!)de aceras,parques,plazas,arboles etc.Pero por favor!,espero que nadie se indigne y se de por aludido,o salga en defensa de los"pobres"....algo que es tan"politicamente correcto" y "edificante"......MODELO DE PAIS!
Sergio: Si tuviera que contar las barbaridades que se hacen ahora y en cualquier lugar del país, tendría que escribir un libro. A los cochinos los veo a cada rato. Es más, cuando estoy esperando el colectivo a la madrugada, no falta alguno que se pone a orinar en los árboles que están allí. Y otro lo hizo en la pared del colegio que está enfrente. Ese era el motivo de mi ironía, por eso me sorprendió que en números posteriores de la revista llegaran varias críticas tildándome de racista. Quisiera verlos a esos ahora qué opinan de "la orinada generalizada" y si les gustaría que les orinen la pared de su casa. Saludos.
Hola hermanita: muy bueno el recuerdo y también recuerdo algunas de las críticas que gente de Jujuy, envió a la revista como réplica.En última, creo que primó el humor antes que la crítica destructiva.
Una cosa: ¡no sabía que te habían pagado por la colaboración! Besos.
Angelito: Algunas críticas fueron muy duras.Antes de escribir esto, las estuve leyendo. El presidente del Ctro. Coya que estaba en Bs.As., escribió sobre sus ancestros, como si yo hubiera sido los asesinos conquistadores que le transmitieron la sífilis, los torturaron y los mataron.Después nos amigos con el indio, porque fui a verlo personalmente y le expliqué que era una ironía, y lo entendió. "Fumamos la pipa de la paz". Pero en definitiva, el resultado fue bueno, porque encontré mi camino. Por la nota publicada y por la paga, a Humor, mis respetos.Besos.
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