domingo, 3 de abril de 2011

UN "NO" A CARLOS MATA POR STING


El 11 de diciembre de 1987, tuve dos citas.


Una de trabajo, ineludible, para la revista "La Revista". Y la otra de placer, en el Estadio de River Plate.


A las 17, me esperaba para una entrevista, no recuerdo en qué hotel de la ciudad de Buenos Aires, el cantante, compositor y actor venezolano Carlos Mata.


Como me pasaba la mayoría de la veces con los fotógrafos, que "siempre tenían algo importante para hacer después de cumplir con su trabajo" y terminaban dejándome sola con el entrevistado, esa vez no fue la excepción.


Una vez realizada la sesión de fotos, el fotógrafo se despidió y yo me quedé en el bar del hotel haciéndole la entrevista a este hombre, que en ese entonces tenía 33 años y decía "estar felizmente casado con una modelo y ser padre de un bebé de 9 meses".


Hice mi trabajo, pero lo que más me ilusionaba esa tarde era lo que iba a suceder a la noche.


Gracias a la amistad que en ese entonces tenía con algunos encargados de prensa, conseguí que me acreditaran como fotógrafa para el recital de Sting en el Estadio de River Plate.


Si bien yo venía trabajando como corresponsal, asumiendo a la vez el rol de periodista y de fotógrafa para la revista "Vea", de Puerto Rico, para el medio argentino en el que estaba, yo era únicamente periodista.


Las fotos que iba a sacarle a Sting, a pocos metros del escenario, eran para mi colección personal. Si en "La Revista" me pedían algunas, no tenía ningún problema en cedérselas. Mis jefes no las pidieron y yo me quedé con todas.


Cuando terminé la nota con Carlos Mata, le conté que iba a ir a ver a Sting. Y eso dió pie para que nos quedáramos charlando unos minutos más sobre música. Todo muy interesante, sólo que yo tenía que irme, porque se me estaba haciendo tarde.


No habíamos tratado temas personales, salvo las preguntas que le hice para la nota sobre su condición familiar, pero él de mí no sabía nada. Por eso me sorprendió con el pedido que me hizo: "no vayas a ver Sting, quedate conmigo esta noche...me siento muy solo".


Un buen gancho si el artista me hubiera gustado.


Sin embargo, aún así, no tenía ningún interés en engancharme con un cantante que se iba a ir. Ya me había pasado una vez, la única que me enamoré de mi entrevistado. Y me propuse no repetirlo. Además, mi prioridad en ese momento era fotografiar a Sting.


De modo que, para no dejarlo mal parado con el rechazo, le dije a Mata que " mi obligación era ir al recital, porque eran las fotos que se publicarían en la revista". No me gustó mentirle, porque detesto hacerlo. Sólo que fue lo único que se ocurrió en ese momento.


Me acompañó hasta la puerta del hotel, me despedí y cuando ya me había alejado varios pasos, me dí vuelta. Y allí estaba todavía, mirándome partir, con la tristeza pintada en su rostro.


En ese instante pensé que tal vez no era tan cierto aquello de que "estaba felizmente casado". Alguien que es feliz con su pareja, no se queda dando una imagen de soledad y desamparo ante una desconocida como lo era yo.


Esa noche fui al concierto y además de disfrutar de la maravillosa música de Sting, me quedaron las fotos, algunas de las cuales acompañan este relato. Y a Carlos Mata nunca más lo volví a ver.



2 comentarios:

Sergio dijo...

Que me contursi!....le dijiste no al Kevin Costner preBolivariano!.Ahora la duda queda planteada!.......quien es el mencionado misterioso del que quedaste prendada?......se sabra en un futuro post!

Yayi Villegas dijo...

No lo voy a decir. Es un secreto que me quiero guardar, pero es alguien a quien admiré, admiro y admiraré toda mi vida. Me encanta que hayas vuelto a escribir en mi blog. Saludos, Sergio.