viernes, 11 de noviembre de 2016

MIS MICHIS DE LA MADRUGADA


Todas las madrugadas, antes de entrar a trabajar en el noticiero de Canal 9, en el barrio porteño de Colegiales, tengo un grupo de gatitos que me espera pacientemente para recibir su ración de alimentos.
En algún momento los llamé "La Cofradía de los Blanquinegros" porque la mayoría tienen ese color. Algunos, ansiosos por comer primero, me salen a recibir frente al Mercado de las Pulgas.
Allí les abro algunos sobrecitos, que varían de acuerdo a la cantidad de gatos.
Otros como la "bombachuda", una gata gordita y peluda, a quien para abreviarle la descripción, la bauticé "Bomby", no sólo me espera frente al Mercado de Pulgas, donde comparte los sobrecitos, siempre y cuando no sean de carne, que no le gustan. Sino que después me acompaña hasta la placita, donde el reparto a los que me esperan, incluye carne vacuna, hígado, granitos, sobrecitos, atún y otros alimentos para gatos.
Esta gata mimosa, con su cola parada, se me va cruzando mientras camino y me va dejando pegados sus pelos en el pantalón.
No importa eso.
Me basta su fidelidad.
No es la única, sin embargo, que integra el séquito que me acompaña hasta la placita.
Cuando paso frente a un predio vacío, frente a Canal 9, comienzan a sumarse otros gatitos.
Algunos eligen encabezar mi caminata o ponerse a mi lado, y otros, sabiendo el lugar donde se realiza el reparto, directamente me esperan allí o corren a recibirme.
Ellos alegran mis mañanas, que últimamente no fueron de las mejores.
Me hacen sentir útil, porque no dejan absolutamente nada de lo que les sirvo.
No sé si salen de día, ya que varias veces que pasé por allí en las horas donde circula la gente, nunca aparecieron.
Tal vez la que les llevo, sea la única comida que ingieren por día.
No lo sé.
Para mí son simplemente los gatitos de la madrugada.
En esa hora y nada más.
Mis compañeros de la penumbra.
Los socios de mi silencio.
Con los años, varios de ellos fueron desapareciendo.
Nunca pude saber cómo terminaron.
Pero de un momento a otro, cada uno dejó de venir a comer.
Otros,en cambio, se fueron sumando.
Estos chiquitos nuevos, todos negritos y ariscos, son los hijos de varias gatas a las que vi y sigo viendo preñadas.
Los comensales se renuevan, como se renueva cada día mi amor por ellos.
Así es mi previa, antes de meterme de lleno a la producción de "Telenueve".
Y les agradezco por hacer que se me dibuje la primera sonrisa de la jornada, antes decirle "Buenos días", al personal de seguridad que me abre la puerta del canal.